Decía un sabio que la mentira es pecado
antisocial; y decía muy bien. Por la
mentira
se falta a Dios, autor de toda verdad; se
falta
a la propia dignidad humana; se falta a
los
semejantes. La mentira, que por sí es
pecado,
sirve además de auxiliar a casi todos
ellos.
(Severo Catalina –‘La mujer’)
Hay
que ser circunspecto, prudente, cuerdo, sensato, precavido. Todo ello faltó
cuando se dio por cierto que los restos encontrados al realizarse una obra de
albañilería eran de la reina que falleció en el pueblo a primeros de abril de
1441y que fue inhumada en la iglesia provisionalmente. ¿Por qué se llevó la
contraria al eminente paleontólogo Dr. Reverte Coma? ¿Por qué sin tener la
certeza, ni mucho menos, de que pertenecían a ella se erigió un sepulcro en el
presbiterio, se introdujeron en él tales
despojos y se puso su nombre en la inscripción del mismo? No cabe mayor
ligereza, y ya dice nuestro premio Nobel Jacinto Benavente: ‘No juzgue usted nunca de ligero y estará
seguro de no equivocarse’.
Esto
además fue un craso error, ignorancia crasa, indisculpable. Ya digo por enésima
vez que ni siquiera se hizo caso al informe emitido por el citado Director del
laboratorio de Antropología Forense de la Universidad
Complutense. Vituperable que el alcalde procediera ad libitum, a gusto, a voluntad, con un
autoritarismo y prepotencia a semejanza de su antiguo colega de Monterilla.
Recurro, obviamente, a la paremia que dice: ‘Alcalde de Monterilla, ¡ay de aquel que por su acera pilla!’. Si
aquel derogó el Concilio de Trento, el de Santa María la Real de Nieva dejó sin efecto
no ya una ley sino los resultados del análisis de ADNmt. presentados en Poblet
el 9 de septiembre de 2008. ¿Por qué se han hecho los desentendidos en el
pueblo, en Segovia y en Castilla y León?
Más aún, ¿por qué se rebelan contra mí,
en primer lugar con unas evasivas inconsistentes, incoherentes, repuestas
pueriles?
En
la presentación estuvo, junto con el Director de la Institución Príncipe
de Navarra, la profesora Eloísa Ramírez Vaquero, la cual, como tengo dicho en un
artículo pasado, ha trabajado el tema de la verificación o no del traslado de
los restos de la reina de referencia. Ella publicó en mayo-agosto de 1996 en la
revista Príncipe de Viana, Nº 208, un artículo que titula “Los restos de la
reina Blanca de Navarra y sus funerales en Pamplona”. Trasladados o no los
restos, lo que tenemos a la vista es la desaparición de ellos, así como, y por
diversos motivos, los de su hija homónima y los de su hijo el Príncipe de
Viana, título que para él creo su abuelo materno, Carlos III el Noble. De este príncipe al que su
padre le usurpó la corona –algo que tengo harto comentado- desaparecieron sus
restos en el monasterio de Poblet, como quedó aclarado en la citada
prueba y fecha mediante el estudio del Proyecto Poblet, liderado por la profesora de
Historia Medieval, Mariona Ibars i Puga. A la vez quedó revelado que lo restos atribuidos a su madre no lo son, no hay razón
para hacer tal asignación.
En
cuanto a la desafortunada princesa repudiada por el Príncipe de Asturias poco
antes de ser Enrique IV, fue enterrada en la catedral de Lescar que por
profanación de sus tumbas se halló una mescolanza de restos bajo el altar
mayor; entre ellos se encuentra Margarita de Angulema y probablemente los de dicha
princesa de la que Juan de Dios de la
Rada y Delgado, en ‘Mujeres célebres de España y Portugal’,
consigna, que tras repudiar a ex marido no la prestara auxilio, a pesar de
solicitárselo en aquella carta que –dice- como escribe otro escritor <no puede leerse aun después del transcurso
de tanto tiempo sin que se enternezca el corazón más duro>. Ella en la catedral de Lescar ‘quedó
en memoria, según la acertada frase de
otro historiador <para predicar a todo el mundo perpetuos desengaños>. El
P. Enrique Florez de Setien, ap. ‘Memorias de la Reinas Católicas de España’,
escribe: … ‘se publicó la muerte, sin
ocultarse el modo, de haber sido con veneno dado por medio de una dama de la
condesa de Fox que la asistía. Hace la llamada para indicar la fuente: ‘Moret,
t. 4. lib 9, cap. 5. pág. 632, con Zurita. Y termina el capítulo de ‘Doña
Blanca de Navarra – Primera mujer de don Enrique IV, siendo Príncipe de
Asturias.
No
falta quien discurra que los últimos suspiros de esta infeliz princesa
fueron ecos en el Cielo para los desgraciados fines de los condes Fox y de sus
descendientes, como también que acabase el reino de Navarra en aquella familia.
Lo cierto es que luego pasó aquel trono al cetro de Castilla, a quien la
princesa doña Blanca había cedido su derecho como Moret afirma Enterráronla en
la catedral de Lescar, desde
donde puede predicar a todo el mundo perpetuos desengaños.
¿Por qué la actitud adoptada por
la Administración
a todo nivel y hasta por el cura párroco de la localidad en cuestión?
Fue
al principio desentenderse, en su acepción de prescindir del asunto, no tomar
parte en él, no darse por enterados del mentís dado a la trola, ‘engaño,
falsedad, mentira’, (DAE), que se quería hacer tragar velis nolis, quieras o no quieras; pero todavía resulta más extraño,
chocante, excepcional, extravagante, estrambótico y demás sinónimos, obstinarse en ello, sin vacilar, titubear, en
la mentira para su continuación. Ya dice el poeta inglés Alexander Pope que ‘el que dice una mentira no sabe qué tarea ha
asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza
de esta primera’. Como
dejo patente con mi
constancia y perseverancia, yo rechazo de plano el infundio, tendencioso desde luego, del
sepulcro. E indefectiblemente ha de dejar turulato hasta al sursuncorda el
extremo a que se está llevando la mentira. Aunque las haya del tamaño de una
catedral, ha de ser verosímil, poder tener apariencia de verdadero. Y la
segunda acepción que indica el DAE: ‘Creíble por no ofrecer carácter alguno de
falsedad’.
A
sideral distancia de ello se halla el negar lo que de fiable tiene el ADNmt. Y
según lo que se me dijo últimamente, los análisis realizados por el Equipo
Poblet han quedado hechos una paparrucha. Yo soy muy dueño de no creer que el
estudio genético que han realizado sea una tontería, una estupidez que los
señores que lo verificaron hayan aportado una noticia falsa y
desatinada. El ADNmt –afirmo por enésima vez- es una prueba irrefutable, no se
puede impugnar lo quiera quien lo quiera, y los señores que lo efectuaron son
tan profesionales como el primero. Para mí, aunque me hayan
dicho lo contrario, sigue válido [¿y para quién no?] el ADNmt. realizado
por la Universidad Autónoma
de Barcelona conjuntamente con la de Granada, y ello, por supuesto, en tanto no sea público y
notorio lo que me expone el director General de Turismo de la Junta de Castilla y León
como información que le ha notificado el delegado de la misma en Segovia. Sería un milagro hecho en exclusiva
para este caso de manifiesta mentira que lleva diez años dándose en tierra
segoviana.
Recientemente
no menos alucinado me dejó el ex párroco del pueblo de referencia, con un
correo electrónico en el que pasa a notificarme:
Yo sigo pensando que los restos pertenecen a
Blanca de Navarra, más que por el ADN por las circunstancias y datos históricos
así como libros. Aun nadie me mandó el estudio de la doctora Ibars para
intentar hacerme cambiar de opinión.
En
mí respuesta le manifesté mi interés en conocer esa bibliografía a que alude
como presentación de datos de
autenticidad del sepulcro, y que le
lleva a pensar contra el incontrovertible ADN; incontrovertible no para todos,
por lo que veo. Y en lo tocante, por mi parte, de no facilitarle el estudio de la doctora Ibars para tratar de
modificar, transformar, su criterio al respecto, le respondí textualmente:
No hay motivo para lo que me reprocha: no
presentarle el estudio de la doctora Ibars., hecho que le hace seguir pensando
como lo realiza. Como no ignora, los navarros cambiaron de opinión retirándose
del pleito que sostenían contra la
Autonomía de Castilla y León tras ser presentado el resultado
del estudio genético que dejó evidente lo que sabe o no quiere saber –ya dejo
reflejado que no es usted el único- respecto los restos de Carlos Trastámara
Évreux y de su madre.
Referente
a la absurda petición que me hace y puesto que me informa de que hacía poco
estuvo en Poblet, le expuse que podía haber aprovechado para solicitar del Abad
del monasterio la documentación de la prueba científica.Je, je, je.
Encuentro
más raro, si cabe, que no me hable de la anulación del ADN, según la
notificación que a mí se me ha hecho, como ya he expuesto, aun cuando quizá no
deba extrañarme demasiado, habida cuenta de que no ha salido en los medios de
comunicación, incluido internet.
Lo que sí comprendo del cura
párroco.
Es
que, durante casi una veintena de años de ejercicio en el pueblo, haya venido solicitando al alcalde
reiteradamente –a los dos que se sucedieron en tal periodo- la aclaración de la titularidad del monasterio
y que haya sido ninguneado, viéndose, ante tal proceder, obligado el Obispado a
incoar una acción judicial contra el Ayuntamiento. Ello ha motivado el ser destinado
el referido cura del pueblo a otra localidad de la diócesis, concretamente a El Espinar, población bastante
más importante demográficamente y, como es natural, por lo que tal razón lleva
consigo. Por lo que le he felicitado. Asimismo le he manifestado: ‘Lo que me
resulta asequible es que continúe pendiente de la lucha por la propiedad, según me expone, del claustro e iglesia, de lo que en general
queda del otrora monasterio. No pierde efectividad por ser, como me dice, a distancia y dentro de otras obligaciones. Que
despliegue su actividad con buena salud de cuerpo, que la moral la doy por
hecho’.
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