Deja que cada nuevo año encuentre
una mejor versión de ti mismo.
- Franklin -
Gran diferencia existe entre el concepto que se tenía de la Biblia hasta la segunda mitad del siglo XX, digamos indicando fecha grosso modo, y el que se tiene en la actualidad. Ya nadie, y ahora que se ha popularizado su lectura, admite que no hay en este libro, o libros, contradicción con la ciencia, su infabilidad no solo en lo que atañe a la fe y costumbres sino en todas las materias, conforme han venido sosteniendo los Santos Padres y doctores de la Iglesia La teoría de las Sagradas Escrituras redactadas por inspiración del Espíritu Santo es mantenida por el Concilio Vaticano y, combatiendo supuestos errores del racionalismo y modernismo, hicieron aclaraciones escritas León XIII y Benedicto XV. Por supuesto que, aparte de la Iglesia, se ha escrito mucho en en torno al pepel de la religión ante el progreso, y éste ha sido más notable en nuestro siglo XX que el operado en varios anteriores.
una mejor versión de ti mismo.
- Franklin -
Gran diferencia existe entre el concepto que se tenía de la Biblia hasta la segunda mitad del siglo XX, digamos indicando fecha grosso modo, y el que se tiene en la actualidad. Ya nadie, y ahora que se ha popularizado su lectura, admite que no hay en este libro, o libros, contradicción con la ciencia, su infabilidad no solo en lo que atañe a la fe y costumbres sino en todas las materias, conforme han venido sosteniendo los Santos Padres y doctores de la Iglesia La teoría de las Sagradas Escrituras redactadas por inspiración del Espíritu Santo es mantenida por el Concilio Vaticano y, combatiendo supuestos errores del racionalismo y modernismo, hicieron aclaraciones escritas León XIII y Benedicto XV. Por supuesto que, aparte de la Iglesia, se ha escrito mucho en en torno al pepel de la religión ante el progreso, y éste ha sido más notable en nuestro siglo XX que el operado en varios anteriores.
Solo voy a parar mientes -dentro de los varios libros que poseo y/o he leído al respecto- en un autor que no está muy cercano a nosotros en el orden cronológico -1824-1905-, y es Valera y Álcala Galiano quien, en su obra de critica, trata sobre el progreso y la religión, el saber y la fe. Él afirma:
Es opinión harto divulgada que vivimos en una época y los que creen hacer la censura, pero lo que hacen unos y otros, al afirmar eso, es poner en pugna la civilización y la fe, la religión y la ciencia. Nadie podrá negar que la civilización es hoy superior a la de cualquier otro momento de la historia, y mucho menos negará nadie que hoy es superior a la ciencia.
Este avance de la ciencia ha dado al traste, por ejemplo, con gran parte del Génesis.: ya la mujer no nos costó una costilla -aunque algunas cuesten un ojo de la cara-, ya no podemos decir con Adán cuando se encontró con la mujer que Dios puso delante de él: 'Esto es hueso de mis huesos, y carne de mi carne, llamarse ha varona, porque del varón ha sido sacada'. Pero, eso sí, si a la pareja humana le ha quitado este privilegio la ciencia, aún cuenta la mujer, y contará per secula seculorum, con el mayor privilegio que a la humanidad le ha sido concedido, ser ella la Madre del Hijo de Dios.
Errores bíblicos aparte, Jesús es un personaje de la Historia -de entrada, su existencia es innegable-, ésta es de suma importancia en las tres religiones occidentales; el judaísmo, el cristianismo y el islam, que corresponden a los semitas aun cuando al ser escrito el Nuevo Testamento en griego el cristianismo fue influido por la filosofía helenística. De esta influencia se deriva que en la iglesia cristiana haya imágenes, a pesar de que los semitas las prohíben, ya que de hecho en el Antiguo Testamento se determina que los hombres no han de crear pinturas o esculturas de Dios y de los santos, y es observado a rajatabla por el judaísmo y el islam. La Historia es muy importante para estas tres religiones monoteistas por ser algo así como el campo de acción de la voluntad de Dios en el mundo. En la Historia y en el mundo está el proceso, que tal es su marcha -la de la Historia y la del mundo-, ni que decir tiene que Valera aboga por 'el que está en armonía y es una consecuencia del cristiansmo.
En este sentido -dice- son progresistas todos los hombres, cualquiera que sea su religión, y cualquiera que sea su política. [...] No hay ahora progreso cristiano , lo que se verifican son el anticlericalismo, malamente llamado progreso, que podemos llamar mecánico e ingenioso. [...] Es una aserción completamente desprovista de fundamento el tener por realización y consecuencia del cristiansmo esas obras meramente humanas, y esas primorosas invenciones en nuestra época, que en gran parte constituyen lo que se llama progreso.
Se incide aquí en la caso de la excesiva importancia que se da a la inspiración como generadora de la Biblia, inspirada por el Espíritu Santo. En una de las varias ediciones que poseo al indicarse en unos comentarios previos esta circuntancia hace una llamada para exponer: No nos imaginamos que Dios use del hombre como de un instrumento muerto: es instrumento humano cuyo carácter y cualidades literarias aparecen en el escrito. Quizá también se exagere la inspiración en las obras artísticas, literarias y científicas del hombre, atribuyendo a la inspiración su creación -con minúscula-, es decir, esa ayuda que el diccionario de la lengua define como 'ilustración o movimiento sobrenatural de Dios comunica a las criaturas. Pensemos que mucho puede el oficio y el esfuerzo, lo que Baudelaire llama ´la mesa de pino', o sea, el trabajo tenaz sobre nuestra mesa de estudio. Más cercano a sostener el poder de la inspiración es Stefan Zweig, no obstante concede lugar muy importante al trabajo. En su obra 'Los creadores' y en el capítulo primero, titulado 'El arcano de la creación artística' nos da varias ideas y como definitoria esta: 'La fórmula verdadera de la creación artística no es inspiración o trabajo, sino inspiración más trabajo, exaltación más paciencia, deleite creador mas tormento creador'. Nuestro susodicho Valera cree en la espontánea fuerza y energía del genio del hombre, aunque tenga su origen en lo sobrenatural: ''Dios nos dio -dice- facultades naturales. [...] Y así ya sea chino, ya europeo, ya monje, ya seglar, ya protestante, ya católico, ya réprobo, ya santo, puede, en nuestro entender, haber inventado la imprenta, la brújula, la pólvora, los ferrocarriles,, y cualquiera otra máquina, artificioso sisema. No dejará de analizar lo filosóficos que, algunos, tanto se desvían de la divinidad.
Si Moisés se eqivocó en algunos capítulos del Génesis, como asimismo otros escritores de la Biblia en otros libros de la misma, no puede inferirse que no presente revelaciones divinas. Invita a la reflexión en este sentido el hecho de que siglos antes de la venida de Jesucristo, tanían los judios en sus Escrituras una serie de vaticinios concretos referentes al Mesías que esperaban. Pensaban los profetas que el Mesías salvaría a los israelitas de su sufrimiento bajo el dominio romano e incluso sería el salvador del mundo en cuanto a que salvaría a todos los hombres del pecado, de la culpa y de la muerte. Se ansiaba la salvación eterna. Los vaticinios de los distintos profetas y en sus distintos puntos se cumplieron.
Se anunció: La venida del Mesías, que nacería de la estirpe de Abraham. Y descenderá de Isac, un vaticio concreta que descenderá de Jacob: otro nuevo vaticinio determina que de las doce tribus procedentes de los hijos de Jacob, descenderá de la tribu de Judá; y por último otra profecía señala concretamente que, entre las varias familias de la tribu de Judá, nacerá el Mesías de la familia de David. Cinco siglos -al fin del V siglo- antes de su nacimiento estaba trazado por las predicciones su destino, y además minuciosamente. Con toda precisión se cumplieron, la vida de Jesús siguió esta pauta.
Pero sigamos con las profecías: El pueblo lamentaba que al caer cautiva Babilonia, el templo de Salomón había sido destrozado, y Ageo les consuela anunciándoles que habrá un segundo tenplo que, aunque menos suntuoso que el del rey Salomón, será más glorioso, pues en él entrará el Mesías. Malaquías afirma lo mismo, añadiendo que después de su venida quedará para siempre destruido. Jesucristo entró en el segundo templo, como lo predijo Ageo., y ese templo después quedó destruido, como lo predijo Malaquías. Niqueas señaló que en Belén nacería el Mesías, Isaías predijo que enseñaría principalmente en Galilea. Que tratará a los pecadores con benignidad y mansedumbre. Zacarías predijo la venta del Mesías por treinta monedas, y que el traidor las arrojaría en el templo, y que con ellas se compraría el campo de un alfadero. Isaías apunto también que sería condenado a muerte, azotado, abofeteado, y escupido.
La escena de la Pasión, además de la predicciónes de Isaías, Zacarías y Daniel, está también predicha en los Salmos Daniel en términos concretos de tiempo, predice que al cumplirse setenta semanas se cumplirá la prevadicación del pueblo judio y sobrevendrá la muerte del Mesías. Precisará: "Le quitarán la vida al Cristo y no será más suyo el pueblo, el cual le negará. Y un pueblo con su caudillo vendrá, destruirá la ciudad y el santuario, y su fin será la desvastación. Y acabará la guerra, quedará establecida (alllí) la destrucción". "Y él (Cristo) afirmará su nueva alianza ... con muchos".
La rigurosa exactitud histórica de de las predicciones pone de relieve que solo pueden provenir de Dios; no es admisible que el entendimiento -hoy día que proliferan los adivinos de ambos sexos- vaticine a través de los siglos. Sí lo es, ya lo indiqué antes, que no necesariamente el artista, el intelectual o el científico haya de crear su obra, su trabajo, bajo inspiración divina. No obstante se designa la inspiración propia del genio con esta expresión latina: 'quid divinum'.
Vino el Mesias y no le entendieron como tal, su realidad contrastaba con la idea que de El se habían forjado , no podía ser quien presentaba como 'reino de Dios' un programa de amor al prójimo con prioridad a los débiles, a los pobres. Y en este amor un perdón de tanta amplitud que hay que perdonar setenta veces siete, una misedicordia de Dios que no tiene límite cuando le pedimos perdón. No entendían su confrarternizar con prostitutas, corruptos y con los enemigos políticos de aquel régimen; no entendían, en fin, su doctrina y su conducta. No era -para ellos- , efectivamente, el esperado por el pueblo judío, cuya grandeza de su historia había con sus tres grandes reyes: Saúl, David y Salomón, reyes que, recordemos, en su investidura eran ungidos con el título de Mesías, o 'el ungido', y se les consideraba 'hijos de Dios'y al país 'reino de Dios'. Tanto es así, que no le comprendieron que dijera a sus adversarios: 'Si a mí no me queréis creer, creed mis obras'. Su vida pública es un constante atestiguar que era el Hijo de Dios. Cuando en público sostuvo: 'El Padre y yo somos una misma cosa', le quisieron apedrear. En aquel diálogo les dijo: 'Muchas buenas obras he hecho, ¿por cuál de ellas me queréis apedrear? - No te apedreamos por tus obras, sino por la blasfemia: porquie, siendo tú un simple hombre, te haces Dios'. (Jo. X 30-38) Y después del discurso que tuvo ante los escribas y fariseos, acabado de curar al paralítico en la probática piscina, le quisieron matar porque 'decía que su padre era Dios, haciéndose igual a Dios' (Jo. V. 18).
La Justicia humana puede cometer tremendo errores, y con Jesucristo incurrió en uno gravísimo.
Por último, cuando le conjura el Sumo Sacerdote en nombre de Dios vivo, que de una vez diga claramente: ¿Tú eres el Cristo, Hijo de Dios bendito? Una vez más y con idéntica claridad , lleno de majestad y dominio,, aunque con las manos atadas, responde ante el Tribunal Supremo Eclesiástico. 'Yo soy; y algún día verás al Hijo del hombre sentado a la diestra de la majestad de Dios, y venir sobre las nubes del cielo. Al punto el Sumo Sacerdote, rasgando sus vestiduras, dice. ¿Qué más necesidad tenemos ya de testigos? Vosotros mismos habéis oído la blasfemia: ¿Qué os parece? Y todos ellos le condenaron por reo de muerte'. (Mc. 61-64). Esta obcecación u obnubilación, que mucho dice en contra de la inteligencia de aquellos personajes, la ratifica San Juan cuando refiere que Pilatos propuso al pueblo poner en libertad al Rey de los judíos a cambio de Barrabas, y contestaron. 'No a Ese, sino a Barrabas'.
Es lástima que el gobernador romano de Judea, pese a declarar inocente a Jesús, le afrentara y atormentara, y que al fin hiciera entrega de Él. Con gran dolor de la incomprensión de los hombres hubo de morir: 'Si yo hubiera venido y no les hubiese hablado, no tendría culpa; pero ahora ellos las han visto y, con todo, me han aborrecido a Mí y a mi Padre' (Juan 22-24).
Vino el Mesias y no le entendieron como tal, su realidad contrastaba con la idea que de El se habían forjado , no podía ser quien presentaba como 'reino de Dios' un programa de amor al prójimo con prioridad a los débiles, a los pobres. Y en este amor un perdón de tanta amplitud que hay que perdonar setenta veces siete, una misedicordia de Dios que no tiene límite cuando le pedimos perdón. No entendían su confrarternizar con prostitutas, corruptos y con los enemigos políticos de aquel régimen; no entendían, en fin, su doctrina y su conducta. No era -para ellos- , efectivamente, el esperado por el pueblo judío, cuya grandeza de su historia había con sus tres grandes reyes: Saúl, David y Salomón, reyes que, recordemos, en su investidura eran ungidos con el título de Mesías, o 'el ungido', y se les consideraba 'hijos de Dios'y al país 'reino de Dios'. Tanto es así, que no le comprendieron que dijera a sus adversarios: 'Si a mí no me queréis creer, creed mis obras'. Su vida pública es un constante atestiguar que era el Hijo de Dios. Cuando en público sostuvo: 'El Padre y yo somos una misma cosa', le quisieron apedrear. En aquel diálogo les dijo: 'Muchas buenas obras he hecho, ¿por cuál de ellas me queréis apedrear? - No te apedreamos por tus obras, sino por la blasfemia: porquie, siendo tú un simple hombre, te haces Dios'. (Jo. X 30-38) Y después del discurso que tuvo ante los escribas y fariseos, acabado de curar al paralítico en la probática piscina, le quisieron matar porque 'decía que su padre era Dios, haciéndose igual a Dios' (Jo. V. 18).
La Justicia humana puede cometer tremendo errores, y con Jesucristo incurrió en uno gravísimo.
Por último, cuando le conjura el Sumo Sacerdote en nombre de Dios vivo, que de una vez diga claramente: ¿Tú eres el Cristo, Hijo de Dios bendito? Una vez más y con idéntica claridad , lleno de majestad y dominio,, aunque con las manos atadas, responde ante el Tribunal Supremo Eclesiástico. 'Yo soy; y algún día verás al Hijo del hombre sentado a la diestra de la majestad de Dios, y venir sobre las nubes del cielo. Al punto el Sumo Sacerdote, rasgando sus vestiduras, dice. ¿Qué más necesidad tenemos ya de testigos? Vosotros mismos habéis oído la blasfemia: ¿Qué os parece? Y todos ellos le condenaron por reo de muerte'. (Mc. 61-64). Esta obcecación u obnubilación, que mucho dice en contra de la inteligencia de aquellos personajes, la ratifica San Juan cuando refiere que Pilatos propuso al pueblo poner en libertad al Rey de los judíos a cambio de Barrabas, y contestaron. 'No a Ese, sino a Barrabas'.
Es lástima que el gobernador romano de Judea, pese a declarar inocente a Jesús, le afrentara y atormentara, y que al fin hiciera entrega de Él. Con gran dolor de la incomprensión de los hombres hubo de morir: 'Si yo hubiera venido y no les hubiese hablado, no tendría culpa; pero ahora ellos las han visto y, con todo, me han aborrecido a Mí y a mi Padre' (Juan 22-24).
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