jueves, 7 de septiembre de 2017

La controvertida Isabel la Católica. (Segunda y última parte)

Pensar canonizar a Isabel I de Castilla, delirar es.

En el seno de la dinastía Trastámara 'el que este libre de pecado que tire la primera piedra'. Se inició  por el crimen de los campos de Montiel, la traición de Duglesquín de llevar a Pedro I al campamento enemigo, así como la ayuda al bastardo Enrique cuando éste, en lucha entre ambos hermanos de padre, vencía en la pelea personal  -era más fuerte y corpulento don Pedro- les dio la vuelta, poniendo al rey debajo de Enrique, pronunciando esta frase que se ha hecho histórica: 'Ni quito ni pongo rer, pero ayudo a mi señor'. Claro que puso nuevo rey, más aún, nueva dinastía, cuya línea de sucesión fue:

El que pasó a ser Enrique II, con el sobrenombre de 'el Fratricida' o 'el de las Mercedes', por las que tuvo que hacer para facilitarse reinar, estaba casado con doña Juana Manuel, hija de don Juan Manuel y de su esposa doña Blanca de la Cerda y Lara. Juan I, que contrajo matrimonio con Leonor  de Aragón, y segundas nupcias con Beatriz de Portugal. Enrique III, que se casó con Catalina de Lancaster, hija de Juan de Gante, duque de Lancaster, hijo de Eduardo III de Inglaterra, y de esposa Constanza de Castilla, hija, ésta  de Pedro I y María de Padilla. Juan II, que se unió matrimonialmente con su prima hermana María de Aragón, hija de su tío Fernando I de Aragón y de su mujer Leonor de Alburquerque.  Enrique IV, que siendo príncipe se casó con la princesa Blanca de Navarra, hija de Juan II de Aragón y de su esposa Blanca I de Navarra, a la cual repudió, tras más de doce años de matrimonio  (1440-1453),  contrayéndole nuevo (1455), siendo ya rey, con Juana de Portugal, hija de don Eduardo, rey de Portugal, y de doña Leonor, infanta de Aragón. Isabel la Católica, unida a Fernando V de Aragón. Y Doña Juana I, casada con Felipe el Hermoso, hijo de Maximiliano I de Austria y de esposa María de Borgoña.  

De ellos no se puede elegir a ninguno por su santidad, todos fueron mujeriegos, y alguna de ellas ligeras de cascos.  El que menos practicó extra conyugalmente el sexo fue Enrique III, o dio menos ruido, el P. Enrique Florez de Setien, en sus 'Memorias de la Reinas Católicas' no le adjudica lo que el llama amigas. Se conoce el adulterio que practicó  con la mujer de Enrique de Vilena el Nigromante, cuyo linaje de este pariente se remonta a Jaime I de Aragón y a la reina Blanca de Anjou. Es hijo de Pedro de Aragón y de Juana Manuel de Castilla; éste murió en la batalla de Aljubarrota (1385), cuando Enrique apenas tiene un año. Se crio con su abuelo Enrique II y después con Enrique III Le casaron con María de Albornoz,  a cuya parienta tenía gran cariño este monarca, y enamorándose de ella ofreció a Enrique  el título de  Gran Maestre de Calatrava, a condición de que se declarase impotente, y así el matrimonio quedaría anulado legalmente, Villena accedió. Tanto en su formación como en su nulidad fue esta coyunda con la Albornoz mera conveniencia. Se habló de escarceos que tuvo con damas de la nobleza y fueron conocidas como hijas suyas Beatriz de Villena e Isabel Leonor de Villena. De escarceos, nada, que no  es 'aventura amorosa superficial' o 'inicio de una relación amorosa' (RAE) tener un hijo. Como, además, es dudosa su impotencia, solo puede darse. El cronista Fernán Pérez de Guzmán, en 'Generaciones y semblanzas', nos informa de que tenía el defecto de la glotonería y de su constante dedicación a los placeres del amor. (sic). Don Enrique de Villena, dice literalmente, "fue pequeño de cuerpo e grueso, el rostro blanco e colorado y, según lo que la experiencia en él se mostro, naturalmente fue inclinado a las ciencias y artes, más que a la caballería e aún a los negocios del mundo".     

En la biografía -ojo, novelada- titulada "Catalina de Lancaster - primera Princesa de Asturias", de María Teresa Álvarez, pone la autora en boca de esta reina estas palabras: 
Dios mío, cuánto tiempo acallando unos celos que me destruían, cuántos disimulos, cuánta mentira. ¿Por qué no tuve el valor de preguntarle? ¿Habría estado dispuesta a creer lo que me dijera? Mi respuesta es no. Siempre me quedaría la duda, sobre todo teniendo en cuenta la vida de María Albornoz, que no volvió a casarse. Además debo reconocer que no le planteé el problema a mi marido porque yo ya era una mujer deformada por la enfermedad y tenía miedo de lo que pudiera decirme. También es verdad que no sé qué hubiera pasado si Enrique no hubiese muerto a los dos años de desatarse estos desgraciados rumores. Pero fueron suficientes para romper la imagen que poseía de él.
Enrique III el Doliente murió en muy señalado día, 25 de diciembre de 1406, a los 27 años de edad. Catalina se quedaba viuda a la de 33, y murió el 2 de junio de 1418 a los 43 años y 28 de reinado. Había nacido Catalina el 31 de marzo de 1373, y el primer Príncipe de Asturias el 4 de octubre de 1379, era, pues, Catalina seis años y medio mayor que él. 

De haber vivido más de esos dos años que don Enrique dejó a su entera y fácil disposición a María Albornoz, podía haberse enterado doña Catalina de los cuernos, de la forma que fuere. pero en lo fundamental nada hubiera cambiado, ya que el sino de las reinas era aguantarlos. ¿No los soportó de por vida matrimonial la nieta de ambos, Isabel la Católica, es decir, a lo largo de - - años? Y era reina propietaria, que no consorte. Ni que decir tiene que constituye el destino de las reinas en la Edad Media, Edad Moderna, Edad Contemporánea. Si 'París bien vale una misa', que dijera el hugonote Enrique IV de Francia, digamos, extrapolando la frase, que 'reinar bien vale soportar cuernos'. Dice, en la biografía de referencia, la cuitada reina ante el sufrimiento que le supone la  sola idea de adulterio de su cónyuge: 
Nunca me permití pensar en la posible infidelidad de mi marido y tendría que estar acostumbrada a este tipo de comportamientos, no por ser generales -que sí lo eran-, sino por cuestiones familiares. Mi admirado abuelo, el rey Pedro I era un genio en eso de la infidelidad y mi padre, Juan de Lancaster, lo mismo.
No deja de anotar que:
Después de la separación se sabe que María se fue a vivir al convento de Santa Clara, en Guadalajara, aunque en algunos textos se dice que pasados unos años y cuando su ex marido se encontraba totalmente arruinado volvieron a vivir juntos.
En cuanto a infidelidad, tanto monta la dinastía de Castilla como la de Trastámara y los Habsburgos, o Casa de Austria (Carlos I -1526- a Carlos II -1700-). E igualmente la de Borbón, exceptuando a Carlos III, que, casado con María Amelia de Sajonia, expuso un día, ya viudo, a su confesor no haber "conocido" a otra mujer. A ello estaba dispuesto, y así fue.
  
Retomando el tema de los encendidos, intensos,  elogios a Isabel de Trastámara.

Lo que eres, eso eres; y por más que te
estimen los hombres, no puedes ser, ante
Dios, más grande de lo que eres.
              - Tomás de Kempis -  

Hay que tener en cuenta que los cronistas de los Reyes Católicos estaban bajo su control y a su servicio. Federico Carlos Sainz de Robles en su 'Ensayo de un diccionario de la literatura', tres tomos, el primero dedicado a 'términos, conceptos, <ismos> literarios, define al cronista con o 'nombre dado al que escribe los anales de a vida y de los anales de los reyes . Anota que en España fue prestigioso el título de cronista, éste le concedían los reyes, y existieron los cronistas reales hasta el siglo XVIII, Después las Diputaciones Provinciales y los Ayuntamientos son los que nombran cronistas oficiales de la provincia o de la ciudad, respectivamente. Los pueblos, y por humildes que sean, también los nombran.  Ningún cronista real, pues, había de decir la verdad, si ésta era molesta, a su rey, mientras, por el contrario, la adulación se imponía, más o menos ad libitum,  y ello tanto más cuanto que el poder de aquellos monarcas era omnímodo, parejo al de un dictador del siglo XX: Stalin, Hitler, Mussolini, Franco. 

Enumeraré los cronistas tal como lo hace nuestro historiador, ensayista, novelista y poeta. He aquí la transcripción: 
Cronistas famosos de reyes fueron: Juan Rodríguez, de Cuenca  -'Sumario de los reyes de España'- ; Alfonso de Palencia -'Crónica de Enrique IV-; Diego Enríquez del Castilla -'Crónica del rey don Enrique IV de este nombre'-; Mosén Diego de Valera -'Crónica de los Reyes Católicos'-; Hernando del Pulgar -'Crónica de los señores Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel'-; Andrés Bernáldes -'Historia de los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel'-; Alonso Flores -'Crónica de los Reyes Católicos'-; las cronistas generales: Ocampo, Zurita, Morales, Vaseo, Garibay y Mariana; los de Carlos I : Alonso de Santa Cruz, Pero Mexía, Juan Ginés de Sepúlveda, Francesillo de Zúñiga, fray Prudencio de Sandoval; los de Felipe II: Calvete de Estrella, Juan Ginés de Sepúlveda , Luís Cabrera de Córdoba, Antonio de Herrera.
También hubo cronistas de Indias  - Colón , Cortés, Oviedo, Las Casas López de Gomara, Díaz del Castillo, Herrera-; de sucesos particulares, Pedro de Alcocer, Luís de Mármol, Ávila y Zúñiga, Carlos Coloma, Bernardino de Mendoza.  
Tratando de la 'Crónica', informa Sainz de Robles, que:  
España cuenta con un número considerable de excelentes cronistas : La 'General de España', de Alfonso X; las de Carbonell,  -1546-, Garibay -1534-, Benter -1546- , Ocampo y Morales -1554-, López de Ayala -1495-, Pérez de Guzmán -1517-, Salazar -11552-, la del Rey Alfonso XI -1514-, la del Conde Fernán González -1545-, la de Don Ávaro de Luna  -1546-, la del Rey Don Rodrigo -1511.
No voy a consignar más alabanzas a Isabel la Católica, que, ya digo, fueron orquestadas. ¿Ayudó a ello Alejandro VI al darle el título de Católica? Parece que sí.

Hablaré un día, aquí ya no hay espacio, de la 'Carajicomedia'
La parte erótica, obscena y vulgar, de la Carajicomedia, es la que más ha llamado la atención entre sus pocos comentadores. Son pocos lo que, como Carlos Varo, defienden que en esta obra hay una crítica "velada"  a la reina Isabel I y a sus actuaciones en el periodo de su reinado: a su tiranía, a su ambición, a la expulsión y bautismo masivo y <obligatorio> de judíos, a la implantación de la Inquisición, a la regulación de la prostitución y los abusos de los encargados de los burdeles... Se establecen analogías entre la reina y las prostitutas, éstas v ende su cuerpo a cambio de dinero, y aquella vendía su integridad a cambio de dinero y poder, dominada por la ambición. Ambición que, a pesar de encontrarse en estado avanzado de gestación, la movió a montar  en un caballo y correr por los pueblos de Castilla buscando adeptos a su causa; este esfuerzo le provocó un aborto entre las ciudades de Toledo y Ávila.
Se manifiesta finalmente: 'Conexiones siempre existen, solo es cuestión de querer encontrarlas,'. y, en efecto, como opina el escritor y filósofo británico Aldeus Huxley, 'en la mayoría de los casos la ignorancia es algo superable . No sabemos, porque no queremos saber.  Continuaré ocupándome de la Carajicomedia, coplas que soterradamente critican a Isabel tras su muerte, pero que se deseaba continuar ocultando, pues se temía a su viudo. Por cierto por poco tiempo, ya que rápido sustituyó a Isabel, cuyo matrimonio había durado treinta y cuatro años , y con la ya citada Germana de Foix duraría once. .

      
De cómo surgió lo que, en mi opinión, es nada menos que una pachotada.  

Yendo a la hemeroteca -no siempre hay que documentarse en el libro- podemos leer en Crónica, El Mundo, domingo 8 de marzo de 2002 -número 333.
"HISTORIA | ¿BEATIFICACIÖN ?
Isabel la Católica ¿santa? 
Isabel de Castilla podría ascender a los altares. Venerada dentro y fuera de nuestro país. La Conferencia Episcopal ha reactivado su proceso de beatificación. Se le atribuyen dos milagros, pero haber expulsado a moros y judíos y rescatado la Inquisición son episodios que podrían aguar su causa.

En 1958 promovido por  el arzobispo de Valladolid, García Goldárez, y con el decidido apoyo de Franco, a través del entonces ministro Ibáñez Martín, se inició el expediente que daría luz verde al proceso de beatificación de la reina Isabel la Católica. La investigación histórica iniciada por el canónigo Vicente Rodríguez Valencia se interpuso a su muerte, en 1972 Poco después tomaron las riendas Justo Berrejo, rector de la iglesia española de Monserrat, Anastasio Gutiérrez, del Colegio Antoniano de Roma,, y el profesor de historia Vidal González, acompañados por historiadores de la talla de Luís Suárez o del jesuita Quintín Aldea. 

NICHEVÓ -valga el término ruso, tan usado  en literatura-, no importa, no es nada, el caso es que se haga nuestra voluntad, y ésta sabido es que no siempre es ajustada a la verdad, porque nadie es infalible, aparte de que, repito, solemos dar opción a nuestra voluntad. .  

Se continúa erre que erre con llevar a los altares de la Iglesia Católica, que tampoco es infalible ni perfecta, a una reina que no dejó de ser cruel en algo y que tuvo sus vicios y pasiones, que no todo estriba en ser casta, que lo fue, y en aquella época lujuriosa. En corroboración de ello, veamos cómo se vuelve a la carga: 
Considerando que nos hallamos a quince años de distancia de la última noticia, hemos recurrido a diarios, artículos de oposición y diferentes entrevistas para averiguar los interrogantes que fueron planteados como nuestra hipótesis: ¿Qué ha sucedido desde el año 2002 hasta la fecha con la causa? ¿Qué ha sucedido en el año 2004 al celebrarse el quinto centenario de la muerte de la Reina? ¿Cuáles son los motivos de que el Proceso avance tan lentamente? ¿Avanza el Proceso? 
Tiene largas paradas, y no se sabe si prosperará esta idea realizándose o si, por el contrario, morirá en el intento. Se alega como mérito que durante la dictadura de Franco se abrió la causa de beatificación. Que tal  circunstancia lo constituya es algo muy cuestionable, pero, en fin, hic et nunc, aquí y ahora, no entro en este detalle, estimándolo tanto más innecesario cuanto que ya quedó reflejado mi criterio al respecto anteriormente. 

¿Cómo una santa en ciernes pudo vivificar la Inquisición?  

El tribunal del Santo Oficio -¡que oficio tan  santo!- utilizaba métodos e instrumentos de tortura para obtener confesiones de los encausados. Aparte de ser un arma de doble filo, pues también llevaba al reo a declarar lo que quería el tribunal, es evidente la inhumanidad empleada. Aquellos aparatos de martirio eran de la mayor crueldad -ya lo enumero y describo en mi artículo 'Acerca de la brutalidad y crueldad del animal racional. Muestrario de la Inquisición. Siempre la guerra', de fecha 27 de mayo de 2015-  e Isabel de Trastámara y Avis no podía ignorarlo. (Como mujer, ¿qué le parecería la pera vaginal?). Tal era el grado de sevicia en aquel tiempo. No es que en el nuestro haya sido extinguida, sino que ha cambiado de careta. que, como dice Voltaire, 'la civilización no suprime la barbarie, la perfecciona'. En las llamas de la Inquisición ardieron varios notables científicos, como, por ejemplos, Giovarno Bruno, pese a ser fraile dominico, y se libró por los pelos el portugués García Orta, importante médico, que fue perseguido por su ascendencia judía y sus creencias filosóficas y religiosas, pero murió en 1568, año en el que capturan a su hermana y es llevada a la hoguera. Miguel Servet ha dejado honda huella en los anales de la oprobiosa historia de la Inquisición.


Isabel la Católica nació con estrella, así como la hija de su medio hermano nació estrellada. La buena suerte acompañó a tan santa persona -no falta, empero, texto de Historia que la catalogue como 'una buena pieza'- hasta nuestros días. En la larga guerra de cinco años para usurpar el trono consiguió la victoria y ahora a humos de paja es propuesta a los altares, lo que probablemente se iría al traste con la prueba de ADN, si constatando sus restos con los de Enrique IV resultaba hija biológica suya. Pero no puede verificarse, porque enterrada la Excelente Señora (1530) en el convento de las Clarisas, los restos desaparecieron en el terremoto de Lisboa de 1755.  

Isabel, insistimos, se autoproclamó reina de Castilla por las buenas.

No le importó que Enrique IV hubiera revocado el tratado de los Toros de Guisando y reconocido como sucesora del trono su hija doña Juana, quedando evidente que ella no podía llevar legítimamente la corona. Entre los magnates que así lo sostuvieron está el arzobispo de Toledo, que antes era acérrimo de Isabel. Veamos como describe el acto Florez de Setien: 
La princesa doña Isabel se mantuvo en Segovia, sin estar resuelto el artículo de la herencia del reino pero al punto fue su amada reina por los segovianos en el día 13 de diciembre con toda la solemnidad que pudieron, levantando en la plaza tablado y sobre él los pendones reales, presente la reina a quien juraron y besaron la mano, llevándola a caballo a la catedral, con la solemnidad con que salió del alcázar, yendo a pie los caballeros y regidores y a caballo don Gutiérrez de Cárdenas que llevaba la espada desnuda, símbolo de la real potestad Cantado el tedeum volvieron al alcázar, donde el alcalde, Cabrera, le entregó  el tesoro y joyas del rey difundo, que sirvieron mucho para acabar de apaciguar los reinos.
Seguidamente detalla, por lo que vemos lo que de  pérfida  tenía la precipitación de la aún no declarada la Católica Isabel, que no estaban en Segovia ningún grande a la muerte del rey, encontrándose en Aragón el príncipe don Fernando.
Pero luego -expone literalmente- fueron concurriendo a competencia el cardenal Mendoza, el conde de Benavente, el arzobispo de Toledo, el marqués de Santillana, el duque de Albael almirante, el conde de Treviño, el condestable, el duque de Alburquerque, don Beltrán y otros muchos grandes por sus procuradores, quienes todos juraron por reyes y señores a la reina y rey, su marido, que ya estaba junto a Segovia, en turégano, y entró en la ciudad el lunes 2 de enero de 1475. Arregloso el modo de gobierno entre los dos. 
Todo se realizó por ella a lo 'Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como. Y luego la deplorable circunstancia que se da en el género humano; la de arrimarse siempre al sol que más calienta. Esto en la Vida y en la Historia. ¿No sería -pienso, considero, e interrogo- lo procedente, en cuanto canonizar a algún Trastámara, seleccionar a la hija de Enrique IV y Juana de Portugal? Cuando su medio tía y madrina generó la guerra para eliminarla de la sucesión, ella trató de evitarla proponiendo que se dilucidase el mejor derecho a ceñir la corona mediante el voto nacional. Dirigió a la ciudades del reino la carta siguiente:  
`Luego que los tres estados de estos dichos mis reinos é por personas escogidas dellos de buena fama é conciencia que sean sin sospecha,, se vea é libre é determine por justicia á quien estos dichos mis reinos pertenecen; porque se excusen todos rigores é rompimientos de guerra´.
En la misma carta acusa a Isabel de haber producido con veneno la muerte del rey y apoderarse de sus tesoros. 

Es absurdo idear la canonización de Isabel la Católica.

La santidad es, según el DRAE, 'cualidad de santo', y santo significa en primer lugar 'perfecto y libre de toda culpa' . Es para todos patente que Isabel de Castilla no es perfecta y libre de toda culpa, que tuvo virtudes, defectos y aun maldades. En vida tuvo 'el santo de cara', es decir,  en frase coloquial, que tuvo buena suerte; ¿la va a continuar tras la muerte? Parece ser que sí; de momento, como hemos visto, aunque haya tardado cinco siglos en verse y reconocerse, su """santidad""", que hay que entrecomillar al máximo. Que ella tuvo fe, es cierto, mas en el Catecismo leemos: ¿Te salvarás con fe sola - No, sin caridad y buenas obras. Ella, incuestionablemente, las tuvo buenas, malas y pésimas. Tampoco se ha de salvar uno en el criterio de la humanidad a golpe de adulación, de intereses creados. Y pues hablamos de concepto de santidad, insisto en que no fue una santa; no lo es, desde luego, en mi opinión, bajo ésta 'no es santo de mi devoción', que no puedo entender nequaquam, de ninguna manera, de ningún modo, que se pretenda canonizarla. 'A qué santo o a santo de qué', cuya loc. advers. significa: con qué motivo, a fin de qué, con qué pretexto.

Hay cierta disyuntiva, contraposición, entre actuar de rey y actuar de cristiano; el rey ha de proceder como indica, y ya hemos visto algo de sus lecciones, Nicolás Maquiavelo, y el cristiano ha de obrar como manda Jesucristo. Ello no quiero decir que un rey no pueda ser cristiano, sino que a veces tiene que manifestarse de manera radicalmente opuesta, ya dice Shakespeare que `la política está por encima de la conciencia´. Monárquico era, y a la monarquía sirvió, Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, tercer Duque de Alba, y, sin embargo. dijo: `Los reyes no tienen los sentimientos y la ternura en el lugar en donde nosotros lo tenemos´. Se refería al bisnieto de los Reyes Católicos, el cual, como es notorio, no era menos católico y amigo de la Inquisición.

Por cuanto hizo a su favor la Reina Católica -todas las de España son católicas, pero Isabel I de Castilla lo es por antonomasia- por ampliar y reforzar dicha """santa""" institución, como ya hemos visto, no creo se enumere como mérito. Entiendo que tampoco le constituye la expulsión de los judíos, infiriéndoles insuperable daño económico., mas esto que no deja de encerrar, contener, complejidad y, por ende, es cuestionable, es para tratarlo con detenimiento. Ni que decir tiene que igualmente no es razón para ser canonizado realizar negocios con la prostitución -llegó a practicarlo el príncipe don Juan, su hijo-, como se apunta en Carajicomedia. . No se le considerará virtud su facilidad para dictar la pena de muerte de un súbdito por una nimiedad, insignificancia, ligera falta, conforme el hecho que referí en mi artículo titulado 'Los Reyes Católicos no fueron tan honrados ni tan benevolentes' -23 de febrero de 2013-, epígrafe 'Isabel la Católica por lo más mínimo mandaba detener y degollar', ajusticiar por vía exprés, sin juicio o con simulacro de él. Aquella muerte la impidió el Gran Cardenal Mendoza, llamado por Pedro Mártir de Anglería 'el tercer rey de España'.¿Por que canonizar a Isabel la Católica? No será, pienso yo, por los indicios vehementes de haber envenenado a su medio hermano para precipitar su ocupación del trono, de lo que venía anhelante.

No es de extrañar que el lobby judío y musulmán, así como el sector más progresista de los católicos, rechacen taxativamente la causa de canonización. La Iglesia Católica, que a lo largo de la Historia ha cometido errores sin cuento, no cometerá el de colocar a Isabel de Trastámara en los altares.

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