sábado, 23 de abril de 2022

ALFONSO XII, BISABUELO DE JUAN CARLOS I

Monumento a Alfonso XII en el Parque del Retiro
(En julio cumplirá un siglo)

Le recuerda también la tonadilla: '¿Dónde vas Alfonso XII? / dónde vas triste de ti  / Voy en busca de Mercedes que ayer tarde no la vi.' / Si Mercedes ya se ha muerto,/ el entierro yo le vi, / cuatro duques la llevaban / por las calles de Madrid'. Etcétera. Existe una obra teatral de Juan Ignacio Luca de Tena estrenada en 1957, y que fue llevada al cine encarnando el papel de Mercedes, Paquita Rico, y el de Alfonso XII Vicente Parra.

Alfonso XII quedó en el recuerdo, sobre todo en los madrileños, como el rey romántico, así entre la varias biografías que de él se han escrito lleva este título la que le dedicó Julián Cortés Cavanillas. Su amante de mayor relieve fue la cantante de ópera Elena Sanz, que un día, por encargo de su madre la Reina, le visitó en el Teresiano. El segundo encuentro le refiere José María Solé de esta forma: Tres meses antes, en la 'rentrée' de aquel otoño en el Teatro Real la ópera "La Favorita", Donizetti, había abierto la temporada. Junto al gran tenor Julián Gallarre actuaba la cantante Elena Sanz. Así en víspera de su romántica vida, Alfonso se encontraba -ya en circunstancias bien distinta-con aquella mujer que de jovencito le había deslumbrado en Viena [...] El tribuno parlamentario Emilio Castelar, la describió inflamado: 'La color morena, los labios rojos, la dentadura blanca y la cabellera negra y reluciente como el azabache. La nariz remangada y abierta con una voluptuosidad infinita, el cuello carnoso y torneado a maravilla, la frente amplia, como la de una divinidad egipcia, Los ojos negros e insondables, cual dos abismos que lleva a la muerte y al amor.

María de las Mercedes y Alfonso XII

En la belleza física de la Sanz, y la vulgaridad de la misma por parte de la carirredonda Mercedes de Orleans  están de acuerdo cuantos han hablado de este rey. Y son muchas sus biografías desde Pedro de Répide, por ejemplo, al referido Julián Cortés Cavanillas. Algún autor ha sostenido que pese a su condición de mujeriego fue marido fiel en su matrimonio relámpago con su prima hermana, pero será por embellecer su biografía, por darle romanticismo, mas la generalidad de ellos sostienen lo contrario. El caso es que ella murió adorando a su esposo infiel, e ignorante de que lo era. De haber vivido casada más de cinco meses...; pues como su sustituta, María Cristina de Habzburgo, se habría enterado de la Sanz y de... tantas y tantas. Irá Alfonso a llorar su viudez al palacio de Riofrío, pero su erotomania no falla. 

A Elena Sanz puso una suntuosa mansión en la Cuesta de Santo Domingo para tenerla cerca y a ella acudía diariamente. La fijó una pensión, aunque no llegaba, ni mucho menos, a lo que la artista había dejado de ganar, por y para su retirada de los escenarios y de absoluta dedicación a él. Se dio por satisfecha aun compartiendo su joven -ella era trece años mayor- y amante "real" con otras mujeres.Se extendió a todas las capas sociales su fama de mujeriego. Insistentes salidas nocturnas -refiere Solé- le convirtieron en cliente habitual de los prostíbulos de del centro de la capital, por donde aún andaba la sombra de su abuelo Fernando VII.  Pero también sabía frecuentar los pinares de los Altos de Chamartín, donde el apartamiento y la oscuridad prestaban todas sus posibilidades a furtivos y rápidos encuentros. Sus andanzas eróticas eran aceptadas por por todos con simpatía y  naturalidad. [...] Muy equivocados están quienes pensaban que una vez contraído matrimonio iban a mitigarse estas ansias. Por el contrario,  ni en primero fugaz con Mercedes, a pesar del mutuo enamoramiento,ni el segundo, decidido por interés de Estado, le serviría de contención. En lo dos casos el rey cumpliría como marido, pero esto no era para él suficiente y los "recursos exteriores" en ningún momento fueron abandonados.

                                                            

Elena Sanz y Alfonso XII

Con la Sanz tuvo dos hijos, Alfonso y Fernando, a los que Isabel II consideraba nietos, y, aunque mano izquierda, en realidad lo eran, Para ella su amiga y protegida Elena Sanz era "mi nuera ante Dios". Pero la relación de Alfonso con Elena Sanz y Martínez de Arrizala, que tales son los apellidos completos, de esta castellonense, llegó a languidecer, reapareciendo la que otrora tuvo otro "affaire" con él, por lo que había sido puesta en la frontera Volvió y reclamando compensaciones materiales a sus favores, y se mostraba totalmente despreocupada de cubrir las apariencias. Era ésta la también cantante  de ópera Adelina Borghi. En su palmares de erotismo no dejó de figurar Blanca de Escosura, hija del famoso ministro, la cual organizaba veladas literarias en su palacete de de la Castellana, a ella acudía frecuentemente,. Tenía en su "haber" mujeres de releve social, pero no dejaba de relacionarse, ya queda dicho, con mujeres de toda condición social.

Según el historiador Ciaudio Sánchez Albornoz, ya moribundo (murió de tisis tres días antes de cumplir la  edad de 28 años y en el palacio del Pardo). Pese a su erotomanía es considerado por por Fernández Almagro como <inteligente, generoso, dinámico, se malograba el mejor rey hasta entonces quizá de la casa de Borbón en España>. Tuvo tiempo, fuerza y humor para darle a su mujer algunas recomendaciones ante la difícil coyuntura que la aguardaba tras su muerte <Cristinita no llores, que todo puede arreglarse en bien de nuestros hijos y de España. Guarda el coño, y de Cánovas a Sagasta  y de Sagasta a Cánovas>. Estas dos peticiones las cumplió a rajatabla, no tuvo amantes ni se le conoce la más fugaz aventura, y respetó estos partidos turnantes.

Lo que no respetó fue el pasado de su marido que tanto la hizo sufrir: en vida de éste se y en su palco del Teatro Real se concentraban las miradas y comentarios en ella al salir a escena alguna cantante de la que se decía tenía que ver con el Rey., tanto es así que en 1883 huyó a Viena, hecho que se interpretó como inicio de ruptura y motiva a Emilio Castelar a escribir un relato mordaz titulado 'Los celos de una sultana. Leyenda árabe'. Las aguas volvieron a su cauce por parte de ella como sufridora.                                                            

Mª Cristina y Alfonso

Al enviudar se ensañó contra el duque de Sesto, marqués de Alcañices, protector de Alfonso para su ascenso al trono y por ello amigos. Para la restauración de la monarquía había hecho grandes dispendios, de los que Alfonso le iba resarciendo. Bajo manejo económicos turbios e indignos, trató y consiguió hacerle el mayor daño posible : se quedó con el ducado de Sesto, título y tierras del Surde Italia, de antigua propiedad de la familia Alcañices. Pasados bastantes años, pese a ser doña Virtudes vendió muy ventajosamente las tierras y títulos obtenidos tan mezquina y e irregularmente. Y para colmo ordenó que los beneficios obtenidos no pasaran al patrimonio de la Corona, sino al suyo personal. ¡Increíble! Honesta en el sexto del Decálogo, sí, pero mediando dinero... Detestaba a Alcañices por suponerle "compañero de viaje" de su marido. El duque era también mujeriego y tuvo un matrimonio un tanto raro; eso sí, con una viuda de excepcional belleza: Sofía Troubetzkoy, rusa, viuda del duque de Morny, medio hermano de Napoleón III, por ser hijo natural de Hortensia de Beauharnais y de Augusto Carlos de Flahaut.
                                                                   
Sofía Troubetkoy y José Osorio y Silva XVII marqués de Alcañices

En cuanto a su odiada rival actuó la Regente también ipso facto: Ordenó la suspensión de la pensión Entonces Elena Sanz acudió nada menos que al letrado Nicolás Salmerón, que había sido presidente de la Primera República, hombre de acreditada moralidad. Solé lo refiere así: 'Se propuso a Palacio un acuerdo económico, a cambio de no hacer público el contenido de más de un centenar de cartas de Alfonso, que no dejaban absolutamente ninguna duda sobre la paternidad de los dos niños. Ante aquel riesgo, los responsables de las finanzas palaciegas se vieron obligados a comprometerse a la entrega de una gran cantidad  de dinero -unos dos millones y medio de euros actuales- como pago por las cartas y por la expresa renuncia a cualquier petición legal de reconocimiento de paternidad . Las cartas se entregaron a cambio de un primer pago que suponía un tercio del total ; se pactó que con el resto se crearía un fondo de del que los dos chicos podrían disponer al legar a su mayoría de edad'.

Apunta que al morir Elena en Francia en 1898 tan pronto tuvo lugar el fallecimiento elementos de la embajada española se presentaron en su casa e hicieron un expolio de joyas, objetos de valor y documentos, sin levantar acta ni inventario alguno. Ante esta ... proceder, señalo yo, nada tiene de extraño que Palacio incumpliese el contrato. ¡Cuán vilmente! De nada les valió a Alfonso y a Fernando, llegados a la mayoría de edad en 1903, la acción judicial que emprendieron en pos del reconocimiento de paternidad, con los efectos económicos de ella derivados. María Cristina con gran... aplomo aseguró, bajo juramento, que en ningún momento había tenido noticia de la existencia de una relación extramatrimonial de su difunto marido, que hubiera producido el nacimiento de tales hijos. ¡Caray con la ... "reina decente" y "católica", de tan largas uñas y perjura! El Tribunal Supremo desestimó la supuesta paternidad contra las pruebas presentadas. Fue, en opinión del citado Solé, una resolución judicial basada en la Constitución vigente para negar la posibilidad legal de existencia de hijos "naturales" del Rey.

Un historiador tan monárquico como Ricardo de la Cierva, en uno de sus manuales de historia, abunda en esta vendetta de la nada agraciada físicamente María Cristina: 

Los devaneos de su esposo Alfonso XII sobre todo con su amante duradera Elena Sanz, que le dio dos hijos, tuvo que tolerarlos ella retorciéndose el alma. Pero cuando al morir Alfonso XII se convirtió en Regente se tomó cumplida venganza en el duque de Sesto, amigo y protector de don Alfonso, a quien la Regente echó la culpa de la vida desastrada y juerguista que había anticipado la muerte del rey. Era muy injusta. ; el duque trató sólo de aliviar la gravísima enfermedad del Rey y de encauzar su desesperación por su pronto final presentado. Pero Cristina reaccionó como mujer engañada, con una pasión que nadie le suponía pero que era volcánica. Destruyó al duque de Sesto, le arruinó, le privó de sus tierras de Italia  |ya quedó dicho| y hasta de ese ducado (le quedaban otros muchos títulos) del que ella misma se hizo titular. Doña Virtudes carecía de dos: la comprensión humana y el perdón.

¿Qué pensaría la viuda de Alfonso XII al ver que el hijo de ambos -Alfonso XIII- salía a su padre? Ella vio sufrir a su nuera, Victoria Eugenia de Battenberg, la misma conducta matrimonia. Este se dedicó también la trinque, así diría Valle Inclán: <A Alfonso XIII no le echaron de España por ser rey, le echaron por ladrón>.