jueves, 9 de agosto de 2018

Ha fallado la Monarquía, ha fallado la Iglesia, ha fallado la Política (Segunda parte)



Ha fallado la Política.

En general, el arte de gobernar
consiste en tomar tanto dinero
como sea posible a una clase de
ciudadanos para dárselo a otra.
-         Voltaire –

Sabido es que los políticos desde la Transición al día de hoy han sido denominados ‘la casta parasitaria’. Para el susodicho Enrique de Diego

La creación de la plaga de la clase política y su ulterior degeneración en esta casta parasitaria no es una perversión respecto al proceso de la transición, sino la culminación, sin más aditamento que el paso del tiempo, de la transición misma. Las causas producen efectos a corto, medio y largo plazo. El efecto de la casta parasitaria tiene su origen y su causa en la transición misma. No es tan siquiera su efecto perverso, sino  su desarrollo lógico y coherente,

Pinta de qué modo se han ido heredando cargos políticos y administrativos, lo que, como indica, está descrito en su libro ‘Casta parasitaria’ Y pone de relieve el perjuicio que ello motiva a la economía del ciudadano.

A través del sistema autonómico de las diputaciones y de los ayuntamientos hay, por toda España, familias enteras instaladas en el Presupuesto, de manera no solo tan escandalosa que ha dejado de llamar la atención, también insostenible. La peculiaridad de la crisis económica española es esta casta parasitaria pesa como un a losa  sobre la economía y los contribuyentes.

Atribuye a Juan Carlos toda la responsabilidad en tal degeneración y asegura que es la cabeza de la casta parasitaria. En cuanto a la estabilidad que proporciona la monarquía dice que ‘la real estabilidad que asegura es la de esa casta, como nueva aristocracia onerosa, y su progresiva expansión. Estamos viendo que el sistema ha organizado un casino para que ganen siempre los mismos’. (José Luís Sampedro). Y corrupción adelante. Este economista y novelista pregunta y contesta: ¿La gente está loca? No, la gente está manipulada. Con alusión a la crisis expone: ‘Estamos en una crisis que yo llamo barbarie, porque es una barbarie.

Si de ‘Casta parasitaria’ pasamos a ‘El suicidio de España’ veremos que el autor encuentra tres crisis en nuestro país y porqué:

Esta crisis no es económica, no es ni mucho menos solo económica, sino moral y religiosa. La causa más profunda es el abandono  de Dios , la apostasía y la tibieza respecto a la revelación de Cristo y el furibundo ataque, en la teoría y en la práctica, a los más sencillos, claros y evidentes principios de la moral natural. […] La sociedad vive con las pautas de comportamiento del psicópata, instaladas las personas en la frivolidad y el egoísmo.

Además de crisis, corrupción en  su variante de robo, y  de mayor cuantía, tanto es así que aquellos ladrones de la comedia de Jardiel Poncela bien pueden ufanarse con aquello ‘Los ladrones somos gente honrada’. Comparativamente no dejan de serlo, pues robaban para comer y pagar la buhardilla, no para llevar una vida de lujos y afincarse. Estamos navegando en un mar de corrupción 
  
Hay corrupción porque no hay controles y porque no hay moral, no hay honradez, no hay decencia. Todos los controles están descontrolados  o, mejor, están controlados por el poder político, sin la más mínima independencia;  están la fiscalía, de obediencia debida, y la judicatura, en donde cualquier ascenso es decidido por organismo nombrado por los políticos. Hay corrupción porque los políticos manejan demasiado de nuestro dinero hasta llegar al expolio 

¿Por qué dejarse engañar de los políticos? Es sumamente abstruso. Para José Luís Sampedro, ‘el sistema está roto y perdido, por eso tenéis futuro’, les dijo.

El sistema es una farsa, porque los españoles de hoy son de sainete. La infinita mediocridad de los políticos del momento corre pareja con  la inmensidad de la mediocridad de los ciudadanos.

El ciudadano esta manipulado, pero vota y vuelve a votar a quien le manipula, engañándole, dañándole en sus intereses.

La conjunción entre monarquía y sus “cortesanos”, en esta monarquía que hizo Franco son los políticos, forma bloque y trata de sobrevivir. España se compone principalmente de políticos; nuestro autor lo detalla así:

La casta parasitaria se estableció desde un principio de la nefasta transición inserta en el mercado infinitamente expansivo de la llamada España autonómica. De modo que en  un territorio algo menor que el Estado de Texas […] conviven en insaciable saqueo dieciocho gobiernos […] diecinueve parlamentos, dieciocho consejos de estado –con diferente nombre-, dieciocho organismos de comercio exterior, embajadas exteriores, dieciocho defensores del pueblo…

Luego nuestro autor para mientes en el separatismo, ya tan amenazante, y lo ve como ‘consecuencia lógica del disparate autonómico. Disparate que entre gobiernos, innecesarias diputaciones provinciales, senado… hace haya ingente cantidad de político. Éstos lo invaden todo y para actuar libérrimamente han puesto a sus plantas al Poder Judicial –en vano jueces intachables como x x se quejan de tal anomalía—Inconcebible que tengamos 2,52 millones de funcionarios, el doble que Alemania, y siendo esta nación demográficamente el doble resulta que hay cuatro veces más. De este dominarlo todo los políticos, he aquí algo de lo que expone De Diego en su referida obra:  

Asaltadas por los políticos profesionales, que pasaron a elegir órganos de gobierno, instalando en ellos a empresarios corruptos, su hundimiento es el producto de tres líneas de saqueo coordinadas: el robo directo de los consejos de administración y los cargos directivos, dotándose de créditos a veces de 0% de interés, de dietas y sueldos multimillonarios.

Esto una gloria más del sistema. ¿Cómo ve a quienes gobiernan? Considera que:
Gobierna una casta política, económica, mediática, sindical, patronal, de asociaciones y chiringuitos subvencionados. La persona es aplastada, sin libertad política, obligada a ser paciente, víctima de la expoliación. 

Funesto recuerdo el del bipartito, tan bien avenido, que Deo volente, Dios mediante, ha desaparecido, pero, indubitadamente, ha de hacer mutis por el foro, salir de escena, la monarquía con su modalidad de cortesanos.

Escribir con responsabilidad, cuidado  y atención, e inteligentemente, amén de honestamente, reclama, clama, llama contra el mal, lo dañino, ¡Cuán triste que hasta aquí cuantos hemos elevado el grito al cielo ante múltiples injusticias haya caído en saco roto! La casta política va muy a gusto en su machito, y punto pelota, como se dice ahora –ya sé que no está en el diccionario de la RAE-. Por supuesto que los referidos políticos de nuevo cuño ignoran este juicio de Goethe: No nos preguntamos  qué derecho a gobernar tenemos: gobernamos. No nos preocupa saber si el pueblo tiene algún derecho a derrocarnos: procuramos tan solo que no se sienta tentado a hacerlo’.

De yerno a suegro en la Casa Real.

Quedó la mancha del jugador de balonmano al que su suegro el Rey nombró duque. Duque ¿de qué? Se eligió Palma, la bella capital de la isla de Palma de Mallorca. Igual pudo tomarse el nombre del palacio que los mallorquines facilitan a la Familia Real y demás parientes para veranear. Duque de Marivent también quedaba mono. Él, por razón de importancia necesitaba el título, no así ella puesto que es infanta, título superior al de duquesa. Cuando surgió una ley que abolió que el título alcanzara al consorte, incluidos estos títulos ‘de gracia’, no se dieron por enterados; solo tras el divorcio se quedó el señor Marichalar sin ser duque de Lugo, y el bueno de Iñaki –ya sabemos que bueno según su suegra- sin serlo de Palma. En este caso también la infanta Cristina al ser despojados del ducado por su hermano el Rey.         

Apenas ha terminado el Caso Nóos –en cierto modo continúa al haber sido encarcelado por sentencia harto demorada el yerno del monarca anterior y cuñado del actual-, cuando surge otro escándalo de la Realeza: la supuesta colaboración de Juan Carlos en los “””negocios””” de su yerno es de modo rotundo revelado y afirmado por la celebérrima Corina Ardesen, amén de tantos otros por el ex monarca efectuados cuando ambos trabajaban en el servicio a España –ella otrora consideró que trabajaba para nuestra nación-. La verdad es que servicios como los que hizo no necesitamos los españoles. A lo que parece, y conforme la interfecta presenta, muy beneficiosos son los servicios que le hizo; se entiende pecuniariamente, no tanto como ‘amiga’, dada la gran diferencia de edad y momento de conocerse. Ella tiene 54 años, uno más que la esposa de Urdangarín, y los mismos que la infanta Elena. La rubia alemana se ha referido a don Juan Carlos en alguna ocasión considerándole ‘un respetable anciano’.  

El panorama político es siniestro, una inepta casta política, como quedó dicho, y nunca se repetirá lo bastante a ver si a base de ello los pánfilos y los necios terminan por enterarse, que gobierna con la mirada puesta en enriquecerse, destrozando clases medias y entregada a quienes les facilite dicho fin, incluida la UE, y la ciudadanía explotada cada vez más y más en su trabajo y en sus bienes. Esta Unión Europea que, en efecto, conforme el criterio que preside la obra seguida de Enrique de Diego, plantea este dilema: ‘O destruimos la Unión Europea o la UE destruye a Europa’. En fin, “otro día hablaremos de política”, como despedían su programa los humoristas Tip y Coll en la dictadura de Franco en la que estaba prohibido tratar de dicho tema.  

              

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