miércoles, 30 de agosto de 2017

La controvertida Isabel la Católica. (Primera parte)

Es llamada 'la Católica', porque así lo quiso el papa, tan imperfecto como tal, valenciano Alejandro VI, otorgando una bula en Roma el 14 de enero de 1495. Tiene buena prensa, goza de buena fama, y tiene mala prensa, o mala fama. Sabido es que ser católico no equivale a ser persona íntegra, recta, proba, intachable, ni mucho menos. Es cuestión que harto tengo tratada y que no hace al caso dilucidar aquí, dejemos a las trotaconventos y a los meapilas Por otra parte, va a quedar puesto de manifiesto en este artículo en torno a su figura o función de reina. Ya originariamente es muy significativo cómo llegó a serlo: 'Cueste lo que cueste, caiga quien caiga'. Para mí el mejor significado de esta expresión es: 'algo debe hacerse o suceder irremediablemente, no importa el costo, o quienes resulten perjudicados'. O, 'caiga quien caiga, se refiere a que no habrá miramiento con nadie en el empeño que se emprende'. Y cayó, sin que tuviera el menor respeto, su medio sobrina e ahijada Juana de Trastámara, hija de su hermano de padre Enrique IV y de la segunda esposa de éste, Juana de Portugal. Juana I de Castila tuvo un reinado efímero -30 de mayo de 1475 a 1479, que manu militari, por la fuerza de las armas, se le arrebató. Hija biológica o no, del rey, como tal estaba reconocida y, por consiguiente, legalmente le correspondía reinar. Juana I de Castilla sería con el tiempo la hija de los usurpadores del trono -no le obtuvieron, insisto, por la fuerza de la razón, sino por la razón de la fuerza, razón bastarda- y en ella -también Juana y Trastámara, ambas medio primas hermanas- recibieron de la Providencia sus padres  gran castigo. ¿Lo pensaría  alguna vez Isabel I de Castilla y su esposo Fernando II de Aragón? La expoliación hecha por ellos no era la primera que ocurría en la Historia de España, dudosa fue la legitimidad de Fernando el de Antequera para suceder a don Martín el Humano, y, en Castilla, Sancho IV usurpó el trono al infante de la Cerda; Enrique II, el Fratricida, a los sucesores de Pedro I. Pero, en palabras de Alfredo Opisso, 'todo se absuelve en virtud  del principio de los "hechos consumados", separando así la política de la ética'.

Los cronistas de estos reyes son en gran medida aduladores, tanto en lo que se refiere a lo físico, o naturaleza corpórea, como a lo moral, así, por ejemplo, Fernando del Pulgar, en 'Crónicas de los Reyes Católicos, hace es 'Retrato de la Reina Isabel la Católica'.

Esta reina era de comunal estatura, bien compuesta en su persona y en la proporción de sus miembros, muy blanca y rubia, los ojos entre verdes y azules, el mirar gracioso y honesto, las facciones del rostro bien puestas, la cara toda muy hermosa y alegre. Era mesurada en la continencia  y movimientos de su persona; no bebía vino. Era muy buena mujer muy buena mujer; placíale tener cerca de sí mujeres ancianas que fuesen buenas y de linaje. Criaba en su palacio doncellas nobles, hijas de grandes de sus reinos [...] Hasta poner gran diligencia en la de ellas y de las otra mujeres de su palacio  [...] Aborrecía mucho las malas. Era muy cortés en sus hablas. Guardaba tanto la continencia del rostro, que aún en los tiempos de su partos encubría su sentimiento, esforzándose a no decir ni mostrar la pena que en aquella hora sienten y muestran las mujeres. Amaba mucho al rey su marido, y celábalo fuera de toda medida. Era mujer muy aguda y discreta, lo cual vemos raras veces concurrir en una persona; hablaba muy bien , y era de tan excelente ingenio , que en común de tantos y tan arduos negocios como tenía en la gobernación de sus reinos , se dio al trabajo de aprender letras latinas y alcanzó en tiempo de un año saber en ellas tanto , que entendía cualquier habla o escritura latina. Era muy católica y devota , hacía limosnas secretas y en lugares debido, honraba las casas de oración, visitaba con voluntad los monasterios  y casas de religión [...]
Placíale la conversación de personas religiosas y de vida honesta [...] Era muy iniciada a hacer justicia, tanto que le era imputado seguir más la vía de rigor que la de piedad [...]
 Quería que sus cartas y mandatos fuesen cumplidos con diligencia. Esta reina fue la que extirpó y quitó la herejía que había en los reinos de Castilla y Aragón. de algunos cristianos 
de linaje de los judíos que tornaban a jadaizar e hizo que viviesen como buenos cristianos [...] 
Era mujer de gran corazón, encubría la ira y disimulaba; y por esto que de ella se conocía, así los grandes señores del reino como todos los otros en general la temían mucho y guardaban de caer en su indignación [...] Y era firme en sus propósitos, de los cuales se retraía con gran    dificultad. Y érale imputado que no remuneraba bien los servicios que en aquellos tiempos le fueron hechos, y por esto decían de ella que no era muy franca [...] Era mujer muy ceremoniosa en los vestidos y arreos y en sus estrados y asientos y en el servicio de su persona y quería ser servida de hombres grandes y nobles, y con grande acatamiento y humillación [...]. Y como quiera que por esta condición le era imputado algún vicio, diciendo ser pompa demasiada [...] 

El Bachiller Andrés Bernáldez en la segunda parte de su obra 'Historia de los Reyes Católicos, D. Fernando y Dª Isabel', en el capítulo CCII, titulado  'Elogio de la reina Isabel la Católica', expone los más exaltados atributos.

[...] ¿Quién podría contar las excelencias desta cristianísima y bien aventurada reina, muy digna de loada por siempre? Allende de ella ser castiza y de tan nobilísima y excelentísima progenie de mujeres reinas de España, como por las crónicas se manifiesta, tuvo ella otras muchas excelencias de que Nuestro Señor la adornó, en que excedió y traspasó a todas las reinas, así cristianas como de otra ley, que antes de ella fueron [...] Por ella fue librada Castilla de ladrones y robadores y bandos y salteadores de los caminos, de lo cual era llena cuando comenzó de reinar.. Por ella fue destruida la soberbia de los malos caballeros, que eran traidores y desobedientes a la corona real. Por ella fue quemada y destruida la pésima y aborrecible herejía mosaica, talmudista, judaica, que poco menos toda España tenía inficionada y trabada [...] Fue muy prudentísima reina, muy católica en la santa fe [...] Fue muy devotísima y muy obediente a la santa madre iglesia, contemplativa y muy amiga y devota de la santa fe [...] de la santa y limpia religión. Hizo corregir y  castigar la gran disolución y deshonestidad que había en sus reinos cuando comenzó a reinar entre los frailes y monjas de muchos monasterios que vivían muy deshonestas. [...] Junto con su marido iba a la guerra [...] Viendo los inconvenientes y daños que procedían de los judíos  y moros a los católicos cristianos, desterró de España para siempre jamás, e hizo convertir a los moros por fuerza [...] Fue muy esforzadísima, muy poderosa, prudentísima, sabia, honestísima, casta, discreta, cristianísima, verdadera, clara, sin engaño, muy buena casada, leal y verdadera y sujeta a su marido, muy amiga de los buenos y buenas, así religiosos como seglares, limosnera y edificadora de templos y monasterios e iglesias [...] Fue muy feroz y enemiga de los malos y de las malas mujeres. Fue mujer hermosa, de muy gentil cuerpo y gesto y composición, muy celosa del pro y bien de sus reinos y de la justicia y gobernación de ellos. Soberana en el mandar, muy liberal en sus justicias, justa en sus juicios, siempre poseída de muy alto Consejo, sin el cual nunca se movía. Amiga de su casa, reparadora de sus criadas  y de sus doncellas, muy concertada en sus hechos. Celosa de su casa, dio de sí muy grande ejemplo de buena casada ca durante el matrimonio de su casamiento y reinar nunca hubo en su corte otros privados con que el amor se pusiese y el afición, sino ella del rey el rey de ella. Fue la más temida y acatada reina que nunca fue en el mundo, ca todos los duques, maestres, condes, marqueses, grandes señores la temían y habían temido della.  

El elogio que los cronistas hacen de su prosopografía es un tanto inadecuado, es pasarse de la raya, no fue una mujer de bandera, ni con mucho. Pudo ser atractiva, quizá haciendo el paso de los años mucha mella en ella. En cuanto a su etopeya, se encuentran en los cronistas la consignación de cualidades contradictorias. Como es visible, ahí esta la Historia, no fue un ángel por su bondad, belleza  e inocencia, cualidades de éstos, en todo caso un ángel patudo, por cuanto se halla muy lejos de tener la inocencia y buena cualidades bastantes historiadores le atribuyen. Estamos viendo y seguiremos contrastando, comprobando, la exactitud o autenticidad de cuantos elogios se le han prodigado, sin que falte, cual no podía dejar de ser, los contrincantes de los erróneos interpretes o, peor aún, caídos en la adulación, tratándose de su contemporáneos. Ni fue una venus ni fue angelical en ningún aspecto.

 
 Así retratan los cronistas coetáneos a Fernando II de Aragón.

Hemos visto cómo lo hace Fernando del Pulgar a Isabel I de Castilla, y he aquí cómo lo efectúa de su marido. 

Este rey era home de mediana estatura, bien proporcionado en sus miembros, en la facciones de su rostro bien compuesto, los ojos rientes, los cabellos prietos e llanos, e home bien complisioado. Tenía una fabla igual, ni presurosa ni mucho espaciosa. Era de buen entendimiento e muy templado en su comer e beber, y en los movimientos de su persona; porque ni la ira ni el placer facía en él alteración. Cualgaba muy bien a caballo en silla de la guisa  e de la gineta, justaba sueltamente e con tanta destreza, que ninguno en todos sus Reynos lo facía mejor. Era gran cazador de aves, e home de buen esfuerzo, e gran trabajador en las guerras. De se natural condición era inclinado a facer justicia, e también era piadoso , e compadecíase de los miserables que veía en alguna angustia . E había una gracia singular, que cualquiera que con él fablase, luego le amaba e le deseaba servir, porque tenía la comunicación amigable. Era asimismo remitido a consejo, en especial de la Reina su mujer, porque conocía su gran suficiencia; desde su niñez fue criado en guerras, do pasó muchos trabajos e peligros de su persona. E porque todas sus rentas gastaba en la cosas de la guerra, y estaba en continuas necesidades, no podemos decir que era franco. Home era de verdad, como quiera que las necesidades grandes en que le pusieron las guerras, le facían algunas veces variar. Placíale jugar todos juegos de pelota e axedrez  e tablas, y en esto gastaba algún tiempo más de lo que debía ; e como quiera que amaba mucho a la Reina su mujer, pero dábase a otras mujeres. Era hombre muy tratable con todos, especialmente con sus servidores continuos. 

 Lo de amar mucho a la reina, pero se daba a otras mujeres, es algo especial, singular, particular, mas cierto que Fernando se las gastaba así. Antes de su matrimonio con Isabel tuvo  relaciones catalana Aldonza Ruiz de Ivorra, naciendo, ya casado Fernando, su hijo Alfonso de Aragón, que fue arzobispo de Zaragoza, colaborador y consejero político y virrey de Aragón hasta su sobrino Carlos I.  Con Aldonza tuvo después a Juana, condesa de Haro, así, pues, Alfonso y Juana eran hermanos de padre y madre. Casó Juana con el condestable de Castilla Benardino Fernández de Velasco y Mendoza. La amante del rey contrajo matrimonio con Francisco Galcerán Castro y de Pinós, VII vizconde Ebol y de Canet, Barón de Pinós y de Mataplana, con quien tuvo dos hijos, Francisco y Juan Jordán. El primero matrimonió con su pariente Leonor de Castro, y el segundo fue abad de san Pedro de Roda, obispo de Agrigento, Gobernador del Castillo Sant'Angelo. En 1496 fue nombrado cardenal por el papa Alejandro VI.

Aldonza - 1454 - 1616

Era bella, aun cuando no es foto auténtica, pues corresponde a la película y es personaje interpretado por la actriz Blanca Espino. Sabía Aldonza lo muy mujeriego que era Fernando.

Tuvo más descendencia bastarda: Con Toda Larrea, a María, abadesa de Nuestra Señora de Gracia el Real de Madrigal de las Altas Torres. Con Juana Pereira, una noble portuguesa, a María Esperanza que también fue abadesa del mismo convento agustino. En época de su sobrino Carlos fueron por este visitadas y mantuvieron correspondencia; por su parte dejó con ellas, bajo su tutela, a Juana, una de sus hijas ilegítimas, que murió en la infancia. Entre las prebendas que concedió al convento está la de la cesión, para su uso y disfrute, del palacio de Juan II de Castilla, donde su segunda mujer, Isabel de Portugal, dio a luz a Isabel la Católica. 

Los continuos devaneos de él, a veces no tan pasajeros, fueron para ella una constante de amargura, se hallaba a años luz de poder ser consentidora, y las trifulcas por este muy justificado motivo estaban a la orden del día. Isabel siempre que se enteraba de un nuevo lío o de otro hijo de su marido montaba en cólera y le sometía a dieta sexual en cuanto a ellos, se negaba, pues, a cohabitar con él una temporada. Era ella -y que me perdonen sus panegeristas- sumamente autoritaria, muy revalida de su poder, exigente, y parece ser que él se quejó alguna vez de lo difícil que era darle gusto. La pasión de mandar -dice Voltaire- es la más terrible de todas las enfermedades del espíritu humano. Incuestionablemente tuvo a ella supeditado a Fernando el Católico, si no como marido, sí como persona y político. A este fin se quejan los historiadores aragoneses, y no aragoneses, de lo que de preponderante tuvo la política de Castilla, siendo así que el reino de Aragón era no menos importante. Historiador hay que reprocha a Fernando el Católico que permitiera una improcedente unión, que 'abandonó su casa para ir a vivir a la de la mujer, en lugar de venirse la mujer a la del marido, como era lo racional, lo natural y lo lógico'.  Recordemos que ya al inicio del reinado hubo disensiones entre el matrimonio, porque él no concebía que reinara una mujer, y que ella amorosamente  le hizo transigir. .        .        
                                                                                   
Maquiavelo le juzga 'más astuto y afortunado que sabio y prudente',  le atribuye astucia y buena fortuna más bien que saber y prudencia. Felipe admiraba grandemente a su bisabuelo paterno, refiere Baltasar Gracián que se inclinaba ante su retrato y  comentaba: A este le debemos todo. El conde-duque de Olivares proponía a Felipe IV que siguiera los pasos de don Fernando, el "rey de reyes". Acaso hay ditirambo, es decir, alabanza exagerada, encomio excesivo. Aragón no se unió realmente a Castilla hasta la muerte de Fernando y entrega a Carlos I por el ya citado virrey, hijo del rey. Pero los aragoneses deseaban separarse de Castilla y ofrecieron la corona a don Fernando, duque de Calabria, hijo de Fabrique III de Nápoles , que estaba prisionero en Játiva (Valencia), el cual se negó a aceptarla. El mismo Fernando el Católico trató de que continuara independiente el reino de Aragón y por ello y para ello ansiaba tener un hijo con su segundo esposa Germana de Foix, tuvo a Juan - 3 de mayo de 1509- que murió a las pocas horas de nacer. Persistiendo en la idea, entregado  al sexo con su joven esposa -ella tiene unos treinta y seis años menos-, murió  en Madrigalejo (Cáceres) el 23 de enero de 1516  a la edad de 64 años. Su nieto Carlos se enamoró de su abuelastra;  con la viuda de su abuelo materno, tiene una hija, Isabel de Castilla, mas cuando va contraer matrimonio con Isabel de Portugal -hija de Manuel I de Portugal y de María de Aragón, hija de los Reyes Católicos, prima hermana, por tanto, suya- , la casa con Juan de Brandenburgo y les hace virreyes de Valencia. Al morir este segundo marido de Germana, contrae terceras nupcias con Fernando de Aragón, noble de Nápoles duque de Calabria y continúa ostentando el virreinato de Valencia.  

Maquiavelo da mentís indirectamente a la afirmación de que los Reyes Católicos fueron muy compasivos. Ni lo eran ni las circunstancias se lo permitían.

Capítulo XVII: De la crueldad y la compasión y de si es mejor se amado que temido o lo contrario

Es virtuoso ser compasivo. También conviene serlo, solo que dependiendo del uso que se haga de esa compasión. No debe el príncipe preocuparse de ser cruel si ello le resulta efectivo. De hecho le resulta efectivo y, además, si se pretende ser compasivo se acaba necesariamente teniendo que ser más cruel que si se es cruel desde el inicio. La diferencia está en que si desde el inicio se cometen las crueldades necesarias (tal es la "compasión bien usada"), luego no e tendrá que seguir ese camino; mientras que si se lo evita, se acabará por tener que cometer, para conservar el Estado, muchas más y mayores crueldades (compasión "mal usada") 

De lo anterior surge la pregunta de si es mejor ser amado que temido o lo contrario. Maquiavelo aconseja a los príncipes que deben ser amados y temidos simultáneamente. Pero como estas relaciones raramente existen al mismo tiempo, aclara es preferible ser temido que amado. Fundamenta su pensamiento en que en el momento de una revolución el pueblo puede que se olvide del amor, pero el temor siempre le perseguirá. En consecuencia, si un soberano es temido hay menos posibilidades de que sea destronado. Además Maquiavelo aconseja que sobre todas las cosas uno siempre debe evitar ser odiado, ya que en esa situación nada impedirá que termine destronado. Para evitar ser odiado el príncipe nunca debe proceder contra la familia de sus súbditos (salvo con manifiesta y conveniente justificación) pero especialmente debe cuidarse interferir con los bienes de sus súbditos ni con sus esposa: "Los hombres olvidan antes la muerte del padre que la pérdida del patrimonio". Además es necesario ser cruel con el ejército para mantenerlo unido y bien dispuesto. 

Fueron maquiavélicos en cuanto astutos, engañosos. No creo en la acrisolada bondad, que adjudicaron a esta reina sus admiradores. Se puede admirarla en varias cualidades y hechos; ahora bien, no es 'plena de gracia como el Ave Mará', como a decir del poeta Amado Nervo lo era Ana Luisa Dailliez, su amada. Lo fue en vida, y lo fue "inmóvil" -'La amada inmóvil'-. Los Reyes Católicos no se amaban tanto, se toleraban y se necesitaban recíprocamente Ni el rey consorte de Castilla, ni la reina consorte de Aragón se movían tan alto, cual este poeta con la que reinaba en su alma. 

Los Reyes Católicos dieron nuevo impulso  la Inquisición, que de Aragón la extendieron a todo el territorio español; la pusieron al servicio del absolutismo real. Pasó a actuar en nombre del rey, empezando todos sus documentos con la fórmula: "Su Majestad manda..." Los inquisidores eran elegidos y pagados por los reyes, aunque teóricamente fueran delegados del papa, quien les otorgaba facultades canónicas omnímodas. El Concilio de Letrán )1179) había prohibido que los clérigos mataran a sus semejantes, por lo que era el gobernador civil el que se encargaba de quemar el hereje en la plaza pública. Santo Domingo de Guzmán, fundador de la orden dominicana, consiguió que le fueran confiada la empresa consistorial. Sabido es que Tomás de Torquemada fue el primer Inquisidor General de Castilla y Aragón. Muchos hijos de los judíos ingresaron en el clero, como manera más clara de comprometerse con la nueva religión, tal como Juan de Torquemada -cardenal, teólogo y prior de los dominicos de Valladolid-, sobrino de él era el citado Tomás, confesor de la Reina, también dominico. Fue considerado 'el martillo de los herejes la luz de España, el salvador de su país, el honor de la orden', según palabras del cronista Sebastián de Olmedo. Le sucedió fray Diego de Deza, obviamente también dominico, que fue arzobispo de Sevilla y preceptor del príncipe Juan. También fue obispo de Zamora, Salamanca, Palencia y Jaén. Por orden de Felipe el Hermoso fue destituido de inquisidor y se subdelegó en el obispo de Catania. Al morir dicho monarca en el mismo año, Deza intentó recuperar el puesto, pero en 1507 Fernando el Católico puso al cardenal Cisneros. 

En Isabel de Trastámara hay virtudes y defectos, aciertos y desaciertos, porque así es por regla general el ser humano, y ella, evidentemente, no ha constituido excepción, lo diga quien lo diga, empezando por los historiadores casi por los Reyes Católicos creados y para su servicio. Muere la propaganda, la prensa, de todos los acontecimientos políticos -los nazis, por ejemplo, organizaron la suya-, mas la de Isabel y Fernando, con gran impacto en la Historia, es perdurable, influye en la actualidad, aunque no tanto que hasta el punto, ni mucho menos, de que no se establezca controversia. Y en la historiografía de este reinado continuaré próximamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario