viernes, 30 de noviembre de 2018

Dios y la vida y muerte del hombre

La fe, incluso la profunda, nunca
es completa  - J. P. Sastre- 


Al versar sobre la muerte, ya he indicado que nos lleva a necesitar a Dios, ansiamos su existencias para no morir del todo, desaparecer tras la vida terrena, que en orden a lo que nos promete nuestra religión -y todas hablan de un Más Allá- la muerte sólo sea una mutación, un cambio de vida. 'Semillas somos los hombres del árbol de la humanidad', dice Unamuno. Yo me pregunto: ¿Le importará este árbol a Dios? Sí  le importó el de la Ciencia del Bien y del Mal, que hizo a los padres del género humano perder el paraíso terrenal. En él no existía la muerte, el dolor, físico y moral, ninguna clase de mal. Perdido el Edén, donde presidieron Adán y Eva, pasamos a este valle de lágrimas', y ya irremisiblemente. Si ha habido una redención -la que Jesucristo hizo del género humano por medio de su pasión y muerte-, ésta no ha implicado el levantamiento de nuestra condena en la tierra. ¿Importamos a Dios cada uno de nosotros? Pensemos que sí, y ojalá no estemos equivocados, San Agustín dice al respecto que 'Dios nos ama a cada uno de nosotros como si sólo existiera uno de nosotros'. 

Creer a pies juntillas en cuanto expone nuestra religión, y cualquier otra, es difícil, más bien es un 'querer creer'; así lo considera Unamuno:
          Un justo puede decirse en su cabeza: ¡Dios no existe! Pero en el corazón solo puede decírselo un malvado. No creer que haya Dios o creer que no le haya es una cosa, resignarse a que no le haya es otra, aunque inhumana y horrible, pero no querer que le haya excede a toda otra monstruosidad moral. 
Inconcebible no encontrar a Dios, creo con Descartes que 'la existencia de Dios es más cierta que todos los teoremas de la geometría'. Así, por otra parte, que en tal tema hemos de proceder con circunspección, tal como deja claro Blas Pascal con su consideración al respecto: 'Prefiero equivocarme creyendo en un Dios que no existe, que equivocarme no creyendo en un Dios que existe'. Y lo fundamenta de la manera inteligentemente: 'Porque si después -dice- no hay nada, evidentemente nunca lo sabré, cuando me hunda en la nada eterna; pero si hay algo, si hay Alguien, tendré que dar cuenta de mi actitud de rechazo. 

El problema no es la existencia de Dios, es nuestra falta de entenderle.

La razón me dice que Dios existe, pero también
me dice que nunca podré saber lo que es.
                          - Voltaire - 

Interpretado Dios a escala humana, no puede ser de otra manera, cabe entender su existencia, pero no el mundo que hizo. Él es, como ve el filósofo griego Heraclito de Efeso, como vemos todos, 'noche y día, invierno y verano, paz y guerra, abundancia y hambre. ¿Por qué no hizo un mundo mejor, siendo cual le retrata el Catecismo de Astete? Padre Gaspar de Astete, de la Compañía de Jesús, publicado en 1599.  Nos le presenta así: -- ¿Quién es Dios? / -- Es una cosa, la más excelente y admirable que se puede decir, ni pensar; un Señor infinitamente bueno, sabio, justo, poderoso, principio y fin de todas las cosas. 

De su poder no cabe dudar, estamos en manos de Dios, otra cosa es lo que la humanidad signifique para Él, y ello independientemente de que todo lo controla, que, según expresión de Cervantes, 'no se mueve la hoja de un árbol sin la voluntad de Dios'. ¿La muerte fue para siempre? Dijo Dios a Eva
'Multiplicaré tus trabajos y miserias en tus preñeces: con dolor parirás los hijos, y estarás bajo la potestad o mando de tu marido, y él te dominará (3:17). Y a Adán: 'Por cuanto ha escuchado la voz de tu mujer, y comido del árbol de que te mandé de que te mandé no comieses, maldita sea la tierra por tu causa: con grandes fatigas sacarás de ella el alimento en todo el discurso de tu vida. Espinas y abrojos te producirá, y comerás de los frutos que den las hierbas o plantas de la tierra. Mediante el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas a confundirte con la tierra de la que fuiste formado: puesto que polvo eres y a ser polvo tornarás' (3: 17, 19).
 De Dios no entendemos la bondad que se le asigna ante la maldad del mundo. Del libro 'Controla Dios todas las cosas?', de R. C. Sprour, en uno de sus capítulos, titulado '¿Es Dios responsable de la maldad humana?' Trata a fondo el tema. Esta lectura, que naturalmente recomiendo, es en la que más razonamientos convincentes encontré, empezando por separar a Dios y al hombre: 
La gran diferencia entre el Creador y la criatura es que Dios es eterna e inmutablemente bueno, mientras que la criatura fue hecha mutablemente buena. Es decir, fue creada con la posibilidad de cambiar en su conformidad con la ley de Dios.
 Y según continúa en sus disquisiciones se infiere que hay que partir de la concesión del libre albedrío. Sigue considerando:
Vemos, pues, que no podemos entender la desobediencia sin tener primero un concepto de obediencia. La ilegalidad se define por la legalidad. La injusticia depende de una definición previa de justicia. El anticristo no puede existir sin una relación antitética con Cristo. Entendemos que el mal se define como una negación o falta de conformidad con los estándares de lo bueno.     
 El hombre conoce la muerte a medias. Solo desde el Más Acá.

Vida y muerte sueños son,
y todo en el mundo sueña.
Sueño es la vida en el hombre,
sueño es la muerte en la piedra.
             - Ángel Ganivet - 

De ella no tiene conocimiento en general la zoología, a excepción del animal racional; el ser humano, como dotado de razón, sabe que ha de morir, pero de la muerte en cuanto al Más Allá, ignorancia plena. Dios le dijo a Adán que comería el pan mediante el sudor de su rostro hasta que volviera a confundirse con la tierra de que fue formado: puesto que polvo eres y a ser polvo tornarás. (Génesis, 4:19). Pero ansiamos que volver a la carne. La Biblia hebrea hace referencia a la resurrección de la carne: 'Después de vivir la prueba del exilio, el profeta anunció que Dios restaurará a Israel. Para ello, se utiliza la imagen de los huesos secos que se revisten de carne y nervios y vuelven a la vida (Ezequiel 37:1-14). La Biblia de Jerusalén sugiere que este pasaje orienta por primera vez hacia la idea de una resurrección individual de la carne. "Devolverá la vida a los muertos,  hará que se levanten sus cadáveres, que se despierten los que están acostados sobre el polvo (Isaías 26:19). 

¡Ay de nuestra finitud! 'Después de la muerte serás lo que eras antes de tu nacimiento, que dice Schopenhauer. Se lo teme el citado autor de la ?nivola' titulada 'San Manuel Bueno, mártir'.

-- Pero usted, padre, ¿cree usted? / Vaciló un momento y reponiéndose dijo: -¡Creo! / --Pero en que, padre, en qué. ¿Cree usted en la otra vida?, ¿cree usted que al morir no nos morimos del todo. ¿Cree que volveremos a vernos, a querernos en otro mundo venidero? ¿Cree en la otra vida? El pobre santo sollozaba. / --¡Mira, hija, dejemos eso!  

'Si no existe otra vida es que no hay vida' -Antonio Gala pone en boca de Juana la Loca en 'Si las piedras hablaran'-. Otra vida que no deje de ser la misma, es decir, prolongación de la que hemos tenido.  

Si durante la vida necesitamos la ayuda de Dios, no digamos ante los novísimos. Extensa literatura tienen éstos. Acerca de ellos nos dice el sociólogo y escritor Alberto Moncada, apud 'Religión a la carta'.
El Cristianismo, sobre todo el catolicismo, tan insistente en la persistencia de cada persona,en la inmortalidad del alma individual, nos presenta un escenario de la otra vida que, aunque ha cambiado con el tiempo y la sensibilidad, es sustancialmente el mismo: yo sigo viviendo. Incluso el catolicismo barroco que hemos vivido hasta antes de ayer nos hablaba de la resurrección de la carne, una misteriosa rehabilitación de nuestra corporabilidad prefigurada en la Resurrección de Cristo y la Asunción de su Madre. 
En las muchas páginas que a ellos dedica, no deja de exponer el juicio de un clérigo: 'Los Novísimos son una teología para asustar niño, basada en una filosofía de jardín de infancia', me decía un monje de clausura. 

Voluntad general es volver a encontrarnos con quienes convivimos en el tiempo y se fueron antes. Como dice Marco Aurelio, ¡cuántas personas con quienes había entrado en este mundo han desaparecido ya! Y volver a ser como fuimos, Unamuno vuelve a reconsiderarlo: 
Ni de mi materia ni de mi fuerza me inquieto, pues no son mías mientras no sea yo mismo mío, esto es eterno. No es anegarme en el Gran Todo , en la Materia o en la Fuerza infinita y Eterna o en Dios lo que anhelo, no es ser poseído por Dios,sino poseerlo yo, hacerme yo Dios sin dejar de ser el Yo que ahora digo esto. No me sirven engañifas de nonismo; quiero bulto, y no sombra de inmortalidad. ¡O todo o nada!¡Y qué otro sentido puede tener el 'ser o no ser'. to be or not tobe shakesperiano!¿Que me engaño? ¡No me habléis de engaño, dejadme vivir! ¿Y quién eres tú?, me preguntas y, con Obemam, te contesto: ¡Para el Universo, nada, para mí, todo!
Es incuestionable que la muerte aterra en primer lugar por la incógnita que encierra y el pavoroso espectáculo que presenta. 'La muerte muchas veces sería amable si no existiese el terror de lo incierto', que dice Valle Inclán en 'Luces de bohemia'. 

Aparte de que la muerte es para todos, existe enorme desigualdad en todo lo demás, males y bienes, ya de tipo moral, ya material. Hay existencias tristes, menos tristes, y hay vidas patéticas, cuyo destino es, como dice el himno legionario, 'tan sólo sufrir. Y ello no está en función de la calidad de inteligencia y sentimientos de la persona, constituye verdadero misterio. De una parte la psicología, sí, y de otra el hado Ya dice Ortega y Gasset: 'El hombre es él y sus circunstancias'. 

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