La muerte es entrar en la vida, no en la nuestra personal, sino en la vida en general, a la que pertenecemos. Creo que queda el espíritu. El cuerpo y el alma que nos individualiza perecen, pero no el espíritu que anima ese cuerpo y esa alma. Ese sigue, porque eso es la vida. En ese sentido la vida es un retorno. Yo no creo en la resurrección de la carne, no puedo creer. Yo creo que nos acabamos. Se acaba ese individuo que se llama Antonio Gala, se acaba su alma y su cuerpo, pero perdura lo que es la vida de otra forma. De que me acabo yo, estoy completamente convencido. Y no conozco otra forma mejor de inmortalidad que la de ser recordado con cariño y respeto.
Ni todo católico está plenamente convencido de la inmortalidad del alma y, por consiguiente, a equis tiempo vista la resurrección de la carne, ni todo no creyente rechaza de plano el Más Allá, empezando por admitir la existencia del alma. La Iglesia, su magisterio, proclama que el hombre tiene alma -dicho sea en sentido genérico, aunque alguna vez dudó de que le tuviera la mujer-, que ésta es diferente en cada cual,, que es inmortal, Es creada e infundida por Dios en el momento de la concepción. No tiene origen divino. No constituye el principio vital del hombre. No lleva una existencia pre-corporal. Según el papa Juan XXII, 'el alma puede tener la visión plena de Dios, solo después de la muerte'.
Ni todo católico está plenamente convencido de la inmortalidad del alma y, por consiguiente, a equis tiempo vista la resurrección de la carne, ni todo no creyente rechaza de plano el Más Allá, empezando por admitir la existencia del alma. La Iglesia, su magisterio, proclama que el hombre tiene alma -dicho sea en sentido genérico, aunque alguna vez dudó de que le tuviera la mujer-, que ésta es diferente en cada cual,, que es inmortal, Es creada e infundida por Dios en el momento de la concepción. No tiene origen divino. No constituye el principio vital del hombre. No lleva una existencia pre-corporal. Según el papa Juan XXII, 'el alma puede tener la visión plena de Dios, solo después de la muerte'.
Aquí habría que hablar de la viisión beatífifica, doctrina de los últimos años de su pontificado. Había escrito la declaración de que las almas de los justos que morían no verían a Dios hasta después del Juicio Final. Y sin embargo... Se deslizaba, pues, una contradicción: los justos no ven inmeditamente a Dios, fue motejado de emitir una herejía, él alegó que la Iglesia no tenía sobre tal punto una doctrima oficial y que no había expuesto su doctrina ex catedra. En la Biblia nos dice san Pablo en su 'Primera carta a los corintios', nos dice san Pablo:
Al presente no vemos a Dios sino como en un espejo, y bajo imágenes oscuras, pero entonces lo veremos cara a cara. Yo no lo conozco ahora sino imperfectamente; mas entonces lo conoceré con una visión clara, a la manera que soy yo conocido. (vers. 12).
De este 'entonces' se trata. La verdad que este 'cuándo' es incalculable y, desde luego, a largo plazo, dadas las matemáticas de Dios Me aplana la eternidad,. y no se pueden entender las matemáticas de Dios -si ya las del hombre hoy día son difíciles-, indicadas por san Pedro: Pero vosotros, queridos míos, no debéis ignorar una cosa, y es que un día respecto de Dios es como mil años, y mil años como un día. Tampoco es accesible a la mente humana ,por mucha filosofía que se eche, lo de 'vida pedurable de la persona después de la muerte', que es una de las acepciones que la RAE asigna a tal palabra.
En cuanto a que el alma no constituye el principio vital del hombre, no lleva una existencia pre-corporal, encaja perfectamente la siguiente opinión de Schopenhauer:
El que ahora, después de no haber existido un tiempo infinito, deba continuar durante toda la eternidad, es una hipótesis excesivamente audaz . Si, en mi nacimiento, vine y fui creado de la nada, es muy probable que, en la muerte, vuelva a ser nada. Duración infinita a parte post, y nada a parte ante, no concuerdan. Sólo lo que es primordial, eterno, increado,, puede ser indestructible (véase Arostóteles, , De Coelo, l, 12, 282 a 25 y sig., Priestley . On Matter and Spirit, Birminghan, 1782, vol. l., pág. 234)
Tal podemos leer en su 'Historia de la Filosofía' tratado de la filosofía kantiana. Las tres columnas de la Filosofía son, como sabemos, Dios, el Mundo y el Ser
El cristianismo y las postrimerías.
El sociólogo Alfredo Moncada, que estudia a fondo la fenomenología política, económica y social de fin de un milenio y principio de este,, resaltantando la faceta religiosa, escribe en su obra 'Religión a la carta':
El cristianismo, sobre todo el catolicismo, tan insistentente en la persistencia de cada persona, en la inmortalidad del alma individual, nos presenta un escenario de la otra vida que, aunque ha cambiado con el tiempo y la sensibilidad,, es sustancialmente el mismo: yo sigo viviendo. Incluso el catolicismo barroco que hemos vivido hasta antes de ayer nos hablaba de la resurreccion de la cartne, una misteriosa rehabilitación de nuestra corporabilidad prefigurada en la Resurrección de Cristo y la Asunción de su Madre.
Nos hablaba y nos sigue hablando, en el Credo, por ejemplo, resumen de algunos dogmas de la Iglesia. Yo, aunque creyente, rechazo los dogmas, no los considero de carácter indiscutible, no acepto la condición de acatarlos. Parto de que es un camelo; un absurdo considerar a la Iglesia infalible en materia religiosa. Sobre este tema es de capital interés leer, entre otra bibliografía, a Pepe Rodríguez, apud 'Mentiras fundamentales de la Iglesia católica', capítulo III, epígrafe:: 'El para, "sucesor de San Pedro", no fue oficialmente infalible hasta que lo decretó Pío IX en el año 1870'.
Apunta Moncada que le decía un monge de clausura que "Los Novímos son una teología para asustar a niños, basada en una filosofía de jardín de infancia. Señala también que el Papa polaco nos subraya los aspectos más barrocos en de la tradición tridentina en su nueco Catecismo universal que, respecto a las postrimerías, no se descarta de los dicterios más sonoros de la vieja escuela.