domingo, 26 de marzo de 2017

(Parte I) - FELIPE II el Prudente - Rey universal (Panorama de su reinado)

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Largo fue el reinado de "El caballero de la fe", cual fue también denominado nuestro monarca, y jalonado estuvo de grandes acontecimientos, su balance es altamente positivo. Se señalan, empero, fallos actos censurables, y éstos son debidos principalmente a las hogueras inquisitoriales. Llevado d los consejos de su padre, al regresar a España desde Flandes, celebró en Valladolid un gran Auto de fe en cuya ocasión fueron quemadas cuarenta y nueve personas, hubo ciento doce penitentes y algunos cadáveres exhumados para quemar sus huesos . Sin embargo no permitió que la Inquisición e saliera de su propia esfera ; gravó por primera vez a la Iglesia con tributos; resistió varias veces al Papa. Era Felipe II, en opinión unánime de historiadores, religioso hasta el fanatismo. A él se debe una nueva edición de la Biblia Políglota Complutense, dirigida por Arias Montano, y la creación del Archivo de Simancas. Tan impulsor de la cultura, es de lamentar que diera aquella pragmática prohibiendo a sus súbditos ir a estudiar al extranjero, con lo que segó todo brote de investigación filosófica, y que la Inquisición, por su parte, molestara y persiguiera a grandes figuras en ciencia y virtud, tal como al P. Mariana, Arias Montano, el teólogo Laynez,  Melchor Cano, el humanista Sánchez conocido por el Brocense, Fray Luís de León, Fray Luís de Granada, San Ignacio de Loyola, San Francisco de Borja, San Juan de la Cruz, SAn José de Calasanz y Santa Teresa de Jesús. Resulta increíble; no para el que haya profundizado en el estudio de la Inquisición, como, por ejemplo, Julio Caro Baroja. 

De este periodo de grandeza -no lay que no esconda alguna miseria- de nuestra Historia, de glorias y reveses que en él se deslizaron es de lo que pretendo dar el panorama o aspecto de conjunto, hacer una sinopsis. Ello no es superfluo para el versado en el arte de Clío, ya que no deja de refrescar nuestra memoria y constituye, además, un incentivo -tal es mi deseo- para adentrarnos todos en el conocimiento de una época de la que en el fin de siglo XX y segundo milenio se celebró aquella época renacentista.


Sus matrimonios.

Cuatro fueron sus esposas, y en este orden: María Manuela de Portugal, hija de Juan III de Portugal y de doña Catalina. Esta doña Catalina es hija de doña Juana la Loca y de Felipe I el Hermoso, tía, por tanto, de su marido el príncipe Felipe, pues en 1543 todavía no era rey-La boda se celebró en Salamanca en noviembre de  dicho año, el 12 de julio de 1545 muere en Valladolid a consecuencia del parto que dio a su esposo el problemático hijo que pusieron por nombre Carlos. Tras nueve años de viudez, se casó en Vinchester con María Tudor, reina de Inglaterra. No le agradaba,, era mal parecida e infecunda, En 1555 el emperador renuncia desde Bruselas su gobierno de Flandes y Bravante, como asimismo los reinos de Castilla al año siguiente- Empezó, pues, la reina de Inglaterra a ser reina de España, pero ni vino a España ni lo fue por mucho tiempo, falleciendo en noviembre de 1558 sin dejar sucesión. Fue la tercera esposa Isabel de Valois, cuyo matrimonio se concertó con miras a la paz, y de aquí que fuese llamada Isabel de la Paz -tratado de Canbrey, 3 de abril de 1559con Francia-; es hija de Enrique II y de Catalina de Médicis. Intervino el duque de Alba yendo a París para firmar paces y con poderes para desposarse en nombre del rey, lo que se efectuó en la iglesia de Nostre Dame. En España fue recibida en Roncesvalle por don Fernando de Mendoza cardenal de Burgos, y el duque del Infantado, mientras el rey, regresando de Flandes, esperaba en Guadalajara donde se celebró la boda en el Palacio del Infantado. Tuvieron dos hijas, Isabel Clara Eugenia , nacida en el palacio de Balsaín en agosto de 1566, y Catalina Micaela, que nació en Madrid en octubre de 1567. Murió la reina en Madrid a consecuencia de un aborto el 3 de octubre de 1568. La cuarta y última esposa fue Mariana de Austria, la cual era su sobrina por cuanto hija de María de Austria, hermana de él, siendo su cuñado y suegro el emperador Maximiliano II. La boda se celebró en Segovia el 12 de noviembre de 1570; tuvieron cuatro hijos varones: Fernando, muerto a los siete años de edad; Carlos Lorenzo, fallecido a los dos años; Diego, que murió también en temprana edad. El cuarto hijo nace en Madrid el 14 de abril de 1578 a quien ponen el nombre del padre, y que legaría a ser Felipe III. 


La Unión Ibérica.

Empezó, diría yo, por costar la vida de Ana de Austria. Refiere Enrique Florez de Setien que al morir el rey de Portugal y reclamar Felipe II su derecho de sucesión,

pasaron los reyes a Barajoz para estar cerca de las provincias de la guerra- Enfermó el rey con tan vivo sentimiento de la reina, que, poniéndose en fervorosa oración, ofreció a Dios su vida porque no quitase al reino y a la Iglesia la de su marido, tan sumamente importante para todos. En efecto, oyó Dios su oración, pues mejorando el rey , cayó mala reina, y lo que en aquél solo fue amago de la parca, en ésta fue irresistible golpe el día 26 de octubre de 1580-
Felipe II había heredado en Europa los reinos de España, Nápoles, Sicilia y los Países Bajos; en África, lo reinos de Túnez y Orán, las Islas Canarias y las del Golfo de Guinea; en América, casi toda la tierra firme o continental y la mayor parte de las islas adyacentes; en Oceanía, varios archipiélagos, entre éstos el Filipino que acababa de ser descubierto por el portugués Magallanes al servicio de España. Este inmenso imperio fue aumentado con la anexión de Portugal. Basó su derecho de sucesión del cardenal don Enrique en que éste era hermano de la emperatriz Isabel, su madre, así también en que el último auténtico rey, don Sebastián, era hijo de Juana y, por tanto, su sobrino. Muerto éste en África, derrota de Alcalzarquivir, rescató a ochocientos nobles cautivos, entre ellos a dos que habían de ser sus rivales: Crato y Braganza. ¡Ay del agradecimiento humano, pues muchas ingratitudes hubo de sufrir; en suma, ver la envidia a cada paso! 

Don Antonio, prior de Crato, era hijo ilegítimo de don Luís, que a su vez era también hijo ilegítimo de don Manuel el Afortunado, como fruto de amorío con la bellísima judía Violant Gomes (a) la Pelícana. Fue rescatado con orden de retenerle en España, ya que en Portugal tenía seguidores, pero se escapó. Candidatos al trono portugués fueron la duquesa de Braganza, nieta de don Manuel, abuelo de Felipe. Traidoramente Antonio Pérez y la princesa de Éboli alentaban a los duques de Braganza contra Felipe, y por ello el rey les encerró.

La guerra, pues, se hizo inminente. Los portugueses concebían esperanza en el apoyo de Francia y, sobre todo, de Inglaterra, mas el rey evitó con rapidez la injerencia extranjera. Se formaron tres cuerpos de ejército: uno en Galicia al mando del duque de Benavente; otro en Huelva, mandado por el duque de Medinasidonia, y el tercero -sería el principal y al que el rey pensó acompañar- irrumpiría por Extremadura a las órdenes del duque de Alba, jefe máximo del conjunto. Cursó órdenes al marqués de Santa Cruz para que con la flota apoyara desde el mar las operaciones. En Setúbal estableció contacto el duque con la escuadra. La invasión fue viento en popa, la escuadra dominó el estuario del Tajo y trasladó hasta Cascaes el grueso del ejercito. Encargó el rey al duque que tratara de negociar con el prior de Crato, y al negarse éste, dispuso el asalto a Lisboa, el cual se efectuó mientras por tierra Alba adelantó a su ejército quedando la capital sitiada. Trató el de Crato de frenar el avance el avance enla batalla de Alcántara donde fueron derrotados (se distinguieron los arcabuceros de Sancho Dávila, que el duque de Alba había nombrado para intervenir como maestre general) y su ejército y Lisboa cayeron en manos de Felipe II.

Pero el prior de Crato era ducho en escaparse, y lo consiguió a pesar del bloqueo del ilustre marino de referencia, don Álvaro de Bazán. Trató el portugués de organizar la resistencia en el norte, pero Alba envió a Oporto un fuerte destacamento que junto con el cuerpo de Galicia eliminaron toda resistencia. El pretendiente huyó a las islas Azores de donde el citado don Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, en fulminante campaña naval le expulsó y a sus protectores de la marina inglesa.

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