sábado, 3 de mayo de 2014

EVOCACIÓN de los hermanos BÉCQUER ( II )

En cronología, geografía y, en gran parte, en destino, hado, son vidas simétricas la de Gustavo Adolfo y la de Valeriano Incluso ambos son dos fracasados del matrimonio. El del pintor es efímero, mientras el de su hermano poeta duró de hecho siempre aun con constantes separaciones. Ni siquiera la que se produjo tras el adulterio de Casta fue definitiva, aunque tal vez lo hubiese sido de no morir su, para ella, desagradable cuñado. ¿Hubieran quedado ya unidos para siempre? Es de suponer que Gustavo no hubiera vuelto a Noviercas. Pero esta vez sería la muerte lo que les separase, como recientemente había separado a los hermanos. Y cuando en el aspecto económico la vida les sonreía. 

El biógrafo de Valeriano Bécquer, Francisco Pompey, dice de su casamiento. 
Valeriano se enamoró de una joven, bella, rubia y de ojos azules, tipo de virgen en tabla primitiva y de novela romántica a lo Alfredo de Musset. Fue la hija de un marino irlandés, Mr. David Coghan, con residencia en el Puerto de Santa María. Valeriano pidió la mano de la bella joven Winnefred, a lo que el padre, con su carácter práctico y difícil para comprender a un artista y sin fortuna, se negó rotundamente. Los enamorados siguieron queriéndose, burlando la las iras del padre, el que tenía enemigos con deseo de venganza; acaso por esto se dice que fue envenenado en un banquete. Muerto el padre, Valeriano y la bella Winnefred se casaron, instalándose en el 42 de la vieja calle de Boticas. Allí nacieron sus dos hijos: Alfredo en 1858 y Julia en 1860.
De ella fue padrino Gustavo y quiso se le impusiera el nombre de Julia por su amiga Julia Espín. Por el libro Mis memorias, que Julia Bécquer llegó a escribir, conocemos, como ya hemos visto, muchos datos de la familia. Prosigue el biógrafo, páginas adelante.
La bella y hermosa doña Winnefred Coghan debió de ser altiva y excesivamente autoritaria. Incapaz de ceder a la sensibilidad e inquietudes del artista, la ruptura se hizo inevitable. Los hijos quedaron con el padre y con él vinieron a Madrid. Se sabe que la madre vino a Madrid y aquí vivió relacionada con algunas familias de origen británico, y que murió de edad avanzada en la Corte.
Tras su separación se trasladó a Madrid y reunió con su hermano Gustavo, que le introdujo, a través de su amigo Gerardo de Alisal, en el campo de la pintura. Sus vidas, tanto en el orden personal como en el laboral, puede decirse que quedan unidas, como ya hemos visto. La revolución Gloriosa no fue muy benefactora, que digamos, para los hermano Bécquer, puesto que, como ya hemos visto, Gustavo pierde su cargo de fiscal de novelas, y Valeriano pierde la asignación que percibe por el encargo estatal de realizar pinturas en torno a las fiestas populares, las costumbres y los trajes típicos de las distintas regiones españolas. Fue dibujante e ilustrador de "La Ilustración Española y Americana", "El Arte en España" y "El Museo Universal". Aparte de esta publicaciones, ilustró el libro de Victor Hugo, "Los trabajadores del mar". Destacó también en el retrato, siendo muy conocido el de su hermano, hecho en 1862, y que es el siguiente.


Caminaron juntos por la vida y, como también hemos visto, no les separó la muerte, que llegó para Valeriano en su casa de Madrid donde ambos vivían y cuidaban de sus respectivos hijos. Respecto a la muerte de Valeriano escribe Rodríguez Correa en el prólogo a la primera edición de las obras de la obra de Bécquer: La muerte de Valeriano tiñó de luto el alma de sus amigos y contaminó con su frío el corazón de Gustavo. Herida de muerte aquel alma fuerte, pronto habría de destruirse la débil materia que a duras penas le había contenido. 


José Castro, que se le encontró un día por la calle de la Montera, refiere este lamento: Valeriano ha muerto sin que le conozcan, sin que puedan adivinar quién era. Dentro de unos días me vendré de la casa que habitábamos en la Venta del Espíritu Santo, y entonces convocaré a los amigos para que vean los apuntes y los cuadros de Valeriano. [...] ¡Yo haré que por lo menos unos pocos sepan quién era Valeriano! No pudo continuar en esta batalla, no se lo permitió la vida poniéndole fin, tan sólo le dio tiempo a escribir una breve biografía: "Semblanza de Valeriano Bécquer". 

Reitero que estuvieron unidos en la vida y en la muerte, tienen una misma geografía, y casi igual historia y cronología, por lo que al hablar de Gustavo Adolfo hay que efectuarlo, y lo efectué, conjuntamente de Valeriano. Tres años se le adelantó en la vida y tres en la muerte.La fecha de está en uno y otro heramano, no así la del nacimiento de Valeriano: 15 de diciembre de 1833.

Fotografía de Valeriano en 1863

Tras la revolución se instala en Toledo y al regresar Gustavo de París, al que como queda dicho acudió acompañando a  González Bravo en su destierro, fue a reunirse con su hermano y en Toledo residieron poco más de un año. Valeriano sólo consigue ir saliendo haciendo dibujos para aficionados y para turistas, no obstante no vivían mal, era un tiempo en que con poco dinero se podía vivir decentemente. Julia Bécquer:
Teníamos dos criados y hacíamos una vida patriarcal. Vivíamos cerca de la cuesta de doña Leocadia. Mi padre, pintando; Gustavo, soñando. De noche, al lado de la chimenea, no reuníamos todos, y Gustavo inventaba cuentos, que los cuatro chiquillos oíamos encantados. A mí me han dejado una gran impresión; eran verdaderamente hermosos.Tanto Gustavo como mi padre, no pensaban más que en darnos gusto. Recuerdo unas vísperas de Pascuas que se encerraron en un cuarto para hacer un Nacimiento y sorprendernos. Los chiquillos nos asomábamos por las rendijas y por debajo de la puerta, sin lograr ver nada. Ya estábamos acostados cuando entró Gustavo con un bulto debajo de la capa... "¿Qué será?", decíamos nosotros. ¡Figúrese nuestra alegria al abrirse la puerta y encontrarnos con el Nacimiento y una mesa llena de dulces, turrones y mazapán!..."
Por aquel año de destronamiento de Isabel II apareció la publicación siguiente: 
                                                                             

Se sospecha, efectivamente, que la autoría de los poemas corresponde a Gustavo Adolfo y las viñetas son de Valeriano.

Eran colaboradores del diario satírico "Gil-Blas". La obra no ha sido descubierta hasta 1989. Si se le supone a Valeriano autor de la 89 acuarelas en las que aparecen Isabel II, su marido de pacotilla, Francisco de Asís, y los cortesanos, entre ellos la celebérrima Sor Patrocinio, y a Gustavo Adolfo de los textos, no deja de ponerse en duda sea trabajo de ellos. Jesús Rubio, en "En torno a la autoría y a la primera difusión de Los Borbones en pelota, respalda el juicio de Joan Estruch quien recomienda "andar con precaución en cuanto su atribución a los Bécquer o únicamente a ellos". Se duda de que el poeta se hubiese permitido parodiar severamente a su protector González Bravo. Se ha hablado también de que el autor, tanto de la pintura como de los textos, fuese sólo Valeriano, la pintura tiene calidad y parece pertenecer al  mismo pintor. La caligrafía de los escritos no es la de su hermano.

Nueva edición de "Los Borbones en pelota"

Hoy por hoy la difusión de esta obra es, ni que decir tiene, muy limitada, aparte de que no es, no puede ser por su naturaleza, económicamente muy asequible. 

Si morir es acabar, lo que no dja de ser es haber sido, cuando haber sido es quedarse en obra.

Los hermanos Bécquer prolongaron su existencia terrenal per secula seculorum. Gustavo Adolfo era poeta y un gran escritor; como tal, ha de ser un gran pensador, y él lo era. En su producción literaria tiene un apartado que titula "Pensamientos", y en él estampa el siguiente:
Hay un lugar en el Infierno de Dante para los grandes genios: en él coloca a los hombres célebres que conquistaron en el mundo mayor gloria.
La justicia humana no puede hacer otra cosa, y juzga tan solo por lo que realmente conoce.
Pero la divina llega, sin duda, a ese mismo lugar a las inteligencias que, sin dejar rastro de sí sobre la tierra, llegan en silencio a la misma altura que aquéllos.
La justicia divina lleva también allí a los "genios desconocidos". 
No importó lo que se le truncó como escritor, tal como la "Historia de los templos de España". La inicia con un aserto incontrovertible: La tradición religiosa es el eje de diamante sobre que gira nuestro pasado. Bécquer sólo pudo escribir sobre cincoo  templos de Toledo: "BASÍLICA DE SANTA LOCADIA (vullgo EL CRISTO DE LA VEGA), SAN JUAN DE LOS REYES, EL CRISTO DE LA LUZ , y SANTA MARÍA LA BLANCA y NUESTRA SEÑORA DEL TRÁNSITO.

En cuanto al Cristo bajado el brazo de la iglesia de Santa Locadia da varias que existen del milagro., y no deja de consignar que nuestro eminente poeta lírico don José Zorrilla ha perpetuado la m emoria en una de estas tradiciones en su leyenda titulada "A buen juez, mejor testigo". Termina el capítulo aportándonos estos datos.
La efigie del Cristo de la Vega pereció en el fuego a manos de los franceses durante la invasión sufrida a principios de este siglo.
La imagen que hoy se ve fue hecha a imitación de la primitiva, a la que, según el voto de  algunos ancianos que la conocieron, es en todo igual.
Basílica de Santa Locadia - Cristo de la Vega

San Juan de los Reyes conmemora la victoria de la batalla de Toro contra Alfonso V y Juana de Trastamara, la Beltraneja. El Cristo de la Luz, anterior mezquita así llamada, y también Mezquita de Bib-al-Mardum, o de Balmardón, últimamente en restauración. 

Se considera encontrado por Alfonso VI al reconquistar Toledo -1085-, procedente de la Ermita del Cristo de la Luz. Acaso se refiere a otra talla anterior. Santa María la Blanca fue sinagoga y se transformó en templo cristiano a raíz de los sermones de San Francisco Ferrer. Tomándola como punto de partida, hace Bécquer lo que el mismo denomina un ligero bosquejo de la historia de los judios en España, considerándolo muy importante aun cuando el asunto principal de su trabajo va por otros cauces. Nuestra Señora del Tránsito es la quinta y última de que trata Bécquer e inicia así el capítulo.
                                                                                   
Ocupaba el trono de Castilla el caballeroso rey don Pedro, apellidado indistintamente el Justiciero o el Cruel, cuando los judíos toledanos, protegidos por el célebre tesorero o almojarife real de este monarca, Samuel el Levi, que gozaba de su favor, determinaron edificar  una nueva sinagoga
                                                                       
Dinagoga de Nuestra Señora del Tránsito 

La construcción de esta sinagoga se hizo contraviniendo las Siete Partidas, de Alfonso X, por cuanto tales Partidas permitía a la Corona hacer alguna excepción. Lo permitió Pedro I en agradecimiento por la fidelidad de los judíos de Toledo cuando recuperó la ciudad que pasó a estar en poder de su hermano bastardo Enrique de Trastamara. 
                                                                                                                 
Los hermanos Bécquer fueron grandes enamorados de Toledo, Gustavo Adolfo no sólo la llevó a su obra sino que dejó su firma en la ciudad.


Encontró su firma el poeta y arqueólogo literario Manuel Palencia. Opina que lo efectuó teniendo 21 años, cuando estaba trabajando en la obra "Los Templos de España". Por la plaza conventual le gustaba pasear, mirando las rejas del convento de Santo Domingo el Real. En este recinto brotaron "Las tres fechas".   

El Convento de Santo Domingo el Real (1364) es un monasterio de monjas dominicas de muy importante historia medieval y que posee un gran archivo de ésta. Por este motivo más de una vez hube de contactar con la madre archivera.


Esta zona recuerda al poeta de manera especial, pero en general Toledo al que tanto consagró su pluma. 

Convento de Santo Domingo el Real, de Toledo

Se halla ubicado en la Plaza de Santo Domingo el Real, s/n. A su historia he tenido que hacer referencia tratando de un tema de los Trastamara.

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