Me hallo en absolutata identidad de criterio con Manos Limpias en cuanto que es una "injerencia intolerable" la declaración que Rajoy ha hecho sobre la infanta. Como presidente del Gobierno su extemporánea salida es lo más lamentable que ha emitido, y, en opinión muy generalizada, en él no hay nada que deje de ser despropósito y/o mentira. La autoridad moral que le granjea su actuación política no es para tirar cohetes, casi todo lo conseguido con la mentira, en la campaña electoral, lo tiene hoy día perdido, tema que tengo harto tratado. En Mariano se encuentra, palpablemente, el seguimiento de la política de Rodríguez Zapatero, él ha culminado, por ejemplo, la libertad de los presos de ETA y mirar a otro lado respecto al País Vasco y Cataluña, de cuya pasividad están sacando ventaja ambas regiones. El enfrentamiento actual de "Estados" españoles -que no son "estados unidos", como en América del norte, sino desunidos moralmente y que pretenden serlo geográficamente, independizarse de España- es problema que requiere una inmediata reacción del Estado español, y es muy triste que se desatienda, que se mire a otra parte para no verlo. Y para mayor dolor que tan funesto proceder se quiera tapar, de cara a la nación, con la mentira, el engaño.
Engaño ya muy relativo, porque ¿quiénes creen ya a Rajoy? Los suyos, por obvia conveniencia, y a veces le llevan la contraria. Que valiéndose de su aplastante mayoría, su poder político, que no en el intectual, ni ningún otro, aplaste, sea una apisonadora, es otra cosa, pero ojo, cuidado, atención, Mariano, no tanto allanar a un Estado de Derecho y ciscarse en su aparente democracia. Jamás gobierno alguno, en esta monarquía impuesta por el general Franco, desfraudó tanto a sus votantes ni tan pronto; las manifestaciones han sido y son constantes; bueno, en todo ello se mueve la información, que si la hay falaz, de tapadera, también existe la veraz. Y la cosa para la política va mal, e iría aún peor, si cabe, si ésta no frenara a los jueces. Aquí radica su aferramiento a no independizar el poder Judicial. El ciudadano tiene claro que son los Tribunales de Justicia quienes tienen que sanear la política, tan corrupta, y sálvese quien pueda. Ya el robo, que es en lo que estriba la corrupción aludida, ha calado hasta en Sindicatos. Estamos ante noticias de lo más repugnante y alarmante. ¡Y si la familia real, que es la primera obligada a tener una conducta ejemplar, es tachada e incluso imputada..., pues apaga, y vámonos.
Palpable osadía extrema de Rajoy.
Por si fuera poca falta de sindéresis -discreción, razón, cordura, la que le es duramente reprochada constantemente en materia política, empezando por el autoritarismo con que está desgobernando-, se ha ergido en paladín de la infanta Cristina. Nada más contrario a su función de presidente del gobierno central. Dado este paso contra el juez que ha reincidido en la imputación de la Sra. Urdangarín, ha dejado también en mal lugar a los otros tres jueces que igualmente cumplen perfectamente su cometido.
Engaño ya muy relativo, porque ¿quiénes creen ya a Rajoy? Los suyos, por obvia conveniencia, y a veces le llevan la contraria. Que valiéndose de su aplastante mayoría, su poder político, que no en el intectual, ni ningún otro, aplaste, sea una apisonadora, es otra cosa, pero ojo, cuidado, atención, Mariano, no tanto allanar a un Estado de Derecho y ciscarse en su aparente democracia. Jamás gobierno alguno, en esta monarquía impuesta por el general Franco, desfraudó tanto a sus votantes ni tan pronto; las manifestaciones han sido y son constantes; bueno, en todo ello se mueve la información, que si la hay falaz, de tapadera, también existe la veraz. Y la cosa para la política va mal, e iría aún peor, si cabe, si ésta no frenara a los jueces. Aquí radica su aferramiento a no independizar el poder Judicial. El ciudadano tiene claro que son los Tribunales de Justicia quienes tienen que sanear la política, tan corrupta, y sálvese quien pueda. Ya el robo, que es en lo que estriba la corrupción aludida, ha calado hasta en Sindicatos. Estamos ante noticias de lo más repugnante y alarmante. ¡Y si la familia real, que es la primera obligada a tener una conducta ejemplar, es tachada e incluso imputada..., pues apaga, y vámonos.
Palpable osadía extrema de Rajoy.
Por si fuera poca falta de sindéresis -discreción, razón, cordura, la que le es duramente reprochada constantemente en materia política, empezando por el autoritarismo con que está desgobernando-, se ha ergido en paladín de la infanta Cristina. Nada más contrario a su función de presidente del gobierno central. Dado este paso contra el juez que ha reincidido en la imputación de la Sra. Urdangarín, ha dejado también en mal lugar a los otros tres jueces que igualmente cumplen perfectamente su cometido.