miércoles, 22 de agosto de 2018

Acerca de aquella Trinidad nefasta que originó la batalla de Trafalgar

El hijo de la amante de Godoy se casó con una hija de la amiga íntima de la amante de Horacio Nelson. 

El mundo es un pañuelo y a veces
no muy limpio.   - Antonio Gala -


María Antonia, llamada familiarmente 'Totó, hija de Fernando IV de Nápoles, hermano de Carlos IV, y de su esposa María Carolina de Austria, contrajo matrimonio con su primo el Príncipe de Asturias. No oculta a su madre la decepción que ha sufrido; estaba en la idea de que era feo, pero lo es mucho más. Sumase a este desagrado el fracaso de la noche de boda y la permanencia del mismo durante un año. La reina napolitana no deja de difundir la mala nueva: 'Mi hija -escribe- es completamente desgraciada. Un marido inculto, ocioso, mentiroso, envilecido, solapado y ni siquiera hombre físicamente, y esta fuerte cosa que a los diez y ocho años no sienta nada y que a fuerza, a orden y persuasión se hayan hecho inútiles pruebas sin consecuencias: ni placer ni resultado. No entiende que 'ni es siquiera animalmente su marido'. Tampoco que sea 'por añadidura un patoso, que no hace nada y no sale de su cuarto'. Si mal sayo el príncipe Fernando Borbón y Borbón a su suegra no mejor estimación tenía Totó de la suya, la adúltera María Luisa de Parma.Y ambas consuegras lo eran por partida doble: La boda de María Antonia con Fernando estaba condicionada, por parte de la reina de Nápoles, a la de María Isabel, hermana de Fernando, con el príncipe heredero de Nápoles. Esta infanta y su hermano Francisco de Paula Antonio procedían del lío amoroso de la reina con Godoy, lo que era público dado el <indecente parecido> de los dos infantes con el Ministro universal. 
                                                                             


Al enterarse ésta del fracaso de su hijo en la intimidad conyugal, llegó a tratar de crearla un amante, pero esta jugarreta, mala pasada, no cuajó ante la virtud de la princesa, que era, por otra parte, de una de muy superior intelecto a todos ellos. Temió María Luisa que su amante pudiera girar, valiéndose de la impotencia sexual de su hijo, hacia su nuera. En principio estaba por fastidiarla, ocasionar la daño, y así la privó un día de las dos camareras que trajo de Nápoles, Susana y Magdalena Dehier, que, aparte de servidoras, eran, salvando las distancias, confidentes y amigas.

Leemos del heredero de la corona que a los diez y  seis años -dos antes de casarse- 'era un mozuelo enclenque y desvaído, con nariz prominente y nuez fenomenal, poco aficionado al estudio, y por ende, dotado de enciclopédica incultura, sin más ideas que las poquísimas que logró inculcarle  su maestro, el canónigo Escoiquiz'. Le tocó a la buena María Antonia cargar con este adefesio, que lo era por fuera y por dentro. El mismo autor establece la comparación.
La princesa María Antonia -Totó como la llamaban sus deudos en la intimidad- No era una belleza; pero tenia, además de juventud, indudables encantos, entre los que figuraba el busto, erguido y prominente, que ella procuraba administrar con hábil picardía, gracias a la moda de talle alto, propicia para tales menesteres, mereciendo por ello acres censuras de su suegra, que acabó ordenándola que vistiese de 《menos indecente manera》. ¡Ella era tan decente, tan pudorosa! Jajay.  
En cuanto a dotación mental y formación cultural.
Gustábale la música y la lectura. Venciendo graves obstáculos, consiguió que se contratase al maestro Federice, con el que estudio el clavicordio y el arpa. Esto pareció disgustar a Carlos IV, a quien molestaban 《aquellos ruidos》. En vista de ello, dedicábase a ratos a la lectura. Pero María Luisa veía un germen de peligros nefandos en esa costumbre《tan poco española y nada femenina》. Menos mal, si la Princesa hubiese hallado apoyo en su marido. Pero es el caso que a Fernando le disgustaba por igual la música y la lectura. Verdad es que no sentía afición a nada, ni sabía nada de nada, ni se interesaba por nada. Su padre, por lo menos, se iba de caza. Él, tenía como único deporte la ociosidad más absoluta.
Como excepción, algo hay por lo que se interesó, y es en frecuentar los burdeles de baja estofa, género ínfimo. No deja de apuntarlo el biógrafo. Lo efectuaba  acompañado del duque de Apagón o del zafio Chamorro -aquí uno de su igual aún fallándole ser real - de raleza-.

Me place resaltar aquí y ahora, y pienso que a mis estimados lectores, leerlo, que parece ser va en los genes de los reyes, la caza y la erotomanía, pero sobre todo lo primero. Carlos III que, como excepción, no fue un donjuán ni un visitador de prostíbulos, gustó también de la caza. 

 Al fin Fernando llegó al matrimonio rato y Totó pudo albergar la ilusión de ser madre. Pero ésta fue a pique por dos veces: en El Escorial, en 1804, y en Aranjuez al siguiente año. Ya se creyó más segura, con algún relieve. Surgió la formación del partido fernandino, inicialmente con estos oponentes al válido tan odiado por el príncipe, conocedor del devaneo de su madre: el canónigo Escoiquiz, el duque de San Carlos, el de Ayerbe, el conde de Montijo y el duque del Infantado. Acabaron con la privanza de Godoy, en el motín de Aranjuez, precursor 

Quizá a esta conspiración se debió la muerte de la princesa napolitana. Augusto Martínez Olmedilla, ap. 'La cuarta esposa de Fernando VII', lo ve así. 
Al poco, hallándose en Aranjuez, la Princesa de Asturias se siente enferma. No es cosa grave. Al parecer, tercianas.¡Son tan húmedos los jardines de la Isla! El médico Núñez no concede gran importancia al padecimiento de Totó. Días y días transcurren, sin lograr alivio. Con el mal tiempo, se agravó. Ya pasando el invierno, y la primavera, con alternativas, pero siembre depauperándose la no muy robusta naturaleza de María Antonia. ¿Tisis, acaso? Hasta que un día dejó este mundo, en el que tanto había padecido. Entre la gente palatina corrió como seguro que el triste fin de la princesita napolitana debióse a un 《jicarazo》 administrado por su suegra, de acuerdo con Godoy.
Lo que no lograron es erradicar el partido fernandino, sino que por el contrario, con este presunto asesinato, incrementó su pujanza. Murió a los diecinueve años de edad en 1806, vio la victoria de Nelson tan funesta para España. No figura en 'Memorias de las reinas católicas de España', de Enrique Florez de Setien, porque no fue reina,  Fernando VII no ocupo el trono hasta mayo de 1814, salvo el corto periodo  entre marzo y mayo de 1808, y pues falleció en septiembre de 1833, reinó diecinueve años. Desastrosa monarquía la de este monarca que de una parte fue <el Deseado> y de otra <el Rey Felón> y también la de su hija tan falta de preparación cultural como él. Y tan ligera de cascos como su abuela. Con ambas, adiós la pureza de sangre de los Borbones. Pero sigamos en la época de aquélla, la enamorada de Godoy. 

Caída en picado de la monarquía de Carlos IV y del amante de María Luisa de Parma y supuesto padre biológico de sus hijos. 

María Luisa había comunicado a su confesor, Fray Juan de Almaraíz, :
"Ninguno de mis  hijos lo es de Carlos IV y, por consiguiente, la dinastía
Borbón se ha extinguido en España".   

Es llamado  Carlos  IV, 'el rey cornudo'. Desde luego María Luisa no se molestó lo más mínimo para que dejara de serlo al menos  en apariencia. Historiadores hay que no tienen a Godoy como su único amante, era muy... dada al cambio. En cuanto a esta declaración de ella a su confesor -colocada como epígrafe- es tema de que ya traté en otro artículo. Me refiero a la obra 'Bastardos y Borbones', de José María Zavala. Me limito ahora a hacer alusión al documento citado por Juan Balansó, y que Zavala llegó a encontrar en el Archivo del Ministerio de Justicia. Dejan evidente tales papeles que: de los catorce hijos que tuvo la reina, ninguno había sido engendrado por su marido. Ya sabemos cómo procedió contra dicho fraile Fernando VII. Continuamos parando mientes en la caída del odioso y odiado sujeto de referencia que tanto daño a España.  

En 1803 Godoy, prácticamente soberano de España, crea con Francia el tratado de San Ildefonso, que viene a ser un pacto de familia -funesto como el de Carlos III- por el cual entregaba a Francia quince navíos y veinticuatro mil hombres. Napoleón estaba engañando a Godoy, que, al fin, se dio cuenta de sus asechanzas. Pero es tarde, demasiado tarde. Quiere salvar sus tesoros y a los soberanos, que con él eran tan favorecedores, y decide el viaje de la corte de Aranjuez a Andalucía y de aquí a Méjico. Es el Motín de Aranjuez en el que interviene parte de la población e importantes nobles rebelándose contra Carlos IV y su primer ministro Manuel Godoy. Entre los varios factores que generaron este movimiento popular está la mala economía debida a torpe administración y a las constantes guerras que ha asumido España desde el inicio de la Edad Media. De manera muy importante figuran las secuelas de la derrota franco-española en Trafalgar y la aversión al parvenu sujeto de referencia. Por último y para colmo el tratado de Fontainebleau entre Godoy y Napoleón. ¡Que indecente manera por parte francesa de querer legalizar la invasión de España!

He aquí cómo describe un antiguo texto de Historia. Editado en 1863
El pueblo de Aranjuez viendo los preparativos de viaje se alarma también, y deja estallar la violenta explosión popular tanto tiempo deprimida Godoy. El valido abandonó el palacio; se esconde en uno de los desvanes de su magnífica casa; empero hostigado por la sed preséntase pálido y moribundo ante las turbas que lo perseguían, y hubiera sido hecho pedazos a no ser por la intervención del Príncipe de Asturias, que con gran trabajo logra arrancarle de las manos del pueblo, golpeado y herido.  / Carlos IV para salvar la vida del favorito, abdica la corona en su hijo primogénito, Fernando. Jamás monarca alguno fue saludado con más universal alegría a su advenimiento al trono [...] y en todas partes quema, saquea, y destrozan las casas de los favorecidos y adictos al ministro Godoy, quien fue conducido al castillo de Villaviciosa para ser juzgado por los tribunales
El general Murat le libertó y le envía a Bayona, donde le hace redactar el acta de abdicación de Carlos IV. El rey abdicó para salvar a Godoy, ya era el preludio de la Guerra de la Independencia española, la ruptura con Francia. Napoleón observaba las torpezas y las discordias familiares de la corte española e iba sacando partido de ello. Y <la Trinidad en la Tierra>, como, de la manera más inverecunda,  María Luisa denominaba el ménage á trois, constituido por ella, su marido y su amante, pasaron a Francia, y, en 1812 les concedió Napoleón vivir en Roma en el palacio Borghese. Luego pasaron al palacio Barberini. fueron los últimos cuatro años de su vida y vivían de la pensión que les otorgó su hijo Fernando VII  La ex reina muere al empezar el año 1819, a la edad de sesenta y ocho años, y Carlos IV el Cazador le siguió pronto: diecinueve días después, con tres años más de edad. 

Seguidamente Manuel Godoy, ya solo, se fue a vivir en París. Su esposa, Pepita Tudó, no quiso acompañarle en el destierro, se quedó en Madrid, habitando un piso de la calle Fuencarral en el que murió, a consecuencia de unas quemaduras al prender sus ropas por un brasero, el 20 de septiembre de 1869 a la edad de 90 años, siendo inhumada en un nicho de la Sacramental de San Isidro. Su amante y, luego, esposo, falleció en París el 4 de octubre de 1851 a los ochenta y cuatro años de edad, siendo enterrado en el cementerio del Père Lachaise, cuya lápida tiene esta inscripción. 'Aquí reposan los restos de don Manuel Godoy'. Ha cuarenta y cuatro años que había perdido sus riquezas y sus honores. Tras la muerte de Carlos IV vivió 'libre de la miseria -consigna Olmedilla- gracias a la pensión de seis mil francos que le señala Luís XVIII, dedicado a  redactar sus <Memorias críticas y apologéticas para la historia del reinado del Señor Don Carlos IV de Borbón>.

Volveré, sine die, a versar sobre estos reyes de Espada, que fueron María Luisa de Parma y Manuel  Godoy. Carlos IV siempre estuvo cazando. Si, como se puede leer, tenia ella 'un carácter fuerte, muy dominante y con tendencia a ser manipuladora y muy intrigante, tanto en lo personal como en lo político', se explica su calidad de suegra como asimismo por su educación un tanto heterogénea, recibida del abad Etienne Bonnot de Condillac, lo... libre que era. Ya se entiende menos su rechazo de plano a la lectura. Que los Borbones tienen repelús a la lectura es algo que se puede subrayar; del ex monarca Juan Carlos I se ha escrito que nunca leyó un libro. De los monarcas actuales, otro tanto, de ellos lo expone, por ejemplo, su primo hermano David Rocasolano. 
                        

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