viernes, 7 de diciembre de 2018

Negar lo evidente es de lo más reprobable, salvo enfermedad mental


Decía un sabio que la mentira es  pecado
antisocial; y decía muy bien. Por la mentira
se falta a Dios, autor de toda verdad; se falta
a la propia dignidad humana; se falta a los
semejantes. La mentira, que por sí es pecado,
sirve además de auxiliar a casi todos ellos.
            (Severo Catalina –‘La mujer’)  


Hay que ser circunspecto, prudente, cuerdo, sensato, precavido. Todo ello faltó cuando se dio por cierto que los restos encontrados al realizarse una obra de albañilería eran de la reina que falleció en el pueblo a primeros de abril de 1441y que fue inhumada en la iglesia provisionalmente. ¿Por qué se llevó la contraria al eminente paleontólogo Dr. Reverte Coma? ¿Por qué sin tener la certeza, ni mucho menos, de que pertenecían a ella se erigió un sepulcro en el presbiterio, se introdujeron en  él tales despojos y se puso su nombre en la inscripción del mismo? No cabe mayor ligereza, y ya dice nuestro premio Nobel Jacinto Benavente: ‘No juzgue usted nunca de ligero y estará seguro de no equivocarse’.

Esto además fue un craso error, ignorancia crasa, indisculpable. Ya digo por enésima vez que ni siquiera se hizo caso al informe emitido por el citado Director del laboratorio de Antropología Forense de la Universidad Complutense. Vituperable que el alcalde procediera ad libitum, a gusto, a voluntad, con un autoritarismo y prepotencia a semejanza de su antiguo colega de Monterilla. Recurro, obviamente, a la paremia que dice: ‘Alcalde de Monterilla, ¡ay de aquel que por su acera pilla!’. Si aquel derogó el Concilio de Trento, el de Santa María la Real de Nieva dejó sin efecto no ya una ley sino los resultados del análisis de ADNmt. presentados en Poblet el 9 de septiembre de 2008. ¿Por qué se han hecho los desentendidos en el pueblo,  en Segovia y en Castilla y León? Más aún, ¿por qué  se rebelan contra mí, en primer lugar con unas evasivas inconsistentes, incoherentes, repuestas pueriles?

En la presentación estuvo, junto con el Director de la Institución Príncipe de Navarra, la profesora Eloísa Ramírez Vaquero, la cual, como tengo dicho en un artículo pasado, ha trabajado el tema de la verificación o no del traslado de los restos de la reina de referencia. Ella publicó en mayo-agosto de 1996 en la revista Príncipe de Viana, Nº 208, un artículo que titula “Los restos de la reina Blanca de Navarra y sus funerales en Pamplona”. Trasladados o no los restos, lo que tenemos a la vista es la desaparición de ellos, así como, y por diversos motivos, los de su hija homónima y los de su hijo el Príncipe de Viana, título que para él creo su abuelo materno, Carlos III el Noble. De este príncipe al que su padre le usurpó la corona –algo que tengo harto comentado- desaparecieron sus restos en el monasterio de Poblet, como quedó aclarado en la citada prueba y fecha mediante el estudio del Proyecto Poblet, liderado por la profesora de Historia Medieval, Mariona Ibars i Puga. A la vez quedó revelado que lo restos atribuidos a su madre no lo son, no hay razón para hacer tal asignación.

En cuanto a la desafortunada princesa repudiada por el Príncipe de Asturias poco antes de ser Enrique IV, fue enterrada en la catedral de Lescar que por profanación de sus tumbas se halló una mescolanza de restos bajo el altar mayor; entre ellos se encuentra Margarita de Angulema y probablemente los de dicha princesa de la que Juan de Dios de la Rada y Delgado, en ‘Mujeres célebres de España y Portugal’, consigna, que tras repudiar a ex marido  no la prestara auxilio, a pesar de solicitárselo en aquella carta que –dice- como escribe otro escritor <no puede leerse aun después del transcurso de tanto tiempo sin que se enternezca el corazón más duro>. Ella en la catedral de Lescar quedó en  memoria, según la acertada frase de otro historiador <para predicar a todo el mundo perpetuos desengaños>. El P. Enrique Florez de Setien, ap. ‘Memorias de la Reinas Católicas de España’, escribe: … ‘se publicó la muerte, sin ocultarse el modo, de haber sido con veneno dado por medio de una dama de la condesa de Fox que la asistía. Hace la llamada para indicar la fuente: ‘Moret, t. 4. lib 9, cap. 5. pág. 632, con Zurita. Y termina el capítulo de ‘Doña Blanca de Navarra – Primera mujer de don Enrique IV, siendo Príncipe de Asturias.

No falta quien discurra que los últimos suspiros de esta infeliz princesa fueron ecos en el Cielo para los desgraciados fines de los condes Fox y de sus descendientes, como también que acabase el reino de Navarra en aquella familia. Lo cierto es que luego pasó aquel trono al cetro de Castilla, a quien la princesa doña Blanca había cedido su derecho como Moret afirma Enterráronla en la catedral de Lescar, desde donde puede predicar a todo el mundo perpetuos desengaños. 

¿Por qué la actitud adoptada por la Administración a todo nivel y hasta por el cura párroco de la localidad en cuestión?

Fue al principio desentenderse, en su acepción de prescindir del asunto, no tomar parte en él, no darse por enterados del mentís dado a la trola, ‘engaño, falsedad, mentira’, (DAE), que se quería hacer tragar velis nolis, quieras o no quieras; pero todavía resulta más extraño, chocante, excepcional, extravagante, estrambótico y demás sinónimos,  obstinarse en ello, sin vacilar, titubear, en la mentira para su continuación. Ya dice el poeta inglés Alexander Pope que ‘el que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera’. Como dejo patente con mi constancia y perseverancia, yo rechazo de plano el infundio, tendencioso desde luego, del sepulcro. E indefectiblemente ha de dejar turulato hasta al sursuncorda el extremo a que se está llevando la mentira. Aunque las haya del tamaño de una catedral, ha de ser verosímil, poder tener apariencia de verdadero. Y la segunda acepción que indica el DAE: ‘Creíble por no ofrecer carácter alguno de falsedad’.

A sideral distancia de ello se halla el negar lo que de fiable tiene el ADNmt. Y según lo que se me dijo últimamente, los análisis realizados por el Equipo Poblet han quedado hechos una paparrucha. Yo soy muy dueño de no creer que el estudio genético que han realizado sea una tontería, una estupidez que los señores que lo verificaron hayan aportado una noticia falsa y desatinada. El ADNmt –afirmo por enésima vez- es una prueba irrefutable, no se puede impugnar lo quiera quien lo quiera, y los señores que lo efectuaron son tan profesionales como el primero. Para mí, aunque me hayan dicho lo contrario, sigue válido [¿y para quién no?] el ADNmt. realizado por la Universidad Autónoma de Barcelona conjuntamente con la de Granada, y ello, por supuesto, en tanto no sea público y notorio lo que me expone el director General de Turismo de la Junta de Castilla y León como información que le ha notificado el delegado de la misma en  Segovia. Sería un milagro hecho en exclusiva para este caso de manifiesta mentira que lleva diez años dándose en tierra segoviana.

Recientemente no menos alucinado me dejó el ex párroco del pueblo de referencia, con un correo electrónico en el que pasa a notificarme:

 Yo sigo pensando que los restos pertenecen a Blanca de Navarra, más que por el ADN por las circunstancias y datos históricos así como libros. Aun nadie me mandó el estudio de la doctora Ibars para intentar hacerme cambiar de opinión.

En mí respuesta le manifesté mi interés en conocer esa bibliografía a que alude como presentación de datos  de autenticidad del sepulcro,  y que le lleva a pensar contra el incontrovertible ADN; incontrovertible no para todos, por lo que veo. Y en lo tocante, por mi parte, de no facilitarle  el estudio de la doctora Ibars para tratar de modificar, transformar, su criterio al respecto, le respondí textualmente:

No hay motivo para lo que me reprocha: no presentarle el estudio de la doctora Ibars., hecho que le hace seguir pensando como lo realiza. Como no ignora, los navarros cambiaron de opinión retirándose del pleito que sostenían contra la Autonomía de Castilla y León tras ser presentado el resultado del estudio genético que dejó evidente lo que sabe o no quiere saber –ya dejo reflejado que no es usted el único- respecto los restos de Carlos Trastámara Évreux y de su madre.

Referente a la absurda petición que me hace y puesto que me informa de que hacía poco estuvo en Poblet, le expuse que podía haber aprovechado para solicitar del Abad del monasterio la documentación de la prueba científica.Je, je, je.

Encuentro más raro, si cabe, que no me hable de la anulación del ADN, según la notificación que a mí se me ha hecho, como ya he expuesto, aun cuando quizá no deba extrañarme demasiado, habida cuenta de que no ha salido en los medios de comunicación, incluido internet.

Lo que sí comprendo del cura párroco.

Es que, durante casi una veintena de años de ejercicio en el pueblo,  haya venido solicitando al alcalde reiteradamente –a los dos que se sucedieron en tal periodo- la aclaración de la titularidad del monasterio y que haya sido ninguneado, viéndose, ante tal proceder, obligado el Obispado a incoar una acción judicial contra el Ayuntamiento. Ello ha motivado el ser destinado el referido cura del pueblo a otra localidad de la diócesis, concretamente a El Espinar, población bastante más importante demográficamente y, como es natural, por lo que tal razón lleva consigo. Por lo que le he felicitado. Asimismo le he manifestado: ‘Lo que me resulta asequible es que continúe pendiente de la lucha por la propiedad, según me expone, del claustro e iglesia, de lo que en general queda del otrora monasterio. No pierde efectividad por ser, como me dice,  a distancia y dentro de otras obligaciones. Que despliegue su actividad con buena salud de cuerpo, que la moral la doy por hecho’. 
                                         

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