sábado, 29 de octubre de 2016

SUGERENCIA SOBRE LA MUERTE EN PUGNA CON LA RELIGIÓN

La muerte es entrar en la vida, no en la nuestra personal, sino en la vida en general, a la que pertenecemos. Creo que queda el espíritu. El cuerpo y el alma que nos individualiza perecen, pero no el espíritu que anima ese cuerpo y esa alma. Ese sigue, porque eso es la vida. En ese sentido la vida es un retorno. Yo no creo en la resurrección de la carne, no puedo creer. Yo creo que nos acabamos. Se acaba ese individuo que se llama Antonio Gala, se acaba su alma y su cuerpo, pero perdura lo que es la vida de otra forma. De que me acabo yo, estoy completamente convencido. Y no conozco otra forma mejor de inmortalidad que la de ser recordado con cariño y respeto.       

Ni todo católico está plenamente convencido de la inmortalidad del alma y, por consiguiente, a equis tiempo vista la resurrección de la carne, ni todo no creyente rechaza de plano el Más Allá, empezando por admitir la existencia del alma. La Iglesia, su magisterio, proclama que el hombre tiene alma -dicho sea en sentido genérico, aunque alguna vez dudó  de que le tuviera la mujer-, que ésta es diferente en cada cual,, que es inmortal, Es creada e infundida por Dios en el momento de la concepción. No tiene origen divino. No constituye el principio vital del hombre. No lleva una existencia pre-corporal. Según el papa Juan XXII, 'el alma puede tener la visión plena de Dios, solo después de la muerte'. 

Aquí habría que hablar de la viisión beatífifica, doctrina de los últimos años de su pontificado. Había escrito la declaración de que las almas de los justos que morían no verían a Dios hasta después del Juicio Final. Y sin embargo... Se deslizaba, pues, una contradicción: los justos no ven inmeditamente a Dios, fue motejado de emitir una herejía, él alegó que la Iglesia no tenía sobre tal punto una doctrima oficial y que no había expuesto su doctrina ex catedra. En la Biblia nos dice san Pablo en su 'Primera carta a los corintios', nos dice san Pablo: 
Al presente no vemos a Dios sino como en un espejo, y bajo imágenes oscuras, pero entonces lo veremos cara a cara. Yo no lo conozco ahora sino imperfectamente; mas entonces lo conoceré con una visión clara, a la manera que soy yo conocido. (vers. 12). 
De este 'entonces' se trata. La verdad que este 'cuándo' es incalculable y, desde luego, a largo plazo, dadas las matemáticas de Dios  Me aplana la eternidad,. y no se pueden entender las matemáticas de Dios -si ya las del hombre hoy día son difíciles-, indicadas por san Pedro: Pero vosotros, queridos míos, no debéis ignorar una cosa, y es que un día respecto de Dios es como mil años, y mil años como un día.  Tampoco es accesible a la mente humana ,por mucha filosofía que se eche, lo de 'vida pedurable de la persona después de la muerte', que es una de las acepciones que la RAE asigna a tal palabra. 

En cuanto a que el alma no constituye el principio vital del hombre, no lleva una existencia pre-corporal,  encaja perfectamente la siguiente opinión de Schopenhauer: 
El que ahora, después de no haber existido un tiempo infinito, deba continuar durante toda la eternidad, es una hipótesis excesivamente audaz . Si, en mi nacimiento, vine y fui creado de la nada, es muy probable que, en la muerte, vuelva a ser nada. Duración infinita a parte post, y nada a parte ante, no concuerdan. Sólo lo que es primordial, eterno, increado,, puede ser indestructible (véase Arostóteles, , De Coelo, l, 12, 282 a 25 y sig., Priestley . On Matter and Spirit, Birminghan, 1782, vol. l., pág. 234) 
Tal podemos leer en su 'Historia de la Filosofía' tratado de la filosofía kantiana. Las tres columnas de la Filosofía son, como sabemos, Dios, el Mundo y el Ser 

El cristianismo y las postrimerías.

El sociólogo Alfredo Moncada, que estudia a fondo la fenomenología política, económica y social de fin de un milenio y principio de este,, resaltantando la faceta religiosa, escribe en su obra 'Religión a la carta':
El cristianismo, sobre todo el catolicismo, tan insistentente en la persistencia de cada persona, en la inmortalidad del alma individual, nos presenta un escenario de la otra vida que, aunque ha cambiado con el tiempo y la sensibilidad,, es sustancialmente el mismo: yo sigo viviendo. Incluso el catolicismo barroco que hemos vivido hasta antes de ayer nos hablaba de la resurreccion de la cartne, una misteriosa rehabilitación de nuestra corporabilidad prefigurada en la Resurrección de Cristo y la Asunción de su Madre.
Nos hablaba y nos sigue hablando, en el Credo, por ejemplo, resumen de algunos dogmas de la Iglesia. Yo, aunque creyente, rechazo los dogmas, no los considero de carácter indiscutible, no acepto la condición de acatarlos. Parto de que es un camelo; un absurdo considerar a la Iglesia infalible en materia religiosa. Sobre este tema es de capital interés leer, entre otra bibliografía, a Pepe Rodríguez, apud 'Mentiras fundamentales de la Iglesia católica', capítulo III, epígrafe:: 'El para, "sucesor de San Pedro", no fue oficialmente infalible hasta que lo decretó Pío IX en  el año 1870'.  

Apunta Moncada que le decía un monge de clausura que "Los Novímos son una teología para asustar a niños, basada en una filosofía de jardín de infancia. Señala también que el Papa polaco nos subraya los aspectos más barrocos en de la tradición tridentina en su nueco Catecismo universal que, respecto a las postrimerías, no se descarta de los dicterios más sonoros de la vieja escuela. 

Efectivamente, este catecismo último editado, trata de la resurrección con los viejos postulados. No puede cambiarlos, sería mucho lo que se hundiría. Siendo la muerte para todo el reino zoológico, es el animal racional el único que sabe ha de morir. A los humanos se refiere el rey Salomón cuando escribe: Los vivos saben que morirán. Consigna también:  Los muertos no tienen conciencia de nada en absoluto. No hay trabajo ni información de proyecto. ni conocimiento, ni sabiduría en el sepulcro. (Eclesiastés 9: 5, 6, 10) Y el Salmo 146 dice que al morir 'perecen sus pensamientos'. 

El Apocalipsis, o Revelación de Jesu-Cristo, es complicado. 

Y lo es por el Hombre, que no por la visión divina. Cristo vence. Cristo reina. Cristo impera. 
Si el hombre ha desaparecido por completo, si el alma no es inmortal, si nuestro cuerpo es inapropiado para la vida eterna que Dios nos ha prometido, si es corruptible y tiene que cambiarse, ¿por que presenta la Iglesia como dogma la resurrección de la carne? 
                                                                          

 En concepto de nuestro citado sociólogo 
Pese a la lucidez que produce la ilustración, en el fondo de nuestro cerebro hay una rebelión contra la violencia de la naturaleza o el azar de las enfermedades o los accidentes. Más aún, nos subleva la inocencia atropellada o la victoria de los canallas y, desde el fondo de nuestro corazón, uno espera y desea algún tipo de compensación ejercida por un ser superior, justo y todopoderoso. La esperanza de ua  retribución, de un requilibrio, forma parte de esa fe en las postrimerías que prometen todas las escatologías y en los momentos de rabia e ira contra la injusticia uno desea creer en el juicio final, en los castigos y en los premios posterrenales.
Pero es una fe tibia la que implica tal estima y, desde luego, pueríl y así, como ya se ha dicho, la creencia en los otros Novísimos; del infierno, situado en nuestro planeta y de cuya geografía hablé en reciente artículo. De su antesala el Purgatorio solo diré que constituyó negocio para la Iglesia católica. Y había también el limbo -limbo de niños no bautizados, de los tontos adultos y el limbo de los justos o seno de Abraham-. Y de la Gloria, ¿qué decir cuando la Biblia no deja claro, sino confuso y contradictorio, la inmortalidad del ser humano, ya de su cuerpo, ya de su almaPara san Pablo, que tanto "modeló" la doctrina cristiana, después del Juicio Final vendrá la eternidad y el destino que tengamos en cuanto a la sentencia emitida.                                                                          
(Tengamos en cuenta que este  filósofo, poeta, músico y filólogo fue de los pensadoes más influyente del sigloXIX) 

Que el día del Juicio Final se levantarán los muertos de sus tumbas... es absurdo en todas las acepciones del término? ¿Qué muertos? Serán los que cuando tal evento llegue se encuentren en ellas. Porque llevamos muchos siglos y milenios de Creación, dicho sea en el sentido de la 'tradición judeocristiana, mundo, conjunto de todo lo existente', porque, como dice Emilio Castelar, en su biografía de lord Byron, toda cuna se levanta sobre un montón de sepulcros , nuestra existencia se eleva sobre una serie infinita de esqueletos perdidos en las profundidades de la tierra, como las raíces de un árbol. Contar vuestra genealogía es contar un montón de huesos. Sí, y, además, retrocedemos sentimentalmente en la misma a dos o tres generaciones, o sea, padre, abuelo y, como mucho, bisabuelo. Y demos por suerte que veamos la continuación de los cementerios de su enterramientos, que no hayamos tenido que anordar algún  traslado de un ser querido por clausurarse la necrópolis en que se encontraba. En definitiva, semillas somos los hombres del árbol de la humanidad. (Unamuno). La Creación es muy antigua desde el punto de vista del Génesis -unos 10.000años-, pero muchos más bajo la interpretación científica de la Evolución. Es indubitado este aserto de los científicos Robert M. Hazen y James Trefil: 
La historia bíblica de la creación tiene una gran belleza poética y un gran poder metafótico. La historia bíblica de la creación (religión) y la teoría de la evolución (ciencia) tienen maneras diferentes y complementaria  de responder a cuestiones acerca de los orígenes de la vida y de los humanos.. A causa de esta diferencia fundamental , creemos que es inapropiado incorporar el creacionismo en ningún curriculum científico.   

Del Novísimo que menos habla la Iglesia es de la Gloria, ¡eso de ir al cielo!... Los musulmanes en 'el Coran' hablan más, e incluso hay en él huríes, mujeres muy bellas, dotadas de eterna juventud y de toda suerte de encantos que serán la buena compañía de los aventurados. El Catecismo de la Iglesia Católica, escrito en orden a la aplicación del Concilio Ecuménico Vaticano II -1992-, hace referenciaa cielos nuevos y tierra nueva.
!044- En ese "universo nuevo" (Ap 21, 5), la Jerusalén celestial, Dios tendrá su morada entre los hombres. "Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá muerte ni llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado2 (Ap 21, 4; cf 21, 27).
Continúa, en suma, sin resolverse lo fundamental de la vida y de la muerte, por mucha lucha de nuestra filosofía y de la ciencia; ya puso Shakespeare en boca de Hanlet:: En el cielo y en la tierra, Horacio, hay algo más de lo que puede nuestra pobre filosofía. Confucio, filósofo de la antigua China, anterior a Jesucristo creador del confucionismo, doctrinas morales y religiosas, nos expone: ¿Qué es la muerte? Si todavía no sabemos lo que es la vida, ¿cómo puede inquietarnos el conocer la esencia de la muerte?
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