miércoles, 5 de junio de 2013

LA MALÉVOLA POLÍTICA SE HA CONVERTIDO EN SATÁNICA

La historia del poder político es la historia 
de la delincuencia y del asesinato en masa.
Karl Papper, filósofo y teórico de la ciencia.

En bastantes espacios de la geografía y de la cronología este epígrafe no exagera; mucho ha asesinado en crímenes incruentos el poder político, y también cruentos por el alto número de guerras habidas en la Historia de la humanidad, que ha estado casi más tiempo en guerra que en paz, nunca dejó, además, de haberla en alguna parte del planeta. Y en nuestros días en ellas intervienen "para la paz" países del mundomás adelantado. Hoy como ayer, como siempre. 
                                                         
Es Luís XIV de Francia, el Rey Sol 

La guerra se debe a la maldad humana, la cual va del rey al mendigo. Se ha dicho, dad poder al mendigo y se comportará como un rey. Creo con el político inglés andrew Bonar Law (1858-1923) que no existe la guerra inevitable. Si llega, es por fallo del hombre. ¿Cuándo dejará de existir? El poeta francés Lamartine sostiene que la guerra no es más que un asesinato en masa, y el asesinato no es progreso. Poco ha mejorado el hombre, en términos generales, en sentimientos y constumbres a lo largo de la historia, anque algunos han hecho avanzar la técnica y la ciencia. Lamentablemente también la de la guerra; recordemos cómo Don Quijote en una parte de su discurso en torno a las armas y las letras reseña este avance:  

Bien hayan aquellos benditos siglos que carecieron de la espantable furia de aquestos endemoniados instrumentos de la artillería, a cuyo inventor tengo para mí que en el infierno se le está dando el premio de su dabólica invención, con la cual dio causa que un infame y cobarde brazo quite la vida a un valeroso caballero, y que sin saber cómo o por dónde,en la mitad del coraje y brío que enciende y anima a los valientes pechos, llega una desmandada bala, disparada de quien quizá huyó y se espantó del resplandor que hizo el fuego a disparar de la maldita máquina , y corta y acaba en un instante los pensamientos y vida de quien la merecía gozar largos siglos. Y así, considerando esto, estoy por decir que en el alma me pesa de haber tomado este ejercicio de caballero andante, en edad tan detestable como en esta en que ahora vivimos; porque aunque a mí ningún peligro me pone miedo, todavía me pone recelo pensar si la pólvora y el estaño me han de quitar la ocasión de hacerme famoso y conocido por el valor de mi brazo y el filo de mi espada por todo lo descubierto de la tierra.         
La guerra siempre es un crimen; el autor de "¿Por quién doblan las campanas?" lo entiende así: Jamás penséis que una guerra, por necesaria o justificada que parezca, deja de ser un crímen. En fin, numerosas son las frases sobre la guerra, en su casi totalidad maldiciéndola, Fenelon remacha lo que de infame tiene: La guerra es un mal que deshonra al género humano. Es indudable que a las contiendas bélicas remite al hombre el fracaso político de los reyes -en la época de reyes-, de los gobernantes; entonces, como escribe Paul Valery, la guerra es una masacre entre gente que no se conocen, para provecho de gentes que sí se conocen pero que no se masacran. Creo yo que a la altura de nuestra civilización hay muchas cosas más importantes que la guerra, más inteligible en pretéritas edades de la Historia: La Edad Antigua, la Edad Media. 



La guerra conlleva muchos males, ya de entrada Thomas Hobbes afirma que las nociones de rectitud e ilicitud, justicia e injusticia, no tienen lugar en la guerra. Efectivamente, son un semillero de muertes, robos, injusticias de todos tipo, empeorando la peor situación de paz. Como dice Cicerón, preferiría la paz más injusta a la más justa de las guerras. O Franklin: Nunca existió una buena guerra ni una mala paz. Bueno, en lo de que no hay mala paz no estoy de acuerdo con este estadista y científico estadounidense; la paz que tenemos hoy día en España es para un porcentaje aterrador de hambre, sin techo y muerte, como en la guerra. Lo sufren otros países de la cuna de la civilización, Europa, pero, como reza el refrán, en el hospital, cada uno siente su mal.            


¡Maldición! La mala política en nuestros días es inevitable mientras la sociedad civil no salga de la supeditación a que ha sido sometida. Y la guerra lo será siempre. Ha muchos años me impresionaron unas líneas sobre su inevitabilidad, pese a ser de un novelista de segunda fila, José María Carretero,  más conocido por su seudónimo El Cabalero Audaz. 
                                                         


Estas líneas, que corresponden a su novela "Una mujer sin pasado", dice:
Las malas pasiones no descansan nunca; se destruyen generaciones; se aniquilan pueblos; se hace un alto para rehacer todo; el pueblo, la fábrica, el jardín, el material humano... Vuelve a la vida la tranquilidad y la dicha a las ciudades; tornan los días y las noches de hogar; ya los pueblos se han reconstruido poco a poco... Pero la crueldad humana no descansa y surge de nuevo la chispa, y la guerra vuelve a ensangrentar los campos, las ciudades y los hogares. Otros miles de hombres jóvenes tienen que quedarse sin vida, sin brazos y sin piernas; como una mancha gimiente en un campo sembrado de cadáveres bajo la indiferencia del cielo.
La guerra es espantosa, y de un modo especial para las madres; ya dijo el clásico, bella detestata matribus, las guerras son el espanto de las madres. (Horacio). Impresiona el tango argentino titulado "Silencio en la noche", música de Carlos Gardel y letra de Alfredo Le Pera (hay quien incluye en ambas a Horacio Petorossi). Ya es tristísimo morir en una guerra cinco hermanos, y que una viejecita madre se quede muy sola, con cinco medallas / que por cinco héroes / le premió la Patria. Pero si pobre, a pasar calamidades materiales, pasar a la privación, por si fuera poco dolor tener que sentir tan tremendo vacío. Está entre las cosas del mundo, Schopenhauer lo ve así:  
El infierno del Mundo supera al infierno de Dante en que cada cual debe ser el diablo de su vecino: hay también un archidiablo, superior a todos los otros, y es el conquistador que coloca a centenares de miles de hombres enfrente los unos de los otros y les grita: ¡Sufrir, morir; ese es vuestro destino; así, pues, fisiláos, cañoneáos los unos a los otros", y ellos lo hacen. 
Para inri artera manipulación económica. 

La repugnante maquinaria bélica encima constituye un negocio para los gobiernos; el premio Nobel José Saramago estaba preparando una obra sobre este tema cuando le sorprendió la muerte. De esta industria y de su tráfico no se da gran información, que digamos. En general las naciones de mayor capacidad económica al mejorar su armamento venden el que desechan a los paises pobres, pues que todos ansian estar lo más armados posible. ¡Qué asco! Actualmente ayuda al pacifismo el hecho consabido de que las armas modernas no sólo abarcan los ejércitos, también las poblaciones, son de destrucción masiva, y es lo que ha frenado a los gobiernos a promover la guerra. Veremos la protesta de Saramago contra el tráfico de armas, pues su inacabada novela no dejará de publicarse; se titula Alabardas, alabardas, espingardas, espingardas, título tomado de un verso de conocido por el seudónimo de Plauto portugués. 

Recriminaba Giovanni Papini: Las armas son instrumentos para matar y los gobiernos permiten que la gente las fabrique y las compre, sabiendo perfectamente que un revólver no puede usarse en modo alguno más que para matar a alguien.  Bueno, permiten no ya un revólver sino marina y aviación de guerra, que mata en masa. Y en súper masa el armamento nuclear. Los humoristas suelen, a veces, decir cosas muy serias, y he aquí una triste verdad de Charles Chaplin: Cuando se mata a uno se es un criminal, cuando se mata de a miles se es militar y se reciben medallas. Menos medallas, menos héroes y menos víctimas! Muy bella y conmovedora es la novela                                                         

primer Premio Nobel de la Paz, y que es su libro más conocido. Me entusiasma su relectura. La protagonista prefiere mantener a su marido con tal de que abandone la profesión militar. Tan luchadora pacifista murió a principio de la primera Guerra Mundial (1914), no llego a ver, pues, el total desmoramiento del imperio austrohúngaro (1919). En el ambiente militarista que ella vivió pudo luchar contra el belicismo; en España, y ahora, Alberto Ruiz Gallardón piensa en prohibir que podamos quejarnos de corruptos y de abusos -sufrir y en silencio-, lo que para empezar es anticonstitucional. Si como político lee por lo menos a Maquiavelo debería parar mientes en el siguiente aserto: El ministro debe morir más rico de buena fama y de benevolencia que de bienes. Es lógico y natural que Federico Jiménez Losantos considere que quiere poner un escudo a la casta política, y, por otra parte, que se hayan puesto de acuerdo los principales grupos mediáticos para protestar contra la ya denominada "ley mordaza", exponiendo cada uno lo que de improcedente tiene bajo la democracia y la Constitución, así como los jueces tampoco pueden imponer censura previa. En su avasallamiento también pensó meterse con internet. Ya veremos en qué queda tal salida extemporánea. 


Aleccionamiento de la crisis. 

Según una muy conocida paremia, no hay mal que por bien no venga, de la que el paremiólogo, Luís Yunceda, nos explica que "da a entender, como lo hace Gracián en El Criticón  o Galdós en La batalla de los Arapiles, un suceso nefasto a veces es ocasión de otro venturoso. Lo cual, en definitiva, viene a corroborar otra irrecusable verdad: que sólo Al fin se canta gloria". Lo malo es el que quedó en la cuneta. De tal manera la crisis ha servido para que la ciudadanía de a pie, del más preparado al iletrado, haya calado al político, o sea, se haya percatado de sus cualidades e intenciones, y en cuanto a sus hechos penetrar en ellos y analizar el motivo, la razón o el secreto de su proceder. Y aquí he de repetir que no se le puede dejar suelto, que al fin y al cabo está al servicio de la sociedad aun cuando en España llevamos más de tres décadas que resulta patente este aforismo del novelista y poeta L. Dumur: La política es el arte de servirse de los hombres haciéndoles creer que se le sirve. Entre lo que han hecho mal TODOS los presidentes habidos han conquistado estar a la cabeza de la crisis. Burbuja por aquí, burbuja por allá, nos llevó a una España hipotecada.

Pavoroso Gobierno de Mariano Rajoy.

Si Rajoy obtuvo mayoría absoluta, también se da el caso de que ipso facto a la toma de posesión de la presidencia desfraudó a sus votantes por haberpracticado el fraude, el engaño, absolutamente. Debiera estar legislado que en tal caso quedase inhabilitado el presidente que de esta estratagema se sirvió para alcanzar la presidencia, tanto más cuanto la misma está siendo altamente perjudicial para amplias capas sociales que no le eligieron, precisamente, para llevarlas a la ruina. Está haciendo -según queja reiterada de todos los españoles, incluyendo la mía por escrito- lo contrario de cuanto prometió y, en su momento, juró en La Zarzuela ante el crucifijo, la Biblia y los Reyes. ¡Malo que lo hubiera prometido, pésimo que encima juró este cristiano! 

Rajoy por lo que hace y por lo que permite hacer a los ministros de su Gobierno es recriminado con increíble frecuencia, ya en la persona del presidente, ya en la de tal o cual de sus ministros. Se les combate en la prensa y frecuentes manifestaciones; es el Gobierno que ha batido el récord de éstas, incuidas huelgas.¡Hay tanto repudiable, recursable, que resulta repulsivo! Entre lo más torpe e injusto están los recortes a las necesidades básicas del ciudadano, pero no la eliminación de las Autonomías, ni siquiera la anulación de privilegios a la clase política. Por otra parte, se ha facilitado el paro, que continúa produciéndose con rapidez, y que obviamente lleva inherente el no poder pagar la vivienda; entonces entendió Mariano la necesidad de imprimir prontitud en la resolución del desahucio a fin de que quien se ve en el drama de perder su vivienda se encuentre en la calle lo antes posible, finalidad que tuvo la creación del desahucio exprés. 

En fin, Rajoy ganó el poder por mayoría absoluta y ahora nos está haciendo absolutamente pasar la pena negra, y él o cualquiera de la cúpula gubernamental nos refrega, a las primeras de cambio, su absoluta mayoría. Queda visto que, como dice Baudelaire, el veneno del poder enerva al déspota. ¿Quién, teniendo poder, no tiene más o menos dosis de despotismo? Se ha cuestionado que deja mucho que desear la rectitud moral de tal o cual gobernante; bien, todo se sabe, y, lo que no se sabe, llega a saberse, mas ahora no entro en ello, sí anoto que es muy conveniente la buena trayectoria moral del gobernante. Pasado aparte, ha de proceder en su gobierno con honestidad y con humanidad. No es honesto ni humanitario lo que a veces hace; no vemos que Rajoy tenga como finalidad principal aliviar las penalidades de la crisis. No se ve en él ni en algún ministro al que deja hacer lo que no debía. Y ya por estulticia -que no por maldad, aunque el tonto suele ser avieso- se encuentra muy satisfecho de su política, a lo que coadyuva algún ministro. 
                                                                

Ya es tontería no percatarse de la situación de España, ¡siendo el presidente! De lo que si parece enterarse es de que él y su equipo de gobierno quieren aumentar el número de mendigos y de esclavos.  
                                           

Se abolió la esclavitud pero de ello no quiere saber nada Rajoy, Gallardón, Montoro ni el Capitalismo, ellos son gobierno, y éste ha de ser del mismo criterio que el banquero; a éste alimenta el gobierno, mientras el tercero a la mesa, el pueblo, lo ve y nada tiene a su  lado en la mesa, no está orondo como ellos, sino escuálido.  

  No tiene clase, porque ésta la facilita el dinero. El poder ha de hacer el dinero o viceversa..  
                                                       
La democracia implica demasiado esfuerzo; en España sólo hay un espejismo de ella, y hasta éste perdemos si nos quitan ahora la  libertad de prensa -y nos retrotraemos a la mordaza de que ya he hablado y lo hace el vídeo insertado-. Aunque España sea una monarquía, y con una estructura de gobierno un tanto especial, existe -reitero- en la Constitución la libertad de expresión en medios de comunicación. Un ministro debe por lo menos conocer la Carta Magna y respetarla.   
                                                         
 

Ya que nos esquilman; el paro ni se para -perdón por la redundancia-; vemos a muchos quedarse sin trabajo, a tantos otros sin techo, recogidos por familiares unos, quedándose en la vía pública, otros; ya que presenciamos, digo, de no sufrirlo directamente, tantas situaciones patéticas, que no nos esclavicen mediante imposición de censura, que al menos podamos quejarnos; dando un paso más, sólo falta que el Gobierno de Rajoy imponga censura a la lectura; entonces todo herencia de la dictadura franquista.

Es evidente para quien no esté mal dotado de inteligencia -los políticos son engañabobos- que la monarquía que tenemos y el bipartidismo que ha gobernado a lo largo de la misma nos ha traido a este paraje de fatal economía y política de robo por doquier: banca, política, mercados. Y de una manera retrospectiva puede verlo quien se interese por la Historia. El político e historiador inglés Thomas Macaulay dijo que aquel que desee conocer hasta qué punto se puede debilitar y arruinar un gran Estado, debe estudiar la historia de España. Simpatías ciegas, o estómagos agradecidos, aparte, es indubitable que tanto Felipe González como José María Aznar y José Luís Rodriguez Zapatero son los culpables, con los fallos colosales que cometieron, de la desastrosa situación en que nos encontramos, equivocaciones de ellos, cuando no egoísmos, que estamos pagando muy caro. 

Puede decirse la consabida frase de entre todos la mataron, y ella sola se murió. Se entiende, es obvio, que se trata de estos tres presidentes, de los que en estos días dramáticos se ha pasado por muchos, no solamente politólogos, a repasar lo que hicieron mal, muy mal, y claro, como reza la paremia, de aquellos polvos vienen estos lodos. Quiere decir el refrán que problemas grandes pueden tener su origen en pequeñas faltas o errores, pero en este caso se han originado por pequeñas y por colosales, como estamos hartos de oír y de leer. Pero ellos tan panchos, tranquilos, cuando no satisfechos, y ,desde luego, viendo la crisis desde la barrera. Ya la sociedad civil ha tenido que abrir los ojos para defenderse de los políticos, que tanto perjuicio y ruina la han causado, no conforme, además, con que éstos la tenga bajo sus pies y, por añadidura, esplotándola al summun con sus privilegios y demás.

En estas más de tres décadas de política a la carta, empezando por listas cerradas, nunca hubo la tensión que actualmente existe entre el pueblo y el Gobierno. Este calamitoso gobierno de Mariano Rajoy, de contínuos estragos, de desgobierno, que va a la deriva, a merced de las circunstancias, que se cobija, por no perder la costumbre de la política -mala-, en la mentira, el engaño, desespera viendo su ineptitud. Lleva en la Moncloa bastante más de
                                                         
y de lo que dije no han "na". ¿Qué no puedes hacer milagros? Pues no te comprometas a hacerlos. Si ves la cola del paro, ves una de tus mentiras.
                                                       
No es que haya bajado, sino, como ya queda dicho, que le ha subido y, para ello, facilitado. Toda la política de este gobierno es un contrasentido. Y continúan instalados en la falacia, recientemente Dolores de Cospedal decía que "lo que hicieron los socialistas nos ha tráido hasta aquí". Esta señora debía documentarse sobre la política de Aznar o, mejor, que no afectara esta ignorancia. Si se dedica a ser una política no se concibe se encuentre tan indocumentada. Es más permisivo el "Tú más" con que se combaten ahora.  
                                                   
¿Cómo no hemos de rebelarnos contra toda opresión cual ciudadanos libres que somos? Que además vivimos -se dice- en un Estado de Derecho. Cité antes el Quijote, recordemos hablando con su escudero le dice: 
La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los Cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra, ni el mar encubre: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.
Que Rajoy, Gallardón, los demás miembros del gobierno, recuerden, si leyeron esta obra de primera línea de la literatura universal, este criterio de quien, aparte su singular locura, era un  dechado de rectitud moral. También que momentos antes ha expuesto al duque su anfitrión, con motivo de la broma preparada por la desenvuelta Altisidora, doncella de la duquesa, y él mismo, lo siguiente: 
Los tocadores volveré, porque dice Sancho que los tiene, las ligas es imposible, porque ni yo las he recibido, ni él tampoco. Y si esta vuestra doncella quisiere mirar sus escondrijos, a buen seguro que la halle. Yo, señor duque, jamás he sido ladrón ni lo pienso ser en toda mi vida, como Dios no me deje de su mano.     
Alonso Quijano el Bueno ama la libertad y como ciudadano probo tiene derecho a ella, no los urdangarines, sean yerno de rey, político, banquero o lo que fuere. ¿Por qué no se piensa en perseguir duramente a los corruptos, lejos de amnistiarlos? 
   
Que se entere por lo menos de que gobierna un país de ciudadanos libres. E igualmente de que no gobierna como dictador.                                
                                            

La ministra de Sanidad, Ana Mato, es igual que la infanta Cristina en cuanto a no enterarse de los malos pasos dados por el marido, y Rajoy adolece de la misma cualidad.  

                                               
                                                    




                

  

    
   
     

No hay comentarios:

Publicar un comentario