domingo, 2 de abril de 2017

(Parte II) - FELIPE II el Prudente - Rey universal (Panorama de su reinado)

El príncipe Carlos.

Constituyó una de las dos grandes espinas de su padre -la otra sería el desastre de la escuadra invencible-, ambos llegaron a odiarse, pero antes odió el hijo al padre, que el padre al hijo. Y para inri un punto importante de la leyenda negra. Dado que se había planteado casarle con Isabel de Valois y que el rey al quedar viudo la tomó por esposa, se ha creado una literatura que pone en solfa -es evidente lo que de ridículo y calumnioso tiene- la relación amorosa entre Carlos y su madrastra, quienes, por otra parte, se llevaban bien pese a la anormalidad mental de él, tanto es así que al morir el príncipe la reina pasó llorando dos días hasta que Felipe tuvo que prohibirle el llanto. Entre esta literatura -también la música se ha ocupado del tema- está el drama de Lope de Vega titulado "Castigo sin venganza", y el de Federico Schiller, "Don Carlos", adscrito a las ideas europeas de entonces que eran hostiles a España. 

Por su demencia fue desgraciado e hizo sufrir intensamente a su padre al que mucho dolor causó adoptar la drástica medida de someterle a prisión, impuestas por las circunstancias. Eran éstas sus simpatías por el pueblo flamenco, queriendo ir de gobernador a los Países Bajos en vez del duque de Alba. Trató de escaparse, sostuvo correspondencia con Guillermo de Orange cual auténtico espía de su propio padre. No ya esta rebeldía, también su enajenación mental se ponía de relieve en hechos que cometía: Tiró por la ventana a un paje, atacó con cuchillo a los ministros de su padre, trataba a sus caballos brutalmente; a un zapatero que le presentó unas botas algo estrechas le hizo comérselas como castigo; amén de alguna otra crueldad. Al ser encerrado las cometería consigo mismo, bebía agua helada después de sudar, y regaba con ella su lecho antes de acostarse desnudo; se entregó a huelgas de hambre, el cual a veces saciaba tragándose cosas: las piezas de su escritorio, su anillo de diamantes... No dejaba que le atendiesen ni curaran; permanecía, melancólico y taciturno, en un sillón durante días enteros. Buscando la muerte sin cesar , la consiguió por inanición al año  de su prisión en Arévalo, donde pasó muchos años de su demencia Isabel de Portugal, la abuela demente de Juana la Loca, el 24 de julio de 1568. Se especula, hipótesis tras hipótesis, si la demencia del príncipe Carlos es debida a su herencia  -también su primo Sebastián de Portugal era desequilibrado- o a la caída que sufrió en 1562 en unas escaleras de Alcalá de Henares en cuya localidad se encontraba para asistir a clase en la Universidad, sufriendo lesiones en la cabeza, perdiendo temporalmente la vista y teniendo que ser sometido a una intervención quirúrgica.
                                                                      


El año 1568 fue tremendamente amargo para el rey, se concitaron los problemas de los problemas de los Países Bajos, la muerte de su hijo, la de Isabel de Valois y la revuelta de los moriscos de Granada. Llegó a escribir una carta a su consejero principal, el cardenal Diego de Espinosa,  desahogándose con él, había caído en gran depresión. Este relevante político, Inquisidor General y Jefe del Consejo de Estado, era segoviano, nació en Martín Muñoz de las Posadas, pueblo perteneciente a la cabeza de partido de Santa María la Real de Nieva, y en él se "conserva" su palacio en ruinas, y en su iglesia gótica del siglo XVI se encuentra el mausoleo de mármol y alabastro con la estatua orante del cardenal, obra de Pompeyo Leoni. Pasando un día Felipe II por Martín Muñoz , entró en la iglesia y manifestó a sus acompañantes: "Aquí está enterrado el mejor ministro que he tenido en mis coronas"

Iglesia de Martín Muñoz de las Posadas (Segovia)


Palacio del Cardenal Diego de Espinosa


Rebelión de los moriscos
Se dio el nombre de moriscos a los árabes que se quedaron en la península después de la conquista de Granada , aparentemente convertidos al cristianismo . El profesor Reglá se ocupa detalladamente del problema que representaron para España, asimismo es otra importante fuente Hurtado de Mendoza con su obra  ´Alzamiento de los moriscos´, e igualmente la ´Historia de la rebelión y castigo de los moriscos de Granada´, de Mármol Carvajal. Enorme fue el peligro que constituyeron para España y, por consiguiente, gran preocupación para Carlos V y Felipe II , ya que en 1526 se sublevaron en la sierra valenciana de Espadán y costó bastante sofocar tal sublevación. ERa su idea fija la restauración del reino islámico en España apoyados por el arribo de a la costa española de flotas sarracenas. La rebelión fue motivada por los monfíes, que al margen de la ley conservaban su religión musulmana; lo gandules, o desertores de las milicias, y los corsarios, que procedentes de África fueron desembarcados en grupos. En 1568 los moriscos proclamaron en Churriana como rey a un noble islámico, perteneciente a la noble familia de los Omeyas, llamado Fernando Valor, nacido en 1520. Tomó el nombre de y que prisionero en la guerra que provocó, fue ahorcado en 1568. Tomó el nombre de Aben Humeya y la Alpujarra le reconoció como tal rey. Con gra valor trató de apoderarse de Granada, mas no consiguió apoyo de los moriscos de la ciudad. La campaña, empero, duró más de dos años sucediendo a Aben Humeya su sobrino Aben Audalla, el cual pereció asesinado en las disensiones que estallaron en el campo morisco al ser pacificadas por don Juan de Austria las Alpujarras. En las vicisitudes de esta guerra está la derrota de Baza, de cuya localidad se había apoderado Aben Humeya, por el marqués  Los Vélez. El cerco de la plaza de Orgiva por Audalla y toma de la misma, hasta que en 1570 el duque de Sessa la conquista y echa a los moriscos de Adra, puerto almeriense que podría facilitarles la comunicación con África. Sucedería el asedio a la fortaleza de Galera, la ya dicha pacificación de las Alpujarras. Pasaría Juan de Austria a Murcia y aquietada la cuenca de del Almanzora, vuelve a Granada donde ha llegado su hermano el rey y ambos planean el final de la contienda- Don columnas de castigo se emplearon para ello, una al mando de Antonio de Luna somete la serranía de Ronda, y la otra, mandada por el duque de Arcos, acaba con los últimos focos de rebeldía.

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