jueves, 25 de mayo de 2017

Un vistazo a LOS AUSTRIAS MENORES ( Felipe III - Felipe IV - Carlos II ) Primera parte.

Dferencia abismal con los Austrias Mayores.

El contraste le deja perfectamente marcado Modesto Lafuente en su 'Historia general de España. 
'No conocemos, dijimos ya en otra parte, una raza de principes en que se diferenciaran más los hijos de los padres que ladinastía austriaco-española'. De Carlos I a Carlos II se ha pasado de la robustez más rigurosa a la mayor flaquezay extenuación, como si hubieran transcurrido muchos siglos y muchas generaciones; y sin embargo, el que estuvo a punto de hacer desaparecer la monarquía española no era más que el tercer nieto del que hizo a España señora de medio mundo. Mas no fue la culpa solamente del segundo Carlos. Su abuelo y su padre le habían dejado la herencia harto menguada. Pasemos una rápida revista a cada uno de estos tres últimos infelices reinados.
Felipe III el Piadoso. 
                                                                       

Contrajo matrimonio con Margarita de Austria-Estiria  En cuanto a religiosidad no pudo haber hallado un mujer más homogénea a él. Según el P. Enrique Florez deSetien, 
Como su crianza había sido dedicada a Dios, crecía en ella de día en día la virtud: cada ocho días confesaba y comulgaba; pero con tal ternura y con tan ardiente devoción que se deshacía en lágrima; en la confesión, de compunción; al comulgar, de amor.
Abundando en la consignación de su religiosidad, refiere estas dos anécdotas:
Una mañana de invierno, a cosa de las seis, oyendo la campanilla que avisaba pasar el Santísimo por la calle, se levantó de la cama para adorarle, por ser mayor el fuego de la devoción de su pecho que el frío de la cruda estación.Otra vez, hallándose con cantidad de piedras muy preciosas con que hacer ua joya para sí, la movió su tierna devoción a desprenderse de ellas para adornar una custodia , a quien tenía por más preciosa joya. 
Apunta Lafuente que su religiosidad le convertía en un buen hombre , no en el rey que se necesitaba. En esto están de acuerdo todos los autores,el propio rey no lo ignoraba, y así a la horade la muerte pensó: ¡Buena cuenta daremos a Dios de nuestros gobiernos!  Ya Felipe II había lamentado: Dios, que me ha concedido tantos Estados, me niega un hijo capaz de gobernarlos. 

Criticando dicho texto esta piedad, la deja como relativa en las siguientes líneas:
Poblaba conventos y desplobaba lugares. Enriqueció a España trayendo a ella los cuerpos o reliquias de más de doscientos santos, pero la empobreció echando del reino cerca de un millón deagricultores. No sabía cómo podía acostarse tranquilo el que hubiera cometido un pecado mortal, pero no reparaba que su indolencia y mal gobierno ponía a muchos hombres en la necesidad de darse al robo para comer, y a muchas mujeres en la de vender su honestidad para vivir.
Felipe III se quejó de lo debilitada hacienda que su padre había dejado, mas ésta fue empeorando; su inutilidad para reinar y aun para elegir y dominar a sus validos, hizo el resto:  la situación precaria a que llevó a España. Y también dañó con su religiosidad.
Hasta qué punto llegará la multiplicación de los conventos y de las comunidades religiosas de ambos sexos, fundadas y dotadas porel tercer Felipe , manía que a ejempolo del monarca dieron también los grandes del reino, muestránlo las contínuasreclamaciones de las cortes y del consejo de Castilla, pidiendo que se pusiera límite y coto y aun prohición absolutaa la fundación de nuesvos institutos monásticos, por perjudiciales a la población y a la moral, por recaer las cargas de los tributoscon peso desigual sobre los ddemás vasallos.
Ocurre algo más que no es solo de eso tiempo, y que seguidamente dice el autor:
... y por haberse hecho el centro y el asilo de la holganza, donde se refugiaban si vocación y acudían sin llamamiento de Dios los que buscaban la seguridad del sustento sin la fatiga del trabajo. Tales medidas proponían y de tales frases usaban los más resetables cuerpos del reino, asustados de ver el suelo español baldío e inculto, y sembrado de monasterios.

Expulsión de los moriscos. España cae en la miseria, ellos en la crueldad. 

En ningún momento de la historia, en ningún lugar del planeta, las
 religiones han servido para que los seres humanos se acerquuen
unos a los otros. Por el contrario, solo han servido para separar, 
para quemar, para destruir.
                          - José Saramago. Premio Nobel -   

A los moriscos les iba muy bien. Vvivían desde el reinado anterior y como castigo por su rebelión diseminados; en los pueblos y ciudades ocupaban barrios aparte, incluso algunos lugares eran ocupados solo por ellos. Para quedarse en España habían renunciado a su lengua, costumbre y religión.  Eran trabajadores, dados a la labranza y a la industría. Por la properidad que alcanzaron despertaron envidia, y, lo que, según el poeta latino Terencio, ésta produce: odio. Parti´de éste una cruzada de denigración contra ellos; se les acusó de toda clase de abominaciones, pero lo peor fue la imputación de falsos cristianos, afirmándose que ocultamente celebraban ritos y ceremonias de la religión mahometana Mal se portba España con ellos. El canónigo Navarrete, en su obra titula Conservación de monarquías, dice que 
a no haber sido los moriscos tratados como infames, todos ellos se habrían venido a la religión católica ; pues, si la miraban con horror, era porque, aun aceptándola, se veían tan despreciados como antes, no quedándoles ni aun la esperanza de que el tiempo llegase a borrar la mancha de su origen.
En la confabulación contra ellos se llegó a infundir el miedo de una segunda invasión, ya que creciendo el número de estos cristianos nuevos, mientrs, por otra parte, disminuía el de los cristianos viejos por emigrar a mérica y por las guerras, cabría la posibilidad de que se pusieran en contacto con África e intentar la recuperación de la península. Pensando en ello el rey y sus ministros, se firmó un decreto de expulsión, el cual se suspendió ante las reclamaciones en contra de muchos nobles que tenían por vasallos moriscos, y advirtiendo los males que sobrevendrían para la agricultura y la industria. Pero años después se dio de improviso la orden de que todos los moriscos en el plazo de tres días abandonaran sus hogares para ser embarcados a Orán. No se les permitió llevarse más recurso que los bienes muebles que pudieran efectuarlo sobre sus personas. 

¡Cuántos crímenes, cuánta crueldad ha motivado el fanatismo religioso! Se les llevó a la ruina y a un trato cruel por doquiera. Así lo describe el texto de Hitoria de España, de Moreno
Durante su triste viaje fueron los poscriptos, como antes los judíos, objeto de toda clasede vejaciones. Eran robados en los caminos, y los patrones de barcos mataban a los más ricos para hacerse dueños de su dinero y alhajas; y los que llegaron a África encontraron muy mal recibimiento por parte de los berberiscos, que los echaban en cara haber apostatado de su religión y les reducían a esclavitud
Del maltrato que recibían de los cristianos habla Francisco Martínez de la Rosa en su drama titulado  Abén Humeya, o La rebelión de los moriscos. No es cosa de entrar en él, cuya lectura está al alcance de cualquiera; sí consignaré para corroboración de la cruel conducta que se tenía con ellos, el inicio de la sinopsis que hace Artruro del Hoyo en su obra de consultas de las mismas: Teatro Mundial. 
Los moriscos andaluces sufrían afrentas cada vez mayores de los cristianos, los cualees proclaman bandos severos prohibiéndoles todo, hasta cantar sus sus romances. Los soldados cristianos, sin poder que los contenga, cometen tropelías con ellos, y últimamente osaron alzar el velo que cubría el rostro de varias doncellas moras, una de ellas la hija de Abén Humeya, descendiente de lo Abderrahmanes gloriosos. Abén Humeya lleva sufriendo mucho tiempo  su forzada sumisión, pero llególe el momento de sublevarse. su padre ha sido detenido en Granada. Su esposa Zulema trata en vano de contenerle y ahuyentar de él sus inquietudes. Está decidido a actuar, y su pueblo le nombra caudillo. .
Lo de siempre:  ' Vae victis, '¡ay de los vencidos!
 
Miseria en España.            

En España el agro quedó convertido en erial -privaba, ya lo he dicho, la afición a la vida monástica y el poco amor al trabajo- y muchas industrias desaparecieron. 

Rodrigo Calderón, marqués de Siete Iglesias, impuso múltiples tributos, y de ello se quejaron los procuradores en las Cortes que se celebraron para el jurmento del rey, siendo el resultado que este favorito impuso nuevos tributos; entre ellos, el llamado censos sueltos, producto de las tierras de los moros cedidas a los cristiannos; la farda, pagadas por los pueblos del litoralpara los guarda-costas; y la renta de la abuela, que recaía en los materiales de construcción. Enseguida se agregó la denominada renta de población, a pagar por los residentes en los lugares abandonados por los moriscos. Otra medida fue aumentar el valor del dinero. Y otra, apoderarse del oro y la plata de las coorporaciones religiosas y aun de particulares. (Ahora quien tanto había hecho por el clero fue por el mismo calificado de usurpador; no atendieron su llamada de ayuda para sacar de apuros al Estado). Ya para colmo, abrir suscripciones de donativos voluntarios, lo que significaba que 'en el cuarto año de reinado de Felipe III se pedía limosna de puerta en puerta para socorrer al soberando de dos mundos,tal el resultado de la política de Felipe II que dejó a España una deuda de ciento cuarenta millones de ducados. 

El balance económico de la monarqu´ía del tercero de los Felipes le hace Lafuente de esta forma:
Resultaba, pues, que sieno la suma total de las rentas de la monarquía 15.648.000 ducados, había empleados en 1610, los 8.308.000, y que con lo que se debía a los genoveses quedaban quedaban reducidas las rentas de la corona a 3.330.000 ducados para el mantenimiento de los ejércitos de mar y tierra, y gasto ordinario de la casa,y para el pago de las deudas que dejaron Carlos V y Felipe II. 
Corroborando la diferencia entre los Austris mayores y los Austrias menores.

Al parecer no comparte enteramente Ricardo de la Cierva la notable diferencia, que, por supuesto, no puedecompensar la cumbre cultural a que se llegó en estos reinados.
Durante el siglo XVII el siglo del barroco, la Casa de Austria en España mantiene en teoría y en la práctica la misma organización (con una exceción importante), la misma visión universal y el mismo sentido de la misión de España en el mundo que sus grandes antecesores del siglo XVI. La gran excepción es el sistema del valimiento, en el que los reyes del siglo XVII, si excepció, descargan las responsabilidades supremas del Estado en un valido o favorito.
Ahí es nada, querer del hecho de reinar únicamente la parte de vida muelle y placentera.
Felipe III bien dotado para la política (sic), pero abúlico y nada aficionado a la política, prefirió dedicarse a las funciones representativas de la Corona y a los grandes festejos de la Corte que a la dirección de los asuntos públicos, encomendados a don Francisco Gómez de  Sandoval, duque de Denia, a quien el rey hizo duque de Lerma, El valimiento llevaba consigo la corrupción generalizada, a ejemplo del propio valido: la compraventa de los cargos y funciones públicas ; la concepción del funcionariado como medio de riqueza personal, y no de servicio. 
Parece ser que este rey, que vivió a cuerpo de rey, y sin molestarse en reinar, le remordió la conciencia a la hora de la muerte. 'Instrumento toda su vida de un valido a quien dio el gobierno y hasta la  firma parano hacer nada. reverso de su padre Felipe II que quiso hacerlo todo por no fiarse de nadie'. Cumplió éste como sus antepasados, a partir de la Edad Moderna, con su buen oficio de rey, siendo mejor o peor operario pero ejerciéndole. Felipe III...; bueno, sigamos leyendo a Lafuente: 
Felipe III acabó de reinar sin haber sido rey, y solo al tiempo de morir abrió los ojos y exclamó con dolorido y pesaroso acento: '¡Oh! si al cielo pluguiera prolongar mi vida, cuán diferente fuera mi conducta de la que hasta ahora he tenido'. Al cielo no le plugó prolongar su vida. 
Vivió del 14 de abril de 1578 al 31 de marzo de 1621. Fue rey del 13 de septiembre de 1598 hasta su muerte. Tras quedarse viudo, no volvió a casarse, ni se le conoció "amiga" alguna. Casi tuvo con su esposa un hijo por cada año de matrimonio, pues fueron ocho vástagos: Ana María, reina consorte de Francia; una segunda hjia, de vida efímera; el tercer hijo fue Felipe -8 de abril de 1605- heredero de la Corona; Ana María, emperatriz del del Sacro Imperio Germánico, esposa de Fernando III; Carlos; Fernando, conocido como el Cardenal-infant; Margarita Francisca; que murió a la edad de7 años, y Alfonso de Autria, no logrado.                                                                       
El cardenal-infante en la batalla, Fernando de Austria, en la batalla de Nördengen. Por Rubens. Museo del Prado.. 
                                                                     
Cardenal-infante como cazador, por Velazquez. Museo del Prado.

 No confundir con el otro Cardenal-infante. Si nos extrañamos del belicismo de este cardenal y de su afición a la caza, tendremos también que sorprendernos de que fuera tan dado al bello sexo como sus hermanos Felipe IV y el infante don Carlos. Tuvo un hijo y una hija. El niño, al que puso su nombre, se ha esfumado en la Historia hasta el día de hoy. La hija nació en Bruselas en julio de 1641, poco antes de la muerte de su padre, poniéndola por nombre Mariana, la cual ingresó a la edad de cinco años en el monasterio de las Descalzas Reales, de Madrid, y profesó a la de 18 con el nombre de sor Mariana de la Cruz. 

No sentía don Fernando gran vocación, que digamos, por el estado eclesiástico; se pensó en casarle pero no se encontraba 'no se encontraba en Europa una princesa a la altura de su rango en estirpe y dinero'. Evidentemente, ello hubiera evitado la guerra de sucesión al morir Carlos II, el cambio de dinastía.    .  

La conjuración de Venecia de 1618.

Apunto la fecha para no confundirla con la de 1310, que es la referida en el drama del citado  Martínez de la Rosa. 

También es denominada como conjuración de Biedma, nombre del embajador español. Se trata de una supuestra intriga diplomática entre la Monarquía Hispana y la Serenísima República de Venecia. Pretendieron los españoles provocar una situación que permitiera la intervención militar de la flota española que se hallaba en el Atlántico; se manipuló a franceses que  asentados en Venecia, algunos de ellos hugonotes. Según los italianos, el virrey de Nápoles, duque de Osuna (asistido por Francisco de Quevedo), el gobernador de Milán, marqués de Villafranca 

Fue un escándalo que alimentó la leyenda negra. Intentaron asaltar la embajada española, y Quevedo hubo de huir disfrazado de mendigo y gracias también a su dominio del dialecto veneciano.       


:  
Los validos creados por la abulía de los Austrias menores. Su papel en concepto de Fernando García de Cortázar y José Manuel González Vesga, en su 'Breve Historia de España' - tomo I -
... la abulia regia se compensó en época de Felipe III con la escalada de los validos. Especie de primer ministro, reclutado entre la alta nobleza, el valido sobrepasó el poder otorgado anteriormente a los secretarios, al tratarse de un cargo político y ejecutivo. Pese a su dominio del Estado, ninguno de ellos  -Uceda, Zúñiga, conde-duque de Olivares, Luúis de Haro, Medinaceli, Oropesa- alcanzó la prerrogativas del duque de Lerma (1598-1628), cuya firma sería equiparada por Felipe III a la suya propia.
Consideran que, corrupción aparte, no dejó de ser el valimiento eficaz para el Estado en aquellas horas difíclles de la de la dinastía. No ven negativa la actuación del infante don Juan José 'encaramado al poder merced a un golpe militar' en el gobierno de su hermanastro Carlos II. Terminan diciendo:
Su empuje, unido al fortalecimiento de la figura del secretario del rey y la propia dinámica institucional, explican que la administración española siguiera su marcha a pesar de la holganza real.
Bien, pero estamos  todavia en el reinado de Felipe III.
 
Traslados de la Corte.

Fundamentalmente a su beneficio trasladó la Corte el duque de Lerma a Valladolid en 1601, y por el mismo motivo la restituyó a Madrid en 1606. Durante este lapso de tiempo ocurrieron varios eventos notables, tal como que los tercios españoles pusieron sitio a la ciudad de Ostande en 1601 y en 1604 es finalizado, cayendo en poder de los tercios, al mando de Ambrosio de Espinola desde 1603. 
                                                                     
La Rendición de Breda o, Las Lanzas, pintado por Velazquez de 1634 a 1635. Museo del Prado
En dicho 1604 se había firmado el Tratado de Londres entre Jacobo I de Inglaterra y Felipe III que pone fin a la guerra anglo-española de 1585-1604. Como hemos visto por la fecha de su natalicio, tuvo lugar el de Felipe IV en Valladolid. Durante la Corte en Valladolid a él acudieron Francisco de Quevedo, Luís de Góngora Miguel de Cervantes, el pintor Rubens y el escultor Gregorio Fernández. 

                                                                               

Está visto que el duque de Lerma es un gran especulador del ladrillo en todas sus  vertientes y en sentido peyorativo.                                                                    
 

Referencia a la Plaza Mayor de Madrid.

En esta olaza ubicada en el Madrid de los Austrias puede verse una de las mejores estatuas encuestres en el que ha tiempo es una megalópolis. 
                                                                                 
Empedrado siglo XXI
En el pedestal de la estatua figura la siguiente inscripción: ' La reina Isabel II, a solicitud del Ayuntamiento de Madrid, mandó colocar en este sitio la estatua del señor rey don Felipe III, hijo de esta villa, que restituyó a ella la Corte en 1606, y en 1619 hizo construir esta plaza Mayor. Año 1848'. Sufrió tres incendios con sus correspondientes rehabilitaciones. Se celebraron en ella diversos espectáculos, incluido el taurino. El más triste la instalación del patíbulo. Entre las penas de muerte que se ejecutaron está la de don Rodrigo Calderón, marqués de Siete Iglesias, que tuvo lugar el 21 de octubre de 1621, o sea, ocurrido ya en tiempo de Felipe IV Era el hombre de confianza del duque de Lerma. Su valentía ante la muerte pasó al refranero español: Tener más orgullo que don Rodrigo en la horca. No fue ahorcado, pues, al ser de condición noble, se le degolló. Había nacido en Amberes en 1576. 


Como refiere el gran cronista de Madrid, Pedro de Répide:
Las ejecuciones capitales se celebraron en esta plaza hasta fines del siglo XVIII , en que fueron trasladadas a la plaza de la Cebada. Mientras fueron en la Mayor, se levantaba el cadalso frente a la Casa Panadería, si la pena era de garrote; delante del portal de Paños, si era de horca, y a la parte de la Carnicería para los degollados. 
Volveré a hablar de esta plaza, de importante escenario también en el reinado siguiente. Realmente siempre.     

Inverecundio latrocinio de los validos de Felipe III.

El indolente Felipe III llegó a recomendar al duque de Lerma en 1618 se retirase del gobierno. Le sucedió su hijo Cristobal Gómez de Sandoval y de la Cerda, duque de Uceda. 
Los últimos años del reinado de Felipe III no fueron otra cosa que una continuada serie de miserables intrigas y vergonzosas rivalidades palaciegas entre grandes sin grandeza de alma y magnates sin magnanimidad de espíritu que se disputaban el favor del monarca reinante y del príncipe sucesor. La lucha del favoritismo entre los duques de Lerma y de Uceda, padre e hijo, es uno de esos episodios bochornosos que pasan a veces en los regios alcázares, y que degradan la majestad que los tolera, deshonran a los que lo ejecutan, y ruborizan hasta el que los lee. 
Lerma fue agraciado con el capelo cardenalicio y, así, salvó su responsabilidad, ya que im illo tempore, en aquel tiemoo, el clero gozaba de inmunidad eclesiástica. Tuvo, empero, que restituir al tesoro parte de lo que había desfraudado. Al pasar a cardenal apareció esta copla: 'El mayor ladrón de España , para no morir ahorcado, se vistió de colorado'.   


Catalina de la Cerda

Catalina es hijja del Iv duquue de Medinaceli. Tuvieron dos hijos: Cristoba, duque de Uceda, contrincante de su padre, como hemos; y Juana, que casó con el duque de Medina Sidonia, unión de la que nació Luisa de Guzmán que se convirtió en reina de Portugal al casarse con el VIII duque de Braganza, lo que convirtió a ella y a su padre en ancestros de la dinastía de Braganza y de otras casas europeas.                                                                   
 El conde-duque de Olivares aprovechando la llegada de Felipe IV ordenó embargar todas las rentas y bienes del Cardenal-duque y le restringió el desplazamiento únicamente por sus posesiones de Valladolid y de Burgos. Ya con mala salud y septuagenario se quejó al papa en una carta: Yo estoy destruido en reputación, en salud y en hacienda, sin que nadie haga caso de mi dignidad y desgracia (sic). Su desgracia se la buscó él con el tráfico de influencias, su corrupción extendida también a la venta de cargos públicos y la especulación urbanística, cual ya expuse. ¿Dónde estaba su dignidad? No estuvo en parte alguna y hoy día hubiera sido uno más de los perseguidos por la UCO. Estos validos parece que son de nuestros días, hoy como ayer, ayer como hoy.    
    

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