sábado, 18 de agosto de 2018

Horacio Nelson y Lady Hamilton. Dos grandes figuras de la Historia.

El largo reinado de Jorge III de Inglaterra.

Fue su vida de ochenta y dos años (1738-1820) y cincuenta y ocho  de reinado, a partir de su coronación en septiembre de 1761. Es una época histórica muy turbulenta en la política internacional: la revolución francesa, que duraría diez años (1789-1799). Napoleón en su afán imperialista, practicando engaño y guerra . Primero alianza con España para la batalla de Trafalgar, después ... el Dos de Mayo madrileño. El 'Pacto de Familia', Luís XV, el 'Tratado de París' (1763), la emancipación de las colonias americanas, el problema del té en que fuera arrojado al mar, cerca de Boston, grandes cargamentos de esta planta rompiendo el comercio con Inglaterra. Francia, España y Holanda se declararon contra Inglaterra. El almirante inglés Rodaey se apodera de cuatro buques de guerra españoles en Europa, ataca la escuadra francesa en las Indias y conquistó San Eustaquio a los holandeses.. Tras algunos superficiales reveses Whasington y el marqués de  Lafayette, militar y político francés,  derrotaron al general inglés Cornvallis, rindiéndose éste con siete mil hombres. Etcétera de este ambiente de política belicosa.            

En 1805 Nelson salvó su patria de ser invadida por los franceses -la tercera coalición de Pitt, que, como la segunda y tercera, había sido  derrotada  en 1805- con la victoria que obtuvo este mismo año en la batalla de Trafalgar. Es al artífice de la misma y a su impulsora, incitadora, estimuladora, amantes entre ellos de abstrusa comprensión, dada la marcada heterogeneidad social entre ellos -aun ya ascendida ella a embajadora consorte-. Esta diferencia era muy notable también en orden a las cualidades físicas. En esta liaison, aventura, romance, que fue un auténtico affaire, es en lo que vertebraré este artículo. Porque, pese a todo, no deja de ser uno de los célebres amores de la Historia. Claro que aquí tiene razón el actor y humorista estadounidense Groucho Marx: '¿ Por qué lo llaman amor cuando quiere decir sexo?' ¡Tantas veces nos tendríamos que hacer esta pregunta de cara a la historia y a la vida!       

Prosopografía de Nelson.
Horacio Nelson era uno de los hombres más feos del mundo:un verdadero monstruo, en realidad. No fue con el demasiado galante la Naturaleza al otorgarle facciones incorrectas y desgarbado continente. Pero esto, después de todo, era lo de menos, si se tiene en cuenta que su profesión belicosa le había estropeado el físico de una manera lamentable. En el sitio de Calvi había perdido un ojo [...] En el de Tenerife se quedó sin el brazo derecho. En la batalla del Nilo [...] una verga, desprendida por un cañonazo francés, cayoóle encima, arrancándole la piel del rostro desde la frente hasta la boca. Providencialmente quedó indemne el cráneo; pero la cara llena de cicatrices y costurones resplandeciö con la más formidable de las fealdades. 
Parte del brazo derecho perdió al recibir una herida en el codo, perdiendo la mitad inferior. En el museo de Tenerife se conserva el 'Cañón Tigre' con que se efectuó el disparo. Este repelido ataque a la isla por el general Antonio Gutiérrez de Otero fue del 22 al 25 de julio de 1797. 
                                                                           
 

 Perdió el brazo y perdió su intento de conquistar las Islas Canarias. Ya había perdido el ojo derecho en el ataque a Calvi (Francia) en 1794, y al parecer le afectaba al otro ojo, él escribió: 'La vista me está fallando dramáticamente. En pocos años estaré totalmente ciego'. Había perdido también la audición del oído izquierdo. 

Su intelecto.  
De meollo tampoco estaba muy sobrado el héroe [...] Era, en suma, un soldadote que sabia su oficio, aunque careciese de inteligencia para los demás menesteres de la vida. [...] Feo y bruto, era Nelson un pasional
Cuando Emma Lyon conoció a Nelson era esposa del embajador de Inglaterra en Nápoles, Williams Hamilton.También él estaba casado, había contraído matrimonio con una viuda, Fanny Nisbet, el 11 de marzo de 1787, La viuda tenía un hijo  que fue a la Marina y estuvo con su padrastro bastante tiempo.                                                                     


 Al hacerse amante de Emma la abandonó. Ella le dio a elegir entre Emma o ella, y eligió a la amante.  En Nápoles vivieron los tres -el matrimonio Hamilton y Horacio-; en 1800 pasearon a Gran Bretaña. Continuaron viviendo los tres juntos. Primero en una vivienda alquilada por el marido en Clzarges Stree, 23, Picadilly. Poco después adquirió Nelson una casa en las afueras, continuando, ya abiertamente, el mėnaje à trois, muriendo Sir William muere el 29 de enero de  1803, a los 72 años de edad, y el 29 de enero de 1801 había nacido Horacia Nelson, hija del héroe y de la Sra. Hamilton. Tal William Douglas Hamiton pese a su talento polifacético: antropólogo, diplomático, arqueólogo, vulcanólogo y político, era bastante ingenuo, pues muere más de dos años después de dicho natalicio sin enterarse del mismo. 

En la biografía 'Lady Hamilton - La mujer que nos venció en Trafalgar, cuyo autor ya hemos aludido, describe así el evento y el engaño al marido.
El almirante, que ya estaba en antecedentes, anhelaba con vehemencia el momento de abrazar a la madre de su hijo. [...] Hasta entonces no había conocido el goce de verse reproducido en un ser, carne de su carne, y  la perspectiva de tener un hijo colmaba sus anhelos venturosos. Pero los azares de su penoso deber alejarónle de Emma en el instante de su alumbramiento. El Almirantazgo le envío al Báltico, como segundo jefe de la poderosa escuadra que mandaba el almirante Parker. Emma dióse trazas para alejar de Londres a sir Guillermo Hamilton.
Aquí surge lo irrisorio. Ella era una buena pájara, lo que le faltaba de cultura le sobraba de astucia. Y práctica de picaresca le sobraba en gran medida.
Cuando regresa a Londres sir Guillermo, se sorprende viendo a Emma guardar cama, al parecer enferma. Ella sabe convencerlo con una patraña más. El viejo imbécil escribe a Nelson: "La pobre Emma está algo mejor: ha expulsado gran cantidad de bilis." El almirante se reiría al leer la epístola. "¡No es mala bilis la que ha expulsado!"
 Retrocediendo cronológicamente,  recordemos que en el verano de 1799 Nápoles fue reconquistado por los franceses y hubo represalias contra los que habían apoyado a la República Partenopea. Hamilton, junto con el rey -Fernando I de las Dos Sicilias- y la reina consorte y Nelson, permanecieron en Palermo, a excepción de una breve visita a la bahía de Nápoles. Hamilton estaba anhelando regresar a Gran Bretaña. A primeros de 1800 Sir Arthur Paget le envió un sustituto y los Hamilton y Nelson regresaron por tierra a Inglaterra. Es la época en que los amantes, como ya he indicado, están en su apogeo.de lascivia. 
    
Cuando vuelve a Inglaterra es padrino de su hija  para mejor engañar y la hacen pasar como hija de la nodriza , la cual se apellida Gibson y fue elegida por el médico de Nelson. Tras la muerte del viejo pasan a la quinta de Merton, 'finca de recreo, deliciosa, pero exenta de productos. Allí reside año y medio sin separarse de Emma y de Horacia.  Y vuelve a la mar, escribiéndola cartas de verdadero enamorado. Al fin a finales de agosto de 1805 obtuvo permiso para descansar en Merton. Fluctúa en su mente no separarse ya de su amante e hija, pero también se halla preocupado por la pretensión de Napoleón a quien considera con mucho poder, a pesar de haberle destrozado su escuadra en Abukir. Teme su alianza marítima con España, pensando que nuestro país dispone de una formidable flota y de marinos de positivo mérito. Pinta Martínez Olmedilla, como escritor de teatro que también es, el diálogo entre los amantes al recibir él la la notificación del Almirantazgo:. La escuadra española y la francesa estaban en Cádiz preparando presentarles combate. Nelson se encuentra renuente, remiso, está cansado y se encuentra feliz al lado  de ellas, pero también siente la responsabilidad de acudir al combate. Emma lo comprende y no trata de retenerle, todo lo contrario, le anima a aceptar la llamada, rompe su indecisión diciéndole: 'Un día más de gloria que te espera'. Al siguiente se embarca para el Sur. Le espera la gloria, sí, pero también la muerte, y a ella una restante vida patética. Arrancó de ella y a la misma volvería.

La batalla de Trafalgar - 21 de octubre de 1805 -. 
                                                                              
                                                                              
España aportó los mejores marinos y la peor escuadra, ésta era antigua y abandonada en su conservación, ello descuidado como las pagas, por motivo de la mala economía del país a causa de tantas guerras. El planeamiento de esta acción bélica  lo fue por Napoleón, que sabía como general pero no como almirante, y por Villaneuve cuyo marino se comportó torpemente en el desarrollo de del plan concebido. No confiaba demasiado, que digamos, Napoleón en su almirante e intentó quitarle el mando de la batalla, mas Villaneuve no se dio por enterado.

No voy a entrar en el desenvolvimiento de esta batalla, me limitaré a relatar cómo fue la muerte del almirante inglés. Se dice, aunque es versión cuestionada, que debida a un disparo de fusil desde la cofa del palo mesana, de un tal Robert Guillermad, sargento, del navío Redoutable. Era la una y cuartocuando fue herido, hacía quince minutos que había empezado el combate. Al acudir el cirujano ve la gravedad de la herida y ordena bajarle al sollado. Al reconocerle a fondo, encuentra que la herida es mortal de necesidad: una bala de fusil le penetró por el hombro izquierdo y pasó a incrustarse en la columna vertebral, que rompió. Murió a las cuatro y media, continuando atendiendo la marcha del combate y entregado al recuerdo de Emma. En pleno fragor del mismo, hizo llamar al capitán Hardy para encomendarle que tan pronto muera corten un mechón de sus cabellos para entregárselo a Lady Hamilton juntamente con los objetos de su pertenencia. Asimismo le pide que no arrojen al mar su cadáver.  En cuanto a transportarle muerto, véamos en la indicada biografía cómo es expuesto, pues lo hace el autor a todo detalle. 
Como no se disponía de elementos para embalsamar el cadáver, fue encerrado en un tonel de aguardiente que quedó bajo la vigilancia de un centinela. Horas después, la presión de los gases producidos por la descomposición hizo saltar la tapa del ataúd improvisado.. En Gibraltar se sustituyó el aguardiente por alcohol puro. Al llegar a Inglaterra fue colocado el cadáver en la cja que regaló a Nelson el capitán Ben Hallowell después de la batalla del Nilo. Se tributaron al héroe honores dignos de su categoría, sepultándose los restos mortales en la Catedral de San Pablo, inaugurada entonces como panteón de Inglaterra.
A su amada amante no se le permitió asistir al entierro. El invicto en el mar -si vencido en tierra, aquí su mayor derrota fue la de Tenerife- no tuvo tras su muerte el respeto que le tributaron en vida. Al morir dejó encomendadas a Inglaterra a su amante y a su hija adoptiva -Lady Hamilton y Horacia Nelson, respectivamente-, pero tan puritano país no le hizo el menor caso. Ya con el marido sufrió Emma la sorpresa de que dejó heredero a su sobrino, y a ella una pequeña pensión vitalicia. Nelson dejó el grueso de su fortuna a su hermano, y Merton Place a Emma, que intentó mantenerlo como homenaje a él, pues era una manirrota.  Ya su marido tenía que frenarla en sus caprichosos gastos. Viuda se encontró a los treinta y ocho años de edad, y sin Nelson a los cuarenta. Ni Inglaterra atendió la petición de  Nelson de prestar amparo a su amante y a la hija de ambos, ni su hermano el reverendo William Nelson. A éste dejó escrito que se destinara parte de su herencia a ellas, pero el eclesiástico no soltó un céntimo.  Por deudas contraídas pasó Emma un año de prisión, en compañía de Horacia, huyendo a Francia para escapar de sus acreedores. Se dio a la bebida y murió, de insuficiencia hepática,  en Calais en enero de 1815. 

Nelson y lady Hamilton vistos por Ortega y Gasset. 
... era  Nelson un hombre pequeño y duro de gesto, áspero como una valva de marisco, con alma sombría y tempestuosa de tritón inglés. Un ser que no necesita para vivir de poesía, que la detesta y se la sacude, como el polvo del camino durante el día o los cínefes musicantes durante la noche. (Después de vivir en Nápoles las horas más deliciosas de su vida horas de incendio amoroso sobre el área ya un poco desértica de la madurez, todo lo que le ocurre decir de Italia es que es un insoportable país de violinistas, de poetas y truhanes.)
Claro, no había en él, ni por asomo, un Stendhal ni un Castelar, no pasaba de ser, ya lo ha  dicho Martínez Olmedilla, un soldadote. Por excepción, y desde la Edad Media, algunos amaron las Letras y las Armas. Y prosigue diciéndonos nuestro filósofo.
Su vida de nauta se compone de ráfagas violentas que pasan sobre él llevándose algo de él: ahora un miembro, luego otro.¡Fuera este brazo! ¡Fuera este ojo! Y lo curioso es que cada una de estas amputaciones y ausencias subraya más lo que en este pequeño hombre había de hombre enterizo. Su bravura se recogía sobre los miembros que le quedaban.
He aquí cómo pinta el encuentro y lo que la formación de tal pareja tiene de inconcebible.
Nelson es presentado a la embajadora y por primera vez el tritón se siente mordido por un poder indefinible. Bien : ya tenemos planteada la fábula, una fábula esencial que todos los escritores y todos los filósofos se han afanado por esquivar. Yo también, por supuesto. La fábula es esta : Nelson y Hamilton, los dos tipos más opuestos de varón que cabe imaginar, se han enamorado de la misma lady Hamilton. Claro es que todos los demás tipos intermediarios han sucumbido también a su magia.
Se enfrenta a la fábula partiendo de ella, ya triunfante como esposa del embajador inglés. Se pregunta: ¿Quién es lady Hamilton?
Lady Hamilton es una dama que pasa ahora con un penacho blanco, galopando sobre una jaca baya. Es íntima, demasiado íntima amiga de la reina napolitana María Carolina, hermana de María Antonieta, que ha forjado dieciocho hijos y aún reserva fuego para amar a esta inglesa. Emma Hamilton es la mujer más bella del Reino Unido, una 《belleza oficial》, que las gentes se señalan desde lejos como los monumentos nacionales. 
Hemos visto que es, mejor o peor, amazona y ello está a tono con el encubrimiento alcanzado; tiene también otros valores 'canta con una grata voz, posee alguna aptitud histriónica, pero su pasado y su cultura... Se pregunta Ortega en cuanto a Emma '¿qué era antes? 
Pues era querida del sobrino de Hamilton, del caballero Greville, que la traspasó a su tío. Él la había encontrado en casa de un curandero que, mediante sacudidas eléctricas, devolvía la turbulencia a los decrépito. Ante el sofá medicinal donde el paciente recibía las descargas, posaba de 《Higea》, de 《Salud》 esta muchacha maravillosa, que había sido criadita humilde, nacida de una cocinera. Ahora es embajadora de Inglaterra. No es fácil de menos llegar a más.
Lleva al lector a pensar en que tuviera un gran talento, dado que para su meteórica ascensión no basta la belleza física. Y argumenta.
Para mí es este el punto de la fábula, el que todos solemos esquivar. Porque la verdad cruda es que lady Hamilton no tuvo nunca talento, ni siquiera fina educación, ni apenas gusto y buen sentido. Es la perfecta casquivana. Vivir es para ella oponerse y quitarse trajes, ir y venir de una fiesta a otra fiesta. Gastar dinero. No parar. Baile, gestecitos, invitar y ser invitada. Es la eterna mundana que, bajo uno u otro nombre, todos hemos conocido y de que casi todos nos hemos enamorado alguna vez. Por eso digo que la fábula es esencial y no una mera anécdota.  
Continúa con disquisiciones -no divagación con digresión sino haciendo un examen riguroso-  al respecto de este anómalo hecho pero corrientemente consumado, preguntándose ¿cómo una mujer que únicamente poseía belleza física puede enamorar a dos hombres de importancia, cada uno en su línea? Ya se lamenta Cyrano de Begerac de los estragos que produce la belleza física en la mujer, ¡pues anda que en hombre! Los caballeros andantes llaman al amor 'la razón de la sinrazón'. Pensemos con Pascal que 'el corazón tiene razones que la razón desconoce'. O, como dice Cervantes en el Quijote: 'La razón de la sinrazón que a mí razón se hace, de tal manera  mí razón enflaquece que con razón me quejo de la vuestra fermosura'. No corresponde a la temática de este artículo introducirse en el análisis sobre el amor de que en su libro  'Estudios sobre el amor' hace Ortega una amplia y compleja disección, lo importante a esta evocación que he hecho del trío Horacio Nelson - Emma Hamilton - es presentar el curriculum vitae de ellos y cómo eran física y moralmente.   

Insistiendo en la gran belleza facial que poseía la cito como musa del pintor George Romney (1734-1802), que, como refiere Martínez Olmedilla en  su 'Anecdotario femenino' -no solo habla de ella en su biografía-, 
se enamoró de la gentilísima, copiando su rostro en bellos cuadros, tantas veces reproducidos para gloria de su autor, ilustre... que al alejarse de Emma vio extinguida su imaginación, cuya musa exclusiva era ella. 
Sir Hamilton, por Emerson Kent
Por aquel entonces vivía con Charles Greville, sobrino, como ya hemos dicho de de Hamilton, ya había estado empleada con el médico Grahan, discípulo de Mesmer, como quedó dicho, cuyos devaneos mitológicos motivaron que a sus diecinueve años tuviera que retornar a su aldea natal, Howarden, bajo el cobijo de se abuela mientras cuidaba a su hijo. Pero detestando la vida rural y con gran nostalgia del bullicio londinense, escribió a su citado amigo, que la instaló en un confortable hotelito de Edgwre Road. Refiere Olmedila en su 'Anecdotario femnino.
Nada huraño Greville y Emma extremadamente sociable, por el nido de sus amores desfiló la más florida representación del Londres artístico y literario  
Pese a la belleza y a todo -ella, obviamente, le servía de amante y de  criada- se cansó de la situación.  En la idea de desprenderse de ella fueron a Nápoles, y se la transfirió a su tío. Emma ejecutó desnuda bailes inspirados en elementos clásicos para él y sus invitados, entre ellos Goehe. No llego a 'confianza' en su relación con ella hasta que le aceptó. A sus 60 años se casó con Emma, de 26, el día 6 de septiembre de 1791 en Londres. No dejaría de sorprenderle sobremanera que su familiar diese tal paso, más, como hemos visto, no por ello perdió la herencia, que, evidentemente, de una parte no merecía percibir la esposa adultera,  de otra, la hubiera malgastado en cuatro días. Otro tanto, como hemos visto, hizo el último y celebérrimo amante, a pesar de la hija que  tuvieron y que murió en 1881 a la edad de ochenta años. Tal vez un día le dedique un artículo, ahora queda cumplido el de sus famosos padres.
   

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