Es llamada 'la Católica', porque así lo quiso el papa, tan imperfecto como tal, valenciano Alejandro VI, otorgando una bula en Roma el 14 de enero de 1495. Tiene buena prensa, goza de buena fama, y tiene mala prensa, o mala fama. Sabido es que ser católico no equivale a ser persona íntegra, recta, proba, intachable, ni mucho menos. Es cuestión que harto tengo tratada y que no hace al caso dilucidar aquí, dejemos a las trotaconventos y a los meapilas Por otra parte, va a quedar puesto de manifiesto en este artículo en torno a su figura o función de reina. Ya originariamente es muy significativo cómo llegó a serlo: 'Cueste lo que cueste, caiga quien caiga'. Para mí el mejor significado de esta expresión es: 'algo debe hacerse o suceder irremediablemente, no importa el costo, o quienes resulten perjudicados'. O, 'caiga quien caiga, se refiere a que no habrá miramiento con nadie en el empeño que se emprende'. Y cayó, sin que tuviera el menor respeto, su medio sobrina e ahijada Juana de Trastámara, hija de su hermano de padre Enrique IV y de la segunda esposa de éste, Juana de Portugal. Juana I de Castila tuvo un reinado efímero -30 de mayo de 1475 a 1479, que manu militari, por la fuerza de las armas, se le arrebató. Hija biológica o no, del rey, como tal estaba reconocida y, por consiguiente, legalmente le correspondía reinar. Juana I de Castilla sería con el tiempo la hija de los usurpadores del trono -no le obtuvieron, insisto, por la fuerza de la razón, sino por la razón de la fuerza, razón bastarda- y en ella -también Juana y Trastámara, ambas medio primas hermanas- recibieron de la Providencia sus padres gran castigo. ¿Lo pensaría alguna vez Isabel I de Castilla y su esposo Fernando II de Aragón? La expoliación hecha por ellos no era la primera que ocurría en la Historia de España, dudosa fue la legitimidad de Fernando el de Antequera para suceder a don Martín el Humano, y, en Castilla, Sancho IV usurpó el trono al infante de la Cerda; Enrique II, el Fratricida, a los sucesores de Pedro I. Pero, en palabras de Alfredo Opisso, 'todo se absuelve en virtud del principio de los "hechos consumados", separando así la política de la ética'.
Los cronistas de estos reyes son en gran medida aduladores, tanto en lo que se refiere a lo físico, o naturaleza corpórea, como a lo moral, así, por ejemplo, Fernando del Pulgar, en 'Crónicas de los Reyes Católicos, hace es 'Retrato de la Reina Isabel la Católica'.
Esta reina era de comunal estatura, bien compuesta en su persona y en la proporción de sus miembros, muy blanca y rubia, los ojos entre verdes y azules, el mirar gracioso y honesto, las facciones del rostro bien puestas, la cara toda muy hermosa y alegre. Era mesurada en la continencia y movimientos de su persona; no bebía vino. Era muy buena mujer muy buena mujer; placíale tener cerca de sí mujeres ancianas que fuesen buenas y de linaje. Criaba en su palacio doncellas nobles, hijas de grandes de sus reinos [...] Hasta poner gran diligencia en la de ellas y de las otra mujeres de su palacio [...] Aborrecía mucho las malas. Era muy cortés en sus hablas. Guardaba tanto la continencia del rostro, que aún en los tiempos de su partos encubría su sentimiento, esforzándose a no decir ni mostrar la pena que en aquella hora sienten y muestran las mujeres. Amaba mucho al rey su marido, y celábalo fuera de toda medida. Era mujer muy aguda y discreta, lo cual vemos raras veces concurrir en una persona; hablaba muy bien , y era de tan excelente ingenio , que en común de tantos y tan arduos negocios como tenía en la gobernación de sus reinos , se dio al trabajo de aprender letras latinas y alcanzó en tiempo de un año saber en ellas tanto , que entendía cualquier habla o escritura latina. Era muy católica y devota , hacía limosnas secretas y en lugares debido, honraba las casas de oración, visitaba con voluntad los monasterios y casas de religión [...]
Placíale la conversación de personas religiosas y de vida honesta [...] Era muy iniciada a hacer justicia, tanto que le era imputado seguir más la vía de rigor que la de piedad [...]Esta reina era de comunal estatura, bien compuesta en su persona y en la proporción de sus miembros, muy blanca y rubia, los ojos entre verdes y azules, el mirar gracioso y honesto, las facciones del rostro bien puestas, la cara toda muy hermosa y alegre. Era mesurada en la continencia y movimientos de su persona; no bebía vino. Era muy buena mujer muy buena mujer; placíale tener cerca de sí mujeres ancianas que fuesen buenas y de linaje. Criaba en su palacio doncellas nobles, hijas de grandes de sus reinos [...] Hasta poner gran diligencia en la de ellas y de las otra mujeres de su palacio [...] Aborrecía mucho las malas. Era muy cortés en sus hablas. Guardaba tanto la continencia del rostro, que aún en los tiempos de su partos encubría su sentimiento, esforzándose a no decir ni mostrar la pena que en aquella hora sienten y muestran las mujeres. Amaba mucho al rey su marido, y celábalo fuera de toda medida. Era mujer muy aguda y discreta, lo cual vemos raras veces concurrir en una persona; hablaba muy bien , y era de tan excelente ingenio , que en común de tantos y tan arduos negocios como tenía en la gobernación de sus reinos , se dio al trabajo de aprender letras latinas y alcanzó en tiempo de un año saber en ellas tanto , que entendía cualquier habla o escritura latina. Era muy católica y devota , hacía limosnas secretas y en lugares debido, honraba las casas de oración, visitaba con voluntad los monasterios y casas de religión [...]
Quería que sus cartas y mandatos fuesen cumplidos con diligencia. Esta reina fue la que extirpó y quitó la herejía que había en los reinos de Castilla y Aragón. de algunos cristianos
de linaje de los judíos que tornaban a jadaizar e hizo que viviesen como buenos cristianos [...] Era mujer de gran corazón, encubría la ira y disimulaba; y por esto que de ella se conocía, así los grandes señores del reino como todos los otros en general la temían mucho y guardaban de caer en su indignación [...] Y era firme en sus propósitos, de los cuales se retraía con gran dificultad. Y érale imputado que no remuneraba bien los servicios que en aquellos tiempos le fueron hechos, y por esto decían de ella que no era muy franca [...] Era mujer muy ceremoniosa en los vestidos y arreos y en sus estrados y asientos y en el servicio de su persona y quería ser servida de hombres grandes y nobles, y con grande acatamiento y humillación [...]. Y como quiera que por esta condición le era imputado algún vicio, diciendo ser pompa demasiada [...]
El Bachiller Andrés Bernáldez en la segunda parte de su obra 'Historia de los Reyes Católicos, D. Fernando y Dª Isabel', en el capítulo CCII, titulado 'Elogio de la reina Isabel la Católica', expone los más exaltados atributos.
[...] ¿Quién podría contar las excelencias desta cristianísima y bien aventurada reina, muy digna de loada por siempre? Allende de ella ser castiza y de tan nobilísima y excelentísima progenie de mujeres reinas de España, como por las crónicas se manifiesta, tuvo ella otras muchas excelencias de que Nuestro Señor la adornó, en que excedió y traspasó a todas las reinas, así cristianas como de otra ley, que antes de ella fueron [...] Por ella fue librada Castilla de ladrones y robadores y bandos y salteadores de los caminos, de lo cual era llena cuando comenzó de reinar.. Por ella fue destruida la soberbia de los malos caballeros, que eran traidores y desobedientes a la corona real. Por ella fue quemada y destruida la pésima y aborrecible herejía mosaica, talmudista, judaica, que poco menos toda España tenía inficionada y trabada [...] Fue muy prudentísima reina, muy católica en la santa fe [...] Fue muy devotísima y muy obediente a la santa madre iglesia, contemplativa y muy amiga y devota de la santa fe [...] de la santa y limpia religión. Hizo corregir y castigar la gran disolución y deshonestidad que había en sus reinos cuando comenzó a reinar entre los frailes y monjas de muchos monasterios que vivían muy deshonestas. [...] Junto con su marido iba a la guerra [...] Viendo los inconvenientes y daños que procedían de los judíos y moros a los católicos cristianos, desterró de España para siempre jamás, e hizo convertir a los moros por fuerza [...] Fue muy esforzadísima, muy poderosa, prudentísima, sabia, honestísima, casta, discreta, cristianísima, verdadera, clara, sin engaño, muy buena casada, leal y verdadera y sujeta a su marido, muy amiga de los buenos y buenas, así religiosos como seglares, limosnera y edificadora de templos y monasterios e iglesias [...] Fue muy feroz y enemiga de los malos y de las malas mujeres. Fue mujer hermosa, de muy gentil cuerpo y gesto y composición, muy celosa del pro y bien de sus reinos y de la justicia y gobernación de ellos. Soberana en el mandar, muy liberal en sus justicias, justa en sus juicios, siempre poseída de muy alto Consejo, sin el cual nunca se movía. Amiga de su casa, reparadora de sus criadas y de sus doncellas, muy concertada en sus hechos. Celosa de su casa, dio de sí muy grande ejemplo de buena casada ca durante el matrimonio de su casamiento y reinar nunca hubo en su corte otros privados con que el amor se pusiese y el afición, sino ella del rey el rey de ella. Fue la más temida y acatada reina que nunca fue en el mundo, ca todos los duques, maestres, condes, marqueses, grandes señores la temían y habían temido della.
El elogio que los cronistas hacen de su prosopografía es un tanto inadecuado, es pasarse de la raya, no fue una mujer de bandera, ni con mucho. Pudo ser atractiva, quizá haciendo el paso de los años mucha mella en ella. En cuanto a su etopeya, se encuentran en los cronistas la consignación de cualidades contradictorias. Como es visible, ahí esta la Historia, no fue un ángel por su bondad, belleza e inocencia, cualidades de éstos, en todo caso un ángel patudo, por cuanto se halla muy lejos de tener la inocencia y buena cualidades bastantes historiadores le atribuyen. Estamos viendo y seguiremos contrastando, comprobando, la exactitud o autenticidad de cuantos elogios se le han prodigado, sin que falte, cual no podía dejar de ser, los contrincantes de los erróneos interpretes o, peor aún, caídos en la adulación, tratándose de su contemporáneos. Ni fue una venus ni fue angelical en ningún aspecto.