domingo, 28 de abril de 2013

LA SUCESIÓN DE LA CORONA SERíA FUNESTA

No más daño político a España, aunque, como dice Shakespeare, la política está por encima de la conciencia. También convendría tener presente este otro aserto: La democracia es una forma superior de gobierno, porque se basa en el respeto del hombre como ser racional. Pero tal afirmación de Kennedy tiene sus fallos incluso en Estados Unidos, puede apuntarse la dureza con que actua la policía. Tampoco practican demasiado, que digamos, el respeto humano sus soldados cuando se desplazan a alguna parte del extranjero en misión de paz. 

Según la fiscal en el juicio celebrado en la Audiencia Nacional contra Amadeo Martínez Inglés, hay críticas que el rey está obligado a soportar, pero no el insulto, ni ofensas innecesarias, para expresar el descontento con la monarquía Esta exposición se mueve en la ambigüedad. Veámos cómo define el término "ambiguo" el DAE: 
1. adj. Dicho generalmente del lenguaje: Que puede entenderse de varios modos o admitir distintas interpretaciones y dar, por consiguiente, motivos a dudas, incertidumbre,confusión. 2. Dicho de una persona: Que, con sus palabras o comportamiento, vela y no define claramente sus actitudes u opiniones. 3. Incierto, dudoso. 

 
Dentro de la segunda acepción actuan muchos por miedo, lo que vulgarmente se llama "no querer mojarse". En cuanto al modo de expresarse existe contradicción entre la libertad de expresión proclamada en el artículo 20 de la CE y la injuria en clave del Código Penal. El artículo 208 considera que: son injurias la acción o expresión que lesionan la dignidad de otra persona, menoscaba su fama o atenta contra su propia estimación. El 209 habla de la injurias hechas con publicidad y la penalidad que conlleva. También muy elástico, admite muchas interpretaciones, lo de "innecesarias ofensas". Ofender es humillar o herir el amor propio o la dignidad de alguien, o ponerlo en evidencia con palabras o con hechos. (DAE). En tal caso no se puede criticar, o sea, censurar, notar, vituperar las acciones o conducta de alguien, porque es ponerle en evidencia, herir su amor propio, el cual tiene todo el mundo, el mismo Urdangarín fue al Juzgado de Palma, conforme sus palabras previas a los reporteros que había frente al edificio, a defender su honor, que es este: 

Mucha mala prensa y literatura tiene su suegro, pero el mencionado historiador ha tenido muy mala suerte por el descarnado lenguaje, crudo, desagradable, expuesto sin paliativos, que ha empleado para exponer el descontento con la monarquía de Juan Carlos I. Ya no ha de surtir consecuencia el un tanto castrense al utilizarlo contra la dinastía, contra el que ya no reina él o su hijo. Es apunte que hace Juan Balansó, como ya manifesté en otro escrito. Sí, nadie hablaba del rey Pablo, padre de doña Sofía, mientras reinó, pero una vez destronado lo mejor que se decía de él es que era un retrasado mental. Y este historiador estaba preparando un trabajo sobre la homosexualidad de dicho ex rey de Grecia. Si mucha literatura hay sobre don Juan Carlos, bastante más hay sobre la dinastía nada querida y varias veces expulsada. Recordemos, recurriendo a lo más próximo, que el general Prim cuando echó a Isabel II dijo: Los Borbones jamás, jamás, jamás. Pero era monárquico y la sustituyó por Amadeo de Saboya. 
                                              

Este rey efímero al llegar a Madrid lo primero que hizo fue visitar al marqués de los Castillejos que acababa de ser asesinado. 

Martínez Inglés, como la generalidad de los españoles de hoy, no quiere la Institución ni al rey; es autor de este libro cuyo título resultará profético
                                              

También, entre tantos otras obras al respecto, es de gran interés documental la siguiente.
                                                              

En ella trata Iñaki Errazkin de la dinastía y del supuesto último rey de España. Para ello se funden ambas aversiones. Es evidente que el rey está obligado a soportar críticas; sencillamente, como cualquier persona; bueno, él en primer lugar y más que nadie como primer personaje público y que, por ende, carece de vida íntima. Acerca de este libro dice su autor: Injuriar al Rey sería insultarlo; yo lo defino demostrando. Mejor suerte que Martínez Inglés ha tenido en su epítetos Iñaki Anasagasti al motejar a don Juan Carlos: Es un corrupto, un comisionista, que no respeta ni a su mujer. Él también ha sacado a la luz en "En una monarquía protegiga por la censura" cuanto indebidamente realizó esta institución, esta familia oculta en la falta de información, en la censura que impusieron. 
                                                                  

Rechazo, aunque sólo sea por buen gusto, que no es poco, toda palabra malsonante, pero creo que es sumamente necesaria la información de la familia real -por otra parte poco regulada en la Constitución- y que el silencio habido hasta hace poco ha sido contraproducente; al  socaire del mismo ha hecho el rey de su capa un sayo, y, por extensión, no precisamente en lo que le pertenecía o atañía. El rey, y no únicamente él en la familia, ha actuado de modo diametral a como demandan los cánones de la monarquía. La crítica no permite el insulto, pero también, en cierto modo, le constituye para los ciudadanos que la familia real imcumpla sus reglas, que, por ejemplo, al monarca no le permite hacer negocios, y a las infantas y al príncipe bodas morganáticas. Ello, como es notorio, implica la renuncia a la sucesión por ellos y sus hijos, y sin embargo todos están en esta lista para heredar la finca -hacer imposible que se quede sin dueño-, y al mencionar finca, quiero decir corona.  

No pueden entender, a lo que parece, que España no le pertenece en propiedad, que no es, como digo, finca de ellos, que los españoles podemos optar por la República  mediante las pertinentes Elecciones. Y esto si muere el último Borbón siendo el monarca, porque los hay destronados, y alguno de ellos se cobijó en nuestro país. Tiene también la muestra de su abuelo; según antes dije, la más próxina al trono tambaleante de los Borbones. La monarquía se encuentra en estado de ruina moral, que además va en aumento, por lo que se le presenta imposible en tal circuntancia a Felipe de Borbón heredar a papá. Ya no poca hijuela tiene a costa de haber colocado el dictador Franco de rey al autor de sus días. 

Debiera percatarse también de que si impuso a su padre la aceptación de doña Letizia, señora separada y con otras cualidades inadecuadas para contraer matrimonio con ella, no tiene poqué imponérsela a los ciudadanos. Lo mismo ocurre con las infantas; a este respecto escribió en 1998 Juan Balansó, en su libro "Los diamantes de la Corona: 
Puesto que la Monarquía hereditaria es, por su misma esencia, antidemocrática, ya que erige a un individuo incuestionable -el Rey o el regente- por encima de todos los demas, sin que en su elección el pueblo intervenga para nada, lo menos que hubiera podido esperarse de las infantas Elena y Cristina -segunda y tercera personas llamadas constitucionalmente para suceder en el trono- era que hubieran sabido conjugar sus intereses sentimentales con los del país, dado que las hijas del Rey tiene el privilegio de poder heredar la Corona y, por ello, sus bodas no iban a ser, ni mucho menos, las de cualquier ciudadano, sino matrimonio de Estado.  
De entonces a aquí, con la separación temporal -hasta en esto la mentira reinante- de Elena de Borbón y Jaime de Marichalar, y con el caso bastante peor de Cristina de Borbón e Iñaki Urgandarín, todo ha cambiado visiblemente. Y en cuanto al príncipe Felipe de Borbón sólo tuvo una novia adecuada, podemos leer en dicho especializado en Casas Reales:
Contrariamente a cuanto la prensa especializada ha venido especulando, el heredero de la Corona española no ha mantenido relación amorosa con diversas princesas europeas que se le han achacado [...]. Sólo una alteza supo conquistarlo, pasjeramente: Carolina de Waldburg, una condesa alemana con rango principesco a la que Felipe frecuentó desde abril de 1996 hasta octubre de 1997. Carolina, nacida en Munich en 1971, estuvo verdaderamente enamorada de él, Con tenacidad alemana se instaló en Madrid y aprendió en tiempo récord el castellano. Esperaba y se deseperaba. No era un partido excesivamente brillante, pero era católica, pertecía a la realeza europea y el elemento monárquico puso sus ojos en este matrimonio que respetaba la norma dinástica tradicional [...]. Pero tampoco. El sueño con Felipe se disipó en nada. La revista francesa Point de Vue, primera de las revistas especializadas en la realeza, publicó una portada muy pesimista: "¿Por qué todas le dejan?", se preguntaba a grandes titulares.                                                           
Carolina Waldburg 
La mecha que hace saltar el polvorín. 

Ya se les ha tolerado bastante -la monarquía no es carta blanca para hacer la familia real lo que le dé la "real" gana, incluido no respetar las normas de la monarquía-, y continúan enojando, haciéndonos comulgar con ruedas de molino, persistiendo en reírse de los españoles, desairarlos, herirlos. ¿Piensa el príncipe reinar en las mismas condiciones que su progenitor? Urgen otros esquemas. Ha de considerar también que, aun cuando haga ver su alejamiento moral y personal de su hermana y de su cuñado, no se ignora que cuando desapareció Noos se crea la Fundación Príncipe de Gerona. Casualmente (o causalmente) muchísimas empresas y particulares que estaban en Noos pasan a la FPdeG. ¿Quién preside la FPdeG? Felipe el heredero. ¿Quién estaba en el patronato de Ayre? Felipe, Urdangarín, Elena y Cristina. Felipe el presidente de honor. Y el escrito de que tomo la noticia se pregunta: ¿Pedimos la abdicación del padre para que ocupe su lugar un hijo tan pringado como el padre? Y es de muchos conocido que compartido tienen el rey de España y el príncipe Felipe una colección de cuadros que proceden de una falsificación de la herencia del duque de Hernani, en cuyo detalle no hace ahora al caso entrar, pues no trato de especificar los negocios de la monarquía, es decir, de sus miembros. 

La pregunta final -del escrito aludido- es muy significativa: ¿Acaso está libre de corrupción o no es, más bien, que quienes quieren defenestrar -justo ahora- a Juan Carlos, lo están haciendo aparecer como impoluto por conveniencia propia? Sí, tiene guasa. Y ya es el colmo de la misma que haya pelota que diga que doña Sofía y doña Letizia serán la salvación de la monarquía. La primera será por ser tan viajera, y en principal para ver a los Urdangarín y afirmar de él que es bueno, bueno, buenísimo. Por lo que afecta a la seudo princesa puede ser a causa de su alto prestigio al que colabora su propia familia. En fin, todo se mueve en el dislate y en la mentira, la monarquía anclada en el infundio. No tiene razón de ser desde ha mucho tiempo el régimen monárquico, pero menos, si cabe, esta monarquía de yernos reales caídos en cinco delitos, de una infanta imputada, que ha traido una cuestión batallona por lo que tiene de adopción de una postura por parte del Gobierno, con evidente servilismo a la monarquía,  que la sociedad rechaza de plano -el pronunciarse contra el juez que la imputa-; ello por si fuera poco la extendida repulsa al presidente Rajoy, y algunos de sus ministros por la poca y falaz información que dan. Aparte de que por numerosos medios de la prensa es tildado de gobernante inepto. Imperfecto monarca, inepto presidente. ¡Estamos listos!

Visto lo visto, y lo que continuamos viendo, pues...      
                                                     
     
En esta monarquía y con su bipartidismo se ha llegado a un ámbito económico tenebroso, que no, evidentemente, la monarquía; ésta se ha enriquecido que es una barbaridad, una bestialidad, que dirían en "La Verbena de la Paloma". ¡Menuda verbena la que tenemos!       

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