martes, 31 de octubre de 2017

SUGERENCIAS SOBRE LA MUERTE

Preámbulo. Voy a hablar -solo cabe elucubrar- sobre la muerte, y, en lo posible, en clave de religión cristiana.  
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Muerte, dónde está tu victoria, sabiendo, no obstante,
que no recibirá respuesta, porque la muerte nunca
responde, y no es porque no quiera, es solo porque
no sabelo que ha de decir delante del mayoy dolor
humano. - 'Las intermitencias de la muerte' José Saramago - 

Es la muerte, como todos sabemos, el castigo que Dios Padre impuso  a Adán y a su descendencia por el pecado original. De ello nos informa el Génesis según el cual nuestros primeros padres perdieron el paraíso por su pecado de desobediencia al comer del fruto que les había sido prohihibido: "Tomó, pues, el Señor Dios  -leemos- al hombre y púsole en el paraíso de delicias para que le cultivase y guardase Dióle este precepto diciéndole:'Come si quieres del fruto de todos los árboles del paraíso, mas del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas porque en cualquier día que comieres de el infaliblemente morirás. ". Pocos versículos más adelante vemos cómo Eva fue seducida por la serpiente comiendo de tal fruto y ofreciéndoselo a su marido, quien no vaciló en obedecer a Eva y desobedecer a Dios. El castigo no se hizo esperar, será en balde que Adán pretenda disculparse cargando la culpa sobre su esposa: 'La mujer que tú me diste por compañera -exclamó ante el Señor- me ha dado del fruto de aquel árbol y le he comido'. Desde ese momento y por este motivo perdimos los dones de que habíamos sido dotados, es decir, la inmunidad a la muerte y al sufrimiento, entre otros que a cualquiera le son conocidos. Puede decirse que todo mal que padecemos o podemos padecer -enfermedades, malas acciones de nuestro prójimo...- proviene del pecado original, y,como vemos, no me refiero sólo a los males físicos, sino también a los de índole moral, porque uno de los dones de que gozábamos era la total sumisión de las pasiones a la razón.

Expulsión de Adán y Eva del paraíso. Pintura de Francisco Currari

Vista y considerada desde la vida terrena, es indudable que la muerte resulta verdaderamente patética, lo ha sido para cualquier pueblo y en cualquier época, nos aterra la separación del alma del cuerpo, por la corrupción de éste, que irremisiblemente ha de disgregarse en el Cosmos. Para nuestra religión católica, así como para algunos pueblos paganos, el alma es inmortal pero estamos demasiado unidos al cuerpo para que la mortalidad de éste deje de aterrarnos., de apenarnos tremendamentey, ¿por qué no decirlo?, de producirnos auténtico pavor si lo pensamos intensamente. Menos mal que existe como un velo que nos impide ver con claridad, y cierta apatía a pensar detenidamente en algo que nos importa tanto.  Pero la muerte danza a nuestro alrededor.




Se ha dicho que nadie es tan viejo que deje de creer que puede vivir un día más. Pero hay quien muere con plena conciencia de que muere. Líbranos, Señor, de una muerte de éstas, déjanos hasta el últmo suspiro la borrachera de la vida de crer en si inagotabilidad. ¡Oh! danos valor. 

Creamos en la en el Juicio Final y en la resurrección de la carne, como decimos en el Credo, aunque esta oración sea un conjunto de dogmas, ta esperanza de que un día volveremos a ser -¡y ya para siempre!- como somos hoy, más aún, perfectos. Ellos nos hace mucho bien. Pero para muchos, nuestra resurrección implica bastante incredulidad, teniendo en cuenta que, como dice Shakespeare, "las cenizas de Alejandro quizá sirvan para tapar el agujero de un tonel". El reciente descubrimiento por Thonson, Soddy , Aston, Joliot-Curia y otros, de lo isótopos, constituye un avance científico que arroja luz sobre la posibilidad de la de la resurrección de la carne, de que "no es tan absurdo, conforme escribe un ilustre médico de nuestra época, el aceptar que, a pesar del fluir de la materia y del transcurrir de los siglos, nuestras partículas, aquellas que específicamente nos pertenecen, diseminadas en el espacio y en el tiempo, continúen manteniendo incólume nuestra individualidad substancial, como si llevaran en sí un misterioso sello de identidad. que siempre las impulsará a su anterior agrupación por mucho que se desgregen y se difundan".

Ye en 'La incognita del hombre', de Alexis Carrel , podemos leer: 'Las células son específicas de los cuerpos a que pertenecen, siendo la diferenciación entre éstos tan profunda e intensa que es probable que, entre las gigantescas multitudes de seres  humanos que han habitado la tierra, ni siquiera dos de ellos hayan teniddo jamás idéntica constitución'. No hay, en fin, para Dios nada imposible, sus recursos son infinitos, Por eso creemos firmemente a San Pablo cuando nos dice que al son de la última trompeta, los muertos resucitarán en estado incoruptible. "Y todos seremos inmutados. Porque no es necesario que este cuerpo corruptible sea revestido de incorruptibilidad y que este cuerpo mortal sea revestido de inmortalidad. Y cuando este cuerpo mortal haya sido revestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra escrita: La muerte ha sido absorbida por la victoria".
 
En estas dos festividades de: Todos los Santos y el Día de Difuntos, nuestros muertos queridos "viven" en nosotros de una manera especial, y se acude masivamente a los cementerios para embellecer con flores y luces sus sepulturas y rezar ante sus restos físicos. Pero, como los de sus visitantes, desaparecerán. Día llegará en que el paso del tiempo nos borre, que, como dice Unamuno, 'semillas somos los hombres, del árbol de la humanidad'. Los cementerios también desaparecen (en las grandes ciudades duran poco, se llenan enseguida), algunos solares de ellos se transformaron en Madrid, pasando de necrópolis a ciudad -de ciudad de muertos a ciudad de vivientes-. Nuestras generaciones venideras nos olvidan por completo en todos los órdenes; solamente la Iglesia nos tiene presente en su recuerdo, a toda la humanidad que fue y que alejan los siglos, los milenios. Un día todos (bueno, esto de "todos" no lo deja la Iglesia claro) en la Gloria, y no solo con nuestra alma, sino tal como fuimos en nuestra vida terrena (?). Y, aún mejor, sin enfermedades, ni defectos..., ¡ah! y eternamente jóvenes. ¡Pero ay!, está por medio la enorme aritméca de Dios. 'Un día respecto de Dios es como mil años, y mil años como un día', (Segunda carta de San Pedro, 3:8).  

viernes, 27 de octubre de 2017

Acerca de la vida privada de Enrique IV de Castilla y del expolio del trono a la legítima sucesora

Si un rey tiene vida privada. De la de este monarca se hizo política. Política infame - Infame política. Tanto monta. 

Dos obras publicadas en el mismo año -hace veinticuatro-, la que ya cité en alguno que otro artículo: 'Enrique IV el Impotentey el final de una época' , de José Calvo Poyato, y, la otra, tambien alguna vez citada: CASTILLA. negro sobre rojo. De Enrique IV a Isabel la Católica' de Manuel Gonález Herrero, lamentan -no son las únicas, por supuesto- el mal trato dado por la Historia a este rey. Son para mí dos grandes defensores del injustamente vilipendiado monarca.

Calvo Poyato inicia su libro -Intrudución- rechazando de plano tanta infamia vertida sobre él, haciéndole el más vilipendiado de la Historia 
Enrique IV es uno de los reyes más controvertidos de nuestra historia. Una historia donde muchos de los monarcas que a los largo de las diferentes dinastías que se han sucedido en el tiempo han sido figuras polémicas. 
Evidentemente, y sacado a colación lo tengo, esos Austrias, esos Borbones, que, además, no cejaron en la endogamia. Ha persistido hasta nuestros días, pues los padres de Juan Carlos I, penúltimo Borbón reinante, eran primos. ¿Quién dejó de ser discutible, objetable? Pero sobre ninguno ha caído tanto baldón como sobre Enrique IV de Castilla, como así lo corrobora el citado libro -CASTILLA-: 
Sobre este rey se han vertido probablemente las críticas más negativas , se le ha calificado con los adjetivos más negrosy se la ha juzgado con la mayor dureza. Ni siquiera un individuo tan abyecto como Fernando VII ha sido tan maltratado en las páginas de los anuales de historia.
Existe, pues, plena coincidiencia con el criterio del eximio abogado que fue y gran  humanista Excelentísimo Señor D. Manuel González Herrero, qien empieza su citado libro con el capítulo  que titula: 'Enrique IV el Infamado, diciéndonos:
Enrique IV es una de las figuras más patéticas de la historia de España y aún de la de europa. [...] Durante cinco siglos de historia escrita, es decir de historia oficial, ha ido acumulando implacablemente sobre la memoria de este desventurado príncipe los más graves y terribles dicterios: impotente, depravado, cobarde, indigno, deforme, homosexual, degenerado, infame. / Un cronista, un historiador tras otro, Enrique IV ha sido ferozmente vilipendiadoy la imagen más abominable que pueda darse de un hombre y de un rey es la que ha llegado hasta nosotros.
Así es, pero, como nos indica, ya rectificada debido a autores americanos 


Se ha consignado que no hay prueba alguna que justifique la bastardía de la hija de Enrique IV. El Padre Mariana, en su Historia General de de España (1870) sostiene que es mera fábula forjada en beneficicio de la futura reina Católica. El ' Ensayo biológico sobre Enrique IV de Castilla y su tiempo' , del doctor Gregorio Marañón, concluye afirmando que, aunque el rey probablemente sufría una endocrinopatía, no era necesariamente impotente, y que su hija Juana era legítima  
La clase de impotencia que, como hemos visto, debió de padecer el rey no era, según todo los indicios, una impotencia absoluta, y  pudo muy bien permitirle alguna relación aislada, más o menos trabajosay deficiente; pero es bien sabido que una vida humana se engendra, a veces, en las condiciones más desfavorables y más apartadas de la buena técnica.
Exite la noticia  -Hieronymus Münzer- de que la reina Juana fue inseminada artificialmente utilizando un cánula de oro para introducir el semen del rey en la vagina real Esta maniobra fue realizada por un médico judio llamado Sumaya Lubel , ya que a los católicos les estaba prohibido prácticas de este tipo. Cinco siglos después esta maniobra ginecológica es habitual A lo que parece, lo fundamental es, por parte masculina, que los espermatozoides sean válidos. 

Hay constancia de que la reina fue fiel esposa hasta que, muy en contra de su voluntad, la separaron de su esposo, enviada al castillo de Alaejos (Valladolid) custodiada por el arzobispo de Sevilla, Alfonso de Fonseca, como garantía de paz entre los dos bandos contendientes -enriqueños y alfonsinos-. Primero fue seducida por el arzobispo, siendo rechazado, pero no así el sobrino de éste, don Pedro de Castilla, bisnieto de Pedro I de Castilla. Como expone González Herrero
Sitges, aceptado plinamente en este punto por Marañón, ha hecho notar   -en su obra Enrique IV y la Excelnte Señora llamada vulgarmente doña Juana La Beltraneja- que en el tratado de los Toros de Guisando , redactado en 1468 por los enemigos de don Enrique, se dice textualmente que <la reina no había usado limpiamente de su persona de un año a esta parte >, es decir en la época de su reclusión en Alaejos, sin que se haga mención alguna del supuesto adulterio con don Beltrán , que, de ser cierto, no hubiera sido silenciado. 
Acto seguido escribe este agudo y escrupuloso historiador segoviano, dejándolo como incontrovertible, que: 
En la conciencia del historiador honesto no hay razón alguna para seguir manteniendo el infamante mote de la Beltraneja.  
Entre los hechos significativos de la calumnia de Isabel la Católica y sus compinches,  señala este que en la guerra de sucesión Beltrán de la Cueva luchó contra el partido de doña Juana. Y pregunta: '¿Lo hubiera hecho, de ser en verdad su hija ? Suponemos que no, ya hubiera sido el colmo de la traición al rey al que tanto debía. También anota al respecto  algo que per se, por sí mismo, destruye la calumnia, y es que el cardenal Mendoza en trance de muerte pedía a la reina que <reparase el posible perjuicio causado a  doña Juana, casándola con el príncipe don Juan>, hijo de los Reyes Católicos.  Concluye 
Es por ello que Torres Fontes asevera de modo concluyente que la ilegitimidad de doña Juana ha sido hoy completamente desechada  Ya vimos que el P. Juan de Mariana sostenía asímismo la legitimidad de la princesa. Idéntica opinión mantiene el P. Enrique Florez: 'Fue tenida por hija de los reyes hasta que empezaron los tumultos, en cuyo especio fue jurada legítimamente sucesora de los Reinos'. 
Marañón titula un capítulo de su libro sobre Enrique IV, 'El misterio de la Beltraneja', el VII concretamente, en el que saca a relucir razonamientos a favor de doña Juana como hija biológica de don Enrique y su esposa, pero es González Herrero en su estudio también sobre este  monarca quien, como vemos, nos dice de modo taxativo que no ha lugar a la duda en cuanto a la paternidad real de Juana Trastamara Avis. Real de realeza, y real de realidad. 

Dos fueron los matrimonios que contrajo el susodicho único hijo de Juan II de Castilla y de su prima hermana María de Aragón; el primero, siendo Príncipe de Asturias, con la princesa Blanca de Trastamara y Evreux, hija de Juan II de Aragón y de Blanca I de Navarra ( del 16 de diciembre de 1440 al 2 de mayo de 1543); De la primera coyunda matrimonial aporta el singular abogado, dedicado a la defensa del cliente, y no menor historiador, una exhaustiva información del lite de divorcio. Sin entrar en detalles de la demanda, sí haré la siguiente transcripción: 
El divorcio se sustanció en realidad de mutuo acuerdo entre ambos esposos, en razón de que don Enrique, Príncipe de Asturias, quería tener descendencia: <deseaba ser padre e haber e procrear fijos>. /  La sentencia declaraba formalmente que doña Blanca está virgen; que don Enrique es varón potente cuanto a otras mujeres, y decreta el divorcio y separación matrimonial  <por la dicha causa e impedimento del dicho maléfico  e legamiento>.
El segundo fue con Juana de Portugal, hija de Eduardo de Portugal y de su esposa doña Leonor, infanta de Aragón (1455-1474). 

Las amantes de Enrique IV.

martes, 10 de octubre de 2017

Continuando a vueltas con los Trastámara (Tercera y última parte)

Compromiso de Caspe. 

Se implantó la dinastía Trastámara en Aragón a través de tal cónclave celebrado en esta localidad de la provincia de Zaragoza; en ella se reunieron los compromisarios, entre los que había cuatro letrados, dos obispos y tres failes. De este evento llevó la voz cantante San Vicente Ferrer, que finalmente fue quien leyó la declaración como rey del infante de Castilla, Fernando el de Antequera, con el nombre de Fernando I de Aragón. Sabido es lo importante que fue a su favor la intervención de dicho dominico en tal tipo de cónclave político, suscitado por la muerte del rey D. Martín el Humano, que había sucedido a su hermano Juan I -éste murió de una caída de caballo como su homólogo de Castilla- sin dejar descendencia. Al trono vacante aspiraron siete candidatos: 1. D. Jaime, conde de Urgel, biznieto por línea masculina de Alfonso IV el Benigno. 2. D. Alfonso, duque de Gandía, nieto, por línea paterna de D. Jaime II.  3. El hermano de Gandía, don Jua, conde de Prades. 4. El duque Luís de Calabria, nieto, por línea materna, de D. Juan I. 5. D. Fabrique de Sicilia, hijo natural de D. Martín el Joven, de Sicilia (que tal sería el que tenía in pecto D. Martín el Humano, su abuelo, sin atreverse a declararlo). 6. Dª Isabel, hija de Pedro IV el del Punyalet y mujer de D. Jaime de Urgel. 7. D. Fernando el de Antequera, el ilustre tutor de D. Juan II de Castlla, que alegaba como derechos ser nieto de materno  de D. Pedro IV y sobrino de D. Juan I y D. Martín. 
Vicente Ferrer, gozando de una fama envidiable y de una celebridad que iba aumentándose cada día , predicaba a la sazón en Toledo , donde tenía por sus oyentes más asiduos a la reina viuda de Castilla y al infante D. Fernando. El aspirante a la corona de Aragón sabía cuánta era la influencia de Vicente Ferrer en Valencia y en Cataluña. [...], que en Cataluña se le llamaba el Maestro y en Valencia el Santo, y que, en fin, los hombres más doctos y venerables por su saber o por sus canas, se inclinaban respetuosos ante él. [...] . Sobraba esto para que D. Fernando procurase atraerse las simpatías de de Vicente Ferrer. Lo cierto es que, mientras estuvo en Castilla, no tuvo oyente más asiduo, protector más decidido, discípulo más sumiso ni penitente más dócil que el infante.
A don Fernando se le dio la corona por sus bueno antecedentes como regente de Castilla. También fue apoyado por el papa. Pero el de Urgel  no acepto la elección hecha y alzó bandera de rebelión. Fue vencido, hecho prisionero y condenado a prisión de por vida.  

En su reinado hubo de intervenir en el Gran Cisma de Occidente, negando obediencia al aragonés D. Pedro de Luna -el Papa Luna- nombrado por Avignón con el nombre de Benedicto XIII, que en Peñíscola, con su cónclave, prolongaba el Cisma.

A pesar de que mostró poco respeto a los fueros aragoneses y dio cargos públicos a castellanos, se le tuvo en alta estima por su honestidad, no en balde es llamado Fernando el Justo y Fernando el Honesto. Estos apelativos no puede llevarlos ningún otro Trastamara; su hijo y sucesor Juan llevó el de Grande, y puede aplicársele en gran parte en sentido peyorativo, por lo demás le acompañó la buena suerte. La tuvo incluso en la operación de cataratas, quedando bastante bien, y aun en aquel tiempo. ¿Sobrepasa a grande el sobrenombre de Católico, que tienen Fernando e Isabel? Pues no, y en el caso de ellos es evidente. Tratando el tema de religión, ya he analizado que ser católido, como de la religión que fuere, no es garantía, ni mucho menos, de ser justo, de ser honesto. Notorio es que hay católicos muy faltos de Ética y de Moral. Por ende, de Moral católica. ¿Dónde está la de Juan II de Aragón? Quedé estupefacto al leer en una crónica las siguientes líneas:
Era muy devoto y católico cristiano celoso del oficio divino, y señaladamente era devotísimo de Nuestra Señora, por cuyo servicio confirmó y de nuevo mandó , so graves penas, se guardase la pragmática del rey don Juan de Aragón, su tío, en la cuual se  manda celebrar y solemnizar la fiesta de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora, y que nadie ose predicar (so las dichas penas) que la Señora haya sido en nada maculada de la original culpa. Oía devotamente la misa y no se le pasaba día sin oirla. Reverenciaba mucho a los eclesiásticos.
Bueno, que era tan santo como su nuera Isabel la Católica. Pues que se luche también por la canonización de su suegro. Tremendo fariseísmo es el de la casi totalidad de la humanidad. Acéptese como homenaje a lla virtud, ya dice una de las 'Máximas' de La Rochefoucauld que 'la hipocresía es un homenaje que el vicio rinde a la v irtud'. 

En este sobrevolar por los Trastamara, y con referencia al tal Compromiso de Caspe, no dejaré de consignar algo que tiene gracia, y es que al  desechar a don Fadrique, siendo el inmediato familiar del difunto rey, como hijo de su hijo, por ser bastardo, se debió reprobar también al infante Fernando de Trastamara, nieto de otro bastardo. En general lo es la dinastía Trastamara. Al ocupar el trono de Aragón no renunció a la regencia de Castilla, por ello y por sus grandes patrimonios en ella, gobernó de facto en los dos reinos. 

Arma blanca en el campo de batalla o veneno en el banquete.

No cabe dejar de pensar, meditar, que la bisnieta del Fraticida pudo matar -si no con puñal, sí con un veneno- a su medio hermano para anticipar el reinar en Castilla, tras de lo cual anduvo siempre. Tal se sospechó; cábalas y conjeturas existen. Ya no es suponer, sino un hecho evidente, la usurpación, y además con violencia, que hizo del reino. La Historia nos muestra que este proceder les va de lleno a los Trastamara, quienes en corto espacio de tiempo se apropiaron de reinos que no les pertenecían: palmario es que no debía haber un Enrique II en la Corona de Castilla, ni una Isabel I de Castilla. Por supuesto que no son las únicas alteraciones de la Historia de España, pero ahora estamos hablando de los Trastamara. Fernando e Isabel fueron en principio dos logreros, dos pescadores en río revuelto. ¿Qué rey, español o extranjero, no lo es, ¿qué es, si no, la idea de imperio, aunque se le disfrace de colonización?  El veneno -envenenar- venía a ser en la Edad Media un medio político: Leonor de Navarra a su hemana Blanca. Isabel I de Castilla a su medio hermano Enrique IV. Triste muerte la de ambos -Enrique y Blanca- dos buenas personas. Un numeroso etcétera presenta la Historia Universal.  

Juan II de Castilla. 

En recientes artículos he hablado de él y de su segunda esposa, Isabel de Portugal, como padres de la controvertida Isabel Isabel la Católica y de Alfonso el utilizado por aquellos nobles de vergüenza de la farsa de Ávila. Omitiré hablar de este rey que al parecer murió de pesadumbre de haber permitido la muerte de quien repetidamente dio la vida por él, así como su mujer, un tanto delicada mentalmente, cayó en picado en la demencia, porque ella fue la que indujo a su enamorado esposo a que permitiera el crimen, el cual de modo primigenio quería evitar, pero su patológica abulia...  Alfonso el Inocente pronto desapareció de escena, murió a la edad de catorce años, ya por la peste, tan corriente en aquel tiempo de suma carencia de higiene, ya envenenado; esta corte de Alfonso XII, radicada en Arévalo, fue efímera, duró poco más de tres años. En verdad este rey no cuenta en la Historia, ya que quien lleva el número ordinal de este nombre, o sea Alfonso XII, es el hijo de Isabel II y de su amante Enrique Puigmoltó. Por otra parte se considera que el reinado de Enrique IV, hijo de Juan II y de su prima hermana y esposa María, infanta de Aragón,  fue del 22 de julio de 1454 al 11 de diciembre de 1474, fecha inicial, obviamente, la de la muerte de su padre. La Cronología, pues, no tiene en cuenta el pequeño  reino de Arévalo (Ávila), donde crecieron Alfonso y su hermana Isabel  en la compañía de su enferma madre. 

Enrique IV el Liberal, en Historia cierta; el Impotente, en política de intereses creados.

lunes, 2 de octubre de 2017

Continuando a vueltas con los Trastámara (Segunda parte)

Como cualquier persona medianamente culta en Historia sabe, los Trastamara reinantes en  reino de Castilla son; Enrique II, Juan I, Enrique III, Juan II, Enrique IV, Isabel la Católica y Juana I. Aquí Isabel Trastamara Avis cambió una Juana por otra.

Enrique II

Fue su reinado de gran inseguridad, los legítimos herederos de la corona eran defendidos por Juan de Gante, duque de Lancaster,  que casó con Constanza, hija de Pedro I, y son padres de Catalina de Lancaster. Por otra pate, el rey de Portugal, se creía con derecho a la corona de Castilla. Además, Navarra y Aragón levantaban guerras debido a límites territoriales, únicamente contaba con la amistad del rey francés. Hubo de conceder mercedes sin cuento a la nobleza para atraérsela, incluso tuvo que halagar al pueblo. Reunió Cortes en Toro y se hizo un Ordenamiento sobre la administración de Justicia, creándose un tribunal de apelación en los litigios. Tenía que contrarrestar el crimen y la usurpación del trono haciendo mercedes, y don Enrique el de las Mercedes fue llamado, a la vez que el Fraticida. Algo era de rigor: la guerra de reconquista, y cuando a ella se iba a lanzar, murió. Hay sospechas de que fue envenenado, ya por el rey de Granada, ya por Carlos II el Malo, rey de Navarra. Su fallecimiento fue en Santo Domingo de la Calzada el 29 de mayo de 1379.  En el último momento de su vida dio estos consejos a su hijo heredero: 
Haz atención en que tienes en tu reino tres géneros de gente; unos que constantemente siguen mi partido, otros que con la misma constancia se declaran por el de D. Pedro, y otros que hicieron profesión de indiferentes por aprovecharse con igualdad de las dos parcialidades. Matén a los primeron en los empleos y honores que yo les concedí, pero sin contar demasiado con su fidelidad. Adelanta cuanto pudieres a los segundos, confiándoles ciegamente los empleos de mayor importancia, porque la lealtad que conservaron a D. Pedro en su fortuna próspera y adversa, es la prenda más segura de la que te profesarán a ti en todas fortunas. De los terceros, o sean los indiferentes, no hagas caso ni para el castigo ni para el premio, teniéndolos solo en la memoria para el desprecio. Sería grande imprudencia fiar los cargos que se dirigen al bien público, a unos hombres que nunca adoraron otro ídolo sino a su interés personal. 
(De esto de <Sería grande imprudencia fiar los cargos que se dirigen al bien público, a unos hombres que nunca adoraron otro ídolo sino a su interés personal> tomen 'nota bene', observa bien, la política de nuestros días, repleta de corruptos). 

Casado con Juana Manuel de Villena, tuvieron dos hijos: Juan y Leonor, ésta contrajo matrimonio con Carlos III el Noble, rey de Navarra, al que sucedió su hija Blanca I, lo que aquí consigno para indicar que es nieta por vía materna del Fraticida.   

Juan I. Reinado de 29 de mayo de 1379 a 9 de ocrubre de 1390.

Se encontró con las mismas externas amenazas que su padre: el rey portugués y el duque de Lancaster, que inician la guerra contra él, siéndole favorable al principio. Al quedarse viudo de Leonor de Aragón (   ) matrimonio del que nacieron Enrique III y Fernando I de Aragón, ajustó la paz casándose con la hija de Fernando I de Portugal, Beatriz. Se concertó este matrimonio bajo la condición de que si el rey moría sin hijos varones pasaría la corona portuguesa a su hija. Al morir sin hijos en 1383 se proclama reina de Portugal Beatriz, pero, no queriendo los portugueses unirse a Castilla, nombraron rey al Maestre de Avis con el nombre de Juan I. Un Juan I contra otro Juan I. Por entonces el rey de Castilla había levantado el sitio de Lisboa por la epidemia declarada en el ejército castellano. Mal se puso la invasión desde un principio. Se penetro en Portugal con numerosa fuerza, saliendo al encuentro el Maestre de Avis se produjo la batalla próximo a la villa de Aljubarrota, sufriendo los castellanos una tremenda derrota que cubrió de gloria a Portugal y al jefe de estas fuerzas, hoy en los altares con el nombre de San Nuno de Santa María. Este general general  -Nuno Álvarez de Pereira, el Santo Condestable- volvería a vencer en la batalla de Valverde (15 de octubre de 1385 en Valverde de Mérida, que nos llevó al Tratado de Ayllón (Segovia, 1411).  En Aljubarrota los derrotados castellanos se dieron a la huida, y el rey pudo hacerlo por cederle su caballo, ya que el suyo había muerto, el señor de Hita y de Buitrago, don Pedro González de Mendoza, por cuyo hecho es conocido como el mártir de Aljubarrota.

Luís Planes, 1793, óleo sobre lienzo, 123 x 168 cm
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid.

Cabalgó, junto con un grupo, durante la noche hasta llegar a Santarem, ciudad lusitana por la que los castellanos salieron de Portugal, así como también lo hicieron por Badajoz o por Beira a Salamanca, que es por donde habían entrado. 

¡Y para esto tanto luchó contra la reina regentede Portugal! Si en Beatriz tuvo don Juan un modelo de esposa y de viuda, en su suegra le tuvo de tal parentes, según la leyenda negra de éstas, Intrigante, conspiró contra su yerno. Su hija llegó a decirle: 'Oh madre, Señora, En un año me quisieses viuda y huerfana y y desheredada'. Como intrigante, y siguiendo el yerno los consejos de quienes Por su deslealtad, y siguiendo el yerno lo consejos de quienes que recibía, fue presa y encerrada en el Monasterio de Santa Clara, de Tordesilas, No volvió a Portugal en vida de su yerno, sí tras su muerte, pero en 1391 se encontraba en Valladolid. Si el P. Enrique Florez de Setien, en su 'Memorias de las reinas católicas de España', no da noticia de la  fecha de la muerte de Beatriz de Portugal, ni del lugar de su enterramiento, sí detalla en cuanto a su madre: 
De su madre refiere el ya citado Barbosa que murió en 27 de abril de 1396, en Tordesilla, y que yace en el convento de de Valladolid (como si en aquella ciudad no hubiera más que un convento). Su muerte no fue en Tordesillas, sino en en Valladolid,  donde pasó cuando murió el rey don Juan  { Claro, Barbosa se fiaría en su prisión en dicha localidad vallisoletana }, y compró unas casas donde es hoy el convento de Nuestra Señora de la Merced, y allí está enterrada, según escribe Juan Antolínez de Burgos en el capítulo XXVI del libro II de su Historia de Valladolid, que anda manuscrita.            
Secuelas del desastre de Aljubarota. Creación del título de 'Príncipe de Asturias'.   
 
De esta derrota sobrevino un nuevo ataque del duque de Lancaster que ayudado por el monarca portugués entró por Galicia y conquistó gran parte de territorio. El Trastamara para evitar una nueva guerra -muy débilitada había quedada Castilla- concertó la paz mediante un tratado por el cual se concertaba la unión de los derechos de la casa de la casa Lancaster con los de los bastardos, cuyo carácter de legitimidad se basaba en el matrimonio de Catalina, hija del duque y nieta del rey don Pedro, como quedó dicho, con el infante don Enrique, hijo de Juan I, como también dije. Se fundó con los prometidos esposos el título de 'Principes de Asturias', el cual desde entonces llevan los herederos de la corona de Castilla, luego de España. 

En este reinado se creó un Consejo de cuatro letrados para asesorar al rey. Este Consejo había de componerse de doce personas : los cuatro perlados, cutro caballeros y cuatro ciudadanos: Entre las demás leyes se encuentra 'El Ordenamiento de las Lanzas', que fijaba las fuerzas del ejército del rey en cuatro mil lanzas, mil quinientos caballeros ligeros, y mil ballesteros. Alguna otra ley, tal como el 'Ordenamiento de los Perlados', que prohibía dar prebendas a extranjeros; la prohibición de extraer oro y plata del reino. En este reinado tuvo lugar el Concilio de Salamanca, donde la Iglesia española fijó su actitud ante el Gran Cisma de Oriente , decidiendo dar obediencia al Papa de Avignon, Clemente VII, a quien disputaba la legitimidad de su elección Urbano VI , con residencia en Roma. 

Murió inopinadamente el 9 de octubre de 1390, en Alcalá de Henares. Refiere el P. Florez que
la reina tuvo la funesta noticia hallándose en Madrid, y al punto fue a Alcalá, dejando en Madrid al príncipe don Enrique y al infante don Fernando. Asistió al lado del cuerpo del rey su marido en la capilla arzobispal de Alcalá, hasta que le pasaron a la de los reyes nuevos de Toledo, donde yace. 
Un rasgo de su segunda esposa.