Nos vamos a remitir a los hechos y, en orden a éstos, a lo que se dice, a lo que es vox populis, voz del pueblo, cuya opinión no siempre es acertada, mas en casos de suma claridad si que puede decirse vox populi, vox Dei, la voz del pueblo [es] la voz de Dios. Es impepinable que
Con la finalidad de que quede más legible repito el texto. |
Los cánones de la monarquía, ¿han sido cumplidos? No por la reina, no por las infantas, empezando por los matrimonios que han contraido y su avaricia. Y para colmo de mal casamiento el del príncipe; bueno, se casaron con el posible desacierto en cualquiera; ahora bien, ellos no se tenían, ni se tienen por tal en la acepción de poca importancia o indigno de consideración. Lo ocurrido con Cristina de Borbón es tanto más grave por tratarse de una infanta y de una monarquía reinante -hoy día sólo son reinantes, no gobernantes-, cuya existencia únicamente tiene alguna base en dar muestra de ejemplaridad. Lejos de ello, se está imputando, en España y fuera de España, hechos reprobables y, algunos, a nivel delictivos como los atribuidos a la infanta Cristina. El poder de la monarquía y el Gobierno queriendo protegerla -a la infanta por la institución- puede surtir, y ya estamos viendo indicios de que así va a ser de hecho, efecto contrario.
Si la ciudadanía se halla indignada contra los dos partidos políticos que en esta monarquía han venido gobernando con errores que han causado mucho daño hasta traernos al misérrimo estado actual y, por añadidura, se ha descubierdo el sinnúmero de corruptos existentes tanto en el PSOE como en el PP, carece de fuerza moral Gobierno y Oposición para blindar a nadie contra la acción judicial. Ya tienen los jueces bastante handicap para que brillen los Tribunales de Justicia en el hecho de depender el Poder Judicial del Poder Ejecutivo, cuando, evidentemente, se impone la independencia de ambos poderes. No ha de haber encubrimiento del corrupto en el seno del Gobierno ni en el de la monarquía; no hay que obstaculizar el que se haga justicia. Es contra el delito contra lo que hay que rebelarse, no contra el castigo de un corrupto. Y si lo es o no, corresponde determinarlo al juez instructor del sumario. El juez Castro es, obviamente, en el caso de Cristina de Borbón, el que ha de decidir incluir o no en el sumario del procesado Ignacio Urdangarín a su mujer.