lunes, 27 de noviembre de 2017

Indignante mixtificación de la Historia a causa de capricho político. (Primera Parte)

Contra el absurdo proceder de algunos segovianos, que no hay quién les apee del burro, sosteniendo que el arcosolio que en la iglesia parroquial de Santa María la Real de Nieva, eregido sin fundamento, contiene los restos de Blanca I de Navarra, está mi rechazo de plano sin haber conseguido se actúe como demandan de consuno la razón y la honestidad . Ya he dejado expuesto en más de un artículo que, a mis instancias de que no se vulnere la verdad, sólo he recibido salidas por peteneras. Por ejemplo, el actual alcalde del pueblo me contestó que le importaban más los vivos que los muertos.. El hecho clama al cielo, pues hay que añadir que, además de despreciar la Historia, menosprecian la Ciencia. Pero estos señores indiferentes a Clío sí entienden, por lo visto, que son muy dueños de mixtificar la Historia, dado su poder. Craso error, ya que como escribe el jesuita, teólogo e historiador español, Juan de Mariana: Como la virtud, así también el poderío tiene sus medidas y sus términos. Y si los pasa, no solo no se fortifican, sino que enflaquecen, y menguan.. (...). No hay rey ni señor en la tierra que tenga poder sobre su estado de imponer un maravedí sobre sus vasallos sin consentimiento de la voluntad de lo que le deben pagar, sino  tiranía y violencia'. Se ha dicho que este aserto es toda una lección para Raghi, Rajoy y Maduro. 

Extrapolando de pecunia numerata al pensamiento, se ha de respectar la verdad, y es evidente que imponer la mentira valiéndose del poder, es tiranía. Tiranía en acepción de 'abuso, imposición en grado extraordinario de cualquier poder, fuerza o superioridad' (RAE).                                                                                
Entiendo que haya políticos de medio y, a veces, alto nivel –no debiera haberlos- incultos en Historia, pase con los que tienen cargos modestos, pero no, y a ningún nivel, que cuando en esta faceta  se ha metido la pata –valga la loc. verb. coloq.-  y se les muestra y demuestra para que se proceda de modo racional y honesto, actúen rebelándose a la evidencia, aferrados a que perdure lo científicamente probado como falso. Me refiero al sepulcro que exhiben en Santa María la Real de Nieva y para colmo de la mayúscula MENTIRA que el mismo implica, hacer propaganda de él. Item. Llega la cosa al extremo de que en el Ayuntamiento hay constancia desde el primer momento -si al registro de correspondencia no escamoteó el alcalde cartas a él dirigidas-  de quién pueden ser los restos del sepulcro en cuestión, pero el alcalde de entonces no se apeó del burro, absurdamente continuó con el infundio creado por él y sus corifeos. Incrementó el dislate, le  llevó al summum, enviando un artículo –irrisorio tanto en la forma como en el fondo- a la prensa local, defendiendo la autenticidad de los restos al poco tiempo de haber dado rotundo mentís el ADN a la falsa inscripción del aludido monumento funerario. La noticia se difundió urbi et orbi, mas ni en el pueblo ni en Segovia, los señores con los que he contactado, se han enterado. O no quieren enterarse y optan por seguir sosteniendo el engaño, el cual desde el 9 de septiembre de 2008 no se puede mantener no solo honestamente, también cuerdamente. 

Mi decepción sufrida en el pueblo se repite a escala de la capital de provincia, dejándome la antigua 'universidad popular', pasmado con su inhibición. 

 A mi solicitud de que se tape la falsa inscripción no obtengo respuesta de las personas a quienes me he dirigido en Segovia, y la que antes formulé al cura y al alcalde del pueblo salieron ambos por los cerros de Übeda. Al pretender que entraran en razón, dejaron de contestarme. El Sr. Pérez Esteban hizo hincapié en que no le interesaba la cuestión, que tiene temas interesantes de que ocuparse, que le interesan más los vivos que los muertos, y otras lindezas. Le respondí que puede dar opciones a sus tareas, pero que ha de interesarse por todo lo que es de su incumbencia. El párroco, que al principio se hizo el ignorante  -crasa, indisculpable, ignorancia la suya- terminó erigiéndose en paladín de la mentira, llegando a la osadía de darme a entender que él tiene la demostración de la verdad, no el equipo que realizó lo que él llama la autopsia. (Un día me preguntó con quien se había hecho la autopsia). 

Huelga decir que se está dando un hecho inaudito, por lo que tiene de ‘nunca oído, sorprendente por insólito, escandaloso y vituperable’, todas las acepciones que presenta la RAE. ¡Ya es fanatismo el ir incluso contra un adelanto de la Ciencia que enormemente valioso resulta a la Historia y a la Vida. Bueno, lo rechaza el Sr. Agueda Martín. Ya le he dicho que de cura de pueblo pasaría a ser una gran figura internacional si demuestra que el ADN, incluido el mitocondrial, no vale para nada. Asimismo alcanzarían la gloria como científicos  los políticos que me dan la callada por respuesta. Ello no lo autoriza, y menos justifica, el poder, y me hace recordar esta aserción de José de San Martín, libertador de América: La soberbia es una discapacidad que suele afectar a Pobres Mortales, que se encuentran de golpe con una miserable cota de Poder.  La Academia de San Quirce carece de carácter político y habla de su interés por el arte y la historia de la provincia, no entendiendo yo la excepción de tal preocupación, que en el caso del falso sepulcro hace, que de ello se despreocupe. Ya me cuesta mucho creer que el actual director se encuentre en la ignorancia que me indicó. Se enteraría y contestaría, mas al parecer lo ha dejado ad calendas graecas.  

Continúan sin encontrarse los restos mortales de Blanca I de Navarra, según ha dictaminado la Ciencia. 

Ella falleció de modo sorpresivo en Santa María de Nieva hacia el 1 de abril -se discute el día- de 1441. ¿Se quedó en este lugar segoviano o se la llevaron? De momento, quedó su cadáver en depósito. Lo que a este respecto hay sobre sí los restos fueron o no trasladados lo analiza a fondo la medievalista Eloísa Ramírez Vaquero en su artículo titulado 'Los restos de la reina Blanca de Navarra y sus funerales en Pamplona', mayo-agosto de 1996, Nº 208, en la revista 'Príncipe de Viana'. Pero la incógnita queda sin despejar. Lo fundamental es que continúan desaparecidos. En cuanto al funeral en Santa María de Nieva, donde murió, dice:
Al año siguiente, en un solemne funeral, se reunieron lo más granado de la realeza y nobleza castellana para recordarlo, ya que no pudo hacerlo en la fecha de la muerte. Un cabo de año con la propia Nieva no tenía, por otra parte, nada de extraño, estuviera o no la reina enterrada allí; la corte castellana y el rey de Navarra se movían habitualmente por diversos focos del entorno: Segovia, Coca, Olmedo, Peñafiel, Valladolid, ejerciendo cada uno distintas influencias. Recién alcanzados los acuerdos entre las fracciones en lucha, era el momento oportuno para ofrecer el funeral que no tuvo en su día en Castilla, al que fue fácil después para todos los presentes, reticentes siempre, reunirse para cualquier cosa, y al que no acudió naturalmente la familia que residía en Navarra, el heredero principalmente. 
 Garibay refiere sobre la ubicación de su provisional de doña Blanca.
Habiendo esta católica reina fallecido  en la dicha villa de Santa María de Nieva fue luego en depósito sepultada en el monasterio de la misma villa , que desde la orden de Predicadores, y enteránla en medio de la capilla mayor, pegado a las gradas del altar mayor, . En tanto, que yo escribía esta obra, me sucedió tener que pasar de la villa de Valladolid a la de Madrid, , y de camino entrando en el monasterio, a encomendarme a la Virgen María, hablé luego con fray Martín de Carate..., y pidiendo de su sepultura, me mostraron él y el Superior el lugar arriba señalado donde ahora no hay tumulo ni tumba, ni otra insignia, no solo  de Real sepultura, mas ni de otra  cualquier persona, que fuese señalada, sino en el suelo una enladrilladura vieja. Certificarónme por cosa muy constante, haber sido trasladada, aunque no sabían a donde. 
(Obviamente, no he mantenido la ortografía de la época). 

El testamento, que vino a ser papel mojado.  


El testamento tiene fecha 17 de febrero de 1439.          
Dispone que su cuerpo sea enterrado en la iglesia de Santa María de Ujué en un sepulcro de alabastro que mandó construir debajo del coro; encima de dicho sepulcro ordena que se ponga una imagen suya. A la iglesia de Ujué deja los paños que durante la ceremonio religiosa del entierro han de cubrir su ataúd, que se colocará en el suelo hasta que sea metdo en el sepulcro. Las ropas de la mortaja, que también dona a dicha iglesia de Ujié, serán las mismas que vistió el día de su coronación. Quiere que el día de su entierro vistan de paño a sesenta pobres; que se hagan tres lámparas de plata para alumbrar delante del altar mayor. [...]. Manda asimismo que en ciudades, villas, lugares y monasterios del reino se celebren mil misas por la salud de su alma y establece los pagos y donativos que habrá de hacerse por ello. 
La fatal cláusula testamentario que facilitó  a su viudo arrebar el trono de Navarra  a los hijos. 
Según el fuero de Navarra y lo dispuesto en el contrato matrimonial de la reina Blanca con Juan de Aragón, el trono debía heredarle el hijo mayor de los reyes, en este caso su primogénito Carlos, Príncipe de Viana, si éste fuera menor de edad en el momento e la muerte de Blanca. A su vez pide a Carlos que acceda al trono con la benevolencia y bendición de su padre 
Al subrayarlo quiero indicar  que aquí se halla el quid de la usurpación del trono al Príncipe de Viana primero, y, muerto éste, a Blanca, a lo que hay que añadir que muriera envenenada. 
En caso de que Carlos muriera sin hijos de legítimo matrimonio , nombra heredera del reino a su hija Blanca, y, si tampoco ésta los tuviera legítimos, a su tercera hija,  Leonor. 
He de hacer aquí alusión a un texto de Mariona Ibars i Puga y Assumpcio Malgosa i Morera, a unos interrogantes muy sustanciosos. Dicen: ¿Acaso eran contrarias las resoluciones de la reina y don Juana raíz del matrimonio de sus hijos? ¿Era doña Blanca contraria al matrimonio de su hija con el príncipe de Asturias? ¿Habían hablado ambos esposos sobre la coronación de su primogénito entre 1436 a 1439, cuando se trataron los pactos matrimoniales del Príncipe de Viana con Inés de Cleves? Al concertarse las bodas de sus hijos ¿había podido intuir la reina como madre que, si moría ella primero, el traspaso de poderes entre padre e hijo podría entrañar dificultades, por no estar su esposo dispuesto a renunciar a aquel título real en vida, y de ahí, aquel ruego en su testamento? Sí que es un problema no aclarado, una cuestión dudosa. Lo que está claro es el daño que causa al hijo en mucho casos la muerte de un padre es más atento a intereses que al cariño filial. 


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