jueves, 24 de septiembre de 2015

¡Ay Política, Política, qué desilusión y miedo has llegado a infundir!


El reinado de Juan Carlos I, con la política llevada en él, ha sido de fomento de una corrupción jamás vista. Puede subrayarse que no ha habido un Gobierno que no haya perjudicado a alguna faceta de la propiedad del ciudadano, es decir a éste en sus intereses. Y si a su actividad laboral nos referimos, pues el paro fue in crescendo. Qué no ha sido ruinosa política para todos los ciudadano? Admitido. Incluso algunos hicieron su agosto, por aquello de que 'a río revuelto, ganancia de pescadores', pero una inmensa mayoría ha sido muy perjudicada, cuando no arruinada totalmente; en fin, la tónica es que las campanas doblan a ruina de España, que no a otra cosa la han llevado políticos que no han sido de gran valía, que digamos, y han estado afectados de corrupción. Obviamente no generalizo en cuanto a cacos políticos, pero, eso sí, puede decirse que la corrupción ha sido general en la Política, por aquello de que 'una gota de miel estropea un baril de miel'. Pocos fuera del barril. 

En nuestros días hablar de Política es hablar de corrupción, de torpezas y cobardías por doquiera, asimismo de un tremendo abuso. Vivimos una política deshumanaizada, pues que no está centrada en la persona. Lejos de ello, ésta ha perdido gran parte de las conquistas sociales conseguidas en el siglo pasado y anterior. Al ciudadano se le ha convertido en mera mercancia , los Gobiernos son manejados por las finanzas y los mercados en un política global que constituye una verdadera conlragración mundial, una guerra en la que no deja de haber heridos y bajas como ya he apuntado: ruina parcial y ruina total. Hay, sí, vencidos y vencedores. Los políticos, que, como digo, están al servicio del capital y, por ende, más que mirar por el bien de la ciudadanía esquilman a ésta en beneficio de aquél, procuran, por todo hacer, no dejar de actuar pro domo sua, para la casa suya. Se ha dicho que no hay un rey pobre, y puede decirse que hoy día no hay un político pobre, ya de primera línea, segunda o tercera. ¡Cuán distinto a tiempos pasados que hubo más de uno que se arruinó por la Política! 

Hablar de Política, insisto, es meramente tratar de corrupción, en su versión de robo, o de la marcha de la Economía mundial. El homo politicus totalmente sacrificado al homo economicus. ¿Qué pasa con el valor del dinero, qué pasa con los tipos de interés? Véamos algo en el siguiente vídeo referente a la negación de la Reserva Federal a subir los tipos de interés.                     
                                                                 

   
Ni que decir tiene que ningín  político -presidente o ministro- se va a ocupar de que un ciudadano, equis número de ellos, perciba buen cupón de su depósito en tal o cual inversión, el caso es que, si ello es necesario al Estado,reciba éste una parte leonina. Y mientras los tipos de interés están en su mínimo histórico casi puede decirse lo mismo del SMI, salario mínimo interprofesional. ¿Cómo puede explicarse que la vivienda tenga un coste medio, en renta o en pago de hipoteca, de trescientos a cuatrocientos euros mensuales, y aquél sea de seiscientos treina? En el colmo del abuso del político al ciudadanosurge esta interrogante:                                              
 Y esta otra que, asimismo, marca un descaro inaudito este otro que inserté en abril de este año en mi artículo: 'Visión de la actual Políca española por personas a las que el presidente Rajoy no podrá amordazar'. En verdad, lo intentó en balde. En cuanto a la secesión de Cataluña, contra la que debiera luchar con uñas y dientes, ni lo intenta. 
                                                                         

En lo que a Política se refiere, puede decirse con el poeta que cualquier tiempo pasado fue mejor. He aquí, por ejemplo, cómo describe Augusto Martínez Olmedilla, en su biografía  'José Echegay (El madrileño tres veces famoso) su vida - su obra - su ambiente', en que estudio la cuarta parte del siglo XIX, en el capítulo III, epígrafe 'Bienandazas', escribe: 
La primera de todas, el coste de la vida. Su exponente primordial, los presupuestos del Estado, que, al surgir la Restauración (1875-76), cifraban los gastos públicos en 638.120.001 pesetas, poco más de lo que hoy consume el Ayuntamiento de Madrid. A tenor de estos números, la existencia se deslizaba plácidamente. Julián, el de La Verbena, es un tipo representativo en este aspecto: aquel honrado cajista "que gana cuatro pesetas y no debe ná", porque le basta su jornal para vivir holgadamente, sostener su casa con decoro y acudir a la fiestas populares con su traje azul, su hongo reluciente y su cigarro puro entre los labios. El jornal corriente de operarios fijos era de dos a seis pesetas (estos últimos, sólo los plateros, escasos en número y de técica refinada). 
Las personas, tanto como comer, necesitan casa  -de lo primero poco se han ocupado los nuevos políticos, la llamada casta, y de lo segundo, menos-. En los sabios consejos que da Don Quijote  a Sancho Panza siendo éste gobernador de la supuesta insula Barataria, le dice: Para ganar la voluntad del pueblo que gobiernas, entre otras, has de hacer dos cosas; la una, ser bien educado con todos, aunque esto ya otra vez te lo he dicho, y la otra procurar la abundancia de los mantenimientos, que no hay cosa que más fatigue el corazón de los pobres, que la hambre y la carestía. Véamos ésta en lo que atañe a la vivienda de ayer -este ayer tan cercano de nuestros abuelos- a hoy, siguiendo leyendo al citado novelista, dramaturgo y biógrafo:    
Como el 38 por ciento de las viviendas de Madrid no llegaban entonces a 15 pesetas de alquiler mensual , y el 20 por 100 no excedían de 25, es evidente que se podía vivir con decorocon un ingreso que hoy se nos antoja ridículo. 
Vino la política del ladrillo, la burbuja inmobiliaria, picaresca y corrupción al canto, a poner la vivienda por las nubes, a empeñarse casi de por vida para su adquisición. Y llevando al matrimonio a la necesidad de trabajar ambos para con el jornal de uno comer y vestir, y con el del otro ir pagando la hipoteca de la casa. De no adquirila, de alquilarla, es someterse a una LAU -Ley de Arrendamientos Urbanos- que, por el contrario de un tiempo pasado, es leonina para el arrendatario. De ello ya me ocupé, y es probable que vuelva a ocuparme.        


Pobre España pobre, el mismísimo expresidente Aznar expone en cuanto a la situación económica que "España está intervenida de hecho" por la situación "límite" en que se encuentra, y sólo falta que sea intervenida "de derecho". Algo le debe a él esta situación "límite", a su política y,  por añadidura, a los célebres 'sobres' que, a decir del profesor de Ciencias Políticas y Sociología de la Complutense de Madrid, Jorge Verstrynge, creó.
                                                                                   

viernes, 18 de septiembre de 2015

Endogamia y vida golfa de los reyes de la Casa de Austria

La cosa es de siempre pero no me ocuparé de la Edad Media, de los enlaces matrimoniales entre familias de distintos reinos peninsulares:  me limitaré a la Edad Moderna y a la Edad Contemporánea. Ya los Reyes Católicos eran primos, Isabel de Trastamara y Avis es hija de Juan II y de su segunda mujer, y ellos, a su vez, lo eran: Juan, de Enrique III y Catalina de Lancaster; Isabel de Avis era hija de Juan de Portugal y de su esposa Isabel de Barcelos. Se casaron en Madrigal de las Altas Torres (Ávila) en 1447 necesitando la dispensa del papa, Eugenio IV, por ser consanguineos los contrayentes. Tuvieron a Isabel y a Alfonso. Juan II de Castilla tuvo en su primer matrimonio con su prima hermana María Aragón, a Enrique IV.  

Los hijos de Isabel de Trastamara y Fernando de Aragón, que de momento se casaron burlando la licencia papal, fueron: Juana I de Castilla, Catalina de Aragón, Isabel de Aragón, María de Aragón, Juan de Aragón. Salió el príncipe don Juan de Trastamara y Trastamara  completamente enfermo, por mucho que se haya dorado la píldora; se casó con la archiduquesa Margarita de Austria, hija del emperador Maximiliano I de Habsburgo y de la duquesa María de Borgoña, hermana de Felipe el Hermoso, matrimonio que sólo duro seis meses y del que nació una hija póstuma muerta. El príncipe fue enterrado en el Real Monasterio de Santo Tomás, Palacio Real de los Reyes Católicos, y no tardando encargó Fernando el Católico a Domenico Fancelli el sepulcro que contenía los restos mortales hasta que, violado en la Guerra de la Independencia, éstos se perdieron. Margarita, aunque se ocupó en Flandes de la educación de su sobrino, el futuro Carlos V de Alemania y I de España, se casó en segundas nupcias con Filiberto de Saboya, matrimonio que duró tres años, y ya no quiso volver a casarse.

Su cuñada, por partida doble, Juana de Trastamara y Trastamara hereró la demencia de su abuela materna, que al enviudar se retira a Arévalo (Ávila), localidad que había recibido como regalo de matrimonio, donde padeció su locura hasta su muerte -15 de agosto de 1496-. Con ella estuvo Isabel hasta que su hermanastro Enrique IV la liberó de estar en dicha población abulense. La locura de Juana fue exacerbada, que no generada -históricamente ha de quedar anulada la versión romántica literaria-, por su esposo Felipe el Hermoso, ya que ella no se resignaba a soportar cuernos y más cuernos, que es el general destino de las reinas. Este rey de España efímero pasa a la Historia como Felipe I. Juana por su vesania fue víctima de su marido y de su padre, a quienes por encima de ella interesaba el trono. Bueno, de ello ya me ocupo en mi escrito sobre la controvertida heredera de Isabel la Católica, que finalmente lo  sería también de su padre a falta de descendencia en el segundo matrimonio de éste. 

Casa de Austria.

Carlos I fue general y rey, Felipe II solo rey, Felipe III y Felipe IV
ya no supieron ser reyes, y Carlos II ni siquiera fue hombre. 
                        - Mignet, historiador-    

Carlos I.

Tuvo varios hijos naturales: con su madrastra, la reina viuda Germana de Foix a Isabel de Castilla. Margarita de Austria con Juana Van der Glleest. Juana de Austria con una dama de Nassau de supuesta noble cuna. Tadea de Austria, con Orsina della Penna. Y Juan de Austria con Bárbara Blomberg casada con un tal Jerónimo Piramo Kegel. Juan de Austria fue reconocido por el emperador como hijo bastardo. El marido de Bárbara encubría los amores de su esposa con Carlos V, opteniendo a cambio el cargo de comisario en la corte de María de Hungría, en Bruselas.. Al quedarse viuda a los 42 años pasa a recibir, a petición del duque de Alba -Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel- una pensión del emperador, la cual se reanudó con Felipe II. Por la vida que seguía de escándalo y despilfarro, Juan de Austria se la trae a España

Felipe II. 

Contrajo cuatro matrimonios y en este orden: Con María Manuela de Portugal, su prima hermana como hija que es de Juan III de Portugal y de Catalina de Austria. Con María I de Inglaterra, o sea, María Tudor, hija de Enrique VIII de Inglaterra y de Catalina de Aragón; según su biógrafo José Miguel Carrillo de Albornoz, "La reina triste". Es, por tanto, su tía segunda. Con Isabel de Valois, hija de Enrique II -continuador de la guerra de su padre, Francisco I , contra España- y de su esposa Catalina de Médici, llamada también Isabel de la Paz por cuanto su boda la creó entre España y Francia.  Su cuarto y último matrimonio lo verificó con la archiduquesa Ana de Austria, hija de su primo Maximiliano II de Habsburgo y su hermana María de Austria y Portugal, por consiguiente su sobrina. Ésta es la madre del futuro Felipe III. 

Tuvo varias amantes; tras su primer viudez lo fue Isabel de Osorio, dama de la corte. Se le atribuye relación con Elena Zapata; en "Historia de reyes y reinas", Carlos Fisas lo refiere así:
... hija de unos monteros de condición hidalga, vino con unos dineros de su hermano a vivir en un palacio de las afueras de Madrid, el conocido como el de las Siete Chimeneas, y emparentó con los Zapatas. / Para librarse del estorbo del marido, capitán de su guardia, don Felipe le destinaría a los tercios, y aquél no regresaría del sol de Italia. La relación con esta, consentida, de serlo duró varios meses y se cortó al tiempo que don Felipe partió para Inglaterra./ La bella moriría en su cama apuñalada por un pretendiente, y se dice que su padre emparedó el cadáver en la propia casa del cerro de Buenavista. Todo, pues, parece una "nouvelle" al gusto de Pirandello. 
Años antes, a raíz de su primera viudez, se hallaría en tratos con una tal Catalina Lénez, soltera e hija de uno de sus secretarios, que, embarazada de una niña, se casaría e iría a vivir a Italia con su marido. / Durante su periplo europeo, se le atribuyeron relaciones con una dama de Bruselas, de la que nacería una hija cuya crianza sería secreta. / Posterior es su encuentro sentimental con doña Eufrasia de Guzmán, dama de doña Juana. Este correspondería al tiempo en que el rey aguardaba a que Isabel de Valois fuera mujer, entre 1559 y 1564. Encinta de Felipe II, su matrimonio con el príncipe de Ascoli, acallaría la maledicencia. El cuarto príncipe de Ascoli, pendenciero y en problemas con la justicia sería hijo del monarca.
Los hijos de Felipe II fueron: Con la infanta María Manuela de Portugal tuvo a Carlos de Austria. Con María Tudor no tuvieron hijos. Con Isabel de Valois nacieron Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela. Con Ana de Austria, Fernando, Carlos Lorenzo, Félix, Felipe, María. Ésta y Carlos murieron en la niñez. 

Felipe III.  

Se casó con su prima Margarita de  Austria -no pueden prescindir de la endogamia-, hija de Carlos II de Estiria y de su mujer María Ana de Baviera, tuvieron ocho hijos: Ana María Mauricia que casaría con Luís XIII de Francia; María de Austria, que muere de dos meses; Felipe, futuro Felipe IV: María Ana, que, casada con Fernando III, fue emperatriz del Sacro Imperio Romano Germánico; Carlos; Fernando, conocido como el Cardenal infante; Margarita de Austria, que fallece a los siete años de edad; Alfonso de Austria, muerto prematuramente.

    
Felipe IV. 

Se le denomina El Grande, ¡ya es adulación! Grande, según Quevedo,  a manera de un pozo: cuanto más tierra le quitan. Portugal que había recuperado Felipe II, la pierde en 1640. Su calamitoso reinado de algo más de 44 años, fue el más largo de  la casa de Austria. Se casó con Isabel de Borbón, hija de Enrique IV de Francia y de su segunda esposa María de Médici.
"El reinado de Felipe IV y de Isabel de Borbón corresponde al apogeo del siglo de oro de la literatura española", hace notar Gregorio Marañón, en su "Don Juan". He aquí lo que en esta obra consigna sobre la desgraciada fecundidad de  esta reina.
... de los seis hijos que vivieron, murieron todos a las pocas horas o a los pocos mese, salvo el príncipe Baltasar Carlos, que vivió hasta los 17 años, y la princesa María Teresa, que fue, con el tiempo, junto a Luís XIV, reina de Francia. / Esta catástrofe hace pensar en la causa que más frecuentemente la produce, la sífilis, infección que entonces andaba suelta y sin tratamiento eficaz, por toda Europa. Y si se admite esta hipótesis habría que achacarla a herencia paterna nada improbable, dada la vida aventurera de  Enrique IV. Que el marido, Felipe IV, no tuvo culpa alguna en el desastre no se puede dudar, ya que los hijos que Felipe IV hubo con otras mujeres se lograron casi todos; dos llegaron a obispos; uno, a general de artillería; otra fue superiora del convento de la Encarnación; otro, fraile, famoso por el parecido con el monarcasu padre, murió, ya viejo, en Nápoles; y don Juan de Austria, el hijo de la Calderona, que era muy fuerte, sucumbió a un accidente agudo que casi con certeza podemos afirmar que fue una apendicitis.       
En segundas nupcias contrajo matrimonio con Mariana de Austria, hija de Fernando III del Sacro Imperio Romano Germánico y de la infanta María Ana de España, hija a su vez de Felipe III de España, la cual estaba comprometida a su primo Baltasar Carlos, pero éste muere, el rey queda viudo de Isabel, y la aprovecha para desposarse con ella. Con Mariana tuvo seis hijos pero el que no nacia muerto, moria de niño. Sobrevivieron la infanta María Teresa y su majestad Carlos II. No mejor suerte tenía Mariana con los hijos, que Isabel.

Pero vamos a lo que nos ocupa: la endogamia y la golfería. En cuanto a mujeriego lo era desaforadamente Felipe IV, un sinvergüenza nato. El citado doctor Marañón, autor de la biografía "El conde-duque de Olivares", sostiene que el tal Gaspar de Guzmán y Pimentel le proporcionaba aventuras para aplacar su "devorante fuego" con otras mujeres y que dejara en paz a la reina cuando estaba encinta para no dañar el embarazo. Apunta la historia entre treinta y sesenta hijos bastardos, conocido de ellos sobre una docena. El padre Flórez cita a ocho con nombre y apellidos. Léase en sus "Mamorias de las reinas católicas de España" el epígrafe "Hijos del rey fuera del matrimonio". A los 19 años se enamoró de la hija del conde Chiret, envió a su padre a la guerra de Italia y así la sedujo fácilmente; tuvieron un hijo: Francisco Fernando Isidro de Austria, que muere a los 8 años, reconocido póstumamente y enterrado en El Escorial. 

Muy conocido es su "amor" por la actriz María Inés Calderón, la Calderona, que a los 16 años de edad estaba casada y tenía como amante a un Grande de España, el duque de Medina de las Torres, viudo de la hija del conde-duque de Olivares. Un día se encontró el rey con este en la alcoba de la Calderona, simultaneaba a ambos, y el final de ella fue que se le ordenó ingresar en el monasterio benedictino de San Juan Bautista en Valfermoso de las Monjas, del que fue abadesa de 1543 a 1646. Según la leyenda, huyó del convento y se refugió en la sierra que lleva su nombre en zona al norte de Valencia camino de Aragón. Con esta señora tuvo a Juan José de Austria a cuyo bastardo llegó el rey a reconocer y favorecer, se safó de la religión, sirvió a las armas y a la  polítca, si bien en la Batalla de Ameixial fue derrotado por los portugueses y ello terminó con su carrera militar. Fue virrey de Sicilia. A Juan José también llegó a reconocerle, no a más. 

"Era -leemos- un enamorado irremisible que se encaprichaba de cualquier mujer hermosa que viese, sin que ni siquiera la Grandeza de España o la clausura del convento fuese barrera para sus amores. Las crónicas de Madame D´Aulnoy relatan las aventuras galantes del rey y dan detalles como que pagaba a las prostitutas 20 escudos, cantidad rácana para un soberano, que enfadó a alguna meretriz de lujo". Que para satisfacer su lascivia no reparaba en nada, es algo que está a la vista, era un auténtico desaprensivo, es lo corriente en los reyes. Ya el citado "Don Juan", de Marañón, se divide en tres partes: "Los misterios de San Plácido - Gloria y miseria del conde de Villamediana - La novia de Don Juan".    

domingo, 6 de septiembre de 2015

Santa María la Real de Nieva sostiene también en la página WEB municipal el infundio del sepulcro de Blanca I de Navarra

Yo pregunto a quienes se aferran a la MENTIRA DEL SEPULCRO, dejando con ello en mal lugar al pueblo, si son capaces de demostrar que la prueba de ADN mitocondrial no prueba nada; caso afirmativo me brindo a ponerles en contacto que la llevó a efecto. Por supuesto que también pueden efectuarlo directamente. Ante estos señores, y en general, ¿cómo está quedando dicha localidad segoviana? Como dije en uno de mis artículos anteriores, la mencionada prueba científica ha servido para descubrir, reconocer, los restos de los Zares, solamente en Santa María la Real de Nieva se rechaza de plano. Increible, pero lamentablemente cierto. 

Suponía que habría desaparecido de la indicada página este punto y aparte al tratar del arte de la iglesia. He aquí la transcripción del mismo: 
Además este templo posee la suerte de servir de mausoleo a una de las reinas más importantes que ha tenido España. En él están depositados los restos de Blanca de Navarra, fallecida en esta villa el 1 de de abril de 1441. Siempre había existido la creencia de que en una de las capillas de la iglesia fue enterrada fue enterrado el cadáver de esta reina; doña Blanca en sus disposiciones testamentarias ordenó que fuese enterrada en Usué (Navarra) y por disposición de su hija doña Leonor esos restos deberían haberse trasladado al convento de San Francisco en Tafalla (Navarra), pero por causas desconocidas esos mandatos no se cumplieron. En las obras realizadas en la iglesia en octubre de 1994 se encontraron unos restos que, después de numerosos estudios antropológicos hechos por el Dr. D. José Manuel Reverte han confirmado que efectivamente son los restos de la importante reina. No así las pruebas de ADN en varias universidades españolas, para ver la coincidencia con los restos de su hijo el Príncipe de Viana, enterado en Poblet. Pero estos restos de Poblet no existe seguridad de que fueran los del Príncipe por las vicisitudes históricas que sufrió dicho cenobio desde la Desamortización de Mendizabal de 1885. El día 6 de abril de 1997, en una sencilla ceremonia oficial fueronnuevamente depositados sus restos en una urna con copias de la documentación que acreditan la personalidad de doña Blanca. 
¡Qué manera de enmascarar  la verdad para sacar adelante la mentira! Algo que si fue posible hasta el 9 de septiembre de 2008, dejó radicalmente de serlo en esta fecha. 

Se juega con descaro con la opinión del doctor Reverte Coma quien en su informe no asegura que los restos sean de Blanca I de Navarra, lejos de ello en el punto 9 de su informe -fecha 15 de diciembre de 1994- dice: 
"Nuestra impresión personal es que tanto la edad, estatura y fragilidad de este esqueleto, unido al lugar del enterramiento y circunstancias que lo rodean, coinciden con las que se atribuyen históricamente a doña Blanca I de Navarra.
Sin embargo la prueba definitiva y segura, sería el estudio  de  ADN, tanto en este esqueleto como en los restos que puedan existir del padre de doña Blanca, don Carlos enterrado en la catedral de Pamplona y del hijo de la reina, don Carlos, Príncipe de Viana, enterrado en el Monasterio de Poblet.
Si el ADN de estas personas, especialmente el del Príncipe de Viana, coinciden con el que pueda hallarse en estos esqueléticos, se tendría la seguridad de que se trata efectivamente de doña Blanca I. Reina de Navarra".  

Este es el criterio, juicio o discernimiento de quien era in illo tempore director del dlaboratorio de Antopología Forense y Paleopatología de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense,  pero el redactor de la página que estoy comentando transforma ad libitum, a su voluntad, su estudio antropológico y paleopatológico, y  se saca de la manga que confirmó que 'efectivamente son los restos de  la importante reina'. ¡Vamos, que osadía! 

No sé si es abandono por pereza -negligencia, tedioo descuido en los casos en que estamos obligados, como lo define, como la define el DAE- o no querer bajarse de la burra. De la manera que está redactada parece ser lo segundo. Siete años ha que el citado fragmento debió eliminarse. Quien haya leído mis artículos sobre este tema puede descubrir facilmente la sarta de mentiras que se vierten para construir la definitiva: que los restos son de Blanca I de Navarra. Nanay. Aunque lo dijera el alcalde anterior y el actual siga su senda, su procedimiento. En definitiva, la Ciencia -que no la Historia, en tal terreno no cabe demostración- ha dejado evidente que los restos que el sepulcro exhibe como de tal reina navarra no son de ella. Que no, que no, que el ADN mitocondrial -que se trasmite por línea femenina por tiempo indefido- ha hecho imposible continuar mintiento. La equivocación cupo al principio y hasta que apareció el resultado de dicha prueba. Pretender no respetarla no es muy inteligente, honesto -con todas las acepciones de esta palabra: decente o decoroso, recatado, pudoroso, razonable, justo, probo, recto, honrado- que digamos. Una vez más hago también hincapie en el enorme ridículo en que se incurre. Como dijo el político estadounidense Abraham Lincoln, puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo. 

Parando mientes en alguna otra marrullería.
  
Verdad que los restos del Príncipe de Viana fueron de la ceca a la meca con motivo de vicisitudes históricas y ha quedado tan ignnorado su paradero como los de su madre, además de que pueden estar mezclados con otros restos. De ello ya di detalles y no voy ahora a tratarlo. No doy con ellos la líder del equipo científico cuando creyó encontrarlos y resultaron falsos; ella asumió la tarea de buscar el descendiente ad hoc, adecuado, con quien realizar la prueba genésica., fue una tarea trabajosa que implicó tardanza en la misma. No viene a cuento, pues, la inautenticidad de los restos que se supusieron del Príncipe, porque sencillamente el cotejo no se practicó con él. 

Ya informé al cura párroco del pueblo -contestando la pregunta que me hizo al respecto- a quien se recurrí finalmente. Ignoro si en la polémica que tuve con él, iniciada con motivo de solicitarle que tapara la inscripción del sepulcro, terminó aceptando que los restos que hay en el mismo no son de quien la placa indica, es decir, si da por válido el estudio genético del Príncipe de Viana realizado por el Dr. Miguel C. Botella, de la Universidad de Granada, Dra. Assumpció Malgosa, de la Universidad Autónoma de Barcelona, y la catedrático de Historia Medieval de la UAB, Mariona Ibars. Lo ignoro porque mostrando "ser" de gran elegancia ética truncó el diálogo, ni siquiera me dio las gracias por aleccionarle. No sólo rompió conmigo sino que continuó sin mover un dedo para eliminar la exhibición de la mentira, el engaño al pueblo y a cualquier visitante de lo que queda del monasterio, que, dicho sea de paso, en cuanto a Historia del Arte si merece la pena conocer de visu, pero en el que se da una puñalada a la verdad  referente a la Historia propiamente dicha. Y para mayor desdoro, siendo la prueba irrefutable por corresponder a la Ciencia. 

  Entre la WEB del Ayuntamiento del pueblo y su cura párroco hay discrepancia.

Cuando le expuse mi extrañeza de que no creyera en ésta, me dijo que si creía en ella. Si cree en la Ciencia y se comporta cómo viene haciéndolo tras la demostración de la falsedad del sepulcro, tanto peor; sí, hay que rechazar de plano, y yo lo rechazo, que no se tape la inscripción que induce al engaño. Como oriundo de la localidad de referencia no dejo de lamentar el resultado aportado, que ya en base a la Historia me temía pues no era, ni mucho menos, para echar las campanas al vuelo, la aparición de unos restos en la iglesia  del lugar y en el lugar en que fue  no constituía en modo alguno motivo inequívoco de que fueran de Blanca I de Navarra. Eso sí, son de persona importante por la ubicación  de su inhumación. Ya he dicho en otra parte que el equipo de la profesora Ibars y Puga tiene idea de quién se trata y propusieron al anterior alcalde del pueblo efectuar en la osamenta el ADN, pero éste se negó, yéndose al traste entre esta negativa y la crisis tal proyecto.

No deja de haber disentimiento en opinión entre el Ayuntamiento y el cura, ya vemos que el Municipio da por cierto -la Ciencia a paseo- que su templo posee la suerte de servir de mausoleo a una de las reinas más importantes que ha tenido España. En él están depositados los restos de Blanca de Navarra. Pueden estar, y yo me inclino al sí, a que nunca fueron trasladados; ahora bien, continúa ignorado lo que de su esqueleto perdure al cabo de quinientos setenta y cuatro años de su entierro provisional en la Puebla de Santa María, del moviento de su sepultura y a saber de las condiciones de su enterramiento, supuesto traslado de lugar, etcétera. 

Ignoro si el cura conocerá las líneas que estoy comentando en cuanto al exteriorizado criterio del Ayuntamiento -obviamente Clío no le atrae-, lo que sé es que no coincide con la opinión del pueblo, lo que ya es un tanto a su favor. Cuando contacté con él para exponerle: Es lo pertinente tapar la falsa inscripción del sepulcro que estultamente erigieron en la iglesia [...] Me duele la mentira en esta villa y en su templo. No paso de rogarle ponga cuanto de su parte esté en tapar la falsa incripción del arcosolio. ¿Qué hallé? Nada de solidaridad, y bastante de lo contrario, ya comentado en un artículo, pero hic et nunc, aquí y ahora, he de significar que su criterio difiere del que tiene el pueblo (me refiero, obviamente, a la dirección del mismo, no a su población), puesto que me contestó -sacándoselo de la manga también, es decir, sin fundamento para decirlo- que la inscripción quería decir que los restos eran atribuidos y seguidamente por si mi semántica es muy reducida -me tomaría por madrleño extranjero, lo primero sí que soy- me explicó el significado de la palabra. Le contesté que no se trata de que se aplique sin conocimiento seguro la placa, sino con la certeza, desde hace años, de que se propaga una mentira. Luego vino el decirme: Que no me opongo a la ciencia, pero querría saber con quién se hizo el cotejo del ADN. Nada más. Y, como ya he dicho, se dio a la fuga mentalmente. ¿En qué estriba el desentimiento de opiniones siguiendo el pueblo y el cura la misma conducta? Vemos que no afirma rotundamente lo que la Ciencia ha probado ser, en el mejor de los casos, un error. A partir de tal prueba es algo peor, ya dice Cicerón, en 'las Flípicas', que errar es cosa propia de cualquier hombre, pero perseverar en el error sólo es privativo de los necios.                                                                 
                                                                            

No ha motivo para esta placa en la iglesia de Santa María la Real de Nieva (Segovia) en este
                                                                                
FALSO ARCOSOLIO 


Falso de toda falsedad, científicamente probada. Entonces, en tal caso, esta mentira se ha convertido desde la fecha de referencia en una mentira demencial. Y pues Santa María de Nieva pasó a ser Santa María la Real de Nieva  -mejor, así no se confunde con la de Almería-, real mentira demencial. 

En la población que el tan amado en Segovia Enrique IV de Trastamara elevó a capital -Guadalajara-  escribí hoy y publico en la WEB este artículo y en víspera de la fiesta local de la citada Villa segoviana, que coincide con la de la patria chica de los Mendoza.