Como bien saben en dicho lugar, existe éste merced a los reyes de Castilla Enrique III el Doliente y su esposa Catalina de Lancaster.
Recuerdo a don Enrique como aquel rey al que un día para poder cenar tuvo que empeñar su gabán, porque los bienes del real patrimonio se habían esfumado a fuer de las mercedes otorgadas por los tutor que le sumieron en la pobreza. Como contraste, aquella noche se celebraba en casa del arzobispo de Toledo un banquete entre los nobles que habían usurpado las rentas de la corona. Cuéntase que disfrazado de criado presenció festín. Al día siguiente cit´a todos a su cámara, y preguntó al arzobispo cuántos reyes había conocido en Castilla. "Tres", contestó el prelado. 'Pues yo, con ser tan mozo, he conocido más de veinte, y desde hoy no ha de haber más que uno'. Haciendo salir a su guardia y al verdugo, amenazó a los nobles con quitarles la vida si no le devolvían las rentas de la corona.
Reinó solo dieciséis años pero pese a que su reinado no fue largo , y, por otra parte, su constitución física, o complexión, débil y enfermiza y de aquí la denominación con que ha pasado a la historia, era belicoso como evidencia el balance positivo de su reinado. Frenó a los portugueses que, muy envalentonados desde la Batalla de Aljubarrota (1385), sin previa declaración de guerra, se apoderaron de Badajoz, cuya recuperación logró.
Evocación de esta derrota en el reinado de su padre.
Se dio la Batalla de Aljubarrota en la población homónima de de la Extremadura portuguesa, veinticinco leguas al norte de Lisboa. En ella las fuerzas angloportuguesas -a lo largo de l a historia Inglaterra ha apoyado a Portugal- al mando del Maestre de Avis, infligieron una aplastante derrota a los castellanos de Juan I, con lo que quedó asegurada la independencia de Portugal. El antecesor del cardenal Mendoza -homónimo- dio su caballo a Juan I para que huyera, y así se salvó el rey, mientras él hubo de perecer.
Ya perdimos Portugal hasta que Felipe II se la anexionó por el problema dinástico surgido a la muerte del rey luso Don Sebastián, mas no por vía diplomática, ya que para impedirlo se valieron de poner como sucesor al cardenal don Enrique, y de éste al prior de Ocrato. Se oponían tenazmente, por lo que nuestro monarca envió al duque de Alba al frente de un ejército de tierra, mientras la escuadra, al mando del Marqués de Santa Cruz, se dirigió a Lisboa. El prior fue derrotado en Alcántara
Pero -¡ay!- esta unión ibérica se rompería en el reinado de Felipe IV al rebelarse las tropas concentradas en Lisboa, que el Conde Duque de Olivares se disponía a enviar contra la sublevación de Cataluña, y desear proclamar rey de Portugal al duque e Braganza con el nombre de Juan IV. Éste vacila en convertirse en un traidor, pero su esposa, que era hija del duque de Medina Sidonia, le disuade con esta frase que se ha hecho célebre entre la históricas: 'Mejor quiero ser reina una hora que duquesa toda la vida'. Dejo, en fin, la problemática de Portugal más allá del ciclo trazad, y vuelvo al entorno de Enrique III de Trastámara.
Nuestro esforzado rey organizó una expedición a África apoderándose de Tetuán, que era refugio de piratas que invadían nuestros mares, cuya ciudad arrasó en 1400 y no fue reedificada de momento.
Tanto al rey como a la reina les disgustaba el Cisma de Occidente decidiendo apartarse de la obediencia al anti-papa Luna, Benedicto XIII, que de 1411a 1423 tuvo su sede pontificia en Peñíscola, procedente Aviñón donde fue declarado Papa a la muerte de Clemente VII -1394-y a quien en la Roca Levantina sucedió Clemente VIII. -1423-, que abdicaría seis años después a favor de Martín V , papa nombrado en el en el concilio de Constanza, con lo que se puso fin a medio siglo de cisma en la Iglesia Católica.
(Fernando VII tuvo preso en este castillo al confesor de su madre) |
Enrique III pretendió contribuir a la terminación del Gran cisma, lo que todavía tan lejos estaba que ni la reina llegó a verlo. El acuerdo de separación se tomó el 4 de febrero de 1329 reunidos los obispos en Alcalá de Henares y declarándose que mientras durase el cisma la Iglesia española se consideraba independiente, reconociéndose en ella todas las atribuciones pontificas.
No le cupo la gloria, como rey y como católico, de la conquista de Granada, que tenía in mente, y que culminaron sus nietos los Reyes Católicos. Se procrastinó hasta 1492 al morir a los 27 años de edad en Toledo, donde fue enterrado en la Capilla de los reyes nuevos.
El porqué de su matrimonio con Catalina de Lancaster.
Es hijo, según queda reflejado de Juan I, el cual, tras la pérdida de Portugal, se vio atacado por el duque de Lancaster quien, ayudado por el monarca de dicha nación, se apoderó de gran parte de Galicia. Era un rebrote de odio interminable, una lucha entre los descendientes de Pedro I de Castilla contra los Trastámara. Juan I para evitar una nueva guerra y extinguir este odio firmó un tratado de paz -1387- que dio al traste con la rivalidad de los descendientes de Alfonso XI, es decir, entre los Castilla y los Trastármara, centrada en Juan de Gante, casado en segundas nupcias con Constanza de Castilla, hija de Pedro I con María de Padilla, y el de Catalina, y el hijo del Enrique II el Fraticida.
Se casó Alfonso XI con doña María de Portugal, madre de Pedro I, pero.de ella vivió siempre alejado y sustituyéndola en su compañía con la bellísima dama sevillana doña Leonor de Guzmán con la que tuvo diez hijos, y al morir el rey castellano la reina tomó represalia encarcelándola. en Talavera de la Reina -era su propia villa- y mandando su decapitación, abriéndose, en fin la brecha de la hostilidad en el reinado de Pedro I con sus medio hermanos. El pacto firmado por el rey castellano y el yerno de Pedro I, que implicaba el matrimonio el heredero Enrique III, nieto del fraticida con la nieta del asesinado, unían los derechos de la casa Lancaster y los de la familia bastarda, fusión que a éste legitimó. Los prometidos esposos tomaron el título de Príncipes de Asturias, que desde entonces han llevado los herederos de la corona de España.
En las capitulaciones recibe doña Catalina de su suegro la ciudad de Soria con las villas de Atienza, Almazán, Deza y Molina. A su madre, doña Constanza, se le adjudicaron Guadalajara, Medina y Olmedo mientras viviese; ello a cambio de que los duque renunciaran al título y derechos que sostenían respecto a los reinos y señoríos de Castilla en favor del rey don Juan. y de su primogénito.don Enrique. A continuación de los tratados fue recibida en Fuenterrabía la princesa Catalina y acompañada hasta Palencia donde el rey le esperaba con su Corte, celebrándose la boda de los príncipes en la catedral. La duquesa vino poco después a Medina del Campo, donde se encontraba el rey y éste la recibió tiernamente, regalándole joyas y dándole por toda su vida la villa de Huete. Le envió entonces el duque de Lancaster la corona de oro que tenía preparada para coronarse rey de Castilla. Nuevos obsequios se cruzaron, la buena relación familiar, la concordia, paz, había nacido.
Los Príncipes de Asturias en la adolescencia pasaron a reinar, que, como dice el escritor argentino Enrique Sabato, 'lo esperado no sucede, es lo inesperado lo que acontece'. Pero estos acontecimientos los veremos en la segunda parte de este artículo.
Estimado Manuel. Utilizo esta vía para comunicarme con usted, en relación a otra entrada de su blog: la ermita de San Saturio. Nos gustaría utilizar una de sus imágenes, respetando por supuesto su autoría y su ubicación en el blog, para una revista científica gratuita. Si lo cree posible, le rogaría que se pusiera en contacto conmigo. Gracias de antemano
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