martes, 28 de febrero de 2012

¿A qué juegan con el país?

De la Zarzuela, pabellón de huéspedes, al Palacio Marivent, y, tan pronto acabe la declaración ante el juez, vuelta a la Zarzuela. ¿Por qué o para qué hacer alto en Madrid, dada la tensión que en la familia existe? ¿Es así como se inhibe el rey de defender lo más mínimo a su yerno? Se ha dicho que sólo contactaron con la reina y la infanta Elena, pero aunque así haya sido se debió evitar, puesto que no deja de dar que pensar y viene a indicar un cambio de conducta a lo largo de estos casi tres meses. Y, después de permitirles que estén a su lado físicamente, lo sorprendente a la rectificación que ha hecho el decano del Partido Judicial de Palma, aferrado a no hacer distingos, y tener que acceder a que Urdangarín llegara en coche hasta la puerta del Juzgado. Ello cayó como una bomba y, temiendo secuelas, incremento de la ya grande aversión, echaron marcha atrás los defensores del citado individuo de la Familia Real, empezando por él mismo, y recorrió a pie el trozo que había de recorrer como cualquier otro citado. Ya se empezaba a expresar quejas por doquier, tal como la del portavoz de Ucar, Miguel Mascaró, manifestando que estas personas gozan de un “trato preferente desde hace más de 30 años”. “Espero que la justicia sea justicia y que no tenga nada que ver con entrar a pie o en coche en los Juzgados”.

sábado, 25 de febrero de 2012

Debil esperanza en que se haga justicia

El zigzagueo judicial empieza a ser demasiado mareante como para no resultar preocupante. Esperemos que los árboles del follón mediático no oculten el bosque del delito.
–Federico Jiménez Losanto, en Libertad digital-
En el Diario de opinión e influencia República.com viene un artículo, firmado Marcelo, cuyo título es muy significativo: “Urdangarín no está indefenso”. Nos tememos con el autor que los poderes públicos […] se van a volcar para que salga indemne, o ligeramente afectado en este proceso”. En ello está la ciudadanía unánimemente de acuerdo, visto lo visto, hasta aquí da fe de tal temor. Tenía que haber seguido en paralelo con su compañero de hazañas Diego Torres; Urdangarín no solamente no le va a la zaga, sino que era su jefe. Si el irle dejando tiene como finalidad acumular más investigación, valga. Pero, de momento, inquieta.

Como ya expuse, su primer protector fue su suegro –esperemos que definitivamente, y según sus propias palabras, haya dejado de serlo-, que desde el primer día debió llamarle al orden. Lo que está claro, ya lo expuse, es que ni uno ni otro pensaron que el enriquecimiento ilícito del matrimonio Urdangarín-Borbón pudiera salir a la palestra, creyeron se mantendría en la incógnita. Si saltaba a la vista pública el de dónde saca “pa” tanto como destaca no les importaba a Ignacio y a Cristina, pero, al parecer, por lo que ya tenía de desmesurado el capital en tan poco tiempo lograron –pocos logreros con tanto éxito-, llegó a preocuparle al rey –iban a ser su yerno e hija más ricos que Marco Licinio Craso- y decidió tratar de frenar su… “talento financiero”; en definitiva, ponerle a salvo.

miércoles, 22 de febrero de 2012

De la monarquía, la familia real y su encrucijada actual

Nunca es demasía publicar lo que es necesario que se sepa.
(Séneca)
España está pasando por una de las peores épocas de su Historia. Mucha corrupción hubo en la dictadura, que duró cerca de cuarenta interminables años grises con sus altibajos de tranquilidad nacional en lo internacional y, por otra parte, de ir tomando cuerpo la verdadera paz en el país entre aquellas dos Españas que señaló Antonio Machado y de la que aún, como tenemos a la vista, quedan huellas. Tristemente se produjo una guerra civil, bien llamada de “incivil” por Unamuno, y las secuelas serían de represalias por el bando victorioso, ya lo dice el galo Breno, Vae victis!, ay de los vencidos. Franco que creó la Ley de sucesión en la Jefatura del Estado restableció la monarquía –sui generis durante su vida-, hizo de España un reino sin rey, no quiso a Alfonso XIII ni a don Juan de Borbón, príncipe de Asturias. Se adjudicó la potestad de nombrar rey y pudiendo en cualquier momento revocar el nombramiento y elegir, designar a otro; todo ello, en fin, es notorio. Juan Carlos, pues, pasó a ser rey sin haber sido príncipe de Asturias; ya casado, se pensó en cómo se le denominaría, y fue su esposa, la princesa Sofía, la que sugirió que Príncipe de España, pasando a ser llamado simplemente el príncipe.

viernes, 17 de febrero de 2012

Cuando no hay por qué callarse

Podía doña Pilar de Borbón y Borbón haber defendido a su sobrino político, Iñaki Urdangarín, sin enojarse tanto contra la prensa, pues ella no tiene porqué hallase indignada, salvo que fuera con dicho advenedizo que tan mal ha empleado el braguetazo que dio; sencillamente, ha hecho que la Corona pueda caérsele a su hermano, suegro de quien de tantos hechos delictivos es acusado judicialmente. Ha podido responder, al ser interrogada por la prensa, que ya veremos si es sentenciado por cuanto se le imputa o no, que otra cosa no puede opinar.

Más aún, podía haber contestado sosteniendo la teoría de las madres de Urdangarín, la consanguínea y la política, que es inocente, que ha sido engañado. Por supuesto que si le han engañado para llevarse lo ajeno –porque, como en la otra zarzuela y aquel rata, le gusta lo ajeno más que lo propio- incurre en el delito de caco igual que si no hubiera sido engañado. Ya he dicho en otra parte que por regla general el engañado por otro es el robado, no el que robó. Que se engañe éste en tal o cual sentido es otra cosa, y Urdangarín se engaño pensando que no iba a ser descubierto y, de serlo, no pisaría el Juzgado. Aun descubierto, no pasaría nada tratándose de ser quien es por su casamiento. Creyó demasiado en el poder de la monarquía; tal institución, aunque sea constitucional, le tiene y muchos privilegios; ahora bien, no al extremo de que un miembro de la Familia Real pueda dedicarse pro domo sua, en provecho propio, a actividades delictivas.

miércoles, 15 de febrero de 2012

La muy imperfecta vida de los reyes a través de la historia

Empezando por La Monarquía y siguiendo por la Iglesia, ningún poder ha pensado más que en sí mismo.
(Ortega y Gasset)
Hay una paremia muy conocida según la cual “la caridad bien entendida, empieza por uno mismo”; tratándose de algunas personas y en primer lugar de los reyes, puede añadirse: “y no pasa de ahí”. Si esta ironía indica que anteponemos nuestras necesidades a las del prójimo, lo que en principio no es malo, llevado más lejos de lo necesario es reprobable, cae en descarnado egoísmo. Egoísmo, egocentrismo y egolatría es la base de la vida de los reyes y de su política, de aquí esta afirmación del escritor inglés del siglo XVII John Dryden: “La guerra es el oficio de los reyes”. Así tuvieron a la humanidad más tiempo en guerra que en paz. Militarista y belicoso era, por no retroceder más en la cronología y salir de España, Alfonso XIII, recordemos su entusiasmo por la guerra de África, su elogio al general Fernández Silvestre que llegó a cometer la torpeza estratégica que desembocó en el Desastre de Annual, y luego, ante el rescate de prisioneros, su frase: “Pero qué cara se ha puesto la carne de gallina”. Es tan cruel como la que emitiera la reina consorte María Antonieta cuando escuchó la queja del hambre del pueblo: “Si no tienen pan, que coman bollos”. Del actual rey refiere Iñaki Anasagasti:

…Yo rompí con todo ese mundo de mentiras a raíz de la guerra de Irak. Hasta entonces habíamos seguido con esa ficción del Pacto con la Corona que jamás percibía, pero tras mantener con el rey un diálogo duro en el que me dijo que él era militar y le gustaban las guerras y yo contestarle que se fuera él y le mandara a su hijo, revisé la Corona y vi que el artículo 63 le daba un papel como jefe de las Fuerzas Armadas. Y tras negarnos una audiencia a los Grupos de la Cámara, salvo al sumiso Zapatero, en una de las sesiones, bajé a la tribuna del hemiciclo del Congreso y denuncié al rey por su pasividad, su falta de coraje, la dejación de sus funciones y su poca personalidad ante Aznar que se había reunido en las Azores con Bush, Barroso y Blair y quería mandar tropas a una guerra “para sacar a España del rincón de la historia”.

viernes, 10 de febrero de 2012

En qué va a quedar el escándalo real, que es un real escándalo

No seamos infantiles, que el infantilismo no deja de ser un defecto psicológico. Pilar Urbano, en su biografía de doña Sofía dijo que el Rey era consciente de todo lo que ocurría desde hace tiempo. ¡Y tan “desde hace tiempo!, lo sabía desde el inicio; como ha asegurado literalmente en Crónica Rosa su director, Federico Jiménez Losantos, el Rey es el primer responsable y último de todo lo que se ha hecho en la Zarzuela y de lo que pasa ahora con Urdangarín. Lo de menos es el datar el conocimiento de la actividad de Urdangarín por su suegro, lo importante es que en el año que se manifiesta se enteró el Rey de los… “negocios”, sacados a la luz ahora, su yerno –el trinque, como dice el citado periodista- no procedía colocarle en EE.UU. -evidentemente poniendo tierra, en este caso agua, por medio-, sino haber tomado drásticas medidas, porque por encima del parentesco está la condición de rey, la del servicio al país en que reina. Recordemos las palabras que las Cortes castellanas dirigieron a Carlos I al presentar juramento ante las mismas: “Habéis de saber, señor, que el rey no es más que un servidor retribuido de la nación”.

Haciéndome eco del aserto del magistrado del Tribunal Supremo, don José Ramón Soriano, es incontrovertible que si hay que meter a Urdangarín en prisión, se le mete, según expone textualmente. Que hay que meterle en la cárcel es opinión unánime de los españoles, como también lo es que “por ser vos quien sois” la burlará. El vehemente deseo de la ciudadanía, como se expone por acá y acullá, es que se le castigue por su corrupción tan señalada y detallada por la Policía y el juez instructor de la causa penal; muy triste sería, funesto, deplorable a más poder, que se viera frustrara, desvanecida, esta esperanza. De momento se ha descartado de manera sumamente abstrusa a su esposa y copropietaria en bienes raíces.