Ya no se puede ocultar en lo más mínimo la corrupción y la bancarrota que la misma ha producido en todas las acepciones de la palabra.
Mucho se ha escrito sobre ellos, primero de una manera laudatoria, como única posibilidad, pues la monarquía se protegió de cierta censura hasta el escándalo de Urdangarin y del safari del monarca con su amiga Corina y accidente incluidos. A partir de aquí pudo tomar la palabra la prensa y el libro, se pudo escribir la verdad, difundirla, y exponer cada cual libremente su criterio conforme faculta al ciudadano el artículo 20, de la Constitución sobre libertad de expresión. Se habla en él de respeto a la intimidad, mas obviamente no tiene tanta, por no decir ninguna, un personaje público como un particular. De un pesonaje público, que vive, y a todo regalo -nadie con tanta largueza "pagado" como un rey- del erario público, se puede contar todo, otra cosa es el insulto, ofender con términos malsonantes. Nunca diciendo la verdad, la cual ha de decirse por denigrante que sea hacia el individuo en cuestión. No por presentar sus errores y/o malas acciones, se causa ofensa, ésta se la infirió a sí mismo el que obró mal. Además de la Carta Magna, y dentro de que se trata de personajes políticos, lo refuerza la Declaración de Derechos Humanos, 1948. en la parte que expone:
Jaime Peñafiel publicó en 2005, y en la esfera de los libros, "El hombre que se acuesta con la reina". Ya en 2003 y en la misma editorial lo hizo de "A golpe de memoria". Interesante es también para conocimiento de los últimos borbones "Los tacones de Letizia y otras curiosidades reales", también de dicha editorial. En "El hombre que se acuesta con la reina" consigna este epílogo:
Mucho se ha escrito sobre ellos, primero de una manera laudatoria, como única posibilidad, pues la monarquía se protegió de cierta censura hasta el escándalo de Urdangarin y del safari del monarca con su amiga Corina y accidente incluidos. A partir de aquí pudo tomar la palabra la prensa y el libro, se pudo escribir la verdad, difundirla, y exponer cada cual libremente su criterio conforme faculta al ciudadano el artículo 20, de la Constitución sobre libertad de expresión. Se habla en él de respeto a la intimidad, mas obviamente no tiene tanta, por no decir ninguna, un personaje público como un particular. De un pesonaje público, que vive, y a todo regalo -nadie con tanta largueza "pagado" como un rey- del erario público, se puede contar todo, otra cosa es el insulto, ofender con términos malsonantes. Nunca diciendo la verdad, la cual ha de decirse por denigrante que sea hacia el individuo en cuestión. No por presentar sus errores y/o malas acciones, se causa ofensa, ésta se la infirió a sí mismo el que obró mal. Además de la Carta Magna, y dentro de que se trata de personajes políticos, lo refuerza la Declaración de Derechos Humanos, 1948. en la parte que expone:
Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.Contra la dificultad de hablar de la monarquía no dejó de efectuarse; por ejemplo, Juan Balansó y Jaime Peñafiel publicaron, pero otros autores y sus libros encontraron grandes dificultades para publicar y el desarrollo de su publicación. Y ya por inercia del tácito silencio impuesto, como sabemos la misma Pilar Eyre con su libro La soledad de la Reina, publicado por Esfera de los Libros en enero de 2012, hubo de sufrir reveses, contratiempos de que ya hablé en su día al ocuparme de la obra.
Jaime Peñafiel publicó en 2005, y en la esfera de los libros, "El hombre que se acuesta con la reina". Ya en 2003 y en la misma editorial lo hizo de "A golpe de memoria". Interesante es también para conocimiento de los últimos borbones "Los tacones de Letizia y otras curiosidades reales", también de dicha editorial. En "El hombre que se acuesta con la reina" consigna este epílogo:
Él sabe que el primer caso puede darse, pero que el segundo puede tenerse por imposible.Que ningún hombre, salvo el consorte pueda decir nunca que se ha acostado con la reina y ninguna mujer salvo la consorte con el rey. Que en lo posible, así sea.
La segunda parte del libro está dedicada a 'los consortes españoles de hoy', y lleva estos titulares: 'Jaime Marichalar, el consorte banquero', 'Iñaki Urdangarin, el consorte vasco', 'Letizia, la nieta del taxista'.
A callar ante el inminente matrimonio del Príncipe de Asturias.
El Príncipe no pudo imponer a Isabel, ni después a Eva Sanun, pero sí a Letizia. Véamos el criterio de Peñafiel:
A callar ante el inminente matrimonio del Príncipe de Asturias.
El Príncipe no pudo imponer a Isabel, ni después a Eva Sanun, pero sí a Letizia. Véamos el criterio de Peñafiel:
Se dice, aunque la propia afectada lo ha desmentido, que doña Sofía se opuso al noviazgo de su hijo Felipe con la pobre Isabel Sartorius porque la joven era hija de padres divorciados. Pienso que a la Reina lo que no le gustaba era la madre, cuyo nombre se había visto mezclado en asuntos muy turbios.Para asuntos turbios los de su hija y su yerno, matrimonio Urdangarin-Borbón. Continúa el referido autor exponiendo su punto de vista.
Por otro lado, que el matrimonio de los padres de Letizia estuviese roto desde hacía algunos años tampoco tenía la menor importancia. Diana Spencer, Sarah Ferguson, Tony Armstrong,-Jones, Henri de Montpezar, Mark Phillips y Mette-Marit contrajeron matrimonio con el Príncipe de Gales, con Andrés de Inglaterra, con Margarita hermana de la reina Isabel, con la reina Margarita de Dinamarca, con la princesa Ana y con el heredero de Noruega respectivamente cuando eran ya hijos de divorciados. Nadie se escandalizó por ello.Bueno, alguien se escandalizaría. En cuanto a Mette-Marit tenía además un hijo de soltera de su relación con el traficante de cocaina, Morten Borg, cuyo hijo lleva el apellido de ambos, Marius Borg Heiby. No dejó aun en Noruega de constituir escándalo. Y sabe bien el cronista que 'España es diferente'. Diré, mejor, que lo fue. Y de aquí la actitud que frente a la referida boda real española se adoptó y que él así describe.
José Antonio Sánchez, entonces director general del ente Ente Público, ordenó que el tema del noviazgo del Príncipe con la "estigmatizada" Letizia no se tocara en los programas rosa de la casa. [...] Incluso se prohibió el derecho constitucional de la libertad de expresión recogido en el artículo 20. 1 de la Carta Magna.Y transcribe el texto. Añade.
Todos estos derechos se conculcaron con la prohibición a compañeros que lo habían sido de Letizia a hablar de ella, y a los trabajadores de la casa, más de los mismo bajo amenaza de expedientes.No se ocultó solamente el divorcio al que tanta paginación concede Peñafiel. Continúa en esta referencia a la censura.
Por supuesto quedaron secuestradas todas las imágenes de la joven existentes en los archivos de TVE y a quienes osaran fotografiarla, la Policía les arrebataba el material hasta con violencia. A los fotógrafos apostados en torno a la antigua casa de Letizia se les redujo por la fuerza. También fueron secuestrados los expedientes médicos genecológicos de Letizia, su partida de matrimonio anterior y el expediente de... divorcio. Para protegerlo se adquirió, incluso, una importante caja fuerte. ¡Una vergüenza! ¡Un atropello incalificable!
De esta caja fuerte instalada en el Juzgado de Arganda del Rey, donde había vivido el matrimnio Alonso-Ortiz, ya he hablado en otro artículo. Como interesante al respecto, puede leerse en internet "La Comunidad de Madrid compra una caja fuerte para guardar la sentencia de divorcio de Letizia", asimismo otros escritos en dicha página.
En aquel silencio, ¿qué decir de la Iglesia? Quedó patente su trato de favor. Cuenta Andrew Morton que en reunión de Letizia y el príncipe Felipe con el arzobispo de Madrid, Enrique Rouco Varela,y otros representantes de la Iglesia, éste dijo a la novia: "Cuando usted se caso con Alonso Guerrero, lo hizo en una ceremonia civil. ¿Por qué ahora le parece importante casarse por la Iglesia católica?" Ella respondió: "He visto la luz. Cuando conocí a Felipe vi la luz de la Iglesia católica". Como apunta uno de los que estuvieron presentes, esta respuesta quizá la tuviera ensayada al conocer previamente la pregunta. Todo preparadito, pues. El autor de "Ladies of Spain" añadé: Letizia estaba a punto de cruzar el Rubicón: había pasado de un extremo en su vida conyugal -de estar casada con un hombre republicano, ateo, anticapitalista y bohemio-, a estar a punto de casarse con un segundo marido que representaba todo aquello que Alonso despreciaba.
En aquel silencio, ¿qué decir de la Iglesia? Quedó patente su trato de favor. Cuenta Andrew Morton que en reunión de Letizia y el príncipe Felipe con el arzobispo de Madrid, Enrique Rouco Varela,y otros representantes de la Iglesia, éste dijo a la novia: "Cuando usted se caso con Alonso Guerrero, lo hizo en una ceremonia civil. ¿Por qué ahora le parece importante casarse por la Iglesia católica?" Ella respondió: "He visto la luz. Cuando conocí a Felipe vi la luz de la Iglesia católica". Como apunta uno de los que estuvieron presentes, esta respuesta quizá la tuviera ensayada al conocer previamente la pregunta. Todo preparadito, pues. El autor de "Ladies of Spain" añadé: Letizia estaba a punto de cruzar el Rubicón: había pasado de un extremo en su vida conyugal -de estar casada con un hombre republicano, ateo, anticapitalista y bohemio-, a estar a punto de casarse con un segundo marido que representaba todo aquello que Alonso despreciaba.