lunes, 20 de mayo de 2013

Llamando las cosas por su nombre, sin ambages o eufemismos

 La verdad se corrompe tanto con la mentira como por el silencio.
                                          - Cicerón -

No hay que callarse a las mentiras de nadie, sino hablar y, como reza el dicho, llamar al pan, pan y al vino, vino. Otra cosa son la conveniencias sociales, emitir sin to ni son lo que es desagradable, ello es incurrir en falta de tacto, circunspeción, falta de elegancia ética, cuando no clara grosería. Por ejemplo, espetar a una mujer fea que lo es, o a un hombre que es bruto, aunque sea un gañán. En el caso que nos ocupa es que se trata nada menos que de legítima defensa. ¿Cómo no va el ciudadano a protestar de verse sin trabajo y el daño que lleva inherente: encontrarse no ya comiendo de caridad, si la encuentra, sino en un mal tan grande o mayor que verse sin pane noster cotidianum, el pan nuestro de cada día, y es verse desahuciado, perder su vivienda, lo que, a su vez, origina una serie de males que al alcance del undividuo de más obtusa inteligencia están. En la calle no se puede residir, que, como digo, la persona no sólo necesita comer. Consignar esto es descubrir el clásico Mediterráneo, lo sé, pero parece ser que los políticos no lo han descubierto todavía. Al extremo de privar de trabajo y de vivienda ha llegado su torpe política y, por añadidura, despilfarros y gigantesca cosecha de chorizos.           

Es echar un capote, valga la expresión taurina, atribuir el Gobierno el suspenso de la monarquía a la crisis. Aparte de que España detesta este régimen obsoleto, absurdo en nuestros días, radica el repudio en los escándalos de la familia que la representa. Tampoco se puede decir, como algunos escriben, que su descenso  de estimación se deba a los escándalos que han salpicado a la Casa del Rey; hay que hablar o escribir con propiedad gramatical. Salpicar es repercutir un asunto reprobable o delictivo sobre una persona o entidad; véase el DAE. Resulta, pues, hablando con propiedad, que no salpicaron los escándalos del Gobierno y Empresas a la familia real, sino que ésta los perpetró por sí misma y que fue la pionera en no proceder con ejemplaridad, y esto fue en la niñez de las infantas y el príncipe, después vendría los estrambóticos matrimonios de éstos y unos yernos muy dados a ser... "empresarios". A Jaime Marichalar, marido de la infanta Elena,  le eliminó el divorcio -en el argot de esta familia real se denomina "separación temporal", y quedó Iñaki Urdangarín de auténtico as de las finanzas. No más que en el terreno de la picaresca, por supuesto, porque lo de él es el balonmano, pero teniendo en su ayuda a un profesor de ESADE y, ambos, a la realeza -él mismo lo es conyugalmente- sólo cabía esperar el éxito alcanzado. 



La monarquía se hunde porque fue siempre... Léase, entre otros, este libro:
                                                               
Al terminarse el silencio a guardar sobre ella, poder salir a la luz, y producirse, publicaciones de artículos, libros e incluso espectálos teatrales, se han difundido indebidos hechos del rey de los que antes sólo corría el rumor de su donjuanismo, y de ello empezó a publicarse algo en libro, que no en la prensa. Por ejemplo Jaime Peñafiel, en "El hombre que se acuesta con la con la reina".  Desde el "caso Urdangarín" no es que haya usina de rumores, o sea, medio que genera informaciones no confirmadas y tendenciosas, sino que están, del pasado y del presente,  hechos a la vista, no ocultados por los medios de comunicación, incluyendo entre éstos, al libro. Ahora se publican algunos de ellos que antes era inviable en la corte, y aun difícil fuera de ella, con alguna posibilidad en el país vasco o en Cataluña, y no sólo refiriéndose a su vida de corinas, también a sus "reales" negocios, y todo ello, evidentemente, le descalifica, así como, con motivo de la acción penal contra su yerno, el estar saliendo a la vista si le ayudó o no en sus presuntos trinques. 

La ayuda a la infanta Cristina es irrefutable, aunque se les antoje mantener el "NO" a parte, sólo parte y ya es consuelo, de la Justicia en aras de la monarquía. A ver si al juez Castro no se le impide presentar la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad respecto a Cristina de Borbón, que es la primera premisa para hacer justicia, que, por patente que es su culpabilidad, si el jefe del Estado y/o el Gobierno la imposibilitan, imposibilitada queda. ¡Adiós justicia y presente injusticia! Pero pasaría a la Historia como una vergüenza, ¡tantas muestra esta ciencia de Clío!, pues que, como dice Eduardo Punset, el poder se ha ejercido de manera abyecta durante miles de años. Desde ha mucho no ya tan abyectamente, ¿pero es que se va a proceder ahora como entonces? Ni que decir tiene que incrementaría la tensión, opsición u hostilidad del país contra la monarquía y el Gobierno, que ya es enorme. Esta monarquía visiblemente hace aguas, es buque que presenta demasiadas grietas y aberturas por las que pasa el agua que le hundirá. Fue impuesta sui generis, de un modo excepcional de todos conocido, dándola entrada la Constitución, pero las nuevas generaciones no aceptan, ni tienen porqué aceptar, tal componenda y quieren votar el no a la monarquía y la rectificación de la Constitución tan desfasada, de una parte, e incumplida, de otra. (De todo esto ya he hablado en otros artículos, porque, en fin, ello es, como música de cámara, dar vueltas sobre el mismo tema). 
                                                                 
El incumplimiento de esta Carta Magna, dirigida a todos los españoles, fue in crescendo y procurando el bipartidismo de sendos partidos turnantes irla haciendo imposible de cumplir en aquellos artículos que protegen al ciudadano. Guarda cierta similitud con los diez Mandamientos divinos -divinos por lo que tienen de divinidad como por su otra acepción de "persona o cosa dotada de gran beldad, hermosura, preciosidad"- y con los preciosos  derechos humanos, es decir con la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea. Pero no se respeta como derecho divino ni como humano el Decálogo por dos veces dado por Yahvé a Moisés en el monte Sinai; doy por hecho que lo conoce el rey, Mariano Rajoy y los miembros de su Gobierno, mas  en absoluto actuan en tal dirección. Sin embargo son tenidos por católicos; el rey es Juan Carlos I el Católico -lo son desde Fernando II de Aragón, aunque tanto los Austria como los Borbon no sean así llamados. Mejor porque ante la conducta personal de ellos resultaría ridículo.

Perjurio de los políticos "católicos". 

Rajoy y los del PP pasan por tales y acostumbran a jurar, que no a prometer, sus cargos -ante el rey y la reina, de quienes se comentan no se hablan, presidiendo el juramento- con la mano en la Biblia junto a la cual hay un crucifijo. ¡Qué escena de hipocresía! Presidentes y ministros que al no cumplir sus promesas electorales juran en falso. Saben, sabemos todos, que el segundo mandamiento de la Ley -esta Ley puede escribirse con mayúscula, ¡porque lo que es algunas de los hombres!...- de Dios prohibe el juramento en falso. Rajoy, pues, y sus etcéteras han incurrido en perjurio. Ya no hablemos de cómo y hasta qué punto su católica majestad ha quebrantado la ley divina; ha sido en el segundo, quinto, sexto, octavo, noveno y, acaso, el primero, porque el ama a Dios sobre todas las cosas no comete las faltas enumerados. Algunas, como matar y hurtar, son delitos. Bueno, si sólo fueron osos y elefantes.
Al político le es consustancial la mentira, entonces procede mejor el que promete que el que jura; el  primero no ofende, directamente al menos, la religión, sólo la Ética; el segundo ofende la Religión y la Ética. La mentira en los gobernantes de hoy es una constante, dicen una cosa y hacen otra, y lo que dice uno desmiente el otro, ya de Rajoy a uno de sus ministros, ya entre éstos. Nunca se ha visto un galimatías político como el que hoy tenemos, aparte de las desavenencias que hay entre ellos. Clama al cielo conjuntamente con la defensa encubierta o no tan oculta, encubrimiento unas veces y abiertamente  otras, que hacen de los corruptos. No figuró esto cuando solicitaban al ciudadano el voto, ni lo otro, ni lo otro, ni lo otro. En esta faceta de la mentira, el engaño, sí que han dado y continúan dando, una buena lección de política; de otro modo no pueden darla. 

Lo que ha empezado a resultarle difícil al Gobierno y a los políticos en general es convertir en negocio la política; la sociedad se apresta a defenderse, empezando por exponer sus quejas a sus abusos. Bertín Osborne se quejó en el Gran Debate del 18 del cursante mes de que el 50% del dinero que se percibe se gasta en la estructura del Estado. Por parte de otro participante, y hablando del robo de tales y cuales Cajas de Ahorros, se confirmó algo consabido: que los amigos de los políticos fueron puestos al frente de éstas. Se habló, como sabemos cuamtos vimos el programa, del caso de , y, en fin, de toda la mierda que nos circunda.  Lógica y naturalmente haciéndose cruces. 

Las Cajas de Ahorro vehículo de saqueo. 


El saqueo practicado por las Cajas es de lo más vil que verse pueda, llevando la voz cantante del robo las participaciones preferentes que ya fue la prefencia a un asalto a equis tiempo, un robo premeditado que en Derecho constituye un agravante. Este hecho deja evidente el siguiente aserto de Jean de La Bruyère, apud "Los caracteres", los puestos de responsabilidad hacen a los hombres eminentes más eminentes todavía, y a los viles, más viles y pequeños. Querían las clases prepotentes fastidiar al modesto ciudadano, enriquecerse a su costa, -máxime en falta de escrúpulo los que lo han sido de la noche a la mañana por un golpe de suerte a veces inconfesable -siempre el parvenu fue detestable-, y encima ponerle mordaza. Esto ante el robo, robar al ciudadano y que se calle, ¡ya es infamia del ladrón de lujo!-. Recordemos, por ejemplo, cuando doña Pilar de Borbón y Borbón mandó callar a los reporteros al preguntarle por lo que se decía de su sobrino político, Iñaki Urdangarín, alegando que los únicos que pueden hablar son los jueces y los demás a callar. Los jueces pueden sentenciar judicialmente pero opinar y reprobar lo reprobable puede hacerlo cualquier persona, jueces incluidos como tales, o sea, personas. Yo di, en su día, adecuada respuesta en mi artículo "Cuando no hay por qué callar". ¡A lo que se ha llegado por callar el pueblo y dejar hacer a los políticos! 

Las Cajas de Ahorro, fundadas por el P. Francisco Piquer, tuvieron como objetivo  evitar que pagaran intereses usurarios los pobres de Madrid al tener que pedir un préstamo por una emergencia; las fundó a semejanza de los montes de piedad, en Italia, por lo que inicialmente tuvieron carácter humanitario y católico. Pero desde que fueron similares a los Bancos, por obra y gracia de los políticos, adiós la caridad, la fe y la esperanza y cuanto se quiera citar después de estas virtudes teologales.     
                                                           
Han venido siendo cobijo de la delincuencia política, en ellas han recalado políticos y amigos de ellos. Miguel Blesa, amigo de Aznar, expresidente de Caja Madrid, ha sido el primer banquero encarcelado, por alguno había que empezar. Y nada más claro, inteligible, así como cierto y manifiesto, que debía ir a la cárcel uno tras de otro, y sálvese el que por excepción no haya robado. No viene a cuento hablar aquí de este ladrón ni de otros de su oficio, sí el consignar, asentar, que es triste que Manos Limpias sea quien ha metido mano a este relevante caco, que no lo haya iniciado el Gobierno. Vamos a ver -y es lo que hace falta: verlo- si se actúa contra quien dio vía libre a Blesa, el exgobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández, si la Fiscalía investiga todo el engranaje político-banquero de alto coturno. 
       
                   

He aquí los dos amigos, hace dos días, gozosos de que apenas ha estado Blesa veinticuatro horas  en la cárcel; se pide estudiar el origen de la fianza. Todos sus amigos del PP están con él, sin faltar el justiciero ministro de Justicia. 
                                                               
Sin faltar también, entre otros del PP, Esperanza Aguirre. Ya es amiguismo hasta el final; que no sea compañerismo de la parte mala.
                                                         

Esta foto es del día en que el juez dicta auto de libertad tras la fianza. La sonrisa de alegría de todos ellos no puede ser más hiriente para el ciudadano honrado; inequívocamente implica el olímpico, altanero y soberbio desdén a la ciudadanía. Ésta no cuenta más que para votarles y luego se reunen con quienes la han robado y miman a estos ladrones condenados por los Tribunales de Justicia. Se ha dicho que una imagen vale por mil palabras, y estas, desgraciadamente, son muy elocuentes. Causan, por tanto, gran repulsión en todas las acepciones de este término.   

Vergonzoso es también que, individuos de estos, mediante una fianza compren la libertad. Que al menos se les siga escrupulosamente la causa.Que vuelvan a ser encarcelados y les quiten lo robado, a beneficio del estafado, es lo que reclama la moral y hasta el sentido común.  Lo demás es arbitrariedad, o sea, va contrala justicia y la razón. 

Esperanza a tener.

A ver si el pueblo logra que no haya ladrones, empezando en la política, siguiendo por la banca y las empresas. En cuanto a la política ha de ser en toda su escala jerárquica, con una efiaz lucha que ha de partir del Gobierno, y éste vigilado por la sociedad. ¿Utopía? Ya cité en otra ocasión este aserto de Ortega y Gasset: Todo lo que no haga el pueblo, se queda sin hacer. Es evidente. Al pueblo se debieron los logros de justicia social que se obtuvieron en el siglo XIX y que ahora el servidor de los mercados, de la macroeconomía, Mariano Rajoy  Brey, está destruyendo sin darse por enterado que también existe la microeconomía, que ésta no es un bledo. En este reinado de Juan Carlos I ha sido tal la corrupción que nos ha llevado a la peor crisis eonómica conocida, habría que remontarse a la Edad Media, aquellas hambrunas, para hallar algo semejante en padecimiento de la población. ¿Y qué hace Mariano, que no es irrefutablemente el presidente idóneo en esta terrible circunstancia? De momento darle la puntilla al pueblo soberano -injusticia social por doquier, repito un vez más, y nunca serán las bastantes-, y en cuanto a la corrupción se abstiene, que actúen los jueces. ¿Apoya o dificulta él? Esto es lo que interesa saber. En general no se ve su apoyo, el cual tenía que ser férreo.     
          

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