lunes, 29 de octubre de 2018

La muerte es pavorosa (Primera parte)

La figura de la muerte en cualquier
traje que venga es espantosa.
       - Miguel de Cervantes -
 
Se pretende edulcorar la muerte. Veamos de algunos autores cómo tratan de quitarnos o, cuando menos, aminorar en gran parte, el miedo al pavoroso evento para todos indefectible. No pensemos en la muerte, es muy doloroso. 'Ni el sol ni la muerte pueden mirarse pueden mirarse fijamente', dice François de La Rochefoucauld. El sol ciega; la muerte, enloquece si nos entregamos a pensar en ella con continuidad. Ya lo expone, en su 'Diario', María Bashkirtseff: 'Cuando pienso que vivimos una sola vez y que cada minuto nos acerca a la muerte, me siento enloquecer'. 

Mucho habla de la muerte Marco Aurelio en sus 'Pensamientos', y vamos a evocar algunos 
¿Qué es la muerte? Si se considera por sí misma, es decir, separando con el pensamiento lo relativo a la imaginación, se verá en ella únicamente la obra de la Naturaleza. Luego sería pueril atemorizarse por algo natural.. ¿Qué digo? No es solamente la obra de la Naturaleza, sino algo sumamente útil. Lo esencial es saber qué tiene de el hombre de Dios, cuál de sus partes y cómo está dispuesta esta parte.
No hay otro camino a seguir que la conformidad. Como reza la paremia, 'a la fuerza ahorcan'. Y así encontramos de dicho emperador del imperio romano este otro pensamiento. 
Te embarcaste, has navegado y llegaste hasta el final del viaje, pues sal del barco:: si es para otra vida, todo en ella estará lleno de Divinidad, los dioses están allí; si, por el contrario, es para entrar en el reino de la insensibilidad, ya no estarás expuesto a los dolores y a los placeres de hallarte ligado a ese cuerpo que no es ni siquiera el lino del ser que encierra y a quien obedece porque éste es un espíritu, una divinidad, mientras que lo demás solo es una mezcla vil de sangre impura y polvo. 
Añade algo que, en el fondo, tampoco resulta reconfortante y que, por supuesto, sabemos. Vuelve a la Naturaleza.
La muerte es un misterio de la Naturaleza como el nacimiento; otra combinación de los mismos elementos que, si se disuelven, es para formar seres nuevos. Por consiguiente, no puede humillarnos; no tiene nada que repugne a la esencia de un ser inteligente ni al plan de su formación. [...] El destino de todos, hombres y mujeres,, ¿no es el de envejecer y luego morir? Y cuando estos mueran, ¿qué será de los que vengan después? Todo esto no es más que hediondez y putrefacción dentro de un sudario.
Verdad puede tener, plus minusve, más o menos, pero de consuelo, lenitivo, absolutamente nada, más bien, por el contrario, confirma el triste panorama que tenemos, sobre todo visitando un cementerio. 

¿Es verdadero su valor, su indiferencia, frente a la muerte? En el 'Libro áureo' se contradice:
No quiero negar que no tema la muerte como mortal, porque no hay comparación del hablar de la muerte en vida a gustar la muerte cuando ya se pierde la vida. No hay prudencia de prudente, ni esfuerzo de esforzado, ni señor tan enseñoreado, que pueda quitar el temor del espíritu y el dolor de la carne en esta hora. 
Y ya no refugiándose en la Naturaleza.
Todos los trabajos de la vida son arduos, pero el de la muerte es muy arduo; todos son grandes, pero éste es muy grande; todos son peligros, pero este es muy peligroso; todos al fin en la muerte  han fin, sino el de la muerte que no sabemos qué es su fin.
El único consuelo ante la muerte es la Religión, que no la Filosofía. 

La esperanza de una existencia futura
en un mundo mejor aparenta ser un 
consuelo, un alivio para el mal de la
vida. Pero esa esperanza no se funda
más que en la fe o en el ensueño.
                - Schopenhauer 

Sabemos de la enemistad de este filósofo con Jehová imputándole el triste mundo que ha creado y encima se jacta de su obra, como si fuera bella y buena; a este filósofo pesimista le irrita el optimismo del Dios de los judíos. Schopenhauer, como las grandes religiones, nos conforma y nos consuela de tener que morir devaluando la vida -indudablemente es para muchos de gran valor, ya por lo que tienen, ya por lo que son, ya por lo que saben- . Unamuno, que quiere que haya un Dios que evite  vayamos a la plena destrucción, se cobija en la Religión. En su 'nivola' 'San Manuel Bueno, mártir' escribe: 
Todas las religiones son verdaderas en cuanto hacen vivir espiritualmente, a los pueblos que las profesan, en cuanto les consuelan de haber tenido que nacer para morir, y para cada pueblo la religión más verdadera es la suya, la que lle ha hecho.  
Para nuestro gran pensador el ideal religioso de inmortalidad es el cristianismo. El acierto del catolicismo -dice José Manuel Martínez Hernández, apud 'La experiencia trágica de la muerte'- estriba en que ha sabido dar la mejor respuesta posible al anhelo más profundo del hombre, al deseo de seguir viviendo después de la muerte. Efectivamente. Unamuno dijo: 'No sé lo que daría por saber que después de muerto seguiría siendo Miguel de Unamuno'. 

No había nacido Jesucristo cuando Lucio Anneo Séneca el Joven, aseguró: 'Lo que hay detrás de la muerte, vida es'. No puedo entender que haya quien afirme -como Enrique Heine en  'El libro de Lázaro'- que 'la muerte es buena; sin embargo, valdría más aún no haber nacido'. Entonces, no será buena. Corrobora la preferencia de no nacer, sobre el hecho de que suceda, el referido filósofo cordobés en uno de sos 'Aforismos morales': 'Nadie aceptaría la vida -dice- si al tiempo de recibirla tuviera entendimiento'. Esto nos recuerda los versos de la escena  segunda, del acto primero, de 'La vida es sueño', de Calderón de la Barca, cuyo parlamento empieza así: 
Príncipe Segismundo: ¡Ay mísero de mí! ¡Ay infelices! Apurar cielos pretendo, / ya que me tratáis así, / qué delito cometí / contra contra vosotros naciendo ; / aunque si nací, ya entiendo / qué delito he cometido: / bastante causa ha tenido / vuestra justicia y rigor, / pues el delito mayor / del hombre es haber nacido.
Este ""delito"" le hemos cometido todos. Y sobre todos ha recaído la misma condena. Hemos sido condenados a muerte. Considerándolo bajo el punto de vista bíblico, el delito no estriba en nacer sino en la desobediencia a Dios: si no hubieran comido nuestros primeros padres del árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, éste no existiría empezando por la muerte. 

Es un punto de Religión que no entendemos, pero, en fin, ya dice Santa Teresa de Jesús: 'Lo que no entendáis, no os canséis,. Hay muchas cosas que no son para hombres ni para mujeres'. [...] 'Tan gran Dios y Señor tenemos, que una palabra suya tendrá en sí mil misterios'. Y en nuestros días Camón Aznar, en 'Aforismo del solitario', nos aclara: 'El misterio en Religión no lo forma lo desconocido , sino lo contradictorio'. Sin duda. Mismamente la Biblia es sumamente contradictoria.

Nos aferramos -esto sí lo entendemos- a la Resurrección. No es muy halagüeño, que digamos, lo de pulvis es et in polverum reverteris, polvo eres y en polvo te convertirás, (Génesis, 3:19). Según la Biblia, 'los vivos tiene conciencia de que morirán, mientras que los muertos de nada tienen conciencia en absoluto (Eclesiastés, 9:5; Salmo 146:4). Deja claro que los muertos no piensan ni sienten. Compara la muerte con un sueño profundo. (Salmo, 13:3; Juan, 11:11; Hechos, 7:66). ¡Albricias!, puesto que también nos enseña que Dios puede despertarlos a la vida (Job, 14:13). La Biblia nos da esperanza de resurrección, pero, tristemente, se contradice. En principio, Jehová nos enseña que con la muerte nuestra vida se acaba Léase el Eclesiastés (9: 5, 6, 10). El Salmo 146: 4 expone que cuando morimos, mueren también nuestros pensamientos. 

Ingenuidad de Platón al creer en la inmortalidad del alma. Consideraba que la muerte es la separación del cuerpo y alma, que ésta es inmortal y se va al mundo de las ideas. Y, por tanto, dice: 'Cuando la muerte se precipita sobre el hombre, la parte mortal se extingue; pero el principio inmortal se retira y se aleja sano y salvo. Mahatma Gandhi va más lejos: 'Si la muerte no fuera preludio de otra vida, la vida presente sería una burla cruel'. El poeta uruguayo Mario Benedetti  llega a decir: 'La muerte es una traición de Dios'. Esta esperanza en otra vida anida en varias profesiones religiosas y, por supuesto, y perdón por la insistencia, de ello somos anhelantes, pues, indubitablemente, morir quita sentido a la vida. La citada escritora, pintora y escultora, María Bashkirtseff, exclama en su 'Diario': 'Vivir, tener tanta ambición, y al fin ... el olvido... Como si yo nunca hubiera vivido!

¿Vamos a dejar de existir? ¿No vamos a ver a Dios? San Pablo en su Primera Carta a los Corintios, nos dice: 
Al presente no vemos a Dios sino como en un espejo, y bajo imágenes oscuras. pero entonces  lo veremos cara a cara. Yo no lo conozco ahora sino imperfectamente , mas entonces lo conoceré con una visión clara, a la manera que soy yo conocido. (13:12). 
PERO ¿con qué ojos si se destruyen con el cuerpo; con qué entendimiento si también muere el alma?         
     

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