Hablé
finalmente de que continuaré doliéndome de la tergiversación de la Historia que se está
cometiendo, y para colmo cuando efectuarlo implica caer de plano en el
ridículo. Para cualquier persona de cultura en dicha materia los restos
mortales de Blanca I de Navarra probablemente en la iglesia de la localidad
segoviana de Santa María la Real
de Nieva, pero sin localizar. Y digo que probablemente por aquello de su
debatido traslado. En cuanto a éste nos inclinamos con Eloísa Ramírez Vaquero,
de la Universidad Pública
de Navarra, en que no se verificó.
También es extraño, irrisible, no ya insólito sino inaudito lo que me ocurre con mi solicitud de
que no se noticie erróneamente en Información y Turismo respecto a este punto.
Digo
que es un caso inaudito, o sea, no oído, no visto, y no estoy muy seguro de
ello pues los hay extraños, raros, chocantes, de todo tipo; nihil novum sub sole, nada nuevo bajo el
sol, adagio atribuido a Salomón, en la Biblia. Es
superlativamente sorprendente, sensacional,
el hecho de que se me haya expuesto que presente pruebas de mis
afirmaciones. Y, por añadidura, de una manera rimbombante, aparatosa, enfática,
Literalmente así:
… me comunica que se le ha requerido como interesado,
para acompañar avales científicos a sus afirmaciones sin que hasta la fecha se
haya realizado ninguna aportación al respecto.
Lo
único que tiene de bueno es que no se ha dado tal caso improcedente, impropio,
infundado. Ni que decir tiene que de haber recibido tal comunicación no hubiera
dejado de darle la adecuada respuesta. Pero hay más, y esto es estampado al
principio, en esta notificación hecha por el delegado de la Junta de Castilla y León, en
Segovia, respecto a mí. Veámoslo.
Me confirman desde dicha Delegación Territorial que
los trabajos arqueológicos realizados
allí realizados por la Junta
de Castilla y León, avalados por la Universidad de Granada y un equipo de
paleontólogos de reconocido prestigio, hacen compatibles esos restos con los de
Blanca de Navarra.
Lo
de ‘reconocido prestigio’ no deja de tener gracia que se consigne. Tan
reconocidos son como paleontólogos los señores a que alude como los que
intervinieron en el Equipo Poblet.
Di una contestación exhaustiva al comunicante, mas no he obtenido respuesta. He aquí algunos fragmentos de mi correo electrónico.
Obtengo la primera noticia de que ‘los trabajos
arqueológicos allí realizados por la
Junta de Castilla y León, avalados por la Universidad de Granada
y su equipo de paleontólogos de reconocido prestigio, hacen compatibles esos
restos con los de Blanca de Navarra.’. Esto nunca me lo comunicó, como ahora lo
hace usted, la Delegación Territorial
de Segovia. Esto es ya darme una respuesta, por su parte, y no evasivas de unos
y silencio de otros; se lo agradezco y le doy mis más expresivas gracias.
Seguidamente
clarifico que mi interés en el evento se limita a que se imponga la verdad. Le
expongo lo siguiente:
Yo me pronuncio sin otro interés que hallar la verdad
y que ésta se imponga, que no se mienta en Historia. Ello en concordancia con
este aserto de Cervantes en ‘el Quijote’: ‘Uno
es escribir como poeta y otro como historiador: el poeta puede contar o cantar las cosas como no fueron, sino como
debían ser, y el historiador las ha de escribir no como debían ser, sino como
fueron, sin añadir ni quitar a la verdad cosa alguna’. (II, 3, lo pone en
boca de Sansón).
Remacho
el clavo de la siguiente manera.
No procedería de ningún modo pedirme que acompañe
avales –desquiciada petición sería- científicos a mis afirmaciones. La base de
mi afirmación está súper repetida en mis artículos. La documentación científica de el ADN mitocondrial puede pedirla la Delegación Territorial
de Segovia, o quien quiera,
al Abad del Real Monasterio de Poblet . A él le fue presentado el estudio
genético, que no a mí. Yo no tengo porqué tenerle. Yo vengo solicitando algo que anule el ADN que
se verificó con la archiduquesa de Austria Johanna de Habsburgo, decimoquinta
hija de la reina Ana de Jagellón—Foix y Fernando de Habsburgo. ¿Me lo puede
presentar la Delegación Territorial
de Segovia?
Lo más desconcertante, perturbador.
Lo
que ya queda dicho: El hecho de avalar la Universidad de Granada
los trabajos arqueológicos realizados por la Junta de Castilla y León con respecto a Blanca I
de Navarra. Esto me dejó de una pieza, e hizo que manifestara a mi comunicante
lo que paso a transcribir.
¿Ignora que un participante del Equipo Poblet -concretamente el Dr. Miguel Cecilio Botella
López- es catedrático de Antropología de la Universidad de Granada
¿ No puede ignorar nada al respeto; se publicó urbi et orbi el resultado del estudio genético del Príncipe de
Viana con todos sus pormenores. Ello motivó que el lite existente entre Navarra
y Castilla y León por los restos de Blanca I de Navarra fuera anulado por los
navarros, dando crédito,
indubitadamente, al ADN. Si otorgaran credibilidad a que a posteriori se ha quedado devaluado ante una nueva prueba
–ahora por parte de la comunidad autónoma-
¿no cree que muy probablemente Navarra hubiera vuelto a reclamar los
restos?
Nunca
se ha dado el caso –es algo imposible- de que falle el ADN debidamente
aplicado, o sea, en cuanto prueba. Los trabajos arqueológicos a que se alude no
han impugnado y anulado el ya referido estudio genético hecho por la Universidad Autónoma
de Barcelona y por la de Granada. Además, y por otra parte, quede claro que la
arqueología es: ‘Ciencia que estudia las
artes, los monumentos y los objetos de la antigüedad, especialmente a través de
sus restos’. (DAE). La
Paleontología se define como: ‘Ciencia que trata de los seres orgánicos desaparecidos a partir de sus
restos fósiles’. (DAE). Parentesco aparte, no cumple igual cometido. Los
señores que han realizado esos trabajos arqueológicos a que se refiere el delegado de la Junta de Castilla y León, en
Segovia, deben saber que el médico antropólogo José Manuel Reverte Coma emitió
un dictamen sobre los restos en cuestión, con fecha 15 de diciembre de 1994, en
el cual consigna.
… la prueba definitiva y segura, sería el estudio de ADN, tanto en este
esqueleto como en los restos que puedan
existir del padre de doña Blanca, don Carlos III, enterrado en la catedral de
Pamplona y del hijo de la Reina,
don Carlos, Príncipe de Viana, enterrado en el Monasterio de Poblet.
Queda
palmario que es conditio sine qua non, condición
indispensable, la prueba de ADN.
Se
ha de tener también en cuenta lo ya apuntado al principio en cuanto a la
inseguridad de que los despojos mortales continúen en el lugar de referencia,
ya que el cronista segoviano Diego de Colmenares (1585-1651), estudiado por
Manuel González Herrero, en ‘Cinco cronistas para un pueblo‘, habla de que fue
trasladada por orden de su hija Leonor en 1480. Ni fuera ni dentro, ni dentro ni fuera, aparece lo
que quede del sistema óseo
de la reina muerta y enterrada en la provincia de Segovia.
De
los restos del arcosolio son varios especialistas de Historia Medieval los que
suponen que corresponden a doña Inés de Ayala, sobrina del cronista don Pedro
López de Ayala, el prisionero de Aljubarrota, y que por su larga vida –lo era
alcanzar la edad de 75 años en su época-
cubrió las crónicas de Pedro I de Castilla, los Trastámara: Enrique II, Juan I,
y dejó incompleta la de Enrique III.
Si
esos arqueólogos a que se alude adjudicándoles nada menos que haber invalidado
la infalible –hacer posible lo imposible- prueba científica de ADN mitocondrial que
demostró la falsa inscripción del sepulcro en cuestión, fuera cierto que tal
hecho se hubiera conseguido, los habría llenado de gloria. ¡Ahí es nada probar un fallo de un estudio genético!.
Y de la misma manera que todo tipo de prensa, incluido Internet, difundió la
noticia –puede acudir el delegado de la Junta, en Segovia, a hemerotecas y a su
computadora personal para comprobarlo– del resultado del ADN mitocondrial
obtenido por el Equipo Poblete, se hubiera publicado por todos los medios de comunicación
lo que aún es más importante: la descalificación del genoma humano. Esos arqueólogos
hubieran hecho su suerte, y no hubiera habido, en nuestros días de raros acontecimientos,
una noticia más sensacionalista. Pero menos mal que el señor de referencia da
la noticia al Director General de Información y Turismo de la Junta de Castilla y León, y éste
a mí. Que yo sepa, no se ha hecho público, no es notorio. Entonces, continua mi
súplica a dicho centro en cuanto a que evite la falta de rigor histórico en la
oficina de Información y Turismo tocante al tema que sigue en píe. Después de
manifestarme lo que queda dicho, y, como también queda expuesto, darle yo la
contrarréplica, ha impuesto el silencio. ¡Y yo que esperaba ser atendido, ya
que no lo fui por parte de Segovia!
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