Siempre el político se ha distinguido general y principalmente por sus buenas intenciones, gente buena. Entiéndase |para ellos|
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Hoy en día, por desgracia, abundan los politicastros, es decir, el ´político inútil, rastrero, malintencionado, que actúa con fines y medios turbios´(DAE); bueno, pues que van a la política para enriquecerse, como declaró Eduardo Zaplana. ¡Menuda vocación, vive Dios! En tal caso se comprende la corrupción que en aterradora estadística ellos han practicado y nos invade. Existe en tales deficientes políticos autoritarismo en equivocado sentido o entendimiento de autoridad, cayendo de plano en el abuso de la misma desde el presidente de la nación al último alcalde de pueblo. Yo vengo sufriendo un alcalde de localidad rural, edil al estilo del alcalde de Monterilla, cuya paremia dice: Alcalde de Monterilla, ay de aquel que por su acera pilla, la cual alude a la acción de aquel que, a despecho de la voluntad del padre de la novia, casó a ésta con un muchacho, y cuando el padre, invocando el Concilio de Trento, se negó a reconocer la legitimidad del enlace, exclamó el de Monterilla: Si es por eso, desde este instante queda derogado el Concilio de Trento.
Mi problema con el alcalde que administrativamente no es el mío, pero de algún modo relacionado con él, en algún aspecto, estoy, tal vez le lleve al Defensor del Pueblo, porque aunque es un tema de Historia no deja de tener un aspecto político, de estar involucrado a él. Bueno sería que el que me toca sufrir siguiera este aserto de F. Kennedy: La meta de la educación es el avance en el conocimiento y dominación de la verdad. Puedo considerarme tratado inadecuadamente por el alcalde de Santa María la Real de Nieva (Segovia) al negarse a decirme si se halla dispuesto o no a eliminar de la página WEB del Ayuntamiento la mentira que en ella se expone. He de dar por hecho que su silencio implica negativa, aparte de no mucha elegancia ética, que digamos. Continuo viendo en internet esas líneas de absoluta improcedencia, encontrando también vituperable la soberbia con que procede, la soberbia, dice San Agustín, no es grandeza sino hinchazón, y lo que está hinchado parece grande pero no está sano.
Mi intención no puede ser más sana, mi finalidad de mayor dignidad, honradez, y no entiendo que el aludido, secundado por el cura, o sea ambos, se nieguen a darme cumplida respuesta. Por sus hechos los conoceréis, dice el evangelista -Mt. 7. 15:20-. ¡Que imagen, válgame el cielo! Yo quiero que la mía sea correcta en todo y por todo, aun cuando se oponga a ello la indiferencia del alcalde, visiblemente hiriente. La indiferencia es, a decir de Jorge González Moore, el apoyo silencioso a favor de la injusticia. E Injusticia es mentir a sabiendas, practicar el engaño con evidente perjuicio, sea éste material o moral. Ello, por supuesto, no se halla incluido en las obligaciones de un alcalde, y no creo que el Sr. Pérez esté facultado a tal proceder, el cual rechazo de plano. ¿Lo entiende él como mérito? Si no es así, que deje de adoptarlo y proceda pertinentemente. Llamo mérito -escribe José Cadalso en ´Cartas Marruecas´- al conjunto de un buen talento y un buen corazón. No me parece entrañar mucho talento el proceder de la referida persona, ya en la acepción de inteligencia o capacidad de atender, ya en la de aptitud o capacidad para el desempeño de algo´ Un inteligente alcalde no actúa, respecto al tema del falso sepulcro de la manera que él lo está haciendo. Indubitadamente no indica talento mantener la mentira del sepulcro desde que ésta quedó demostrada por la ciencia, y en cuanto al buen corazón tampoco lo muestra el trato que da a una persona mayor -estoy en la tercera edad-. Es, incuestionable la mera incorrección que ello conlleva en múltiples facetas. No deja de ser innoble que acostumbre a ningunear; me toca sufrirlo pero también se quejan de ello miembros del Ayuntamiento.
Pero aun tratándose de un ciudadano joven debiera atenderle. Al ser un político se cree, a lo que demuestra, de una casta superior a quienes no debe el pane noster cotidianum, el pan nuestro de cada día, a la política. Que no, que no, que el ser político no es garantía de superioridad de intelecto, y en cuanto a preparación los hay sin estudio alguno. Esto, en fin, es algo que tengo harto comentado en anteriores artículos (también lo hice antaño en papel) . En concepto de Federico Nietzsche, la política es el campo de trabajo para ciertos cerebros mediocres. Otra cosa es que sean ´la bien pagada´ en nuestros días, contando en ello un sinnúmero de privilegios que se han adjudicado. Patente abuso por doquier. Son las putadas que señala Antonio Gala, que ya referí otrora. Tristemente no satisfechos aún, hoy día se dedicaron, gran mayoría, al """negocio""", que a modo de eufemismo denominamos corrupción, lo que significa ´acción y efecto de corromper o corromperse´, pero que a la pata la llana es robar. Sin eufemismo, el corrupto es lisa y llanamente, sin ambages ni rodeos, un ladrón ¿Presunto? Bueno, pues supuesto ladrón. Y después de quedar condenado bajo sentencia, ¿qué? En la bondad de Rajoy para el corrupto se busca afanosamente el eufemismo, y así al imputado hay que denominarle vigilado
Vigilados tenía que estar todos los políticos desde el presidente del país hasta los de las Autonomías, o áutonosuyas´, como las llamó Fernando Vizcaíno Casas, o sea, diecisiete de ellos -¡qué horror y error, cuantos presidentes tiene España que no deja de ser una nación de mediana extensión!- y extendiéndose la vigilancia hasta los alcaldes de modestos pueblos. Causa grima que Aznar se haya permitido decir que ´las cuestiones políticas no se pueden dirimir en los tribunales´. Jajay. No solamente se puede, sino que se debe cuando éstas, por su abuso o ilicitud, lo requieren. Los Tribunales de Justicia y la Prensa han de controlar precisamente a los políticos. Ya bastante impunidad les brindó Felipe González al anular la independencia del Poder Judicial. Desde entonces en vano la ciudadanía viene reclamando la recuperación de su independencia. Así como, por otra parte, una inmensa mayoría viene clamando por la desaparición de diecisiete gobiernos, y ello ante los males que crea, principalmente por resultar ruinoso.
Un ejemplo a lo vivo del necesario control.
Santa María la Real de Nieva es un pueblo pequeño -mil habitantes- a pesar de que en recientes años se realizó una ampliación que pudo ser mayor de no haberla suspendido la crisis que padecemos. Ya he contado otrora que este crecimiento de extensión y, por ende, de población hubo de aportar al Ayuntamiento pingües ingresos, ya que pasó a solar terreno que era agro o, simplemente, campo, y por consiguiente se revalorizó, percibiendo el municipio el alto porcentaje que la ley le asigna. Que las harcas de dicha entidad quedasen exhaustas al cesar en la alcaldía Eusebio García González resulta inexplicable. Con tal "mérito" se despidió éste después de veinte años -de 1991 a 2011, cinco legislaturas- de presidir el pueblo. Según su sucesor en el cargo, dejó una deuda tremenda. He aquí cómo lo expone: ´Cogimos un Ayuntamiento con 1.6 millones de euros, una barbaridad para un presupuesto que no llega al millón.