domingo, 20 de junio de 2021

La mujer y el hombre ¿semejantes o dispares?

                                        


Hay misóginos, sí, pero en muchos dándose el caso de una misoginia acompañada, así, por ejemplo, Benito Pérez Galdós que jamás quiso casarse, lo que no fue obstáculo para vivir largos años con su colega Emilia Pardo Bazán, y no fue la única mujer que figuró en su vida. Ya dice lord  Byron: 'cuanto más miro a los hombres, menos me gustan; si pudiera decir lo mismo de las mujeres, todo iría a maravilla'.  Para otro pesimista, el propio creador de la filosofía pesimista, Schopenhauer, el matrimonio es nefasto, lo considera como 'guerra y miseria', y a la mujer como 'animal de  cabellos largos e inteligencia corta'. En esta aversión a la mujer y, consecuentemente,  al matrimonio, refiere el emperador Marco Aurelio, en su  'Libro áureo', el caso de Ciceró
Fue tan remoto de las mujeres  como cuan propincuo a los libros. Pues viéndole su Senado quebrantado en las cosas públicas y descuidado en las recreaciones naturales, rogáronle con gran instancia se  quisiese casar, porque de tan señalado sabio quedas memoria para los siglos venideros, y, como fuese tan grande  la importunación del Senado como  su resistencia respondió:

<No quiero casarme, porque si es mujer  fea, téngola de aborrecer; si rica, de sufrir; si pobre, de mantener; si hermosa, de guardar Pues cualquiera de estas landres, abasta para matar mil hombres>                        .  

Este tema es amplio y complejo, la coyunda matrimonial tiene infinitos detractores en la Literatura y en el hombre de la calle. Al ser interrogado sobre la conveniencia de casarse respondió: 'Cualquiera de las dos cosas que hagas, te va a pesar'. Para mí, el autor de 'Casa de muñecas' da en el clavo a este interrogante al exponer: 'el amor no exige una esposa,  sino una mujer, y si esta mujer no fue creada para ser nuestra esposa, todo se ha perdido'.  A lo largo de la historia un sinnúmero de  hombres  pueden decir como Adán a  Dios: 'Señor, la mujer que me diste me ha engañado'. Sófocles recomendaba casarse, aconsejaba así: 'cásate: si por casualidad das con una buena mujer, serás feliz, si no, te convertirás en filósofo, lo que siempre es útil para un hombre'. Mejor será convertirse en filósofo como Schopenhuaer, sin previo matrimonio desgraciado.   

Si la mujer tiene detractores, maldicientes, no está exenta, ni mucho menos, de admiradores exaltadores, aunque más bien de su belleza física, y así Francisco de Quevedo dirá: 'quien no ama con todos sus cinco sentidos a una mujer hermosa no estima no estima a la naturaleza su mayor cuidado y su mejor obra. Exaltar su alma ya es otra cosa, aquí le niega toda belleza nuestro novelista Armando Palacios Valdés llegando a decir: 'aunque ustedes los poetas no se cansan de llamarlas ángeles y canten su idealismo, yo no conozco nada tan prosaico como y  mezquino que el alma de la mujer'. Este aserto de Quevedo es similar al que ya pensó Sócrates: 'la belleza de la mujer se halla iluminada por una luz que nos lleva y convida a contemplar el alma que tal cuerpo habita , y si aquélla es tan bella como ésta, es imposible no amarla'. Acabamos de saber por el autor de 'La Fe' del alma baladí de la mujer. 

En esta pugna entre unos y otros ocurre que algunos exponen ideas contradictorias, tal nuestro Premio Nobel Jacinto Benavente quien  rechazando  ingeniosamente  acudir e intervenir en una charla de feminismo, se disculpó diciendo: 'yo no hablo a tontas y a locas'. Él, sin embargo, escribe en 'Cartas a mujeres' de ellas elogiosamente. En el prólogo de este libro expone: '... pero un libro dedicada a vosotras, ha de tener, aunque no sea más que de soslayo, algún reflejo vuestro de bondad y belleza;  que vosotras, mujeres, cuando sois bonitas estáis dispensadas de ser buenas; cuando sois buenas no necesitáis ser bonitas, y cuando sois bonitas y buenas no hay sino adorados de rodillas como a trasunto de la Divinidad en la tierra.   

Es de los grandes elogios a la mujer que registra la historia. Pero murió soltero, y siempre sin mujer.  No le basta lo dicho, ha de redondear su encomio:'Sin vosotras -escribe- no existiría el Arte, porque el Arte es el amor, y el Arte sin amor fuera el culto de una religión sin Dios'. Ganivet tampoco concibe el Arte sin intervención del amor  'Tú que crees que exagero la parte que el amor tiene en el arte, hay que recocer que yéndose Dulcinea nos quedamos sin Don Quijote'. Finaliza Benavente su enaltecimiento bendiciendo el Arte y la mujer: '¡Bendito el Arte, porque es Amor, pero bendito el Amor antes! Y vosotras, mujeres, eterno femenino, del Amor y del Arte,¡benditas sobre todo!'.         

No habla de la que no es bonita ni buena. ¡Mal guiso! Para Shakespeare, como sabemos, 'la mujer es un manjar digno de los dioses cuando no la guisa en diablo'. A Julieta y a Desdémona no las guisó el diablo, mas es seguro que sí a Gertrudis, esposa del rey Hamlet, madre del príncipe, y luego esposa de Claudio hermano y asesino de su marido Pero ya hemos visto que para algunos autores la mujer es únicamente un mal manjar amargo. 

Concepto de la mujer en la Biblia.                            

En el Eclesiastés leemos.'Por más que busqué, no encontré no encontré; entre mil se puede encontrar  un hombre cabal, pero mujer cabal, ni una entre todas'. Y en el Eclesiástico: 'menos te dañará la malignidad del hombre que la mujer suave, la cual acarrea la confusión e ignominia'. Varios libros de la Biblia, que sería digresión seguir, infaman la mujer, valga lo citado como muestra de machismo; tras de ser machista es de acendrado pesimismo, menos mal que no deja de admitir la mujer buena. 

En dicho libro de El Eclesiástico expone en su capítulo 26 

 Dichoso el marido de una mujer virtuosa. virtuosa porque será doblado el número de sus años La mujer fuerte es el consuelo de su marido, y le hace vivir en paz los años de su vida. Es una suerte dichosa los años de su vida. Es una suerte dichosa la mujer buena. Suerte que tocará al que teme a Dios, y le será dada al hombre por sus buenas obras.  

Que me perdone el autor del libro, pero no toca el dar con una mujer buena el que teme a Dios, ¡cuántas víctimas hay en el matrimonio de quienes temen a Dios!  Lo evidente es el versículo 1 del capítulo 14 del libro de lo Proverbios, que quiero especialmente subrayar: 

LA MUJER PRUDENTE EDIFICA O REALZA SU CASA: LA :  NECIA, AUN LA YA EDIFICADA, LA DESTRUIRÁ CON SUS MANOS.

Esto lo corrobora el filósofo y escritor ginebrino Federico Amiel, autor del más extenso diario que se ha escrito y a quien el doctor e historiador Marañón tomó como modelo de su estudio sobre la timidez.                                           

Afirma Amiel que 'la mujer es la salvación o la pérdida de su familia'. Ello en sentido negativo es un hecho que hogaño se da mucho menos que antaño al haber cambiado ostensiblemente la instrucción de la mujer. El bien o el mal que puede originar la mujer a su casa y familia lo indican más autores, así, por ejemplo, el madrileño jurista y escritor Antonio Zozaya: 'allí donde no hay mujer de su casa, no hay casa'.

Hacia la imparcialidad de juicio sobre la mujer.

Ella ha sido siempre el vagón de cola en la sociedad, ya bajo criterio religioso, ya bajo criterio civil, hasta surgir el movimiento feminista  al que ya dediqué un artículo en mí blog y bastantes años atrás otro en papel en El Adelantado de Segovia. ¿A día de hoy se ha reivindicado la mujer?  Un logro muy importante fue el obtenido por Clara Campoamor en 1931, es decir, el sufragio femenino. Ha demostrado que no es de menor intelecto que el hombre, el cual para tenerla domeñada le impidíó  estudiar mientras pudo. Si a los sentimientos nos referimos, no es como regla general peor ni mejor que él, solo es por regla general menos fuerte físicamente. Si hay santos, hay santas; si hay ladrones y asesinos, hay ladronas y asesinas. Delitos quedan impunes en uno y otro sexo, y si hay cárcel para hombres, la hay también para mujeres. 

Hay incuestionablemente similitud fundamental aun cuando siempre habrá quien por necedad y congénito machismo lo dé por no admitido. Nunca dejó, sin embargo, de asignarse un importante papel a la esposa como madre. Si grande es el elogio, ya visto, que Benavente hace de la mujer, no le va a la zaga la apología que de ella como madre hace Emilio Castelar con estas líneas en su biografía de 'Byron':

Hay un ser que puede dulcificar todos los dolores, que puede destruir todas las tristes esperanzas, la madre. Dios nos la ha dado para poner una gota de miel con sus puros besos en el acíbar de la vida.  Dios la ha enviado junto a la cuna, para al abrir los ojos, oculten las alas de su amor toda la oscuridad del horizonte que vamos a batallar para para conquistarnos la muerte. Dios ha querido que sus manos plieguen nuestras manos, para las primeras oraciones, y que su sonrisa sea la aurora de lo infinito para la esperanza. .  

Gravitaba sobre Castelar la pesadumbre de que su madre había muerto a consecuencia del disgusto sufrido al enterarse del  enamoramiento que anidó en él por su prima Benita Guijarro y sus relaciones con ella. Rompió a sus veintisiete años de edad el noviazgo y juró no fijarse en mujer alguna. Le atendió a lo largo de su vida su hermana Concha, pero murió mucho antes que él, lo que le motivó avatares por su mala administración. Finalmente he de añadir concluyendo esta visión que tiene del sentido maternal de la mujer:

La razón, los libros, las escuelas, el padre, nos dan las ideas: los sentimientos siempre los dan las madres; el carácter, siempre las madres lo forman 

No hay misógino que haya hablado mejor de la mujer y del amor que él. En su novela 'Ernesto' afirma que  'la mujer es la única flor que esmalta el desierto de la vida'. Y en la comentada biografía escribe:

Cuando las fuertes emociones de un corazón varonil, cuando las rudezas de un carácter que ha peleado mucho, no están por la sonrisa de una mujer querida templados, toman algo de salvaje, como los campos abandonados de cultivo. Después de una tempestad, no hay calma; después de la noche, no hay aurora; después de la duda, no hay fe; después del dolor no hay consuelo. Una vida sin amor es un cielo sin astros.

Aparte estos asertos, admite, lo ve en lord Byron, las espinas del amor. 

Mujer y hombre idénticos y unificados.

El hombre y la mujer fueron hechos por Dios de la misma especie y de idénticas potencias del alma -insisto-: memoria, entendimiento y voluntad, lo único que cambia está en el cuerpo, que no en el alma, es el sexo: varón y hembra. Y nota bene, obsérvese bien, así ocurrió con el animal irracional. Algo sorprendente también es que Adán y Eva desobedecieron al,  Creador y fueron castigados con la muerte, pero ¡por qué ésta alcanzó a todo lo que tiene vida? Y, por otra parte, ¡por qué en el reino animal, al que no deja de pertenecer "ese animal llamado hombre", como le define Anatole France, hay irracionales de más larga vida, y no digamos plantas, esos olivos de Valldemosa (Mallorca).

Perdón por la digresión, y vuelvo a mi tesis aun cuando ya solo sea para apuntar que la diferencia se refiere estrictamente a su idiosincrasia, mas esto también  ocurre entre el mismo sexo. Tanto entre hombres como entre mujeres, y de unos a otras, y viceversa, cuenta mucho la homogeneidad, ya dice Schopenhauer que 'la fuente de todo  agrado es la homogeneidad. Evidentemente que al inteligente le es desagradable el necio, y a éste, aquél. Observemos que se contradice cuando escribe: 'la necedad no perjudica para con las mujeres'. Palmariamente el filósofo de Dantzig es de los misóginos más recalcitrantes.

Habiendo escrito un extenso artículo sobre el feminismo, , publicado en El Adelantado de Segovia, otro en mi blog, he dejado procrastinado tratar de una de las feministas más relevantes: María Laffite y Pérez del Pulgar, condesa de Campo Alange, que fundada el Seminario de Estudios Sociológicos de la Mujer  Ella no dejó de ocuparse extensa e intensamente de la gran figura del feminismo, Concepción Arenal, escribiendo su biografía.                                                

He de cumplir sine die pero de modo inexorable mi deuda de evocar su recuerdo, el de su tarea feminista y producción literaria enfocada a ésta. Entre sus obras figura en mi biblioteca:

                                         
Etcétera. Y -reitero- continuaré en esta temática

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