domingo, 21 de abril de 2019

Acerca de la Posada de 'El Segoviano' y de la Casa Comidas de 'El Segoviano', en Madrid. (Segunda parte)

Esplendor y ocaso de la Posada. 

Indubitadamente dio auge a la Posada del Segoviano que en ella se rindiera el el 8 de junio de 1921 un homenaje a Francisco Montagne Otegui al que asistió la famosa cupletista Raquel Meller, Azorín, Ramón Gómez de la Serna, Ramón Pérez de Ayala... , y en el que Antonio Machado leyó la siguiente composición:

‘’’En la fiesta del gran Montagne’’’

“Leído en el Mesón del Segoviano”

Cuenta la Historia que un día,
buscando mejor España,
Grandmontagne se partía
de una tierra de montaña,
de una tierra
de agria sierra.
¿Cuál? No sé. ¿La serranía
de Burgos ¿ ¿El Pirineo?
¿Urbión donde el Duero nace?
Averiguadlo. Yo creo
un prado en que el negro toro
reposa, y la oveja pace
entre ginestas de oro;
y unos altos, verdes pinos;
más arriba, peña y peña,
y un rubio mozo que sueña
con caminos,
en el aire, de cigüeña,
entre montes de merino,
con rebaños trashumantes
y <vapores> de emigrantes
a pueblos ultramarinos.

II

Grandmontagne saludaba
A los suyos, en la popa
de un barco que se alejaba
del triste rabo de Europa.
Tras de mucho devorar
caminos del mar profundo,
vio las estrellas brillar
sobre la panza del mundo.
Arribando a un ancho estuario,
Dio en la Argentina Babel.
El llevaba un diccionario
Y siempre leía en él:
era su devocionario.
Y en la ciudad –no en el hampa- y en la Pampa
hizo su propia conquista.
El cronista
De dos mundos, bajo el sol,
El duro pan se ganaba
Y, de noche, fabricaba
Su magnífico español.
La faena trabajosa,
Y la mar y la llanura,
Caminata o singladura,
siempre larga,
diéronle, para su prosa,
viento recio, sal amarga
y la amplia línea armoniosa
del horizonte lejano.
Llevó del monte la dureza,
calma le dio el océano
y grandeza;
y de un pueblo americano
donde florece la hombría
nos trae la fe y la alegría
que ha perdido el castellano.

III

En este remolino de España, rompeolas
De las cuarenta y nueve provincias españolas
-Madrid del cucañista, Madrid del pretendiente- ,
y en un mesón antiguo, y entre  la poca gente
-¡tan poca!-  sin librea, que sufre  y que trabaja,
y aun corta solamente su pan con su navaja,
por Grandmontagne alcemos la copa. Al suelo indiano,
ungido de la letras, embajador hispano,
ayant pour tout laquais votre ombre seulement,
os vais, buen caballero… Que Dios os dé su mano,
que el mar y el cielo os sean propicios, capitán.    

Tal hecho literario incrementó su fama, y, como es de suponer, no en el alquiler de habitaciones humildes, en consonancia, 'donde toda incomodidad tiene su asiento', más bien había de repercutir en la Casa de Comidas. En ésta había cocina para pobres y para quien podía permitirse comer el clásico plato de Segovia: cordero o cochinillo asado, cuyas cazuelas de barro con tal guiso se exhibía en el escaparate.
                                                                               
Nunca dispuso de horno asar como su contrincante el Restaurante Botín que le tiene -y de leña, es el adecuado- desde su fundación en 1725. En vida de Santiago González se llevaban las cazuelas con tal guiso  a asar en el horno de una tahona de la calle Almendro. Así también en época de  Petra González; según expone Lucio, en  el libro que le dedicó Lorenzo Díaz:
Cuando tenía que asar cochinillos y corderos, como no teníamos horno en el Mesón del Segoviano, iba a una panadería de la calle del Almendro. Me ponía un gorro y encima una madera y las cazuelas de los cochinillos. Y me comía las sobras, cosa que sigo haciendo ahora.     

Eran padre e hija reacios a  emprender obras de mejoras, y aun de sostenimiento, tanto en la posada como en la casa de comidas, no pasaban de las exigidas oficialmente, en particular  en la posada, cuya pintura de la galería y las habitaciones se limitaban a lo más barato, asimismo la ropa y demás. Verdad también que el precio de las camas fue de dos pesetas hasta muy avanzado el siglo XX. Muy atrás quedaba para dormir aquellos sacos de paja para dormir en el suelo que estaban situados en las cuadras y cuyo precio era un real. Ya dije en la primera parte de este artículo que cobrando a estos saqueros el hijo del Segoviano adquirió unas fiebres de las que murió.  

Con una enorme capacidad de trabajo Petra, con ayuda de una mujer, contratada eventualmente, limpiaban las habitaciones y hacían las camas.hasta que pocos años antes de morir no le fue posible tanta intervención material. Siempre escatimaron la dependencia o número de sirvientes. De la época del padre hubo como mozo de la posada un tal Capitán que en la de su hija se suicidó, quiero recordar que en el Manzanares. Antiguo criado era también Carreras (se decía de la familia del actor Emilio Carreras (1858-1916) y por el modesto origen del actor bien podía ser le dedicaban a la posada y a "La reina de los lacones"; él era quien solía llevar tras ser preparados los cochinillos a asar.  
                                                                                                                                 
      
Antiguo criado también anterior a la Guerra Civil fue Dativo, que llegó a ser el alma, el principal, del restaurante, lo que no le salvó de llevar cochinillos a asar. .

Lorenzo Díaz, en 'Lucio - Historia de un Tabernero', capítulo V, coloca este epígrafe:

'COCHINILLO ASADO DEL MESÓN DEL SEGOVIANO
Sopa, cochinilla y postre. Con una buena jarra de vino. Mejor dicho, frasca con vino de Valdepeñas. Era el menú que engullía lo mismo el embajador de la China Nacionalista que que Abbe Lane y Xavier Cugat. O don Santiago Bernabéu y Millán Astray. El cochinillo asado y el cordero dieron fama durante una centuria a más de un bodegón, mesón o posada. Hasta hace poco a mucho turista que llegaba a Madrid se le servía en renegridas cazuelas de barro. Lucio, Botín, la Posada de la Villa acabaron con esos tabernones malolientes que ofertaron asados y modernizaron los establecimientos.' 
Si las posadas eran inhóspitas, no confortables -jamás ninguna tuvo calefacción, ni en lavabos y en ducha agua  caliente-, no era menor la incomodidad de estas tabernas que despectivamente el autor denomina 'tabernones', entrada no registrada en el diccionario de la RAE. Tampoco esta registrada 'tabernuchos', 'La reina de los lacones', lo era también de la pobreza de su menaje de mesa -mantelería, cubiertos, loza- y del mobiliario, con sus banquetas y bancos adosados a la pared. A lo desagradable del local podía adicionarse en invierno el frío de local en todos sus comedores. Conforme cuenta Esteban en la citada obra, 'encendíamos treinta braseros. Lástima que en su declaración continúe hablando entre burla y elogio del encargado del establecimiento a cuyo mandato hubo de estar. 

Retorno a la mano derecha, verdadero auxiliar, colaborador, del Segoviano y su hija. 
En cuanto al citado Dativo dice: 'Nunca olvidaré a dativo, que era un hombre primitivo parecido a un primate, un hombre sensacional. Cuando llegué a Madrid con el ordinario, llamado Lorenzo Ureña, me encontré con Dativo y exclamé ":¡Cielos un mono!" Era un hombre fenomenal y lo tenía doña Petra como de confianza. Y paradojas de la vida, un ciudadano que se había escapado de tres o cuatro guerras murió como consecuencia de un accidente tonto: había salido de paseo, había una excavaciones y se cayó, se rompió unas costillas y murió a consecuencia de ello.
 Dativo era en aquellas tardes de jarana, en su acepción de 'diversión bulliciosa y alborotada', quien preparaba las raciones a servir a la juventud que iba a merendar y cantar. En invierno, de no tener brasero en la pieza que el grupo ocupaba, o haberse apagado, le pedían a voz en grito. Él preparaba las raciones de estas meriendas que solían ser a base de tortilla, jamón queso manchego con el consiguiente buen vino, más a granel que embotellado. Eran los años de apogeo de la casa de comidas, Lorenzo Díaz pone en boca de Esteban la información siguiente. 
Aquello era una rueda sin fin: comida por el mediodía, por la tarde la tuna con la tortilla para estudiantes, y luego "Madrid, la nuit"  con todos los turistas que nos traía Meliá y que Lucio se encargaba de enseñarles los salones del Mesón y por cinco pesetas los paseaba por el local y les servíamos un vaso de vino o de sangría. Además el guapetón de Lucio les colocaba la jarrita y estos le arreaban su buena propina Todavía me suena el sonsonete de Lucio diciendo: "el pabellón de los muñecos, el salón de Primo de Rivera, el comedor de los pellejos, la trastienda...", cada sitio tenía su nombre. [...] ¡Qué talento el de Doña Petra! Empezábamos a las nueve de la mañana y hasta que se acababa. Era un trabajo que no n os agobiaba porque disfrutábamos como cosacos.
Los cosacos disfrutaban bebiendo, fumando, mintiendo y otros vicios, pero no trabajando, preferían guerrear. El talento de Petra era más bien buena suerte, disponer de contactos, por lo general a través de su marido.  

Aquí Dativo de Andrés al frente del mostrador de la taberna
 
Era Dativo paisano de su jefe, y acaso esto contribuía a la simpatía existente entre ellos y que luego se extendió a la hija; en cuanto a ésta pude percibirlo. Quiero recordar de mi niñez que mi padre, que no era nada tabernario, ni amigo de figones, le apreciaba. Mi padre había nacido imprevisiblemente en Santa María de Nieva por aferrarse mi abuela a asistir a las fiestas a sus fiestas locales, era natural de esta localidad como asimismo mi abuelo. Segoviano, pues, y no madrileño por error de cálculo. Dativo era de Etreros, lugar que no puede ignorar ningún amante de Clío porque en él estuvo confinado el guerrillero don Julián Sánchez, por Fernando VII, el Rey Felón, junto con su segunda esposa, doña Juana Valverde Gandadillas, muriendo dos hijos, y en octubre de 1832 él, tras manifestar su deseo de ser enterrado en la ermita del Cristo de los Afligidos, lo que así se cumplió hasta que, contradiciendo su voluntad, fue exhumado en febrero de 1980 y llevado a Ciudad Rodrigo. A los pocos meses de su muerte, su viuda se trasladó a Cantabria a vivir con su hermana. 

Pero aquí y ahora lo que en primer lugar nos interesa es la muerte del citado torroncho, tal el nombre gentilicio de los nativos de Etreros.. Ya quedó dicho el cómo; en cuando al cuándo, fue el 30 de marzo de 1970. Dejó dos hijos, llamados Teresa y Antonio.               
Dativo es el de la derecha y se encuentra en grupo de familia

 en 1961
Aquí en Etreros con sus hermanos, pero por los años transcurridos... Bien dice el emperador romano, filósofo, Marco Aurelio, '¡Cuántas personas con quienes había entrado en este mundo han desaparecido ya! 
 
'Casa Lucio' redimió la penuria de la Casa de Comidas del Segoviano.

Ya he dicho que Petra no escatimaba trabajo por duro que fuere en defensa de sus negocios, pero invertir dinero en su conservación o mejora es otra cosa; en ello se cerraba en  banda. Según refiere Joaquín Merino.
Doña Petra me recordó en más de una ocasión cómo su madre, en la acera de Cava Baja, hacía cocidos a peseta para los señoritos y a un real para menestrales y cazurros que visitaban la Posada. Claro que eso era al principios de siglo, cuando burros, acémilas y tartanas pululaban por Madrid.
También se evocar a ella en cuanto que no rehuía lavar ropa en un barreño, siguiendo atendiendo la posada, 'que no había sufrido cambio alguno de las del Siglo de Oro que 'recogían a trajinantes, arrieros  y pícaros de menguado zurrón y olla'. 

Se repite la inhibición
Su hijo fue muy ingrato con ella. Nunca lo había mezclado con esta supuesta ordinariez y vivió en una burbuja. Ella era muy expresiva y cada vez que me veía me llamaba "guapo" o "rico" y eso parece que no le gustaba al hijo, que se había criado más en el refinamiento.
No había, evidentemente, voluntad por parte del hijo de que su madre continuara, ya mayor, trabajado en sus  negocios. Y en cuanto a ayudarla, ya dejo dicho que se negaba a ello padre e hijo, ¿pero lo deseaba ella? En cuanto a éste, como vemos manifiesta  x x  que 'nunca lo había mezclado con esta supuesta ordinariez y vivió en una burbuja'.  
Doña Petra sufrió un tirón de bolso y estuvo hospitalizada por las secuelas de la heridas una temporada. [...] El hijo no estaba interesado en esto y creo que vio el cielo abierto cuando Lucio se quedó con el Mesón Lo de doña Petra fue un museo irrepetible, continuación de los madrileños principios de siglo. Absolutamente galdosiano, era como una novela de don Benito: olía a cocido el entorno, los gatos, las mozas mesoneras, rollizas y turgentes.. Había ratas, hacía frío, por eso fue providencial que Lucio tirase de aquello, porque si no se hubiese caído, hubiera desaparecido todo.  
Exacta la comparación, exceptuando las mozas mesoneras, rollizas y turgentes, que siempre faltaron. La falta de atención, acogida, cuidado,  de su hijo en las referidas actividades emanaba, ya lo dije, del padre. En cuanto a la clase social había gran heterogeneidad en el matrimonio, y unidos padre e hijo no podían acomodarse a una actividad que, no dejando de ser digna, carece de relevante cualidad social. No tiene, por supuesto, otro brillo que el de la ganancia material, económica, que proporcione. Ello no quiere decir que no sea loable todo trabajo bien hecho, aunque sea el del barrendero. Disiento de que se pueda  catalogar al arquitecto Juan Fernández del Pino González de ingrato con su madre por no prestarle ayuda en las tareas de la posada y de la casa de comidas en los ratos libres que tuviera. Y en esta línea de criterio no entiendo que Lucio hable de que sus hijos tienen estudios universitarios pero se dedican a trabajar con él . En todo caso cuenta abismal distancia de nacimiento que va de Fernández del Pino Pozueta a Lucio Blázquez. 

No se le puede negar a este serrano de humilde extracción que tras chico para todo se hizo un buen cocinero, un buen tabernera y camarero, como tal su anhelo había de cifrarse en establecerse, tener restaurante y/o taberna. Lo ha conseguido, y a esta satisfacción puede aunar el tener a gala haber transformado radicalmente el establecimiento restaurante de Santiago González 'El Segoviano', luego de su hija  sucesora. Desaparecieron los treinta o cuarenta braseros, se instaló calefacción, se saneo, se reparó y se hizo confortable el local, en el que también había de cambiarse, y se cambió, el  mobiliario, igualmente el servicio de mesa, o sea, cubertería, vajilla y demás. 

Lucio expone de modo tajante, concluyente,  la redención, rescate, salvación, que hizo del local:
Cuando tiré el Mesón del Segoviano mucha gente pensó que era un disparate, pero si no hago la obra se lo comen las ratas. La casa tiene hierro para sostener toda la calle. Pensaba gastarme tres millones y me costó trece.¡Una ruina!
La Posada no tuvo un salvador, sino un demoledor. 

Lorenzo Díaz introduce múltiples opiniones del gourmet,.gastrónomo de paladar exquisito -no sé si gourmand,, o glotón-, cita a Joaquín Merino (1927-2011) opinando sobre doña Petra; paremos mientes en estas líneas:
A veces todo era un disparate. Recuerdo que después de hacerle una entrevista en Radio Nacional de España intentaba darme quinientas pesetas por haberla llevado al programa. En Nochebuena me obsequiaba con una horrorosa tarta de Viena Capellanes, que no había cristiano que le hincara el diente. Y no olvidaré esa escena de Cuentos de Navidad de Dickens, cómo en esas fechas sonaba el timbre y cómo y cómo un hada madrina depositaba en el zaguán de la casa una tarta. Era doña Petra, y eso lo hacía año tras año. 
(Creo yo que si la tarta que le enviaba era de Viena Capellanes no sería tan mala). Se lamenta seguidamente, en contraste humanitario y sentimental, de la desaparición de la posada. Lo expone así 
Y ahora cuando veo el desaguisado que han hecho con esa maravillosa corrala que atesoraba siglos de historia, cuando además pasaba por allí la muralla de Madrid, los maldigo una y otra vez. Creo que en todo ese "fregao" está metido Ramón Tamames, en esa reconversión en pisos de la posada de San Pedro.
Evidentemente es lamentable, deplorable, triste, amargo, penoso, lo que denomina de desaguisado. Es, lo corroboro, disparatado, desatinado, desconcertado, todo sinónimo de ello, pero ya sabemos que 'la política no tiene entrañas', y el negocio tampoco. 

Al insertar Lorenzo Díaz, ap. 'Lucio, historia de un tabernero', lineas de Juan Antonio Cabezas nos hace leer en ellas.
Este Segoviano era hombre que entendía el negocio y prosperó con su posada a la que comunicó su popularidad. Hoy, el Mesón del Segoviano con el curioso restaurante o Las Cuevas del mismo nombre, decorado por un pintor loco hace treinta o cuarenta años, constituye uno de los lugares de Madrid más cargado de folklore turístico. En el zaguán, junto con los letreros característicos de "habitación del mozo", "Cocina del Mesón", "Jaula para fieras" (hasta eso tenía el mesón) y los versos que empiezan: ¡Oh, Mesón del Segoviano, / qué gratos recuerdos guardas!, está colgada una lápida que recuerda aquel acto literario.
Sí, es el que inicia este escrito. ¿Quién el pintor loco a que se hace referencia? Juan Antonio Cabezas le llama 'loco', y Antonio Pasies Monfort y María Rosario Giménez en sus respectivos blogs le reputan como un pintor arbitrario y absurdo, y sin embargo de un raro interés turbador. Fue un soñador, si no para un pueblo, para una posada..Él la adornó pictóricamente y, asimismo, los del local de enfrente. Era Arturo Ortiz Aguacil un bohemio de vida truncada, se consideraba un genio incomprendido y confiaba en que la posteridad le haría justicia. Refería que había viajado por todo el mundo. A pesar de todo ello y de ser discípulo de Antonio Muñoz Degrain y haber estado pensionado en Roma, hubo de anclar en la Posada del Segoviano de 1921 a 1929 en que falleció. Se apunta en el blog que dejó inacabado el cuadro titulado 'La muerte de Buda'. También empezó a pintar Ortiz Aguacil, recuerdo a estos señores del blog, el techo entrevigado, que igualmente fue acabado por otro artista de similar perfil en cuanto tal: Antonio Ayllón, que también realizó varios cuadros. ¿Qué beneficio crematístico percibieron uno y otro artista de Santiago González? Cama y comidas, y pare usted de contar. La posteridad les ha pagado peor, haciendo desaparecer gran parte de esta obra. 

Notorio es que la Política no respeta la Historia y el Arte; Mercurio, dios del comercio -también de los ladrones- tampoco. Y la posada se fue a pique con el derribo de la finca. ¡Como tanta historia de Madrid  se cargó la piqueta! Se borró el camino, se borró la senda. De alguna manera hay que volver al recuerdo de Antonio Machado, concretamente a esta composición incluida en sus 'Proverbios y cantares': 

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más. 
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en el mar.     .                 


A mí copropietaria la parca Atropos le evitó ver este "fregao" -o fregado-, cortó con sus tijeras el hilo de su vida en 1987. Su hijo y yo nos vimos obligados a vender la finca a finales de 1989 a la "Constructora Desarrollo Agrario, Industrial y Urbano, S. A.", relacionada con la empresa PROCYRSA que era propiedad in illo tempore del concejal del Ayuntamiento de Madrid, Ramón Tamames. Al siguiente año declaración en ruina e ipso facto son desalojados los inquilinos. 

Al ser derruida la finca no se hizo a beneficio de los inquilinos, concederles más confortables viviendas, nada de esto, aunque de socialistas se tratase, sino meramente para desmesurado enriquecimiento del nuevo propietario.  Se construyó una nueva finca, y las viviendas del nuevo edificio, como en general las de la Cava Baja -renovada-, se vendían o alquilaban a precios exorbitantes. Se adoptó también la nueva modalidad del apartamento . Piso y/o apartamento amueblado para mayor explotación. Que constituye, dicho sea subrayándolo, verdadero abuso, exageración, extralimitación, engaño, injusticia. Implica esquilmar, empobrecer,  a una inmensa mayoría de ciudadanos   Ya dijo Balzac que 'detrás de cada gran fortuna hay un crimen'. ¿Cómo concebir que en 'la' Cava Baja el precio  mínimo del alquiler de un piso sea de mil y pico euros? 

Epílogo. 

En este artículo bipartito he tratado de reconstruir el Mesón del Segoviano, dicho sea en la segunda acepción de la palabra dada por el DAE: 'Unir, allegar, evocar recuerdos o ideas para completar el conocimiento de un hecho o el concepto de algo'. Ni que decir tiene que el espacio de un artículo, y, por otra parte, el estar adscrito al tema, no me permite efectuarlo exhaustivamente. Flecos quedan; quizá decida en algún momento crear algún artículo, más, deseoso en primer lugar que mí exposición sea del agrado de de estos dos autores a que he hecho alusión tan atraídos y documentados en la historia de la villa de Madrid. M. R. Giménez me comunicó: 'Buen comentario, Manuel, Muchísimas gracias por los interesantes datos aportados./ Me permito recordarle la dirección de mí canal de vídeos. / Un saludo y estaremos en contacto'. 

Mi contestación en su blog fue: 'Celebro su respuesta. Estoy muy atraído por su trabajo en la Red; ya lo comprobará al publicar en mí blog -Manuel López Peralta- mí artículo en torno al tema de su especialidad. Su blog es una fuente súper interesante en cuanto a su temática y con amplia base bibliográfica. Deseo que contemos también por correo electrónico. | Me hallo a su disposición. Reciba un cordial saludo'. 
  

sábado, 6 de abril de 2019

Acerca de la Posada de 'El Segoviano' y de la Casa Comidas de 'El Segoviano', en Madrid. (Primera parte)

Empezaré por dilucidar lo de Mesón del Segoviano, y puesto que la palabra mesón tiene dos acepciones: 1. Establecimiento típico, donde se sirve comidas y bebidas. 2. Hospedaje público donde por dinero se daba albergue a viajeros, caballerías y carruajes'. Esta función segunda es la que tenía el Mesón del Segoviano, lo de servir comidas y bebidas era la de la Casa de Comidas era en la Casa Comidas, negocio que Santiago González afrontó años después. Cristina Fernández Charlez, en su blog, artículo 'sobre la Cava Baja y sus posadas, publicado el 6 de septiembre de 2014, señala la confusión a que lleva el cambio de numeración en dicha calle. A ello le he sugerido que no existe He aquí el comentario que le he hecho.

Cierto que la numeración de las casas cambió, pero hay que tener en cuenta que no se trata de una finca urbana sino de dos: Una donde estuvo ubicada la posada; otra que fue 'Casa de Comidas', ambos negocios llevados por Santiago González 'El Segoviano', luego por su hija Petra -habían muerto un hijo y otra hija- hasta que la ancianidad se lo impidió.
El negocio de la Casa de Comidas es en donde se generó el porvenir de Lucio, que nunca tuvo que ver en la posada. Ésta estuvo en el 28 de la calle, luego 30. Lo que pasó a ser 'Casa Lucio' es, últimamente, el número 35, o sea, la posada en los pares y el restaurante en los impares.
En mi blog pasaré próximamente a ampliar datos y clarificar errores vertidos sobre el tema., pues tuve intereses comunes con Petra González Piquero y hubo amistad entre ambas familias. Fuimos también vecinos en la finca de la posada.
Por si quiere contactar conmigo, mi correo electrónico es: - - -.

No solamente no ha contestado, ha obviado que aparezca mi opinión. No así el autor del blog 'Antiguos cafés de Madrid y otras cosas de la villa', aquí sí ha salido mí comentario, así como constituye el venero de mi contacto en toda su extensión con la mejor información existente en la Red en cuanto a lo que constituye el título de su blog. 


Las posadas en Madrid no solo estaban en la calle Cava Baja.

Cuando en la biografía de 'José Echegaray (el madrileño tres veces famoso), de Martínez Olmedilla, en la que estudia la cuarta y última parte del siglo XIX habla de hospedajes, restaurantes y cafés, tras citar algún hostal y finalmente la fonda de 'Los leones de oro', en la calle del Carmen, y la Posada del Peine, en la de Posta. continúa:

Había desaparecido la fonda románica de Genieys (calle de la Reina) y la Española, fundada por Perote y Lopresti, en la calle de la Abada. Lo demás eran mesones, como el del Segoviano y el del Dragón, en la Cava Baja; los de la Acemilería, del Soldado, de la Herradura, de Torrecilla y de Ursola, calle de Toledo; el de los Huevos, en la Concepción Jerónima; el de la Maragatería, calle de Segovia, y el de Cádiz, en la plaza de la Cebada: todos para trajinantes pueblerinos.

Evidentemente no solo había posadas en la Cava Baja, que, no obstante, ha quedado como representativa de esta clase de hospedaje para arrieros, éstos requerían también hospedaje para la caballería, y la Posada de San Pedro disponía de una gran cuadra y de un amplio zaguán y patio.

 

Santiago González Gómez acabó el siglo XIX e inició el XX como arrendatario del pequeño bar situado en el número 2 de Cava Baja esquina a la plaza de Puerta Cerrada, hoy llamado 'La Terraza'. De aquí pasó al número 41 de dicha calle (hoy 35) cogiendo el traspaso del local por cien pesetas. En 1907 lo efectuó de la posada de San Pedro por quinientas pesetas. En una parte del local de la 'Casa de Comidas' puso tienda de compra-venta, prendería, la cual hizo desaparecer su hija al seguir ella los negocios.

Santiago González (a) 'El Segoviano' procedía de Castillejo de Mosleón, correspondiente a la cabeza de partido de Sepúlveda, pueblecito, aquél, dedicado a la lana, al pastoreo, donde había sido pastor. En Madrid antes que tabernero había sido panadero. Su mujer, Petra Piquero, era de Nava de la Asunción (Segovia) y sintiéndose muy atraída por la cocina tuvo en ella una buena colaboradora. En Madrid tuvieron tres hijo: Miguel, que murió muy joven, iba a la Escuela de Comercio y ayudaba a su padre, enfermando, según referencia que tengo, quizá a causa de cobrar las sacas que había en la cuadra para dormir personas muy pobres. Isidra que llegó a casarse, no tuvo hijos en su matrimonio de corta duración por divorcio, y murió después de la guerra civil al poco de su padre. Sobrevivió, pues, Petra, casada y con un hijo de su matrimonio Ella, que no los tres, continuó al frente de la posada y de la casa de comidas. Como expone Lorenzo Díaz, en 'LUCIO - Historia de un tabernero -', poniéndolo en boca de otro chico para todo, Esteban.

Doña Petra no nos dejó pasar hambre y aunque no comíamos lo de los clientes no faltaba la buena manduca: ¡qué ricas estaban las asadurillas y las cabezas de cordero! Para Lucio y para mí esta venerable mujer fue mucho más que una madre. Su hijo estuvo siempre al margen y se inhibió de lo que era negocio. Lo mismo que don Juan, el esposo de doña Petra, comía y cenaba allí pero luego se iba.

El hecho de que su marido no tuviera a bien ponerse la chaquetilla para actuar de camarero, ni realizar en la taberna o en la posada trabajo alguno material no significa que dejara de prestar a su cónyuge ayuda mental, ayudarle administrativamente. Decir que se inhibía es mucho decir. Como Lucio, también Esteban se estableció, 'Casa Esteban' está en el número 36 de la calle.

Residió el matrimonio y el hijo, luego Petra viuda con el hijo hasta que éste se casó, en Cava Baja, 30, primero izquierda -el que suscribe vivía en el segundo derecha- y ella siguió hasta su muerte con este domicilio. Recuerdo que en el pasillo sendas grandes fotografías, de igual tamaño e iguales marcos, de su padre y de su madre. Su marido era un oficinista del Consorcio de la Panadería de Madrid, y el hijo se hizo arquitecto y, aunque no abrió taller para dedicarse a la construcción, ocupó como tal un cargo en el Colegio de Arquitectos, de Madrid. Se casó al poco tiempo de la muerte de su padre a quien no muy mayor sorprendió la grave patología de leucemia.

Esta finca de Cava Baja, 28 | 30 no solamente contaba como local de negocio: la posada, también tenía una tienda de ultramarinos que hasta la guerra tuvo alquilada un tal Paulino Rayo, y tras la misma Daniel Salinero, que arraigaría en la Cava Baja al casarse con la hija de un comerciante en la misma, con tienda de porcelana de Talavera. En el patio de la finca del 30 partían tres escaleras de pisos interiores y había tres locales de tipo almacén, y alquiló Salinero uno de ellos para tostar cacahuetes. Traficando con éstos y dado la beneficiosa época para los tenderos de ultramarinos llegó a ser un parvenu. También se introdujo en la hostelería. No tuvo hijos, se quedó viudo y los beneficiarios serían sus sobrinos.

Mucho ha cambiado la Cava Baja del fin del siglo pasado a lo que va de este; desaparecieron las industrias artesanas de tonelería, colchonería, espartería. Recuerdo también la imprenta comercial que había en el número 27 de larga vida, en generación de padre a hijo, donde se editaba aquella hoja de 'La goleada', los días de fútbol, dando los resultados de los partidos. Esta finca que adquirió en vida del marido Petra González supongo será propiedad de su hijo como, asimismo, adquirió la del el 35 donde tenía la casa de comidas a la que ha sucedido 'Casa Lucio'. Este local de la imprenta comercial se ha transformado en galería de arte contemporáneo figurativo. 'Cava gallery Baja' Ambas fincas será del hijo de Petra caso de vivir, o de sus hijas herederas. Con motivo de vernos obligados a vender nuestra finca de Cava Baja, 30, y otras vicisitudes surgidas -en cuanto a mí- perdí el contacto con él. Y con la Cava Baja, que ya me resultaría agridulce.


La muerte de la hija 'El Segoviano' y de la finca de la Posada de San Pedro.

Como las cosas humanas no sean eternas, yendo siempre
en declinación de sus principios hasta llegar a su último
fin, especialmente la vida de los hombres, y como la de
Don Quijote no tuviese privilegio del Cielo para detener
el curso de la suya, llegó su fin y acabamiento cuando
menos lo pensaba. (Cervantes).


Petra González deja la Casa de Comidas en 1974, mas no la posada, estuvo al frente de este negocio hasta su muerte en 1987. algún año después moriría también la posada y la finca urbana. 'Todo es mortal', según las últimas palabras de Bécquer. Al deshacer su hijo domicilio que tuvieron y en el que finalmente se vio sola su madre, ¿se llevaría las fotografías, ya indicadas, de sus abuelos maternos? Se quedaría con lo que tuviera algún valor material; tengo entendido que hizo una almoneda.

Conozco la sepultura de Santiago González, su mujer e hijos en la Sacramenta de San José y San Lorenzo, y aquí, y en la misma sepultura, quiso siempre Petra (q. e. p. d.) ser enterrada, pero estándolo el marido en el cementerio de la Almudena optó el hijo por inhumarla con él. Relata refero, refiero lo que he oído, lo desconozco de visu, ya que yo hallándome por aquel entonces ausente de Madrid no pude asistir al entierro.


Estuvo la hija de S. González unos cuarenta y cinco años llevando los negocios que dejó su padre, pues éste falleció en 1942. Puede verse en esta fotografía anexo a la posada -tiene también entrada por el zaguán- la portada de un establecimiento en que puede leerse: Mesón del Segoviano - Restaurante Cava Baja 35. Este local que en vida del padre le explotaba como bar fue clausurado enseguida por ella.

Seguiré hablando de las glorias y miserias del 'Mesón del Segoviano' -ya Ramón Gómez de la Serna, ya el mismo Santiago González, le quitó el nombre a (de) San Pedro- y de su 'Casa de Comidas' , que así la llamaron siempre padre e hija.

lunes, 1 de abril de 2019

El dictador Francisco Franco como católico y como monárquico

El gran problema en España es que aún se encuentra dividida en dos partes, ideológicamente hablando. Los vencedores, incluida la Iglesia, no han hecho nada por acabar con esta división entre ellos y los vencidos. Ello representa uno de los fracasos más lamentables de un régimen, el franquismo, que se dice cristiano y que protegió la Iglesia Católica grandemente, así como ésta aupaba la dictadura del general Franco tan católico y tan asesino. En todo caso manchó su victoria, regalada por Hitler, con el revanchismo que practicó durante su dictadura, treinta y seis años firmando sentencias de muerte. Las que firmó en la antesala de la muerte las llevó a cabo incluso contradiciendo al Papa. ¿Pero donde estaba el catolicismo de Franco? Miret Magdalena escribió lo siguiente.

Cabanillas y Mola habían tenido fama de ser masones. Y Queipo de Llano y Aranda eran bastante poco clericales. Mola en concreto tenía fama en Pamplona de “no ir a misa”, y el 5 de junio de 1936 trazó un os planes para la nueva España en los que figuraba ‘la separación de la Iglesia y el Estado, la libertad de cultos y el respeto para todas las religiones’.

¿Y qué dice respecto de Franco? Pues expone esto que le deja tirado.

Es conocida la expresión que utilizaba en África con sus legionarios diciéndoles: que no quería que se acostumbrasen ni al vino ni a las mujeres ni a la misa.

Este militar que batió el récord de quebrantar el quinto Mandamiento de la Ley de Dios era mimado por el clero al extremo de brindarle la entrada a los templos bajo palio cuando por algún acto oficial religioso acudía a ellos.
Podía matar en la guerra, en combate, que es la práctica, el ejercicio –matar y destruir- de la profesión militar como la del médico es curar y la del arquitecto construir, pero en tiempo de paz maltrató a los vencidos con terrible inhumanidad en los campos de concentración e igualmente en su larga dictadura –reiteramos- no cesó de firmar penas de muerte.

Fue, incuestionablemente, un católico de oropel como, asimismo cual monárquico, todo fue apariencia cuando le convino. Gastó mucho oropel cuando en España dominaba una situación caótica de hambruna lanzándose a construir el Valla de los Caídos. Veamos lo que sobre este particular escribe Fernando Díaz-Plaja, ap. ‘Los siete pecados capitales’.

Después de la guerra civil, cuando la mitad de los españoles no tenían donde albergarse, se inició la basílica del Valle de los Caídos, horadando la montaña en un esfuerzo de hombres, dinero y material que hubiera bastado para poner techo sobre la cabeza de muchos españoles desahuciados por la fortuna.

Señala que franco era como un español más carcomido por el orgullo, y hace al modesto español que termine aceptando y enorgullecerse de tal insensatez. Y añade:

Y si el Estado hacía esto, la industria privada tampoco se quedaba atrás. Cuando las casas de Madrid dejaban mucho que desear, se erigió en la Plaza de España el que durante años fue el rascacielos más alto de Europa, y con las calles llenas de baches, el Ayuntamiento se lanzó a soñar en el parque zoológico más bello de Europa.

No se olvida del Monasterio de El Escorial. Éste fue del orgullo español tan dado a la presunción aun con lo ajeno.

Los campesinos de la España de Felipe II, medio muertos de hambre, se extasiaban ante El Escorial, y yo he visto a muchos enemigos de Franco comentar, orgullosos, la basílica del Valle de los caídos.

Recuerdo hic et nunc, aquí y ahora, esta opinión, ya consignada en mi artículo de años atrás hablando de la decadencia de España.

…al trepar al Guadarrama, tumba de hielo en que Felipe II se escondió en vida, cerrando el libro de la epopeya española, había yo meditado largamente… El Guadarrama, o sea, el Monasterio de El Escorial, cuya triste mole descubrí a lo lejos, es una losa fúnebre colocada sobre nuestra pasada gloria. No parece sino que el gran Misántropo presintió la ruina del imperio de Carlos V y levantó un podrás mortuorio en conmemoración de la grandeza de España. En adelante los Carlos de Austria se llamaría Carlos II, los Felipes, Felipe IV.

Si Felipe II fue un entusiasta, tremendo por su fanatismo religioso de la Inquisición, aquella frase del ‘haz de leña’, llevada a la escena en drama de cinco actos y en verso por Gaspar Núñez de Arce, donde refleja el encarcelamiento del príncipe don Carlos el, al dictador Franco solo le faltó reinstalar la Santa Inquisición, si no para quemar supuestos herejes en religión, si para efectuarlo con republicanos, gente de extrema izquierda, y con masones.

Si la religión de Franco es acomodadiza, ¿qué se puede decir de él como monárquico? Se dejó estimar por Alfonso XIII, que como monarca fue tan belicoso como negociante. Valle-Inclán asegura que ‘los españoles han echado al último Borbón, Alfonso XIII, no por rey, sino por ladrón’. Su vida de “negociante” nos la explica muy bien Vicente Blasco Ibáñez en su obra ‘Por España y contra el Rey’, de gran impacto en su día. Los espectaculares negocios que fueron y los que pretendía abordar. Escribe al respecto.

El actual rey de España no aceptará seguramente una revisión de sus cuentas particulares por un tribunal internacional compuesto de personajes de notoria imparcialidad. Tendrá que explicar muchos ingresos extraordinarios, y así como yo presento a los editores que me pagan por mí trabajo él se vería obligado a hacer mención de Pedraza, de Maquetar, de la Transmediterránea y otros consocios que no llegaron a “cuajar” por culpa de la resistencia de de su gobiernos, pero habían preparado negocios terribles para la nación.

Por otra parte le reprocha su manía por lo militar, lo bélico, como si el tuviera que ascender en lo castrense, y con rapidez siendo africanista.
La España de la actual guerra de Marruecos que considera patriótica una lucha sin objeto, a razón de cinco mil millones de pesetas por día y veinte mil españoles muertos en tres años.

Ya antes había consignado.

Hay algo mucho peor que el estado de atraso de la España presente, que los negocios de Alfonso XIII, que la derrota preparada por la imbecilidad presuntuosa de Annual , que el repliegue catastrófico de Primo de Rivera hacia la costa, y esto, verdaderamente horrible, habría sido el hecho inaudito de que nuestro país viviese como vive actualmente, sin que nadie protestase, sin que un solo español alzara su voz desde el extranjero en nombre de la patria encadenada y sometida al silencio.

Amistad de Alfonso XIII con Francisco Franco.

Como no podía ser por menos, siendo militar y africanista, existió “amistad” entre ambos, una amista que, obviamente, ha de escribirse entre comillas. No obstante haber sido el rey su padrino de boda, aunque no con personación pues fue representado por el general Losada.

En el golpe de Estado dado por el Ejército, que motivó una guerra civil, la exiliada familia real donó con largueza ayuda a los sublevados y por lo que se refiere a Alfonso XIII siguió con sumo interés los avances del bando nacional y frecuentemente felicitaba por escrito al ya generalísimo. Deseoso estaba de que acabada la guerra con la victoria de la parte del Ejército sublevado para volver a ocupar el trono. ‘Ilusiones del pobre señor’, como en la zarzuela de Chueca, ‘Agua, azucarillos y aguardiente’. La guerra acabó pero Alfonso de Borbón de Habsburgo-Lorena no volvió.

La simpatía de Franco a este destronado monarca se transformó en lo contrario, animadversión, y así, para que desistiera de su pretensión, le escribió una hiriente carta notificándole que no iba a volver a reinar y los errores de su reinado. Él y su familia, pues notorio es que al colocarse un rey se coloca ésta, quedaron desolados. El ex-monarca sobrevivió a la guerra poco tiempo, pues murió el 28 de febrero de 1941, sin que el dictador español le rindiera gran homenaje, ni mucho menos, ya que se llegó a dificultar el desplazamiento a Roma de españoles monárquicos que quisieron asistir a su entierro. Así procedió Franco con Alfonso XIII.

Las faltas y vicios de este detestado rey no las vio Franco hasta acabada la guerra. La verdad, pues, fundamental es que tras verse Jefe del Estado no estaba dispuesto a dejar el puesto, ni rey ni roque. Ya se lo pronosticó Cabanellas a Kindelán. El dictador se rebeló contra la voluntad de sus generales monárquicos que querían diera paso a la monarquía en don Juan de Borbón y Battenberg, Príncipe de Asturias.


La titánica lucha del dictador Franco contra la implantación de la monarquía mientras él viviera.

¿Para qué otro amo de España estando yo?, debió pensar. Y lo consiguió contra personas de infinitamente más valía que él, empezando por su más destacado contrincante, el citado general Kindelán al que trajo por la calle de la amargura, pese a beberle en gran parte el poder militar y civil pero dejándole claro que solamente durante la guerra. (Aquí viene la falsificación que del documento hizo su hermano Nicolás Franco). Mal le fue también a Varela, Aranda y otros laureados héroes de la guerra, los nubló, disminuyó su estimación y esplendor. Duro fue especialmente con el general Heli Rolando de Tella y Campos, enemigo personal desde los tiempos de juventud, y no dejó de tomar parte en la conspiración monárquica. Se atrevió a decirle a Franco que él ‘no había hecho la guerra para que se perpetuara en el sillón, sino para restaurar la monarquía’. Franco que al acabar la guerra le había destituido de gobernador militar de Burgos, le apartó del Ejército, por cuya injusticia perdió el juicio.

Contra el férreo dictador nada pudieron las reuniones conspirativas del coronel Ansaldo; las cartas de presión firmadas por varios de sus tenientes generales encabezadas por Varela; el <Manifiesto de los diecisiete> firmado por los generales Ponte y Galarza. Franco siguió en el poder, y Galarza y Ponte fueron destituidos. No de forma unitaria, en el elemento militar y en civil, se deseaba la restauración de la monarquía, mas sí en número que crecía en progresión geométrica, que Franco dejara de gobernar. Era en concepto de Kindelán un hombre de <habilidades limitadas>, mediocridad en que le tenían José Antonio Primo de Rivera y su amigo y compañero Ramón Serrano Súñer tras una entrevista con él, que éste preparó, para que le conociera el jefe de la Falange. Su mérito radicaba en el valor para la guerra; ésta y África le hizo, y en la de España, y gracias al Eje, primero, y, posteriormente, ya derrotado éste, el temor de EE. UU. al comunismo, encontró un encumbramiento que en su modesto origen no pudo ni soñar. Lo de hablarse de los Franco, de la fortuna de los Franco. Tal familia hubiera existido naturalmente, pero con la fortuna que nació Franco, irrelevante, siendo además persona que a decir de Juan Balansó nos gobernó treinta y seis años sin tener el bachiller.

Hoy a los 80 años del final -supuesto más que real- de la Guerra Civil, recordemos la visión, el punto de vista, que sobre ella tuvo nuestro filósofo de la generación del 98, Miguel de Unamuno.