sábado, 22 de abril de 2017

Santa María la Real de Nieva, pueblo sumiso a la mentira que desde él se difunde


F a n a t i s m o. 


Al demostrar a los fanáticos que se equivocan,  no hay que olvidar que se equivocan por su culpa.  – André Maurois, filósofo polifacético: novelista, ensayista e historiador -.
 
En el Diccionario de la Literatura, de Sainz de Robles, se define así el fanatismo: 
Exceso vicioso de celo en una creencia religiosa. Obstinación teórica y práctica en opiniones erróneas. Es el fanatismo una de las enfermedades mentales de mayor alcance y causa de mayores males. Obra siempre a impulsos de una imaginación desarreglada y de una viciosa asociación de ideas. [...] Hay fanatismo literario, artístico, político, religioso... / En todos los casos, el fanático piensa, juzga, a impulsos de de su pasión y no de la razón, que es, en general, la única y más segura guía del hombre./ El fanatismo por excelencia, al cual conviene como en propiedad este nombre, es el religioso.
Yendo en busca de la clave -en cuanto a noticia o idea por la cual se hace comprensible algo que era enigmático- de la conducta de pleno atropello, de evidente tiranía, con que están procediendo contra el pueblo -no digo con sus convecinos respecto al Sr. Pérez Esteban, porque éste no reside en Santa María, sino en su aldea natal, Villoslada- y contra mí, residente esporádico del mismo, el referido y el cura párroco, se ve ipso facto, en el acto, que carecen en absoluto de razón, que no es ésta su guía sino el fanatismo, la arbitrariedad que vienen practicando; actúan a su voluntad, ciertamente non sancta, sin que yo consiga que lo efectúen sometiéndose a la razón. 

Habiendo sido difundida urbi et orbi, a los cuatro vientos, a todas partes, la noticia de que los restos que se exhiben en el arcosolio de la iglesia no son de la madre del Príncipe de Viana -tampoco los que se tenían en el Monasterio de Poblet como  de él- es notorio, es decir, público y sabido de todos, por consiguiente nadie puede haber en el pueblo, por humilde que mentalmente sea, que lo ignore. No obstante, nadie presenta la más mínima queja de esta burla al vecindario. ¡Qué sufridos! ¡Qué sumisos! Como aquellos de la época de Fernando VII el Felón, ¡Viva las cadenas!  Quizás porque, en el fondo, si no en la superficie, les halaga, ya que como dice Jorge Bucay, psicodramaturgo argentino, nadie tiene más probabilidad de caer en el engaño que aquel para quien la mentira se ajusta a su deseo. Cayeron en el error, les engañó el deseo, y ahora no desean confesar su ´mea culpa´, culpa mía, entonarlo públicamente. Nadie en el lugar -a excepción mía, que tengo relación de alguna clase con él y residido esporádicamente- ha recriminado que no se proceda cual marcan los cánones de lo lógico o conforme al buen juicio, además del sentido de lo honesto, decente, razonable, justo, probo, recto, honrado. Incuestionablemente es tamaña indecencia, hecho vituperable y vergonzoso, que se trate de sostener, y aún hacer propaganda, una mentira a la que la prueba científica de ADN mitocondrial dio rotundo, terminante, mentís el 9 de septiembre de 2008. 

¿Para cuándo se deja por parte del Ayuntamiento borrar de su página WEB las líneas que mistifican la Historia? ¿Para cuándo se procrastiniza, en cuanto al cura, tapar la falsa placa del sepulcro? En balde vengo rogando al uno y  al otro, ya en mis artículos, ya en correos electrónicos, que procedan como es debido, como corresponde, lícitamente. No salen de su fanatismo; el del Sr. Agueda será religioso, y político el del Sr. Pérez -ni lo religioso ni lo político tiene porqué entrar en esta cuestión- , a ver si quieren dejar de equivocarse, a ver si tienen cura. Según Voltaire, cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro, la enfermedad es casi incurable. Cerebros curables y cerebros incurables ha de haber -supongo no soy neurocirujano, ni psiquiatra, los que requieren intervención quirúrgica o no-, no puede la cirugía resolver patologías psíquicas, la equizofrenia, por ejemplo, no se cura mediante el bisturí. En cuestión de Psiquiatría entra en juego el grado de inteligencia y de sentimientos innatos al individuo. Ambos parten del cerebro, nada tiene que ver el corazón con los sentimientos aun cuando Jaime Balmes, en El criterio, adjudica los sentimientos a dicha víscera cardiaca, lo que posteriormente a él ha quedado descartado; el corazón solo es el órgano destinado a regir el sistema circulatorio. Sin embargo, todavía se habla de tener buen corazón o de tener mal corazón. 

El fanatismo en el sujeto de menguado intelecto es rematadamente dañino, y súper difícil llevarle a que entre en razón, o sea, a que se dé cuenta de lo que es razonable; en presencia de imbéciles y de insensatos -Schopenhauer dixit-, no hay más que una manera de demostrar que se tiene razón: no hablar con  ellos. Pero no siempre es posible, y cuando se hace necesario, cuando resulta inevitable, se presenta una ardua lucha, ya lo dice Ramón y Cajal: razonar y convencer, ¡qué difícil, largo y trabajoso! ¿Sugestionar? ¡Qué fácil, rápido y barato! Lo del que ´el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, me resulta increíble. Con la inmensa mayoría de este simio antropoide transformado en hombre  no existe el más ligero parecido con Dios. Recordemos la opinión de Nietzsche: El hombre, creó a Dios a su imagen y semejanza  en su orgullo. 

Evidentemente, incluido el clero. Ha hecho una religión a la carta. Y pues estoy luchando contra la mentira del citado pueblo segoviano, justificaré mi lucha con la siguiente afirmación de este polifacético filósofo -poeta, músico, filólogo- alemán: Nada es más necesario que la verdad y, con relación a ella, todo lo demás no tiene más que un valor de segundo orden. Se lo subrayo al alcalde y al cura de referencia que llevan el número de años que ya he dicho negándose a aceptar la verdad; no la aceptan -reitero-  ni aun estando científicamente probada, siendo por consiguiente una mentira imposible de seguir exponiendo. Si para ello es necesario pasarse la Ciencia por el triángulo de Scarpa, pues el político –Jaime Pérez Esteban- y el sacerdote –Alfonso Agueda Martín- se la pasan y se quedan tan panchos. Yo les pido explicación y les ruego que  procedan rectamente, mas, lejos de ello, a su manera tan reprobable de proceder aúnan una actuación de no muy elegante ética, que digamos: me someten a radical silencio. Ante este hecho absurdo e indelicado, carente de miramiento, de respeto, evoco nuevamente a Nietzsche: La palabra más soez y la carta más grosera son mejores, son más educadas, que el silencio. ¡Ay de la soberbia, orgullo, y la idea de superioridadl de tantos sacerdotes solo por el hecho de serlo! 

Clérigos y seglares moral y sentimentalmente son iguales a lo largo de la escala social; del más humilde sacerdote al papa, del mendigo al rey. En todos caben, y de hecho cupieron, los siete pecados capitales: lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia y soberbia. Y en esto no puede decirse, con Jorge Manrique, que cualquier tiempo pasado fue mejor, sino tolo lo contrario. En cuanto a la avaricia, que el DAE define como “afán desmedido de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas”, a la vista tenemos la corrupción, en su vertiente de robo, que ha venido desgobernando nuestro país hoy día tan sucio y pobre para la ciudadanía en general como próspero para lo que era la casta y ha resultado la trama. Para las religiones -y es tema que tengo más que tocado- tampoco el dinero -avaricia del mismo- es cosa muy molesta, que digamos.

No es la política, ni mucho menos, buena escuela de Moral y Ética, ella es muestrario de mentira, hipocresía, y… negocios turbios e indignos, ¡pero al extremo que ha llegado en estadística y gravedad del trinque, nunca como hoy se robó -antes se robaba en pesetas, ahora en euros-; antes hacía """negocios""" solo el político de primera línea, a veces, ahora también el de segunda y tercera. Tampoco tenía España tantos políticos, tan bien pagados y con tantos privilegios. Han sido, realmente, una carcoma  del dinero público. Dijo Aznar en una ocasión que en el PP no había corruptos, y, no obstante, tenía de vicepresidente a Rodrigo Rato. No vio a este gigantesco ejemplar, que es presuntamente de tal fauna, ni al que había tenido de ministro, Jaume Matas, muy elogiado por él, ni sabía nada de nada. Aznar, a decir de Jorge Verstrynge, es el creador de los célebres Sobres de sobresueldos; quizá también lo ignore, como asimismo a todos, y son muchos, los presuntos delincuentes de Gürtel. De las mismas dotes detectivescas ha sido Esperanza Aguirre con sus dos inmediatos fieles servidores: Francisco Granados e Ignacio González. Y con todos en general. ¡Ay del que tiene ojos y no ve!, que dice la Biblia. 

Terminante NO a la tiranía. 

He jurado sobre el altar de Dios hostilidad eterna contra toda forma de tiranía sobre la mente del hombre.  – Thomas Jefferson, tercer presidente de los Estados Unidos. 

Veamos cómo define el Diccionario de la Real Academia Española esta palabra tan desagradable:

1.     | Gobierno ejercido por un tirano.
2. |Abuso o imposición en grado extraordinario de cualquier poder, fuerza o superioridad.
3.     | Dominio excesivo que un afecto o pasión ejerce sobre la voluntad. 

Me repugna que tiránicamente impongan los referidos la mentira contra toda razón, siendo así que, como afirma el filósofo y matemático  René Descartes, la razón o el juicio es es la única cosa que nos hace hombres y nos distingue de los animales. Pienso, y supongo que así lo entendería el más lerdo, que el hecho de ser alcalde y/o diputado provincial no concede derecho a la sinrazón, a proceder de  manera injusta, cual es la imposición de la mentira. Tampoco, por supuesto, el haber recibido el orden sacerdotal. A uno y a otro les recalco, les vengo repitiendo hasta la saciedad, que la mentira que sostienen a ultranza carece de  defensa una vez que está probado por la Ciencia que lo es, y, por ende, resulta inaudito, escandalosamente vituperable, lo que están haciendo y que, palmariamente, constituye una extralimitación de sus facultades otorgadas por sus respectivos cargos. A ellos puede tiranizarles el deseo de que los restos fueran de Blanca I de Navarra, y se ve que así es, pero no pueden tiranizar a nadie e irrefutablemente han de acatar la realidad. Podrá ser poco extraña la mentira en la casta, y aun cuando también en la Religión las hay a lo largo de la Historia, pero incuestionablemente no se halla en consonancia con la moral católica, ni con la moral en genera.l Debe ser de ello consciente el Sr. Agueda, que ha de conocer, cuando menos, las tablas de la Ley que Jehová entregó a Moisés en el monte Sinaí.

Si muy lamentable –por el daño que implica, de una parte y por la vergüenza, de otro- es la cloaca, en cuanto a lugar sucio, inmundo, en que España se ha convertido por motivo o causa de nefasta política, inmundicia que tapaba la mentira e hipocresía y en la actualidad está saliendo a la superficie, es igualmente de pena  –acaso y según referencias que tengo pudiera ser también de Derecho Penal- cuanto al anterior alcalde constitye vox populis, voz del pueblo, comentario del lugar santamarieño. Me apena, sí, me aflige, siento vergüenza ajena por lo que están haciendo y diciendo en torno a la mistificación de la Historia. Hora es ya de que dejen de falsearla, falsificarla, deformarla, ya no digamos de venirme con salidas por peteneras,  y cuando se han percatado de que les resulta inútil, haber pasado a adoptar, como ya he consignado, el ningunearme. Ello dejando aparte -expuesto también en otros artículos- el proceder con la razón de la fuerza, a falta de la más mínima fuerza de la razón, lo que me hizo recurrir a la Guardia Civil, que, lógica y naturalmente, no podía consentirlo, aunque el alcalde llegada a decirme que la misma lo sabía. ¡Ya es mentir! Le he expuesto por correo electrónico su mentira contra la Benemérita y aún estoy esperando que me conteste.

La verdad antes que la paz.

Primero la verdad que la paz, es una frase grabada en la fachada de la Casa-museo de Unamuno. Para  él < veritas prius pace, primero la verdad que la paz>. Es mejor verdad con guerra que mentira con paz. Y, aquí por lo menos, los conservadores nos tienen la paz de la mentira. No me predique la paz, que la tengo miedo. La pereza. La sumisión y la mentira Ya conocéis mi divisa: primero la verdad que la paz. Antes quiero verdad con guerra que no mentira con paz.  El espíritu acomodaticio y la cobardía motiva en múltiples casos adaptarse a la mentira, es una transigencia de servilismo e implica enorme oprobio, mientras que la lucha por la verdad nos dignifica. 

Ya hace falta ser falso a nativitate, de nacimiento, para llevar a efecto una imposible mentira como de la que vengo protestando y rogando su corrección. A decir de Federico Schiller,  una persona falsa es capaz de llevar la mentira al centro del cielo. No tan lejos, en el caso que nos ocupa, se ha llevado, pero sí a la capital de la provincia. De ello trataré otro día, ahora concluyo consignando que yo también antepongo la verdad a la paz, que únicamente unida a ésta me apetece, la deseo. Y, como, por otra parte,  soy libre, no vivo bajo una dictadura, continuaré  de por vida en defensa de la verdad, de lo justo, recto, honrado. Sea contra quien sea, que una cosa es el hombre y otra su cargo, dicho sea basándome en esta frase del citado dramaturgo, historiador y filósofo, alemán. Y este aserto o afirmación es: “Hay que distinguir al hombre de su cargo”. 

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