sábado, 22 de septiembre de 2018

Más sobre la arraigada mentira en un pueblo segoviano



En los comentarios hechos a su tesis, que al fin consiguió publicar gracias a la Diputación de Segovia, no encuentro que Diana Lucía Gómez-Chacón haya dado por cierto la mentira del sepulcro, parece ser continúa sin tocarla. Ya dije en mi anterior artículo que ‘silenciar la verdad es una manera de contradecirla’. Ya lo veré cuando tenga la oportunidad de echar un vistazo a su tesis si persiste en adherirse a los que no admiten la verdad del sepulcro, es decir, que los restos humanos contenidos en él no corresponden a quien indica su inscripción, según la inequívoca prueba de ADN. Ella desde un principio, y a pesar de que ya hacía más de tres años de la verificación de dicha prueba científica, fue partidaria de seguir la corriente a Eusebio García González (alcalde entonces) y sus secuaces, quienes sin más ni más consideraron que el esqueleto encontrado en la iglesia –harto expuesto está el cómo y el cuándo- era  de la reina, suegra del Príncipe de Asturias, fallecida en Santa María de Nieva el 1 de abril de 1441, ignorándose la causa de su muerte.

Alguna vinculación tengo, como queda patente en mi blog –otrora estuvo también mi firma relacionada como asiduo colaborador de ‘El Adelantado de Segovia’- con la localidad llamada en la actualidad Santa María la Real de Nieva; por este motivo y porque nos puso en contacto la anterior archivera del Monasterio de Santo Domingo el Real de Toledo, surgió una correspondencia epistolar. La aludida hermana, a quien ella expuso, al visitar el convento para adquirir un libro,  el lugar que había elegido para hacer su tesis le facilitó mi correo electrónico. Pero de otro modo nunca hablé con Diana, no coincidimos en el pueblo. No lo sé. La ruptura de nuestro contacto la produjo el rechazarle de plano que no se atreviera a enfrentarse a la mentira, que comulgara con ella. Verdad que como dice Camón Aznar, en este de sus ‘Aforismos del solitario’: Milagro de la política: hace comulgar al pueblo con ruedas de molino. No se consiguió conmigo, reacio a todo servilismo, y a sabiendas de que sufriría venganzas. Dolido de la subyugación aceptada por mi corresponsal, le manifesté:     

Me gustaría tener a la vista un día tu rechazo de que el sepulcro corresponda a la inscripción con que se viene engañando, que es un montaje del anterior alcalde y que el actual continúa sosteniendo el infundio en vez de honestamente rectificar desde el punto y hora que no cabía el error ni la mentira. En tu correo electrónico de fecha 22/4/2013 expones:
‘Evidentemente, yo no puedo contradecir, ni voy a hacerlo nunca, los resultados de los análisis de ADN que demostraron que la que allí descansa no es la reina navarra y, evidentemente, así lo haré constar en mis publicaciones.  

Esto me manifestó en dicha fecha, pero nada a este correo mío de fecha 6 de marzo del cursante año me respondió, evidentemente se había truncado nuestro contacto.  Le añadía a este no contradecir:

Pero personalmente transigiste, consistiendo con oír y callar la mentira ante el ex alcalde y el ex conserje del Ayuntamiento, elevado por él a guía oficial del pueblo, como se ve en los vídeos de propaganda del lugar y del falso sepulcro de Blanca I de Navarra. 

Veremos –antes o después, sin prisa- en qué queda este adverbio de modo: evidentemente. Lo que se palpa de manera evidente es que como en su tesis no haya confirmado que no contradice el resultado del estudio genético en cuestión, en su artículo germen de la tesis no lo ha efectuado.

De los que sustentan la mentira del sepulcro que al menos la referida se arrepienta.

Quien hace una cosa mal hecha, si en conociéndola,
pone enmienda a ella, muestra que la hizo porque
entendió que era buena, y es el castigo santa disculpa
de su intención; mas quien la lleva adelante, viéndola
mala y en ruin estado, ése confiesa que la hizo mala,
por hacer mal.
         - Quevedo, en ‘Política de Dios y gobierno de Cristo -

En su artículo, insertado, con varios otros, en la revista ‘Sílex’, dirección editorial: Cristina Pineda Torra, escrito que, como dijimos, es el embrión de la tesis de es Diana Lucía Gómez-Chacón, en lo referente a Blanca I de Navarra escribe.

Inés de Ayala, miembro del séquito de Catalina de Lancaster, otorgó un codicilio el 3 de junio de 1403 en Santa María la Real de Nieva, villa en la que falleció cinco meses más tarde, y a cuyo convento había dejado su cuerpo en depósito a la espera de que fuese trasladado al convento de Santo Domingo el Real de Toledo, del cual era priora su hija Teresa de Ayala.
Años más tarde, el 1 de abril de 1441, la reina Blanca, esposa de Juan II de Navarra, fallecía en la villa segoviana, en cuyo convento recibió sepultura, incumpliendo las últimas voluntades de la manera que deseaba ser enterrada en Santa María de Ujué. Según el padre Mariana, cuyo testimonio recoge A.M. Yurami ‘los frailes de Santo Domingo de aquel monasterio de Nieva afirman que los huesos fueron de allí trasladados,, mas no declara cuándo ni a qué lugar.

Por favor, por favor, no más reiteración. Lea la autora de este artículo que estoy comentando el titulado ‘Los restos de la reina Blanca de Navarra y sus funerales en Pamplona’, de Eloísa Ramírez Vaquero, y déjese de descubrir el Mediterráneo. Y ello aun cuando no pretenda hacer un artículo –en su día una tesis- de investigación, sino de mera información. Entérese, además, que Blanca I de Navarra no era esposa de Juan II de Navarra –solamente la susodicha Diana puede concebir dos monarcas simultáneos en un mismo reino-, contrajo segundo matrimonio con el que un día sería Juan II de Aragón. (1458-1479, o sea, hasta su muerte a la edad de 80 años).  Si tras la muerte de su primera esposa Blanca llegó a Juan II de Navarra fue por usurpación de la Corona al hijo de Ambos. Después de retenerla por las armas al Príncipe de Viana, elimino a su hija Blanca para continuar con el reino de Navarra. Obviamente, en vida de la reina de Navarra no pasaba de ser rey consorte. Si continúa un tanto perdida en esta época, me da la impresión de que ni siquiera ha leído ‘Doña Blanca de Navarra, crónica del siglo XV’, de Francisco Navarro Villoslada. 

Bueno que no salga de los márgenes de su estudio limitado al título de su escrito: ‘Reinas y Predicadores: el Monasterio de Santa María la Real de Nieva en tiempos de Catalina de Lancaster y María de Aragón (1390-1445)’. De la reina de Navarra únicamente vuelve a hacer mención  para significar la labor de custodia que ejercían los dominicos. Escribe:

Los cuerpos de Blanca de Navarra y de Inés de Ayala no habrían sido los únicos custodiados por la comunidad de religiosos de Santa  María la Real de Nieva, ya que, durante algún tiempo, los frailes velaron el cuerpo de de una de sus principales benefactoras: María de Aragón.

La verdad que no se les puede felicitar por su celo, cuidado, esmero, en su cometido, pues debieron considerar que no era de su incumbencia dejar la menor anotación de la ubicación de los enterramientos importantes, o sea, lo que custodiaban, puesto que en aquel entonces se enterraba en las iglesias, y, por otra parte, no había Registro Civil. ¿De quién si no fue la negligencia de la pérdida de los restos de Blanca I de Navarra y de doña Inés de Ayala, de ignorarse su sepultura?  Algo semejante ocurrió con la nuera de Catalina de Lancaster, también sus restos y los de su hijo, Enrique IV, sepultados en el hoy Real Monasterio de Santa María de Guadalupe –Guadalupe, Cáceres- se perdieron hasta que el 28 de marzo de 19947 en que un albañil reparando la iglesia encontró dos ataúdes. Marañón y el también académico Manuel Gómez Moreno elaboraron un informe de exhumación. Puede leerse el ‘Acta de exhumación del cadáver de Enrique IV’, la introduce Marañón en su ‘Ensayo biológico sobre Enrique IV de Castilla y su tiempo’. Explica así lo que hallaron.  

Quitada la tabla medio-relieve que se encuentra debajo del cuadro de la Anunciación, en el lado del Evangelio del altar mayor,  quedó al descubierto una galería,, con bóveda de medio cañón y arco apuntado, donde había dos cajas de madera,, lisas del siglo XVII. En una de ella se encontraban los restos momificados, pero muy destruidos, de la Reina doña María, envueltos en un sudario de lino, cuya momia no ofrecía materia de estudio.. En la otra caja, los restos de Enrique IV, envueltos en un damasco brocado del siglo XV, sudario de lino, restos de ropa de terciopelo, calzas o borceguíes.

 Está visto que la custodia de los frailes, de la Orden monástica que fuere, es inútil; de nada dejan referencia.  La referida autora de la tesis, una persona más que eligió como tema el monasterio que impulsaron Enrique III y su esposa Catalina de Lancaster, supongo que en ella rectificará el adaptarse a la mentira del sepulcro de Blanca I de Navarra; entendió que era buena idea dejarles con la mentira –malas entendederas la de Diana Lucía- , habrá llegado a verla mala y no lo apadrinará en su definitiva postura, actitud. Ya es bastante equivocación culpa, no haber sido leal desde un primer momento a la Historia y a la Ciencia, ya fue durante largo tiempo en contra de la prueba científica de ADN. Repito, y nunca se repetirá lo bastante. Asimismo espero que modifique –en lo que ha de modificar, y malo si no lo sabe- el artículo a que estoy refiriéndome. 

¿De qué murió María de Aragón.

Según el cronista Alfonso de Palencia, pudo ser envenenada por orden de don Álvaro de Luna. El padre Enrique Florez de Setien, en sus ‘Memorias de la reina católicas de España lo refiere así: 

Una y otra murieron de veneno, según la prontitud y efectos de la muerte, pues doña Leonor acabó de repente, después de recibir un remedio casero,; doña María no sintió más enfermedad que dolor de cabeza, y al cuarto día murió. Los cuerpos de las dos se llenaron igualmente de  ronchitas  después de fallecer, y, por tanto,  se creyó haber fallecido por veneno; y aun leemos que en el proceso actuado contra don Álvaro de Luna se hallo haber influido en dar hierbas a las dichas reinas.

Nos dice,  no obstante, Vicente ángel Palenzuela, de la Universidad Autónoma de Madrid, en ‘María infanta de Aragón y reina de Castilla’:

Aunque con reservas, la historiografía posterior no ha dejado de recoger esos rumores que deben ser abandonados absoluta y definitivamente: Leonor y María fallecieron de muerte natural; con toda probabilidad, dados los síntomas que presentan, a causa de unas meningitis meningocócica.

Hace constar el autor:

Debo este diagnóstico a mi buen amigo y excelente médico Antonio Maudes Rodríguez, Jefe de Sección  de Medicina Interna del Hospital de Ramón y Cajal.

Entra el historiador en el síndrome de la enfermedad, y termina diciendo:

Como se puede comprobar, son exactamente los síntomas que presentan las dos Reinas.

Nada se encuentra sobre la muerte de súbito de Blanca I de Navarra en Santa María de Nieva, ¡se llevaba tan… “bien” aquella familia Trastámara, los de Aragón y los de Castilla! La infausta reina no saldría de dicha localidad ni muerta. Infausta, sí, porque su segundo matrimonio lo fue, conforme sobrados datos existentes de que tal vez trate otro día. Evidentemente es incierto o contrario a la verdad que ‘el convento segoviano no solo se había convertido en lugar de reposo de las reinas sino también en espacio de enterramiento tanto  de éstas como de algunos miembros destacados de la Corte. (sic). ¡Qué manera de divagar, errar! La reina Catalina de Lancaster se alojaba habitualmente en el alcázar de Segovia –un recinto de él se debe precisamente al matrimonio Lancaster-Trastámara- y amaba esta ciudad, tanto es así que en su testamento hace una manda encomendando a su hijo las capellanías que había fundado en Santo Domingo el Real de Toledo, la catedral Primada y Santa María la Real de Nieva. Lo de ‘espacio de enterramiento de reinas’ me deja estupefacto. Me gustaría que la autora del artículo de referencia, me enumerase estas reinas enterradas en el convento de su estudio de difusión. No cabe emplear el plural, porque no pasó de una. Y es incontrovertible que la reina de Navarra no quiso morir ni ser enterada allí, donde, por otra parte, no acudió para buscar reposo. Jajay.  


             

lunes, 17 de septiembre de 2018

Santa María la Real de Nieva un lugar de Segovia sin escrúpulo en presentar la mentira en su iglesia parroquial (Segunda parte)

Los hombres tienen una especial obligación
de tender continuamente hacia la verdad,
respetarla y atestiguarla responsablemente.
Vivir en la verdad tiene un importante significado
en los valores sociales : la comunicación de los
seres humanos  dentro de  una comunidad, en 
efecto es, la búsqueda de la verdad.
                      - Juan Pablo II -


No se puede decir –es evidente contrasentido- que ‘el párroco Alfonso Águeda Martín puede ser impulsivo, aunque excelente sacerdote por otra parte’ No es tan excelente sacerdote si es impulsivo. Según el diccionario de la RAE, ‘se dice de una persona que suele hablar o proceder sin reflexión ni cautela, dejándose llevar por la impresión del momento’. Cualquier persona inteligente, eclesiástico o seglar, ha de ser reflexivo y proceder con circunspección. En cualquier caso, queda palmario que se ha procedido torpemente.

Según he leído, en los veinte años que el mencionado lleva destinado en el pueblo , está luchando contra el alcalde –antes Eusebio García  González, ahora Jaime Pérez Esteban- para dilucidar la titularidad de la iglesia y lo que queda de lo que fue monasterio. Si antes muere –últimos del pasado 2017- el primero, antes pasa la polémica, la controversia, a los Tribunales de Justicia. Esto ya es, per se, raro. En las dos legislaturas que lleva el Sr. Pérez Esteban ha surgido tan lamentable circunstancia: un lite entre la iglesia, su represente, y el Ayuntamiento. Y tratándose de algo que no corresponde al Derecho, sino a la Historia. Es, obviamente, en este terreno donde tienen que entrar de lleno los abogados y los jueces. Lo fundamental en este caso de Historia, como también en los jurídicos, es llegar a la verdad.

A este alcalde todo se le vuelve impedimentos, obstáculos: Se encontró totalmente vacías las arcas del Ayuntamiento, como ya he puesto de manifiesto en la primera parte de este artículo,  y hube de pedir un rescate al Gobierno por 450.000 euros al 6% a 10 años, teniendo que aceptar un plan de ajuste por el que el Ayuntamiento estará intervenido hasta 2022. Pleito con el cura párroco, o sea contra el obispado, a lo que ya hemos hecho referencia, y en estos días la virulencia que ha tomado la falta de agua potable en los pueblos de Ochando, Balisa y algún otro de los pertenecientes a Santa María la Real de Nieva.

Item. Acudiendo a mi blog se puede ver otro problema, el cual atañe a los contrincantes, y es la mentira del sepulcro que se exhibe en el presbiterio de la iglesia parroquial –hogaño no hay otra, antaño hubo también la capilla del colegio de frailes dominicos—con la falsa inscripción del arcosolio. El cura se niega a taparla, y el alcalde a quitar de la página WEB del Ayuntamiento las líneas erróneas al respecto. Es axiomático que lo uno y lo otro procede desde que la prueba científica de ADN dio rotundo mentís a la falsa inscripción. La propiedad interesa a todos, pero, como a la vista tenemos, la verdad a ninguno. En balde vengo rogando al párroco del pueblo –lleva en él ejerciendo de tal desde 1998 que sucedió a su homólogo en el cargo José María Martínez Nieto que lo ejercía en la localidad santamariense desde 1972 y que, por tanto, fue el titular del templo cuando a finales de octubre de 1994 apareció, mediante una obra de albañilería que realizaba el albañil Carlos Santos González, residente en Cobos de Segovia en aquel entonces, un esqueleto incompleto de mujer. ¿Por qué cesó, y no para ascender a Segovia, el veterano párroco? Tengo entendido que guarda relación con los restos, mas al no saberlo en detalle, no puede entrar en ello. Me he dirigido a él, destinado en Cantimpalos (Segovia), ya que había buena relación entre nosotros, pero, pese a ello y a haber recibido mi correo electrónico no he obtenido respuesta. Según comentarios oídos, que no puedo contrastar, ha de amargarle el recuerdo del pueblo; su proceder con los restos –he oído decir, no más- le sirvió de disgusto. Puedo pensar, pero no asegurar, que ha sido víctima de una mala pasada.

Mordaza, miedo, mentira.

No he de callar por más que con el dedo,
ya tocando la boca, o ya la frente,
silencio avises, o amenaces miedo,

¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?

Así empieza la extensa epístola satírica que Francisco de Quevedo escribió a don Gaspar de Guzmán, conde de Olivares, en su valimiento.

Yo tampoco callé cuando atacando mi casa en Santa María la Real de Nieva, lanzando objetos inservibles, pretendieron intimidarme, ponerme mordaza, si bien hube de acudir a la Guardia Civil tras no atender mi queja el alcalde y mentirme en cuanto que él se lo había comunicado y no hacían caso –tengo sus correos electrónicos sobre ello-, con lo que ofendía al Cuerpo. Por supuesto que, tan pronto mi notificación, pusieron coto en el sentido de tal locución verbal, o sea, ‘impedir que continúen desafueros, desmanes, vicios, abusos’. Fuera de lo penal, ojalá pudieran impedirlos en otros campos. Ni que decir tiene no se daría el caso de la mentira del sepulcro y propaganda de la misma a que se aferró el anterior alcalde –residente en el pueblo y fallecido hace diez meses- y en cuyo aferramiento continua el actual, que lleva como tal desde la legislatura de 2011. Mi estancia en el pueblo desde la década de los noventa fue a lo río Guadiana –antes rara vez hacía acto de presencia por unas horas y sin pernoctar-y desde hace más de dos años he vuelto a visitarlo como antes. Sé, no obstante por amistades, que no han vuelto a cometer desmanes contra mi domicilio, tirando brozas a la galería u otras picias, que también me hicieron por gamberros que no faltó quien me dijo el alcalde conocía el alcalde. Se lo expuse, obviamente sin decir quién me lo había asegurado, y él me expuso que no los conocía. No podía denunciarle, porque en un pueblo nadie quiere indisponerse con el convecino, por consiguiente no se presta a ser testigo, y menos contra el alcalde. No hay un espíritu valiente, aun cuando sea sensato y honrado.

Cuenta, por otra parte, el acomodadizo, el individuo que a todo se aviene fácilmente, en el que no deja de haber cobardía.  Por miedo y/o comodidad son muchos los que han callado por esta mordaza. Mal, muy mal, está en general, y pésimamente cuando se trata de una persona que tiene el deber y aun la obligación de no avenirse a la mentira de la Historia. Por Santa María pasó para hacer su tesina –tesina o tesis, no lo sé bien-, tomando por tema el pueblo segoviano en cuestión, Antonio Sánchez Sierra y en nada de cuanto ha escrito ha accedido a la imposición del entonces alcalde, Eusebio García González, en cuanto a su inventiva de la mentira del sepulcro. Como he hecho ver numerosas veces, al citarle, no se incorporó al cortejo de los fabuladores de vía estrecha ni con el silencio, habló y lo hizo con toda veracidad. 
           
Diametralmente opuesta a él ha sido quien también ha elegido el mismo tema: Diana Lucía Gómez Chacón, quien apechugó, y sin tener obligación ni encontrar en ello beneficio alguno, con seguir la corriente al tal Eusebio que aún era alcalde cuando ella arribó al lugar para estudiar los restos del monasterio existente en el mismo, y del que, recientemente, ha terminado exponiendo:

No obstante, tras profundizar en la historia del convento y de la Orden de Predicadores,  considero que la verdadera importancia del monasterio no es tanto material, sino espiritual e histórica.

Exacto. Bueno es hacer hablar a la piedra, a lo Antonio Gala.

Durante siete años, y ante la imposibilidad de publicar su tesis, ha estado dándole vueltas al tema en revistas. Al fin consiguió que la Diputación de Segovia se la publicara el 10 de octubre de 2016 y no se deja de promocionarla, ya que el día 7 de septiembre, que en el referido pueblo se celebran el día de los Cirios –uno por cada calle del mismo-, se celebró este año en el salón de Cortes del monasterio una presentación del libro: ‘Monasterio de Santa María la Real de Nieva. Reinas y Predicadores en tiempos de reforma’.

No encuentro por parte alguna de qué número de ejemplares constó la tirada. A lo que parece está agotada. El precio del libro es de 25,50 €; algo caro parece siendo en rústica, es sin duda por las fotografías, debe llevar bastantes. Bien, ya me ocuparé de esta publicación y de su autora con la que otrora crucé bastantes correos electrónicos (no la conocí personalmente, quizá por no coincidir en el pueblo) hasta que se enfadó por reconvenirle que no deponía su determinación de callar ante la mentira del sepulcro. ¿Lo tocará en el libro? Ella me dijo que había que dejarles con la ilusión, y estaba agradecida al buen recibimiento de alcalde anterior, del párroco y de todos. Sentiría que en estas fiestas de la Soterraña en las que, como queda dicho, se ha tributado una atención u obsequio a la publicación sobre la indicada localidad segoviana, no pudiera encontrarse en la reunión el susodicho Eusebio.

Teniendo como meta la simpatía y la antipatía y no la verdad, me temo que continúe rehuyendo tratar de esa mentira que cobija la iglesia en su presbiterio, aun cuando me aseguró que nunca iría contra lo probado por el ADN. Silenciar la verdad es una manera de contradecirla. 



         

                

sábado, 8 de septiembre de 2018

Santa María la Real de Nieva un lugar de Segovia sin escrúpulo en presentar la mentira en su iglesia parroquial. (Primera parte)



Toda violación de la verdad no es solamente una
especie de suicidio del embustero, sino también 
una puñalada en la salud de la sociedad humana.
-         Emerson –

La evaluación del daño, del perjuicio, causado por la mentira depende, obviamente, tanto desde el punto de vista de la Religión como desde el área humana del aso de que se trate. Yo no paso a valorar el daño, me limito a sostener que existe, y no pequeño, cuando se mistifica la Historia –véase lo que ocurre actualmente con la de Cataluña-. Creo que en toda mentira, incluida la de engañar, embaucar, falsear, falsificar, deformar, la Historia, nos hacemos daño. A decir de Lope de Vega, ‘nadie puede apartarse de la verdad sin dañarse a sí mismo’. Y Bertrand Russell aconseja: ‘Muéstrate escrupuloso con la verdad, aunque la verdad sea incómoda, pues más incómodo es cuando tratas de ocultarla’.

El actual alcalde del pueblo me presentó su indiferencia al tema, y ya le dije lo impropio que le es tal proceder, de nada me valió, pues,  cuanto sobre el aspecto histórico traté de documentarle. El cura párroco, por el contrario, se ha convertido en el paladín de la mentira del sepulcro; por consiguiente, continúa sin dar crédito a la prueba de ADN, siendo inútil que le haya dado a conocer múltiples casos –de la Historia y de Vida- que ha resuelto, que está resolviendo, al haber sido adoptada por los Tribunales de Justicia. A lo que parece, vive sin atender las Noticias que se dan en los medios de comunicación, y, por otra parte, él sabrá porqué no admite la genética, en cuyo siglo vivimos. Celebridad y triunfo hallaría si lo combatiera públicamente y llagara a impugnarlo. No le creo, por supuesto, de tanta preparación y talento científico. Ya por último me expuso que no movería un dedo para tapar la inscripción del sepulcro, que me dirigiera a la Junta, que ella fue la que le inauguró.

Es evidente que le correspondía esta inauguración, como cualquier otra, otra cosa es lo que se debe o no inaugurar, aquí esta lo cuestionable, algo sobre lo que puede opinar cualquier ciudadano, y la realidad ha venido manifestarse señalándolo como tremendo error. Sí, es indubitado que se actuó muy a la ligera; nequáquam, de ninguna manera, de ningún modo se podía probar documentalmente, se carecía de testificación, como un día dejó demostrado el Equipo Poblet. ¿Por qué se rechaza a éste y su ímprobo trabajo para comprobar la autenticidad o no de los restos mortales que en el Monasterio de Poblet eran tenidos como correspondientes al Príncipe de Viana? Lideró el proyecto la profesora de Historia Medieval de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), doña Mariona Ibars i Puga, autora de la mejor biografía existente sobre dicha figura del medievo.

Se complicó y prolongó el trabajo en busca del cadáver idóneo con que efectuar la prueba de ADN, un ancestro fallo porque se había realizado a posteriori la cremación; al fin, se verificó la prueba con la archiduquesa Johanna de Habsburgo, décimo quinta hija de la reina Ana de Jagellón-Foix y Fernando de Habsburgo, que falleció en Florencia (Italia) en 1578 a la edad de treinta y un años y le dio tiempo a tener cuatro Medici: María, Leonor, Felipe y Ana. Se retrocedió, pues, al siglo dieciséis, mas los cuatrocientos treinta años transcurridos desde su fallecimiento a la prueba a que es sometida  nada afectan a la veracidad de la misma, ya que se empleó el ADN mitocondrial, es decir, que se transmite por vía materna y es per secula seculorom.

La persecución que hube de sufrir por rebelarme contra la mentira.

En un mundo lleno de mentiras, la boca que
se atreve a decir verdades se convierte en el
arma más perseguida.   – Bin Willians –

Hallándome en el referido lugar, lo que, dicho sea de paso, para mí no era óbice, cortapisa, para rechazar de plano la mentira del sepulcro en la iglesia, secundada en la página web del Ayuntamiento, al llegar la noche –a veces a altas horas de la misma- me lanzaban objetos basura a la galería de mi domicilio, y ello de vez en cuando, por lo que tenía, en previsión que cerrar la persianas metálicas para evitar rotura de cristales en las puertas. Si dejaba la parte baja de éstas, donde no peligraba el cristal, sin proteger por la persiana –estoy hablando de tres balcones que dan a la galería- ocurría que las brozas pasaban al piso. Indefectiblemente tenía que sufrir el ruido.

Mis quejas al alcalde fueron inútiles, además me mintió pues me dijo que se lo había comunicado a los guardias. No lo creí desde el principio por dos razones: La no aparición de ellos y el continuar la gamberrada.  Alguien me aseguró que era cosa de él, y que conocía a tales gamberros. En un email –siempre me comuniqué con él así- le expuse que mentía al exponerme que había informado a la Guardia Civil y, además, que sabía quienes atacaban mi domicilio y persona. Solo me contestó a esta segunda parte, exponiéndome que él no los conocía. Llevo casi tres años sin pasar en el pueblo un solo día, alguna a vez he ido de ida y vuelta para traer algo del piso, y desde luego tengo comunicado a una amistad que de ver que atacan la c asa, le lo notifique para yo, a mi vez, efectuarlo a la Guardia Civil.

Vivía in illo tempore el anterior alcalde, que murió en la Residencia en noviembre del año pasado. Cuan cierta es esta opinión de Jardiel Poncela: ‘Si queréis los mayores elogios, moríos’, sí, todo  es panegírico, y si se trata de un político su partido le tributa el infalible homenaje. No creo que ignore el PP que las cinco legislaturas que estuvo de alcalde sirvieron -¡flaco servicio!- para que su sucesor en la alcaldía se viera obligado a ‘pedir un rescate al Gobierno –estoy transcribiendo de un Boletín- por 450.000 euros al 6%a 10 años, y nos exige un PLAN DE AJUSTE por el que estaremos intervenidos hasta el año 2022. Solo de intereses pagaremos al año 27.000 €. Podíamos pagarlos con los 20.000 que nos cuesta el Sr. Alcalde’. Querrán decir que compensarían esta cantidad, pues faltarían siete mil. Absurdo que quien ha tomado un Ayuntamiento con las arcas municipales vacías figure en el homenaje, pero se dio este “teatro” –dicho en la acepción de ‘acción fingida y exagerada’-. Falsedad hacer teatro, pero es bastante usual en política; Prefiero los actores a lo Vico y Calvo, a lo Rafael Rivelles, Guillermo Marín…

El teatro es un arte y, según el género de que se trate, tiene su correspondiente musa. La política… bah, es un artificio en su acepción de ‘disimulo, cautela, doblez’. Antonio Gala dice:

Ignoro si la política es un arte, una simulación, una ciencia, una bicoca una posibilidad o una mierda. Lo que sé es que la verdadera moción de censura deberán promoverla los ciudadanos, asqueados, contra los políticos.

Me resultan terribles, y lo estoy comprobando, estas otras líneas del insigne comediógrafo, novelista y poeta.

Los políticos, en cualquier parte, se desentienden de la cultura, y, si cuentan con ella es como algo pasado que hay que aguantar: una piel de cordero que disfrace su quehacer real y sus aspiraciones. Supongo que nadie enamorado de la cultura se dedica jamás a la política.

Me decía en una ocasión un catedrático de Universidad que nuestros políticos son muy grises. Yo, como cualquier ciudadano que no padezca de miopía mental, tengo a la vista que los de tipo medio, y los pequeños, más allá de su rutina, desvarían. Ya no hay Castelares. Con tal que todos fueran justos y honestos. Yo no pertenezco a ningún partido, y como Arturo Pérez Reverte puedo decir: ‘Yo no tengo ideologías. Yo lo que tengo es biblioteca’. Y como el susodicho Antonio Gala, ‘yo aspiro a una política que no combata más que a un enemigo: el egoísmo, y no escuche más que a un oráculo: el corazón’. Ya es sumamente duro con los políticos de hoy el segoviano Enrique de Diego, ya en ‘Casta parasitaria: la transición como desastre nacional’, ‘La monarquía inútil’, o ‘El suicidio de España’. Recientemente comenté bastante esta obra de la que ahora he de extraer esta opinión concorde a lo que vengo diciendo:

No erraban los clásicos cuando aseveraban que se vive como se piensa o se piensa como se vive. Aquí se ha dejado de pensar y se vive una farsa. Parece como si la sociedad se ha salido de sus goznes y estamos gobernados y dirigidos por locos, que nos traicionan y encima nos saquean.

¿Por qué era yo subrepticiamente atacado en la mencionada localidad segoviana supuestamente a instancia del alcalde y/o del ex alcalde? Sencillamente porque solicitaba que se pusiera fin a la mentira del sepulcro. Asimismo recriminaba la insensatez de permitirse el aludido de funesta memoria publicar un artículo en ‘El Adelantado de Segovia’ contra la Sra. Ibars y descalificando el resultado de la prueba científica que había liderado.

Lo inverosímil, sorprendente, absurdo, irracional.   

Hemos entrado ya en esta faceta. Estaban en la misma línea el difunto, el alcalde y el párroco actual  que lleva en tal puesto desde primeros de este siglo XXI. Fue a finales de octubre del año 1994 cuando, con motivo de una obra de albañilería, se descubrieron los despojos o restos mortales, estando al frente de la iglesia parroquial  el sacerdote José María Martínez Nieto. Intervino enseguida el elemento religioso y el civil, que es decir el Obispado y la Junta. Los pasos que se siguieron ya los he indicado en otro artículo; en lo que aquí quiero hacer hincapié es que se sometieron los restos al estudio que realizó el Dr. José Manuel Reverte Coma, director del laboratorio Antropología Forense y Paleopatología de la Facultad  de Medicina de la Universidad Complutense.

Ni que decir tiene que no hallándome en buena relación con los alcaldes del pueblo me he quedado con las ganas de leer –nunca pretendí acceder para ello al Registro del Ayuntamiento- el informe que con fecha 15 de diciembre de 1994, emitió el referido especialista. Conozco tan solo dos puntos del mismo, por transcribirlos Antonio Sánchez Sierra en su ‘Historia de la aparición de la taumaturga imagen de Nuestra Señora la Soterraña de Nieva’. Estos son:

1º. Esqueleto incompleto de mujer de 55-60 años… Da la impresión de haber sido un enterramiento secundario, un traslado de cadáver que antes estuvo probablemente semimomificado en otra tumba.
9º. Nuestra impresión personal es que tanto la edad, estatura  y fragilidad de este esqueleto, unido al lugar de enterramiento  y circunstancias que lo rodean, coinciden con las que se atribuyen históricamente a Doña Blanca I de Navarra.

Esto le sirvió al alcalde para cantar victoria, sin parar mientes en lo que Sánchez Sierra añade, o sea, lo que concretó el Dr. Reverte Coma:

Sin embargo la prueba definitiva y segura, sería el estudio de ADN, tanto en este esqueleto como en los restos que puedan existir del padre de Doña Blanca, Don Carlos III enterrado en la catedral de Pamplona y del hijo de la Reina, Don Carlos, Príncipe de Viana, enterrado en el Monasterio de Poblet.
Si el ADN de estas personas, especialmente el del Príncipe de Viana, coinciden con el que pueda hallarse en estos restos esqueléticos, se tendría la seguridad de que se trata efectivamente de doña Blanca I, Reina de Navarra.

En mayo de 2017 murió, así pues llegó, muy de sobra, a ver lo que se negó ni siquiera a vislumbrar el alcalde a imagen y semejanza de su colega el de Monterilla, todo autoritarismo. Y menos mal que ni él ni el actual, que en lo del falso sepulcro cumple a rajatabla la voluntad de su antecesor de  no bajarse del burro, no han abolido el ADN, como el colega de ellos de referencia abolió el Concilio de Trento.

Yo, Deo volente, Dios mediante, seguiré constante, perseverante, en mi lucha contra esta manipulación de la Historia que originó el alcalde muerto “recientemente”, y ojalá que mi continuación sirva para que alguien del mundo de la política y administración quiera interesarse por el tema. Hasta aquí estoy dando con gente que pasa de este asunto, incurriendo además –más de uno- en el desprecio de no contestarme. No entiendo qué les llama a ello. Deben estar en una situación muy cómoda para no posesionarse en pos de la verdad histórica que teóricamente defiendo.                                             

lunes, 3 de septiembre de 2018

Obsesión de realeza que suelen tener los procedentes de ella

Y en lo que particularmente se refiere 
a la rebelión contra la monarquía, una
de sus causas más frecuentes es   la
lectura de libros de política e historia
antigua de griegos y romanos. 
               - Thomas HoHobbes - 
 
Suponer que Luís Alfonso de Borbón y Martínez Bordiu es pretendiente legitimista al trono de Francia es una aberración de la Historia del tamaño de una catedral. Ignorancia supina de la misma es que se le considere como el rey Luís XX de Francia y Navarra. Que se conforme con ser el rey de los Franco, y esta no es una dinastía real –‘serie de príncipes soberanos pertenecientes a una familia’, según la RAE-, sino una saga. También su padre, Alfonso de Borbón y Dampierre, duque de Cádiz vivió y murió con esta ilusión. No debe vivir con ella el único de los dos hijos tras haber muerto el primogénito, francisco de Asís, en aquel accidente automovilístico  que tuvo el duque, yendo con ellos, en Corella (Navarra)  el 5 de febrero de 1984, volviendo de esquiar en la estación de Astúm. Ya su esposa le había abandonado. Gran afición sentía quien vivió sediento de realeza, por el deporte del esquí en el que, por ende, era muy experto, mas pese a ello, halló la muerte el 30 de enero de 1989 esquiando en la estación de Beaver Creek Resort EE. UU. Padre e hijo están enterrados en el monasterio de las Descalzas Reales, ubicado en el centro de Madrid.

Mentís a una falsa afirmación.

De este error que se viene propalando en torno al bisnieto de Alfonso XIII, por vía paterna, y de Francisco Franco, por vía materna, trata el especialista en casas reales europeas Juan Balansó en ‘La Familia Real y la familia irreal’ –Editorial Planeta 1995-

Quedó convertida en ley fundamental de la monarquía española, nos dice, el acta de renuncia de Felipe V, incorporada al Tratado de Utrecht, ley de rango internacional, que no ha sido derogada (como los gibraltareños saben  muy bien…) y en ella se expone:

<De mí proprio motu, libre, espontánea, y grata voluntad. Yo, don Felipe, por el presente instrumento, por mí mismo y por mis herederos y sucesores, renuncio, abandono y me desisto para siempre jamás de cuantas pretensiones, derechos y títulos que yo o cualquier descendiente mío haya desde ahora o pueda haber en cualquier tiempo que suceda en lo futuro a la sucesión de la Corona de Francia. Y me declaro y he por excluido y apartado Yo y mis hijos herederos y descendientes perpetuamente e inhabilitados absolutamente todos como si no hubiéramos nacido ni fuéramos en el mundo.

Y continúa el documente reforzando con gran pesadez de reiteración la renuncia. Seguidamente Balansó escribe.

Que, después de leída esta renuncia, miembros de la familia del rey de España se empecinen en argumentar mil argucias y tretas para pretender la sucesión dinástica en Francia, haciéndose eco de las aspiraciones de grupos franceses de ideologías ultraconservadoras y obsoletas, raya en el terreno del puro vértigo.

Queda de una claridad diáfana que desde hace siglos esa rama de la familia ha roto sus lazos con Francia. Además expone Balansó esta otra consideración. ‘La verdad es que don Alfonso, nacido de un matrimonio morganático, hijo de un padre que había renunciado a todos sus derechos, trata por todos los medios de hacerse reconocer una posición a la cual no tiene derecho’. De este capítulo sobre LA SUCESIÓN DE FRANCIA Y EL DUCADO DE ANJOU, es clave este punto y aparte.

Pocas semanas antes de su muerte, Alfonso de Borbón Dampierre había dado gran importancia al hecho de que un juez galo le permitiera llevar las tres flores de lis su escudo, en contra de lo solicitado en demanda por un príncipe de Orleans. Pero lo que Alfonso se cuidó bien de puntualizar era que el Tribunal se había limitado a estimar que las lises dejaron de ser el símbolo de Francia en 1830. En cuanto al ducado de Anjou, que también saltó a la palestra, los jueces recordaron que tal título francés fue abolido por la Asamblea Nacional  constituyente de 1790. Una vez restablecidos los títulos de nobleza en el siglo XIX, la dignidad nobiliaria no fue ostentada oficialmente nunca más.

Se dan otras circunstancias que no deja de anotar, tal como la existencia de otra persona que se atribuye el título de duque de Anjou, cuya familia tiene igualmente sus <legitimistas> convencidos. No deja de Balansó de señalar el hecho de que ‘según la anulidad declarada por la Iglesia católica, Alfonso de Borbón y Carmen Martínez Bordiú no estuvieron casados jamás, (lo que para un intransigente de ésos –no para mí- podría resultar especioso argumento de exclusión contra Luís Alfonso) termina este capítulo manifestando: ‘Díganme, con la mano en el corazón, si algunas veces esa familia borbónica no resulta completamente irreal… 

                    La dramática historia de Luís Alfonso 
                    de Borbón, aspirante a rey de Francia.  

Ansiedad, anhelo al oficio de rey.

El arte de reinar es organizar la idolización.
             - Bernard Shaw -  

Se quiere dar calidad de realeza a lo irreal –no real, falto de realidad’, (RAE), pero disculpemos al hijo del matrimonio roto de don Alfonso de Borbón con la nieta mayor del dictador Franco, no solo quiere ser rey quien ‘lleva sangre de reyes en la palma de la mano’, valga la frase de la canción, sino todo quisque, ya dice el Thomas Carlyle, historiador y ensayista escocés, que ‘el hombre que puede, es rey’  Es, y no deja de decirlo, Balansó, el oficio mejor pagado, y expone –también- no saber cómo se cursa para no dejarlo de hacer, porque es el mejor pagado. A este respecto se pregunta el científico y escritor alemán Georg Christoph Lichtenberg, ‘¿No es extraño que se puede acceder a los más altos cargos honoríficos del mundo (rey) sin hacer exámenes, y que a cualquier médico de provincias se le exija examinarse? Sí ya que no se exige ‘hombre almacén’, se exigiera ‘hombre fábrica’, según la división que Jaime Balmes hace del hombre lleno de conocimientos y el hombre inteligente, que para mejor resultado han de ir en uno. Pero ni lo uno ni lo otro.

Repásese la Historia llena de reyes incultos, no instruidos y/o de ínfimo intelecto. En bastante parte cabe decir lo mismo de los políticos, aunque alguno ha habido brillante –de tiempos modernos citemos, p. ej. a Castelar, Canovas, Vázquez de Mella… Pero todo tiene su fallo, y en estos dos últimos no me explico su ideal monárquico. ¡Y con esas perlas reales que tenían a la vista! En lo moral, tenía Canovas que hacer de padre de Alfonso XII en cuanto a conducirle moral y políticamente. Su abuelo, Fernando VII, que era de una incultura enciclopédica, fluctuó entre Constitución sí, Constitución  no. Fue un traidor por antonomasia, tal su único mérito y de aquí que haya pasado a la Historia como Fernando VII <el Rey Felón>. En tal se convirtió <el Deseado>. Fernando, su cuarta esposa María Cristina de Borbón y su segundo marido el joven taranconero  “””Fernando VIII””” fueron un importante trío de  grandes… “negociantes”. No se perdería esta cualidad, la heredó el bisnieto Alfonso XIII quien además de muy dado a los negocios seguía también el otro “talento” de los Borbones, su erotomanía.

El pasar de rey absoluto a rey constitucional, ‘el rey reina, pero no gobierna’, les supo mal a todos en todas partes, de aquí la que armó el zafio y tosco rey, padre de la futura Isabel II y de la infanta Luisa Fernanda, que casó con el duque de Montpensier.

Ha de seducir ser rey, porque es colocarse inmejorablemente –reitero- uno y sus inmediatos familiares, y además con herencia del “oficio”; de momento, todos a presidir actos y a cobrar por salir en la foto. ‘Reinar es organizar la idolización’, según aserto del dramaturgo irlandés, cuya aserción hemos colocado de epígrafe. Esto de <idolización> no figura en el DAE pero sí ‘ídolo’, definido como ‘persona o cosa amada o admirada con exaltación’. Evidentemente son personas corrientes, no destacadas en nada positivo, no hay porqué idealizarlas, es decir, ‘elevar las cosas  sobre la realidad sensible por medio de la inteligencia o de la fantasía’. En ello el idealismo es sumamente impertinente, clara necedad, ya que no hay porqué divinizar a un rey o a un político, recordemos este aserto de Albert Einstein: ‘Mi ideal político es el democrático. Cada uno debe ser respetado como persona y nadie debe ser divinizado’.

Pone Shakespeare en boca de uno de sus personajes en su tragedia 'Julio Cesar', ¿Hay entre vosotros alguien tan vil que quisiera ser esclavo? Y de ello parece que gusta todavía multitud de gente: ser súbdito, y a pesar de encontrarnos ya, en la  monarquía constitucional, elevados a ciudadanos. Nada de SUB, término latino que significa ‘bajo’ o ‘de bajo de’. Jerarquías sociales, sí, pero en lo personal no hay diferencias, de aquí que la ley ha de ser igual para todos, como lo es la ley de Dios, que, dicho sea de paso, a todos –sin excepción de rey o de Roque- nos ha condenado a morir, ‘Memento, homo, quia pulvis es et in pulverem reverteris’

Dos últimas palabras sobre el soñador Luís Alfonso de Borbón. 

Es de estimar que, inteligentemente, no debe significarse lo más mínimo en defensa del franquismo, aunque Franco sea su abuelo materno. Él sueña llegar a rey como soñaba su padre, pero el dictador al cansarse con su nieta le hizo duque, pero no le sustituyó por el ya era príncipe de España, aunque fuera voluntad del marqués de Villaverde y de la Señora, cuya abuela de Mari Carmen ya jugaba a rendirle pleitesía de reina. Franco ante su yerno, esposa e hija no dio su brazo, no dejando de pasar el correspondiente miedo doña Sofía  y el primo hermano de su marido. Luego vino la misteriosa muerte de Alfonso practicando esquí, y ya antes el abandonarlo su mujer para ir a manos del anticuario francés Juan María Rossi, veintidós años mayor que ella

Nada dice a favor de quien, en un tiempo no pudo vivir con Rosi  en Francia, no se soportaban, y decidió volver a España, que se elija en líder de las protestas de la familia contra la exhumación del dictador del Valle de los Caídos -caídos por Dios, o no por Dios, pero todos por la patria-. Que deje para tal menester a su tío Francisco Franco Martinez Bordiu, y, desde luego, que no le copie como marido, que él se haya casado con responsabilidad cristiana: 'hasta que la muerte separe'.  Y tampoco en sentarse en el banquillo por dos o tres veces,  por segundo marqués de Villaverde que sea. Heredó el título mobiliario de su padre al ser primogénito y varón, aunque su madre quería que éste fuera para Carmen y que Francis fuera, muerta ella, fuera duque de Franco. 'El deseo de la matriarca no se ha cumplido, Francisco se ha quedado con el marquesado, y su hermana con el ducado que al debutar como rey Juan Carlos I otorgó a la marquesa de Villaverde.  

Aparte de su preparación  en lo empresarial, que mire un poco la Historia y la interpreta con 


sentido realista, que se ajuste a la realidad, no la distorsión, o intencionada deformación de los hechos.por simpatía o cualquier otro tipo de interés.