El hombre que comprendiese a Dios sería otro Dios.
-Chateaubriand-
Nunca comprenderé -es oscuridad en que me pierdo- porqué Dios siendo 'un Señor infinitamente bueno, justo, sabio y poderoso, creador del cielo y de la tierra', como le define el Catecismo, haya creado para la humanidad tanto y variopinto mal. El cura de mi pueblo no me lo puede explicar, y conste que mi pueblo es Madrid, donde hay muchos y también las altas jerarquías de ellos. La Biblia dice al respecto: <Hombre hay que ni de día ni de noche admite en sus ojos al sueño. Al fin entendí que no puede el hombre hallar razón completa de todas las obras de Dios que se hace en este mundo; y que cuanto más trabajare por descubrirla menos la hallará, aunque dijera el sabio que la sabe, nunca podrá dar con ella>. -Eclesiastés, 8:17:
Autor hay que exculpa a Dios de que el mal exista. tal como Albert Einstein: 'Dios no creó el mal. El mal es el resultado de la ausencia de Dios en el hombre'. Pero hay males ajenos al hombre, como es en bastantes casos la aparición de una enfermedad, pudiendo también de ejemplo un accidente fortuito. Y tantas cosas que suceden inopinada y casualmente. Existe el misterio; como dice Santa Teresa de Jesús, 'tan gran Dios y Señor tenemos que una palabra suya tendrá en sí mil misterios'. Frase similar encontramos en 'Aforismos del solitario', de Camón Aznar: 'el misterio en religión no lo forma lo desconocido, sino lo contradictorio'. ¡Hay tanto que no podemos entender! La citada Teresa de Cepeda y Ahumada sale a este paso exponiéndonos: 'Lo que no entendáis, no os canséis. Hay muchas cosas que no son para hombres ni para mujeres'.
No entiendo a Dios, no entiendo su doctrina, no entiendo la vida, no entiendo la muerte, y, como al poeta Amado Nervo, me disgusta la vida y me aterra la muerte.
Él escribió: Y me agobian dos penas sin medida: / un disgusto infinito de la vida, / y un temor infinito de la muerte.
Otro poeta, el chileno Pablo Neruda, pensará:
Pero pocas veces el amor salva de la vida, sino que, por el contrario, a muchos se la hunde. Según Schopenhauer, 'el matrimonio es guerra y miseria', lo que es evidente en la inmensa mayoría de ellos. En concepto del dramaturgo noruego Enrique Ibsen, 'el amor no elige una esposa, sino una mujer, y si esta mujer no fue creada para ser nuestra esposa, todo se ha perdido'.
El hombre -dicho sea en sentido genérico- es más fiero que las fieras [...], al fin éstas no nos pueden quitar más que la vida, 'pero entre los hombres hay mucho más y mayores armas ofensivas: ya de perder la honra, la paz, la hacienda, el contento, la felicidad, la conciencia y aun el alma. ¡Qué de engaños, qué de enredos, traiciones, hurtos, homicidios, adulterios, envidias, injurias, detracciones y falsedades! Esta es la naturaleza humana, y no lo digo yo, solo lo corroboro, sino un hombre de la Iglesia católica, el jesuita P. Baltasar Gracián.
¿Y qué concepto tiene de la mujer en particular? En el crisi duodécima de su obra cumbre El Criticón', 'Los encantos de Falsirena' -falsa sirena, mala mujer o la carne, uno de los tres enemigos del alma, junto con demonio y el mundo- hace referencia al rey Salomón, su contacto con las mujeres y su criterio sobre ellas. Empieza así: 'Fue Salomón el más sabio de los hombres, y fue el hombre a quien más engañaron las mujeres; y con haber sido el que más las amó, fue el que más mal dijo de ellas; argumento de cuán gran mal es del hombre la mujer mala, y su mayor enemigo.
Otra figura de la Iglesia católica -Jaime Balmes apub. El criterio´- escribe tajante: El hombre es un animal depravado, la sociedad es una cruel madrastra,mejor diré, un verdugo que se complace en atormentarnos, , que nos insulta y se mofa, de nuestras angustias, al mismo tiempo que nos cubre de ignominia y nos da la muerte. No hay buena fe, no hay virtud,sobre la tierra, todo es egoísmo, miras interesadas, perfidia, traición, mentira.
La Biblia echa en general pestes de la mujer, pero en 'El Eclesiástico' en su capítulo 25 nos habla de 'La mujer mala y la buena'. Luego haberla buena, la hay, el caso es dar con ella. En su vers. 28 nos aconseja: 'No mires el buen parecer de la mujer, ni de la mujer te enamores por su belleza. Grande es la ira de la mujer, y la ignominia que de ahí se sigue. Aquí pienso en el error del gran Quevedo cuando expone:'Quien no ama con todos sus cinco sentidos a una mujer hermosa, no estima a la naturaleza su mayor cuidado y su mayor obra'.. Es la mujer buena la que debe seducirnos, Goethe X que 'la posesión de una casa y de una mujer buena es preferible al oro y las perlas'.
En cambio de la mujer buena dicen las Sagradas Escrituras seguidamente: (26) 'Dichoso el marido de una mujer virtuosa; porque está doblado el número de sus años. La mujer fuerte es el consuelo de su marido, y le hace vivir en paz los años de su vida. (ver. 1. 2.) . Es una suerte dichosa la mujer buena, suerte que tocará al que teme a Dios, y le será dado al hombre por sus buenas obras'. (vers. 3). Digamos que esto falla en múltiples casos, cayendo como víctima el hombre bueno, e incluso de gran fe. Éste tiene mal sino en general, según este aforismo de Camón Azanar: 'Hombre bueno. Entrega el cuerpo y el alma al canibalismo del mundo'.
Lo incontrovertible es que como dice Amiel, en su 'Diario', confirmando las referidas líneas de la Biblia: 'La mujer es la salvación o la perdición de la familia'. Hay otro pasaje bíblico que incide en esta cuestión, y es en el libro de los Proverbios, cap. 14, vers. 1: 'La mujer prudente edifica o realza su casa ; la necia, aun la ya edificada, la destruirá con sus manos'. Así lo considera también Antonio Zozaya, 'allí donde no hay mujer de su casa, no hay casa'. Sí, indefectiblemente, surge el drama, y hasta el autor de la letra de un sangrante tango argentino (autor, letra).