jueves, 30 de mayo de 2019

NUESTRA DEVOCIÓN MARIANA

Es nuestra nación el país que desde los más remotos tiempos rinde pleitesía a la madre de Dios, existe tan correlación entre su culto y nuestra geografía que me sería imposible en el límite de un artículo no ya hablar, sino siquiera relacionar exhaustivamente las distintas advocaciones con que las provincias y los pueblos de España la invocan. Dígalo Madrid con sus tres patronas: La Virgen de la Almudena, la Virgen de Atocha y la Virgen de la Paloma; Barcelona, con la Virgen de la Merced, y Cataluña con Nuestra Señora de Montserrat. Valencia y la Virgen de los Desamparados; Sevilla y su Macarena; Bilbao y la Virgen de Begoña; Vitoria y la Virgen Blanca. Navarra se postra ante la Virgen del Puig y del Camino; Murcia ante la Virgen de la Fuensanta. Asturias adora a Nuestra Señora de Covadonga en la grieta de Auserva, ‘altar mayor’ de España, donde empezó la Reconquista. Galicia venera la Virgen de la Soledad, magistralmente cantada por Rosalía de Castro. Extremadura late por la Virgen de Guadalupe, tan amada por el emperador Carlos, que a su lado fue a morir. Granada es decir la Virgen de las Angustias; León, Santa María; Segovia, la Virgen de la Fuencisla, y así sucesivamente.

(Luce el fajín donado por el general Varela que en la guerra civil tan próximo a Ella estuvo)

Por los pueblos se repiten a veces las advocaciones, valga como muestra Nuestra Señora de la Soterraña, patrona de Olmedo (Valladolid), de Santa María de Nieva (Segovia) y cuya imagen se venera también en la cripta del templo de San Vicente, en Ávila, como indicación de la devoción que se le tiene en la patria chica de Santa Teresa de Jesús. Esta simultaneidad de advocaciones marianas sucede también entre ciudades, valga como paradigma la Virgen de la Antigua, patrona de Guadalajara, la cual se repite, entre otros lugares, en Orduña (Bilbao). He dicho que se repiten en los pueblos.

La provincia de Guadalajara es una de la de mayor fervor mariano, según puso ampliamente de relieve –ha muchos años- José de Juan García, siendo director del periódico local ‘Nueva Alcarria’, en una conferencia pronunciada en la Casa de Guadalajara en Madrid. Del itinerario mariano que hizo, recordemos algunos nombres que están en la memoria de cuantos conocemos plus minusve, más o menos, la provincia. Virgen de la Salud (Barbatona), de La Leche (Sigüenza), Socorro (Sacedón), de los Olmos (Maranchón), Virgen de los Enebrales (Tamajón), La Granja (Yunquera), Virgen de La Peña (Brihuega), Nuestra Señora de la Hoz (Molina), Peñahora (Humanes), y un largo etcétera.

Bello, bellísimo, regalo el que nos hizo San Pedro de Mozonzo, obispo de Compostela (siglo X), autor de ‘La Salve’, porque en verdad que nuestra Madre del Cielo es <vida y dulzura, esperanza nuestra>. ¡Con que cariño nos acordamos de nuestra madre de la tierra, sobre todo cuando de ella partió, pensando que nos enseñó a rezar! La madre nos enseña las oraciones, lo mejor que en la vida hay, porque ‘la oración –San Agustín dixit- es la fuerza del hombre y la debilidad de Dios’. Hablando el gran orador Vázquez de Mella sobre ‘La Virgen ideal de belleza’ emitió las siguientes palabras que encierran el sublime consuelo de nuestra de nuestra religión:
¡La orfandad! ¿Qué religión y qué filosofía han pensado en aliviarla y en suprimirla sustituyendo la madre muerta por una que no muera nunca? Solo una religión divina podía hacerlo. Y la Iglesia  nos la muestra en la Virgen, no como un símbolo, sino como una realidad, como la realidad que invocaban en las horas de angustia nuestras madres y de la que todos guardamos testimonio, porque es ella la que, en momentos supremos, cuando el corazón es arrastrado por las aguas negras del dolor, parece que se inclina hacia nosotros y nos alarga su manto para que asidos a él nos salvemos del naufragio.

Literatura mariana.

Mucha y muy bella literatura existe sobre MARÍA; ya en el Cantar del Mío Cid es citada más de treinta veces, Rodrigo Díaz de Vivar la tiene en sus labios constantemente encomendándose a ella y haciéndole promesas, la Virgen preside la epopeya. Si de la acción pasamos a la vida contemplativa, y de estudio, de los monasterios, verdaderos refugios de cultura en la Edad Media, tenemos a Gonzalo de Berceo, en el de San Millán de la Cogolla, que escribe ‘Los milagros de Nuestra Señora’, ‘Los loores de Santa María’, y ‘El duelo de la Virgen al pie de la cruz’, suma y compendio de las doctrinas mariológicas de aquel tiempo. Alfonso X el Sabio contribuye por su parte con las ‘Cantigas a Santa María’. El más alto poeta lírico, Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, acude a la madre de Dios como bello ideal de toda virtud.
Quiero seguirte a Ti, Flor de las flores;
siempre decir, cantar de tus loores
e non me partir de te servir
mejor que los mejores
Canta los gozos de María y tiene una paráfrasis del Ave María. María es la madre que llama siempre.
¡Oh, María, luz del día!
Tú me guías todavía;
dame gracia y bendición
de Jesús consolación
para cantar tu alegría
De la Edad Media no podemos olvidar a Juan de Mena y su ‘Coronación’ y a otros como Fernán  Pérez de Guzmán, que aparte de su obra de cronista tuvo tiempo para componer poesías; recordemos las ‘cien-triadas en loor de la Virgen María. Sucederán los Cancioneros, pero dejemos la Edad Media y la Edad de Oro, saltemos del Cancionero de Baena a Fray Luís de León y de éste a Lope de Vega, que es decir la dramática, con Cervantes y Calderón, los tres grandes caballeros marianos.

El Romanticismo se ocupó también de María, principalmente Zorrilla, que es el cantor de la raza y el cantor de la Santísima Virgen, su cantor popular por excelencia. Como la de advocaciones marianas, la relación de poetas españoles que escriben sobre la Virgen es inabordable en un artículo.

Ella es la musa celestial del alma hispana, mas he mencionado a Pérez de Guzmán, citaré a su pariente don Iñigo López de Mendoza, marqués de Santllana, sobre el que otras veces he escrito tratando su perfil político, y de hombre de letras y armas, el cual compuso doce Gozos de María, y no siete como anteriores trovadores, en los que comienza por la predestinación y termina con su Ascensión:
Por los cuales gozos doce,
Doncella del sol vestida,
e por tu gloria infinida
faz tu Señora que goce
de los gozos e placeres
otorgados a los bienaventurados
bendita entre las mujeres.
Y entre todas las mujeres es para él María -¿y para quién no?-  la más bella:
Inefable, más fermosa
que todas las hermosas,
thesoro de tantas cosas,
flor de blanco, lirio celosa.
En el Diccionario Católico de información bíblica y religiosa inserto en la Biblia, de Mons. Juan Straubinger –The Catholic Ress Chicago, Illinois -1970 – define la ‘advocación’ como ‘título que se da a una iglesia o imagen del Señor, de la Virgen o de un santo con arreglo al misterio que representa’. Y aclara sobre nuestra devoción mariana: ‘Tanto en España como en América y Filipinas, las advocaciones marianas son numerosas y han formado desde siglos el espíritu de devoción a la Virgen’. Da una lista de las advocaciones marianas en América latina. ¿Cuál la que hace de España? He aquí la referencia que hace:
Las advocaciones marianas son tan numerosas en España, que con razón puede afirmarse que la península fue el centro de irradiación de este bello sentimiento de devoción pasado en herencia a todo el mundo hispano. Algunas advocaciones tienen un renombre que transciende a los lugares geográficos: la Virgen de Monserrat, en el histórico santuario hacia el cual culmina el amor y la fe de Cataluña; la antigua Virgen del Pilar, en Aragón; Nuestra Señora de la Almudena, patrona de Madrid, cuya imagen fue llevada a España por el Apóstol Santiago; Nuestra Señora de Covadonga, la más grande advocación en Asturias; Nuestra Señora de la Rábida, en Palos, frente a la cual oró Cristóbal Colón; Nuestra Señora de Begoña, celebérrima imagen que se venera en Vizcaya; la Virgen de Lluch, en Mallorca. Etcétera.
Consagrado el mes de mayo a la Santísima Virgen, no podía dejar de evocarla. Y en la advocación de la patrona de mí pueblo, la bella megalópolis de Madrid.

Nuestra señora de la Almudena

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