De la monarquía absit, Dios nos libre, y ya que la llevamos padeciendo treinta y siete años, que nos veamos liberados de ella lo antes posible, que pronto puedan producirse las pertinentes Elecciones Generales. España no es monárquica, ni nación alguna podía serlo con la monarquía que padecemos y sin haberla votado, pues no hay quien ignore que ésta no fue votada por los españoles, sino impuesta por la dictadura franquista, y con este antecedente se pretende por algunos, obviamente con inconfesales fines, no ya de que continúe de por vida el rey colocado por Franco -pudo colocar cualquier otro de los aspirantes que tenía-, también que, en vida o en muerte, el príncipe Felipe herede la finca -léase corona- cuando muy mal asentada, como vemos, está en la cabeza de su padre. Recordemos una vez más la frase de la hija menor de Isabel II, la infanta Eulalia, ninguna corona se ciñe lo suficiente como para no caerse.
De lo "mejor" de nuestra monarquía.
Sin duda el matrimonio Urdangarín-Borbón. Él deportista, que, con todo respeto al deporte, no es el mayor mérito, que digamos, para estar en la lista de sucesión al trono incluso como consorte, según en su día, junto con el igualmente inadecuado matrimonio de la otra infanta, analizó Juan Balansó.
¿Cómo es posible que un presunto señor, encausado por delito tras delito, que le va descubriendo el juez Castro, pueda pensar en irse a Catar
No es a este emirato de Oriente Medio adonde tiene que trasladarse el yerno del rey -¡qué manera de equivocarse o de querer equivocar a españoles y extranjeros!-, donde tiene que ir es a otro catar, el de la cárcel, y no precisamente para catarla. Si, como es de justicia, es condenado este duque, tan especial, a los bastantes años de prisión que suman los delitos que se le acusan. ¿Regresaría para cumplir la condena hallándose en Qatar? Nadie, a no ser una persona de su honorabilidad, que fue al Juzgado de Palma a probar su honor, como dijo a los reporteros que estaban en la puerta. Es imposible pedir la extradición -no existe con este emirato- para que vuelva a España a ocupar el empleo para el que está más cualificado. Se negaría, conforme ya lo hace -él y su compañera, que no sierva- a presentar al juez instructor la declaración de la renta.
El juez considera imprescidible en aras de la justicia ajustar las cuentas también a la mujer de Urdangarín, pues independientemente de que se hayan casado, como ahora alega la defensa de ella, en régimen de separación de bienes, no dejan de tener algunos en copropiedad, por ejemplo Aizoon al 50%, por lo que le reclama presentación de declaraciones de la renta, y con inverosímil soberbia, reforzada ésta al verse apoyada paternalmente, se niega. Y el abogado defensor que siempre ha de buscar alguna evasiva de protección a su cliente sale por peteras: es injerencia en la intimidad de la infanta. Ha sido refutado como sandez, aunque los bufetes de Miguel Roca y Jesúa María Silva sean los dos más caros de España. Y los han elegido el rey y la infanta. Jiménez Losantos, que tanto ha vituperado esta intromisión del rey, ha expuesto con relación al argumento esgrimido por los letrados, la infanta, la monarquía en suma, lo siguiente:
Éste, en su papel de tal, ha debido dejar actuar a la Justicia, además había expuesto lo haría, permanecería al margen; ahora bien, tienen harto probado que quieren ser familia real sin dejar de ser como una familia cualquiera. Nada más absurdo. A este respecto tiene Antonio Gala unas líneas que lo rechazan de plano y lo dejan muy claro, es cita que voy a engarzar aun cuando ya lo hice en otro artículo bajo similar punto de vista. Dice:
Ahora la monarquía sale a toda brida en defensa de Cristina de Borbón al ver
cuando, reitero, su misión es inhibirse, en el mejor de los casos, y ya que no actuó poniendo en práctica el control de la familia a que un rey está obligado, que ya tiene defensa como cualquier ciudadano imputado: asistir con abogado y contar con éste si la imputación se convierte en acusación. Sin que estén en el Olimpo, sino en Zarzuela, lamentablemente los hemos escuchado respirar, en el sentido de dar alguna noticia de sí, como el torpe pronunciamiento a favor de la esposa de Urdangarín, y ya para colmo de impertinente la defensa que se vislumbra de este individuo tan aborrecido de la ciudadanía. Ah, y que el rey volvió a celebrar con él, en familia, la Nochebuena anterior.
Ante esta realidad de la realeza la familia real ha caído en menos credibilidad que los Reyes Magos, que en éstos no deja de creer un sector de la sociedad.
Con el yerno y cuñado, respectivamente, han caido en múltiples contradicciones, de palabra y de acción. Con él actuaron, además, con la lentitud que indica la viñeta. Desde que sospecharon de él hasta que le ordenan irse de España y se fue, hay intervalos de años. Sí, se ve claramente que la Casa Real -en definitiva el rey- tiene un cierto retraso. Ahora, por el contrario, ha habido patende adelanto con referencia al juez Castro: Ayudando a la justicia, Cristina de Borbón no ha debido poner traba a la cita judicial ni a la entrega de sus declaraciones a Hacienda. Y, por supuesto, y en lo que atañe a su marido, no acceder el rey a que se ausente de España. Ya per se, por sí mismo, el hecho de que Urdangarín se lo notifique no revela seriedad por parte alguna e implica falta de respecto al suegro. Luego para redondear lo que ello tiene de extraño, se habla de que a Qatar le acompañará su esposa. Ya dije en otro artículo que puede hacerlo por razón laboral al haber sido despedida de la Caixa, pero que ambos salgan de España estando involucrados -ahora los dos- en un grave asunto judicial de tipo penal es algo tan inconcebible como inadmisible.
Ya veremos -vivir para ver, y a veces es horroroso lo que se ve- qué decisión adopta la sección segunda de la Audiencia de Palma, si se imputa o no a la infanta. Más que en lo expuesto por el Fiscal General del Estado, Eduardo Torres-Dulce, confío en el presidente del Consejo del Poder Judicial, Gonzalo Moliner, que honestamente opina que hay que dejar trabajar al juez instructor, José Castro, y espera que no tenga que pedir amparo, lo que, advierte, puede hacer al CGPJ. Acaso sea ingenuidad concebir esperanza en que el recurso presentado, inesperada, sorprendente, por el fiscal anticorrupción, Pedro Horrach, contra la imputación de la mujer de Urdangarín, se falle a favor del juez Castro. Para ver este resultado deseando estamos los ciudadanos que llegue el 20 de mayo. La ciudadanía reclama al unísono que se haga justicia también con Cristina de Borbón, su condición de infanta no le hace impune e inmune a la ley -tal invunerabilidad sólo afecta al rey-; cúmplase, pues, con ella como con cualquier otra persona, el artículo 14 de la Constitución.
Y adiós muy buenas a una institución caduca.
Las monarquías que en Europa quedan perviven de modo anacrónico -la de España además por el motivo casual ya expuesto-; pasó ya su tiempo -hemos visto cómo lo pone de relieve Antonio Gala-, y el no entenderlo así sólo puede entrañar necedad supina o intereses creados. Y esto de una manera especial en España; por razones de ayer y de hoy. Para las de ayer hace falta conocer plus minusve, más o menos, la Historia; para las de hoy, y allí hasta donde abarque nuestra existencia, basta la Vida, mirarla, concretamente la de la monarquía.
Otro de sus amores es -relato refero, refiero lo que he oído, y leído- su avaricia al dinero. Si el hijo político, Iñaki, lo fuera carnal diríamos que había salido a su padre. Pero al yerno los negocios, sin dejar de ser pingües, le han traido mala suerte. Si no se los hubiera permitido la infanta..., se hubiera evitado el matrimonio el sufrimiento y vergüenza en que se encuentra. Pretender eximir a Cristina de Borbón del trinque acusado a su cónyuge, según tenemos a la vista, es algo que clama al cielo, cuyo hecho manifiestamente escandaloso, a su vez, clama, pide imperiosamente, justicia con él y ella, porque, como dice Jaime Peñafiel, si Urdangarín ha puesto la mano, ella ha puesto la cara. Es insultante para la ciudadanía esta última acción de la monarquía personificada en la infanta imputada en la que incurren tres hechos indignantes para la sociedad: sostener que es inocente, negarse a ser imputada y, por último, a presentar al juez la declaración de la renta.
El juez puede imputarle, debe hacerlo y, tras reunir un cúmolo de pruebas, lo ha hecho. El juez puede pedirle la declaración de la renta. Es indubitable que la familia real debiera ayudar a la Justicia, lejos de haberse producido esta interferencia. ¿Qué pasa, que Juan Carlos I quiere que el juez sea tan indulgente como él con Urdangarín y Cristina? Si a manera de fósil queda algún que otro monárquico auténtico, ha sido extinguida la especie ante las últimas acciones de la monarquía a favor de la infanta y -¡hasta!- de Urdangarín. Este reo se ha atrevido, al abrigo de la monarquía, secundado por su mujer, a la negativa de sus declaraciones de la renta.
Créamos que al tener asignada Urdangarín de forma permanente escolta policial no haya riesgo de fuga; bajo esta idea el juez desestima la petición del sindicato Manos Limpias de retirarle el pasaporte. Lo más importante es ya que, ante la notoria protección familiar -de retirarle de la familia sólo le han retirado de la del Museo de Cera, en Madrid- no se arredre el juez Castro para hacer justicia con el matrimonio; tambien sería de vergüenza que se practicara sólo con el yernísimo.
El juez considera imprescidible en aras de la justicia ajustar las cuentas también a la mujer de Urdangarín, pues independientemente de que se hayan casado, como ahora alega la defensa de ella, en régimen de separación de bienes, no dejan de tener algunos en copropiedad, por ejemplo Aizoon al 50%, por lo que le reclama presentación de declaraciones de la renta, y con inverosímil soberbia, reforzada ésta al verse apoyada paternalmente, se niega. Y el abogado defensor que siempre ha de buscar alguna evasiva de protección a su cliente sale por peteras: es injerencia en la intimidad de la infanta. Ha sido refutado como sandez, aunque los bufetes de Miguel Roca y Jesúa María Silva sean los dos más caros de España. Y los han elegido el rey y la infanta. Jiménez Losantos, que tanto ha vituperado esta intromisión del rey, ha expuesto con relación al argumento esgrimido por los letrados, la infanta, la monarquía en suma, lo siguiente:
Así que una declaración de Hacienda es vulnerar la intimidad? Pero si deberían publicarla; si en las Caas Reales de Holanda, Gran Bretaña todos los años se publica el dinero que entra, el que sale, cuál es el patrimonio y cuál es la declaración de Hacienda. O sea, la reina de Inglaterra no tiene intimidad, la señora de Urdangarín tiene intimidad.A la vista de la negativa de Cristina de Borbón, ¡como para creer que el rey va a aceptar la Ley de Transpariencia! La que le afecta será ad libitum, a su voluntad. Y ¡lo que suele tener de mentira la propaganda!: Se ha dicho que la Casa del Rey ha solicitado su transparencia! Sabido es que "se ha negado hasta la saciedad, hasta que la imputación de la infanta Cristina y otros escándalos en torno a la primera familia han obligado a ello"(El Confidencial). Pero..., ya veremos hasta dónde permite la transparencia. No creo que su patrimonio sea declarado, aunque en cierto modo gran parte del mismo ha salido a la luz. A lo que parece no existe la ley ni los jueces para la familia real. La invulnerabilidad legal del monarca solamente le alcanza a él, como es notorio aun cuando la señora de Urdangarín al parecer supone que también a la familia. Y el caso que el rey parece pensarlo.
Éste, en su papel de tal, ha debido dejar actuar a la Justicia, además había expuesto lo haría, permanecería al margen; ahora bien, tienen harto probado que quieren ser familia real sin dejar de ser como una familia cualquiera. Nada más absurdo. A este respecto tiene Antonio Gala unas líneas que lo rechazan de plano y lo dejan muy claro, es cita que voy a engarzar aun cuando ya lo hice en otro artículo bajo similar punto de vista. Dice:
Las monarquías son una cosa esencialmente antigua; imposibles de modernizar y se desmoronan apenas se las toca. Ya nadie cree en los derechos divinos y esas graciosass zarandajas. Véase lo que pasa en Gran Bretaña y en algunos lugares. Si las familias reales, además de sus altos y estáticos privilegios quieren tener los de los pequeños burgueses (amores, celos, cuernos, divorcios, suicidios falsos y otros modestos aditamentos de la vida) por mal camino van. Porque, si todos fuésemos iguales, salta a la vista que todos seríamos iguales para todo. Por eso, lo mejor es que se queden en su Olimpo, sin que los escuchemos respirar.Actuación a destiempo de la monarquía.
Ahora la monarquía sale a toda brida en defensa de Cristina de Borbón al ver
cuando, reitero, su misión es inhibirse, en el mejor de los casos, y ya que no actuó poniendo en práctica el control de la familia a que un rey está obligado, que ya tiene defensa como cualquier ciudadano imputado: asistir con abogado y contar con éste si la imputación se convierte en acusación. Sin que estén en el Olimpo, sino en Zarzuela, lamentablemente los hemos escuchado respirar, en el sentido de dar alguna noticia de sí, como el torpe pronunciamiento a favor de la esposa de Urdangarín, y ya para colmo de impertinente la defensa que se vislumbra de este individuo tan aborrecido de la ciudadanía. Ah, y que el rey volvió a celebrar con él, en familia, la Nochebuena anterior.
Ante esta realidad de la realeza la familia real ha caído en menos credibilidad que los Reyes Magos, que en éstos no deja de creer un sector de la sociedad.
Con el yerno y cuñado, respectivamente, han caido en múltiples contradicciones, de palabra y de acción. Con él actuaron, además, con la lentitud que indica la viñeta. Desde que sospecharon de él hasta que le ordenan irse de España y se fue, hay intervalos de años. Sí, se ve claramente que la Casa Real -en definitiva el rey- tiene un cierto retraso. Ahora, por el contrario, ha habido patende adelanto con referencia al juez Castro: Ayudando a la justicia, Cristina de Borbón no ha debido poner traba a la cita judicial ni a la entrega de sus declaraciones a Hacienda. Y, por supuesto, y en lo que atañe a su marido, no acceder el rey a que se ausente de España. Ya per se, por sí mismo, el hecho de que Urdangarín se lo notifique no revela seriedad por parte alguna e implica falta de respecto al suegro. Luego para redondear lo que ello tiene de extraño, se habla de que a Qatar le acompañará su esposa. Ya dije en otro artículo que puede hacerlo por razón laboral al haber sido despedida de la Caixa, pero que ambos salgan de España estando involucrados -ahora los dos- en un grave asunto judicial de tipo penal es algo tan inconcebible como inadmisible.
Ya veremos -vivir para ver, y a veces es horroroso lo que se ve- qué decisión adopta la sección segunda de la Audiencia de Palma, si se imputa o no a la infanta. Más que en lo expuesto por el Fiscal General del Estado, Eduardo Torres-Dulce, confío en el presidente del Consejo del Poder Judicial, Gonzalo Moliner, que honestamente opina que hay que dejar trabajar al juez instructor, José Castro, y espera que no tenga que pedir amparo, lo que, advierte, puede hacer al CGPJ. Acaso sea ingenuidad concebir esperanza en que el recurso presentado, inesperada, sorprendente, por el fiscal anticorrupción, Pedro Horrach, contra la imputación de la mujer de Urdangarín, se falle a favor del juez Castro. Para ver este resultado deseando estamos los ciudadanos que llegue el 20 de mayo. La ciudadanía reclama al unísono que se haga justicia también con Cristina de Borbón, su condición de infanta no le hace impune e inmune a la ley -tal invunerabilidad sólo afecta al rey-; cúmplase, pues, con ella como con cualquier otra persona, el artículo 14 de la Constitución.
Y adiós muy buenas a una institución caduca.
Las monarquías que en Europa quedan perviven de modo anacrónico -la de España además por el motivo casual ya expuesto-; pasó ya su tiempo -hemos visto cómo lo pone de relieve Antonio Gala-, y el no entenderlo así sólo puede entrañar necedad supina o intereses creados. Y esto de una manera especial en España; por razones de ayer y de hoy. Para las de ayer hace falta conocer plus minusve, más o menos, la Historia; para las de hoy, y allí hasta donde abarque nuestra existencia, basta la Vida, mirarla, concretamente la de la monarquía.
Su amor a la caza mayor |
Su sed insaciable de amor aritotélico |
¿Pero el conseguidor no es Urdangain? |
El juez puede imputarle, debe hacerlo y, tras reunir un cúmolo de pruebas, lo ha hecho. El juez puede pedirle la declaración de la renta. Es indubitable que la familia real debiera ayudar a la Justicia, lejos de haberse producido esta interferencia. ¿Qué pasa, que Juan Carlos I quiere que el juez sea tan indulgente como él con Urdangarín y Cristina? Si a manera de fósil queda algún que otro monárquico auténtico, ha sido extinguida la especie ante las últimas acciones de la monarquía a favor de la infanta y -¡hasta!- de Urdangarín. Este reo se ha atrevido, al abrigo de la monarquía, secundado por su mujer, a la negativa de sus declaraciones de la renta.
Créamos que al tener asignada Urdangarín de forma permanente escolta policial no haya riesgo de fuga; bajo esta idea el juez desestima la petición del sindicato Manos Limpias de retirarle el pasaporte. Lo más importante es ya que, ante la notoria protección familiar -de retirarle de la familia sólo le han retirado de la del Museo de Cera, en Madrid- no se arredre el juez Castro para hacer justicia con el matrimonio; tambien sería de vergüenza que se practicara sólo con el yernísimo.
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