sábado, 22 de diciembre de 2018

Acerca de mi estéril insistencia en la eliminación de una intencionada mixtificación de la Historia

Pretendo que no se comunique con craso error -indisculpable a más no poder- en las oficinas de Información y Turismo, de Segovia, que en Santa María la Real de Nieva se halla el sepulcro de la reina que en este lugar de la provincia de Segovia murió a primeros de abril -duda hay si el 1 ó el 3- de 1441. Es rotundamente falso.  Fue en él sepultada -en la iglesia , donde entonces se enterraba, notorio es que no existían los cementerios-  provisionalmente, y con el paso del tiempo se olvidó la ubicación de sus restos mortales. Ella en su testamento expuso su voluntad de ser enterrada en Santa María la Real de Ujué, pero no se respeto esta cláusula testamentaria. Tampoco se llevó a efecto la intención de su hija Leonor, reina efímera, de trasladarla a Tafalla. Aunque se ha dicho que fue trasladada del lugar segoviano, sin detallar cuándo ni a dónde, lo cierto es que sus despojos no aparecen por ninguna parte. Mi opinión coincide con la de Eloísa Ramírez Vaquero, que ha estudiado esta cuestión minuciosamente. 

En la misma Wikipedia y en el epígrafe: 'Sepultura y restos de Blanca de Navarra', se puede leer: 
... con el objetivo de aclarar la autentidad de los restos de su hijo el Príncipe de Viana, se le realizó una prueba de ADN mitocondrial al Príncipe y se contrastó con otra prueba de ADN mitocondrial realizada a los restos de su madre, supuestamente enterrada en la iglesia de Santa María la Real de Nieva. / Esta prueba fue presentada en Poblet el 9 de septiembre de 2008. Su resultado demostró que eran falsos los restos del príncipe y por consiguiente los de su madre. / A día de hoy, ni la iglesia ni el gobierno local y autonómico han corregido lo que al principio fue craso error.
El subrayado es mío. Viene la fotografía del arcosolio y al pie del mismo anuncia: 'Falsa tumba de Blanca I de Navarra en la iglesia de  Sta. Mª la Real de Nieva (Segovia)'. 

Item de lo que clama al cielo.

En la página del Ayuntamiento aparece la información siguiente:
Además este templo posee la suerte de servir de mausoleo a una de las reinas más importantes que ha tenido España. En él están depositados los restos de doña Blanca de Navarra, fallecida en esta villa el 1 de abril de 1441. [...] En las obras realizadas en la iglesia en octubre de 1994 se encontraron unos restos que, después de numerosos estudios antropológicos hechos por el Dr. D. José Manuel Reverte han confirmado que efectivamente son los restos de la importante reina.
 Sobre este particular he manifestado, mediante correo electrónico al alcalde: 
No es así. Lo que dijo el Dr. Reverte Coma es lo que expone Antonio Sánchez Sierra en la 'transcripción y notas' sobre 'Historia de la aparición de la taumaturga imagen de Nuestra Señora la Soterraña de Nieva. Es, como sabe, uno de sus libros sobre el pueblo, que inició con su tesis titulada 'El Monasterio de Santa María la Real de Nieva' (1992). En dicha transcripción y notas de la obra de M. R. P. Fr. Antonio Miguel Yurami (1995) es donde referente a estos restos escribe:
Los restos fueron trasladas a Madrid quedando a disposición del Dr. José Manuel Reverte Coma, Profesor Emérito y Director del laboratorio de Antropología Forense y Paleontología de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense, encargándose de realizar el estudio antropológico y paleopatológico de los restos. En las conclusiones de su informe, fechado el 15 de diciembre de 1994, el Dr. Reverte coma indica...
Copio en mi correo al alcalde las dos conclusiones fundamentales que de dicho informe transcribe Sánchez Sierra, en el cual queda supeditado el saber si los restos corresponde o no a la reina de referencia a la aplicación de la prueba de ADN. Es de suponer que el alcalde tiene fácil acceso al archivo municipal, que tanto dificultan. Entonces pregunto ¿por qué se falseó la verdad cuando se escribió la página web de Ayuntamiento? La escribiera quien la escribiera. Pero hay más desvío a la verdad. Veamos cómo continúa: 
No así las pruebas del ADN en varias universidades españolas para ver la coincidencia de los restos de su hijo el Príncipe de Viana, enterrado en Poblet. Pero estos restos de Poblet no existe ninguna seguridad de que fueran los del Príncipe por las vicisitudes históricas que sufrió dicho cenobio desde la Desamortización de 1835. El día 6 de abril de 1997, en una sencilla ceremonia oficial fueron nuevamente depositados sus restos en una urna con copias de la documentación que acreditan la personalidad de doña Blanca. 
En cuanto a los supuestos restos del Príncipe de Viana no sé a qué se debe el consignar que no existe la seguridad, y se apunta la circunstancia de la desamortización de Mendizabal, cuando además se dieron otras. Los restos fueron de la ceca a la meca, en cuyo detalle no voy a entrar aquí, y, como los de su madre, continúan sin encontrarse, reitero. A ver si dejando de nadar en el mar de la ignorancia, se entera el señor que haya escrito la página del Ayuntamiento y, en general, los que están obcecados en la falsedad  -sin querer, por ignorancia, o adrede- y reaccionan. Hay que respetar la verdad, máxime cuando es imposible denegarla; no envolverse en mentiras para sostener una, ya que, como dice Alexander Pope, 'el que dice una mentira no se da cuenta del trabajo que emprende, pues tiene que inventar otras mil para para sostener la primera '. 

¡Hay que ver que serie de inexactitudes constituye querer sostener el hallazgo de los restos mortales de la susodicha reina! ¿Por qué partir en la página del Ayuntamiento del citado lugar segoviano de la falsa premisa de que la prueba de ADN se realizó con los restos del Príncipe de Viana? Entérense con quien se realizó y de que dejó evidente que los supuestos restos no son de él, ni corresponden a su madre los que gratuitamente a ella se atribuían. Harto lo tengo explicado hasta al presidente de la Real Academia de Historia de San Quirce, pero silencio al canto. Únicamente al principio de dirigirme al Sr. Cantalejo San Fruto me expuso que se informaría del caso (ni que decir tiene que me dejó atónito tal manifestación) y posteriormente, no contestándome e insistiendo yo, me respondió, sin más, que me dirigiera a la Junta. No entiendo que este  centro cultural segoviano, con la meta de velar, cuidar, por el arte y la historia provincial, no haya sido él quien se haya dirigido al gobierno regional o autónomo. 

El porqué de obviar el estudio genético realizado por el Equipo Poblet, el resultado del mismo, es algo realmente increíble, porque ha de darse en absoluto, es decir, de manera general, resuelta y terminante, credibilidad al ADN mitocondrial que la UAB verificó a través de los restos de un ancestro del Príncipe de Viana y, por  consiguiente, de su madre. Y el término 'ancestro' significa también 'herencia' (rasgos que continúan advirtiéndose en los descendientes). No solamente se mira para otro lado, y así se lleva más de diez años, sino que continúa promocionándose lo que la Ciencia dejó descartado, y ello lamentablemente motiva que bastantes personas muy deficientes en Historia -aunque les guste el arte y/o viajar- acepten por verdad lo que es una soberana mentira: ese sepulcro que los santamarienses tienen en su iglesia. ¿Por qué se da publicidad a ella? No puede emitirse aquel 'nihil obstat quominus imprimatur, no existe impedimento para que sea impresa. como permiso del censor de la Iglesia católica para publicar una obra. Aquí no hay moralidad ni cosa que lo valga, se impone una mentira evidente. 
                                        

viernes, 21 de diciembre de 2018

La dinastía Trastámara

Dinastía reinante en Castilla (1369 a 1504),
En Aragón (de 1412 a 1516) y en Nápoles
(de 1458 a 1501). Globalmente, el reinado
de los Trastámara en Castilla se caracterizó
por el refuerzo de la autoridad monárquica.



Isabel la Católica y Juana la Loca también eran Trastámara.

De la batalla de Nájera al fratricidio en Montiel (Ciudad Real).


En la guerra fraticida contra el monarca Pedro I de Castilla y su hermano bastardo Enrique de Trastámara, de 1366 a 1369, derrotó el primero al segundo en la batalla de Nájera, 3 de abril de 1667, ayudado por el Príncipe Negro. Según el historiador Fernando Castillo Cáceres, su ejército constituía ‘una fuerza de tremenda efectividad y gran calidad en hombres y armamento y representaba la mejor lo mejor de Occidente en términos bélicos’. En esta  batalla fue muerto Garcilaso de la Vega y hecho prisionero Sancho, hermano de Enrique de Trastámara. Mal le hubiera ido al Trastámara si el rey hubiera podido continuar con la alianza inglesa, pero no le fue posible pagar a Eduardo de Woodstock, hijo de Eduardo III de Inglaterra, llamado el Príncipe Negro, lo que le había prometido, que era, aparte de gran suma de dinero, el señorío de Vizcaya. Ante esta actitud, varios de sus adictos le abandonaron, pasándose, además, al bando del Trastámara, tal el cronista Pedro López de Ayala.

Del crimen de Montiel al matrimonio de la nieta del asesinado con el nieto del asesino: Catalina de Lancaster y Enrique III.

Casado en segundas nupcias con Beatriz de Portugal el hijo y sucesor de Enrique II,  y llegado el momento de reclamar el trono de este país, perteneciente a su esposa, se desembocó en la tremenda derrota de Aljubarrota, 14 de agosto de 1385, infligida por los portugueses aliados con los ingleses, en la que Juan I hubo de salvarse a uña de caballo que le donó Pedro González de Mendoza, señor de Hita y Buitrago. Obviamente le cambió la  muerte por su vida. A esta batalla asistió también el cronista López de Ayala, que quedó prisionero. En conmemoración de la victoria y como voto de Juan I de Portugal se construyó en el pueblo de Batalha el Monasterio de Santa María de la Victoria.                                          
 
Debilitada bélicamente Castilla, Juan de Gante, duque de Lancaster, hijo de Eduardo III de Inglaterra, casado en segundas nupcias con Constanza de Castilla, hija de Pedro I y de María de Padilla, se alió con el monarca portugués para invadir Castilla, ideando el rey castellano como tabla de salvación de la dinastía el matrimonio de su hijo Enrique III con la hija de Juan de Gante y de su segunda esposa, la ya mencionada Constanza., es decir con Catalina, creándose el Principado de Asturias mediante el Tratado de Bayona (1388) que se celebró en la catedral de Palencia.  Ello implicó la ruptura de alanza entre el inglés y el portugués, que era lo que pretendió Juan I. Unió, por lo tanto, a su hijo nieto por vía paterna del asesino Trastámara con la nieta del asesinado.  

Murió Juan I de Castilla el 9 de octubre de 1390 a la edad de 32 años en Alcalá de Henares, de una caída de caballo. ‘La reina –refiere el P. Florez en su ‘Memoria de las Reinas Católicas de España’- tuvo la funesta noticia hallándose en Madrid, y al pronto fue a Alcalá, dejando en Madrid al príncipe don Enrique y al infante don Fernando. Asistió al lado del cuerpo del rey su marido en la capilla del palacio arzobispal de Alcalá, hasta que pasaron a la de los reyes nuevos de Toledo, donde yace. Estuvo casado con Leonor de Aragón (1358-1382) y con Beatriz de Portugal (1383), de la que no tuvo descendencia. Se refiere un hijo, o dos, muertos en la infancia. La citada obra del P. Florez adolece en cuanto a esta reina de falta de información de su vida de reina viuda; otra errónea y de  desconocimiento de su final. Ya he hablado de este caso y, pienso, volver a tratarle. Aparte de estas lagunas, si hace mención de que el hijastro cumplió fielmente con las disposiciones testamentarias de su padre respecto a lo bien protegida que dejó a Isabel de Portugal, que tras perder la sucesión a su trono, perdió precipitadamente la corona de Castilla. No en balde había estado prometida a él, pero al quedar viudo su padre la tomó por esposa.

Primeros Príncipes de Asturias.

Se casaron también en la catedral de Palencia, en octubre de 1388; tuvieron tres hijos: María de Castilla, que fue reina consorte de Aragón al contraer matrimonio con Alfonso V el Magnánimo; Catalina de Castilla, que contrajo matrimonio con su primo hermano Enrique de Trastámara, hijo de Fernando de Antequera y de su esposa Leonor de Alburquerque; Juan II, que igualmente matrimonió con otra prima hermana suya, hija también del primer Trastámara de Aragón: Fernando I, la infanta de Aragón, María, y fueron padres de Enrique IV, Catalina de Castilla y Leonor de Castilla. En su segundo matrimonio con Isabel de Portugal tuvo a Isabel de Castilla, llamada a ser gran reina, aunque usurpando a su sobrina la corona manu militari, y a Alfonso, el de la ‘farsa de Ávila’.

Pese a ser Enrique III una persona valetudinaria, y no por la edad pues murió a la de 27 años, recibiendo por ello el apelativo de ‘el Doliente’, en su reinado sometió a los nobles, que en riqueza y mando se aferraban a presentar competencia con la realeza. Tanto más desde el primer Trastámara que para continuar en el trono que conquistó con su crimen hubo de conceder a la nobleza y grandes señores beneficios sin cuento, y de aquí a recibir junto al apelativo de el Fraticida, el de la Mercedes. Su minoría de edad fue desdichada para Castilla, por lo que fue necesario declarar su mayoría a la de los 14 años.

Sometió a la nobleza, restableciendo la autoridad de la monarquía. Aunque en la índole de este artículo no afecta entrar en pormenores de su reinado, digamos que fue bueno, y no dejaré de consignar que cuando en 1393 Juan de Avis, sin que mediara declaración de guerra, tomó Badajoz, dispuso que la Armada al mando de Diego Hurtado de Mendoza hostigara las costas de Portugal. Se produjo el incendió de Viseo (La Coruña) y la toma de Miranda de Duero por las tropas castellanas, viéndose obligado el portugués a solicitar la paz. Se devolvieron la plazas que uno y otro habían conquistado.

El pusilánime Juan II.

La autoridad de la Corona decaería nuevamente ante otra minoridad, ya que a su muerte cuenta Juan II de Castilla, nacido en Toro en 1404, tan solo dos años de edad. No fue tan mala como la  de este monarca como la de su padre al dejar éste como regente, aparte de su esposa, a su hermano Fernando el cual se comportó tan bien con su sobrino como, andando el tiempo, lo harían de mal sus hijos, los célebres infantes de Aragón, y aun, como ya queda visto, se casaran entre primos. Ello tampoco sería óbice para sus guerras civiles. Si la guerra civil es entre ciudadanos de un mismo país, a veces familiares, era en este caso entre la familia Trastámara. A Juan II le aciberaron la vida los infantes de Aragón, Juan y Enrique; éste lo pago con la muerte al ser derrotados en la batalla de Olmedo (19 de marzo de 1445)); herido en un brazo se le gangrenó la herida y murió en Calatayud en junio de 1445. La muerte de sus hermanas, Leonor, la reina viuda de Portugal, y María, la esposa del monarca castellano, ya había ocurrido. La de la reina consorte de Castilla fue un mes antes de esta batalla que suprimió el constante inmiscuirse de tales infantes en asuntos de este reino.

El reinado de este monarca hubiera sido desastroso de no haber tenido a su vera desde la niñez a Álvaro de Luna, lo que placía a Catalina de Lancaster, no así los proyectados matrimonios de sus hijos, que ella, fallecida en 1418, no llegó a ver. Él mismo reconoció  que no valía para gobernar al decir en su lecho muerte ‘Naciera yo hijo de un labrador y fuera fraile del Abrojo, que no rey de Castilla’. Su minoría había sido bastante ante tranquila, pero su reinado fue turbulento, estando la nobleza en pugna contra don Álvaro de Luna, quien, imperfecciones aparte, era servidor fiel del rey. Le recompensó con riquezas, mas finalmente decretando su muerte El médico e historiador Gregorio Marañón, y algún otro historiador, apuntan relaciones sexuales entre Juan II y don Álvaro. Sin embargo, llegó a iniciase un despego por parte del rey por decisiva influencia de su segunda esposa, Isabel de Portugal, de la que estaba muy enamorado. El 3 de junio de 1453 fue decapitado el Condestable en la Plaza Mayor de Valladolid, y el 22 de junio de 1454 falleció en la misma ciudad. Isabel tras siete años de reina consorte se refugió con sus hijos en Arévalo, enfermando mentalmente y en su declarada demencia gritaba por las noches: ¡Don Álvaro! ¡Don Álvaro!

Enrique IV, la mayor víctima de la nobleza.

Es por antonomasia el rey de Segovia, ciudad en la que fue, y continúa siéndolo, muy querido. Le dio su padre esta ciudad donde le instaló con casa y oficiales, y ello a la edad de 14 años. A la de 30 pasa a reinar e inicia su reinado imponiendo indulgencia, concediendo la libertad a quienes su padre tenía presos, perdonando a los desterrados y restituyéndoles sus villas, lugares, rentas y oficios que tenían –era inminentemente un hombre bueno, y en ello se hallan de acuerdo todos los que han escrito de él, mas en la segunda parte de su reinado, y siendo siempre muy querido por el pueblo llano, surgió la rebeldía de la nobleza descontenta, y ésta tomando como bandera la idea de sus hermanastros –muerto Alfonso la siguió Isabel- tocante a  usurpar la corona a su hija, la infanta heredera Juana de Trastámara Avis le trajeron en jaque hasta su muerte producida supuestamente por su hermanastra. Y al fin se produjo la guerra e inicuamente el paso de la corona a Isabel y Fernando. Trastámara de Castilla –ella- con Trastámara, de Aragón – Navarra –él-. Como dice el historiador segoviano Manuel González Herrero, ‘se consumó el golpe de Estado, el alzamiento isabelino. La usurpación de la Corona de Castilla’.

“Recompensa” de los Reyes Católicos a la aristocracia.

Muy clara y de modo conciso lo expone la ‘Historia de España’, de Moreno:

Con el propio fin de abatir el predominio de la aristocracia, tan insolentada en los anteriores reinados, prohibieron las Cortes de Toledo que los nobles levantasen nuevos castillos, y acordaron la anulación de sus exorbitantes privilegios, mercedes y gracias otorgadas en los últimos tiempos, y la devolución a la corona de los bienes usurpados. Por último, recibió el golpe de gracia la nobleza con la incorporación de a la corona de los Maestrazgos de las Ordenes militares, concedida por el Para. [Alejandro VI] ; con lo cual dejaron de ser un peligro para la monarquía, aquellos institutos, que habiendo degenerado de su fin propio, eran en manos de los nobles milicias turbulentas                

Fernando el Católico no acabará con la dinastía Trastámara, cuyo final fue su hija Juana la Loca –su abuela materna fue ‘la loca de Arévalo y ella ‘la loca de Tordesillas,  reclusiones de una y otra-, pero puso fin al reino de Navarra. 

El autor se justifica. 

Está claro que no he hecho, ni pretendido, otra cosa que sobrevolar a vista de pájaro, es decir, de un modo muy general y somero, sobre los Trastámara castellanos. Ya de algunos de ellos traté específica y ampliamente.

jueves, 13 de diciembre de 2018

Sabiduría infinita

Quiero saberlo todo. Y siempre me encuentro como antes, triste como la vida y resignado como la sabiduría.
- Giovanni Papini -

Creo que la mejor interpretación que puede hacerse de Dios es la de Amado Nervo, en 'El arquero divino': 'He aquí un bello nombre para Dios: <El Sublime desconocido...>. En concepto Carlyle, 'la religión es el hecho principal de cuantos conciernen al hombre'. José Antonio Jáuregui en su libro 'Dios, hoy en la Ciencia, en la Sociedad y en la vida del Hombre' (1992) consigna:
Dios es el gran tema humano, el gran tema cultural que inspira la ciencia, que cimenta la sociedad e ilumina la cultura. Dios, al mismo tiempo, alguien, el ser que no deja indiferente a ningún ser humano a lo largo de su vida. La vida de cada ser humano es una relación afectiva, más o menos armónica, más o menos borrascosa, más o menos lúdica o agresiva con Dios, con diversos altibajos, con momentos más o menos tensos e intensos.
La ciencia sostiene que el inició de nuestro universo fue el Big Bang, explosión de energía y luz. Ello, obviamente, destruye de modo total el creacionismo o doctrina teológica que afirma que Dios creó el mundo de la nada. e introduce el alma humana en el instante de ser concebido. La Iglesia, algún miembro de la misma en alguna ocasión, dio beligerancia a alguna idea científica, pero en cuanto alma del hombre, exigía se había de aceptar que se le insufla Dios.

El universo habla de su sabiduría; todo descubrimiento científico es una revelación de Él. Pero no siempre del Dios que generalmente se anhela, el que ansiaba Unamuno. Volvamos a recordar ahora este significativo aserto: 'La ciencia sin religión es coja, la religión sin la ciencia es ciega'. Lo afirmó ese genio del siglo XX que fue Albert Einstein, el cual creía en el Dios de Spinoza, que nos dirige pero no nos juzga, que es parte del todo. Deja frío el panteísmo y cuanto se le asemeje. La ciencia no rechaza la infinita sabiduría de Dios, cada paso de la misma lo corrobora. En nuestro tiempo se ha operado el desarrollo de la genética.

En todo lo creado vemos una inteligencia infinita, y especialmente en lo del ADN. No me extraña leer que se considere: ADN: el código de información de Dios. ¡Y pensar que el párroco de Santa María la Real de Nieva -recientemente fue trasladado con motivo del pleito iniciado en febrero de este año, 2018, entre él (Obispado) y el Ayuntamiento al no presentar el alcalde al referido cura documento acreditativo de la propiedad del monasterio- desprecia la verdad! Le interesa, y me parece bien, en cuanto la titularidad de la iglesia y demás dependencias, pero debiera interesarle también evitar que se engañe con el sepulcro. Además, y por otra parte del terreno de la fe en Dios que se le atribuye a todo clérigo; tampoco puedo concebirlo en quienes no me atienden en mi lucha contra la falsa inscripción del sepulcro, presentándome hasta la evasiva pueril de un ADNmt. invalidado. Ello según hube de rechazar recientemente. Aquí sí que <ver para creer>, y hasta la fecha no hay nada que ver. Continuo, pues, rechazando de plano que la indicada sepultura sea de quien la placa dice, y que lo desmintió hace diez años la prueba dicha.


Concluyo aquí este inagotable, inabarcable, incomprensible tema de Dios, recordando los siguientes versos de Meléndez Valdés: ‘Mientras más te contemplo y con más ansia / te sigo, más te alejas, / y tu bondad inmensa y mi ignorancia / tan solo ver me dejas’.

viernes, 7 de diciembre de 2018

Negar lo evidente es de lo más reprobable, salvo enfermedad mental


Decía un sabio que la mentira es  pecado
antisocial; y decía muy bien. Por la mentira
se falta a Dios, autor de toda verdad; se falta
a la propia dignidad humana; se falta a los
semejantes. La mentira, que por sí es pecado,
sirve además de auxiliar a casi todos ellos.
            (Severo Catalina –‘La mujer’)  


Hay que ser circunspecto, prudente, cuerdo, sensato, precavido. Todo ello faltó cuando se dio por cierto que los restos encontrados al realizarse una obra de albañilería eran de la reina que falleció en el pueblo a primeros de abril de 1441y que fue inhumada en la iglesia provisionalmente. ¿Por qué se llevó la contraria al eminente paleontólogo Dr. Reverte Coma? ¿Por qué sin tener la certeza, ni mucho menos, de que pertenecían a ella se erigió un sepulcro en el presbiterio, se introdujeron en  él tales despojos y se puso su nombre en la inscripción del mismo? No cabe mayor ligereza, y ya dice nuestro premio Nobel Jacinto Benavente: ‘No juzgue usted nunca de ligero y estará seguro de no equivocarse’.

Esto además fue un craso error, ignorancia crasa, indisculpable. Ya digo por enésima vez que ni siquiera se hizo caso al informe emitido por el citado Director del laboratorio de Antropología Forense de la Universidad Complutense. Vituperable que el alcalde procediera ad libitum, a gusto, a voluntad, con un autoritarismo y prepotencia a semejanza de su antiguo colega de Monterilla. Recurro, obviamente, a la paremia que dice: ‘Alcalde de Monterilla, ¡ay de aquel que por su acera pilla!’. Si aquel derogó el Concilio de Trento, el de Santa María la Real de Nieva dejó sin efecto no ya una ley sino los resultados del análisis de ADNmt. presentados en Poblet el 9 de septiembre de 2008. ¿Por qué se han hecho los desentendidos en el pueblo,  en Segovia y en Castilla y León? Más aún, ¿por qué  se rebelan contra mí, en primer lugar con unas evasivas inconsistentes, incoherentes, repuestas pueriles?

En la presentación estuvo, junto con el Director de la Institución Príncipe de Navarra, la profesora Eloísa Ramírez Vaquero, la cual, como tengo dicho en un artículo pasado, ha trabajado el tema de la verificación o no del traslado de los restos de la reina de referencia. Ella publicó en mayo-agosto de 1996 en la revista Príncipe de Viana, Nº 208, un artículo que titula “Los restos de la reina Blanca de Navarra y sus funerales en Pamplona”. Trasladados o no los restos, lo que tenemos a la vista es la desaparición de ellos, así como, y por diversos motivos, los de su hija homónima y los de su hijo el Príncipe de Viana, título que para él creo su abuelo materno, Carlos III el Noble. De este príncipe al que su padre le usurpó la corona –algo que tengo harto comentado- desaparecieron sus restos en el monasterio de Poblet, como quedó aclarado en la citada prueba y fecha mediante el estudio del Proyecto Poblet, liderado por la profesora de Historia Medieval, Mariona Ibars i Puga. A la vez quedó revelado que lo restos atribuidos a su madre no lo son, no hay razón para hacer tal asignación.

En cuanto a la desafortunada princesa repudiada por el Príncipe de Asturias poco antes de ser Enrique IV, fue enterrada en la catedral de Lescar que por profanación de sus tumbas se halló una mescolanza de restos bajo el altar mayor; entre ellos se encuentra Margarita de Angulema y probablemente los de dicha princesa de la que Juan de Dios de la Rada y Delgado, en ‘Mujeres célebres de España y Portugal’, consigna, que tras repudiar a ex marido  no la prestara auxilio, a pesar de solicitárselo en aquella carta que –dice- como escribe otro escritor <no puede leerse aun después del transcurso de tanto tiempo sin que se enternezca el corazón más duro>. Ella en la catedral de Lescar quedó en  memoria, según la acertada frase de otro historiador <para predicar a todo el mundo perpetuos desengaños>. El P. Enrique Florez de Setien, ap. ‘Memorias de la Reinas Católicas de España’, escribe: … ‘se publicó la muerte, sin ocultarse el modo, de haber sido con veneno dado por medio de una dama de la condesa de Fox que la asistía. Hace la llamada para indicar la fuente: ‘Moret, t. 4. lib 9, cap. 5. pág. 632, con Zurita. Y termina el capítulo de ‘Doña Blanca de Navarra – Primera mujer de don Enrique IV, siendo Príncipe de Asturias.

No falta quien discurra que los últimos suspiros de esta infeliz princesa fueron ecos en el Cielo para los desgraciados fines de los condes Fox y de sus descendientes, como también que acabase el reino de Navarra en aquella familia. Lo cierto es que luego pasó aquel trono al cetro de Castilla, a quien la princesa doña Blanca había cedido su derecho como Moret afirma Enterráronla en la catedral de Lescar, desde donde puede predicar a todo el mundo perpetuos desengaños. 

¿Por qué la actitud adoptada por la Administración a todo nivel y hasta por el cura párroco de la localidad en cuestión?

Fue al principio desentenderse, en su acepción de prescindir del asunto, no tomar parte en él, no darse por enterados del mentís dado a la trola, ‘engaño, falsedad, mentira’, (DAE), que se quería hacer tragar velis nolis, quieras o no quieras; pero todavía resulta más extraño, chocante, excepcional, extravagante, estrambótico y demás sinónimos,  obstinarse en ello, sin vacilar, titubear, en la mentira para su continuación. Ya dice el poeta inglés Alexander Pope que ‘el que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera’. Como dejo patente con mi constancia y perseverancia, yo rechazo de plano el infundio, tendencioso desde luego, del sepulcro. E indefectiblemente ha de dejar turulato hasta al sursuncorda el extremo a que se está llevando la mentira. Aunque las haya del tamaño de una catedral, ha de ser verosímil, poder tener apariencia de verdadero. Y la segunda acepción que indica el DAE: ‘Creíble por no ofrecer carácter alguno de falsedad’.

A sideral distancia de ello se halla el negar lo que de fiable tiene el ADNmt. Y según lo que se me dijo últimamente, los análisis realizados por el Equipo Poblet han quedado hechos una paparrucha. Yo soy muy dueño de no creer que el estudio genético que han realizado sea una tontería, una estupidez que los señores que lo verificaron hayan aportado una noticia falsa y desatinada. El ADNmt –afirmo por enésima vez- es una prueba irrefutable, no se puede impugnar lo quiera quien lo quiera, y los señores que lo efectuaron son tan profesionales como el primero. Para mí, aunque me hayan dicho lo contrario, sigue válido [¿y para quién no?] el ADNmt. realizado por la Universidad Autónoma de Barcelona conjuntamente con la de Granada, y ello, por supuesto, en tanto no sea público y notorio lo que me expone el director General de Turismo de la Junta de Castilla y León como información que le ha notificado el delegado de la misma en  Segovia. Sería un milagro hecho en exclusiva para este caso de manifiesta mentira que lleva diez años dándose en tierra segoviana.

Recientemente no menos alucinado me dejó el ex párroco del pueblo de referencia, con un correo electrónico en el que pasa a notificarme:

 Yo sigo pensando que los restos pertenecen a Blanca de Navarra, más que por el ADN por las circunstancias y datos históricos así como libros. Aun nadie me mandó el estudio de la doctora Ibars para intentar hacerme cambiar de opinión.

En mí respuesta le manifesté mi interés en conocer esa bibliografía a que alude como presentación de datos  de autenticidad del sepulcro,  y que le lleva a pensar contra el incontrovertible ADN; incontrovertible no para todos, por lo que veo. Y en lo tocante, por mi parte, de no facilitarle  el estudio de la doctora Ibars para tratar de modificar, transformar, su criterio al respecto, le respondí textualmente:

No hay motivo para lo que me reprocha: no presentarle el estudio de la doctora Ibars., hecho que le hace seguir pensando como lo realiza. Como no ignora, los navarros cambiaron de opinión retirándose del pleito que sostenían contra la Autonomía de Castilla y León tras ser presentado el resultado del estudio genético que dejó evidente lo que sabe o no quiere saber –ya dejo reflejado que no es usted el único- respecto los restos de Carlos Trastámara Évreux y de su madre.

Referente a la absurda petición que me hace y puesto que me informa de que hacía poco estuvo en Poblet, le expuse que podía haber aprovechado para solicitar del Abad del monasterio la documentación de la prueba científica.Je, je, je.

Encuentro más raro, si cabe, que no me hable de la anulación del ADN, según la notificación que a mí se me ha hecho, como ya he expuesto, aun cuando quizá no deba extrañarme demasiado, habida cuenta de que no ha salido en los medios de comunicación, incluido internet.

Lo que sí comprendo del cura párroco.

Es que, durante casi una veintena de años de ejercicio en el pueblo,  haya venido solicitando al alcalde reiteradamente –a los dos que se sucedieron en tal periodo- la aclaración de la titularidad del monasterio y que haya sido ninguneado, viéndose, ante tal proceder, obligado el Obispado a incoar una acción judicial contra el Ayuntamiento. Ello ha motivado el ser destinado el referido cura del pueblo a otra localidad de la diócesis, concretamente a El Espinar, población bastante más importante demográficamente y, como es natural, por lo que tal razón lleva consigo. Por lo que le he felicitado. Asimismo le he manifestado: ‘Lo que me resulta asequible es que continúe pendiente de la lucha por la propiedad, según me expone, del claustro e iglesia, de lo que en general queda del otrora monasterio. No pierde efectividad por ser, como me dice,  a distancia y dentro de otras obligaciones. Que despliegue su actividad con buena salud de cuerpo, que la moral la doy por hecho’.