martes, 31 de octubre de 2017

SUGERENCIAS SOBRE LA MUERTE

Preámbulo. Voy a hablar -solo cabe elucubrar- sobre la muerte, y, en lo posible, en clave de religión cristiana.  
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Muerte, dónde está tu victoria, sabiendo, no obstante,
que no recibirá respuesta, porque la muerte nunca
responde, y no es porque no quiera, es solo porque
no sabelo que ha de decir delante del mayoy dolor
humano. - 'Las intermitencias de la muerte' José Saramago - 

Es la muerte, como todos sabemos, el castigo que Dios Padre impuso  a Adán y a su descendencia por el pecado original. De ello nos informa el Génesis según el cual nuestros primeros padres perdieron el paraíso por su pecado de desobediencia al comer del fruto que les había sido prohihibido: "Tomó, pues, el Señor Dios  -leemos- al hombre y púsole en el paraíso de delicias para que le cultivase y guardase Dióle este precepto diciéndole:'Come si quieres del fruto de todos los árboles del paraíso, mas del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas porque en cualquier día que comieres de el infaliblemente morirás. ". Pocos versículos más adelante vemos cómo Eva fue seducida por la serpiente comiendo de tal fruto y ofreciéndoselo a su marido, quien no vaciló en obedecer a Eva y desobedecer a Dios. El castigo no se hizo esperar, será en balde que Adán pretenda disculparse cargando la culpa sobre su esposa: 'La mujer que tú me diste por compañera -exclamó ante el Señor- me ha dado del fruto de aquel árbol y le he comido'. Desde ese momento y por este motivo perdimos los dones de que habíamos sido dotados, es decir, la inmunidad a la muerte y al sufrimiento, entre otros que a cualquiera le son conocidos. Puede decirse que todo mal que padecemos o podemos padecer -enfermedades, malas acciones de nuestro prójimo...- proviene del pecado original, y,como vemos, no me refiero sólo a los males físicos, sino también a los de índole moral, porque uno de los dones de que gozábamos era la total sumisión de las pasiones a la razón.

Expulsión de Adán y Eva del paraíso. Pintura de Francisco Currari

Vista y considerada desde la vida terrena, es indudable que la muerte resulta verdaderamente patética, lo ha sido para cualquier pueblo y en cualquier época, nos aterra la separación del alma del cuerpo, por la corrupción de éste, que irremisiblemente ha de disgregarse en el Cosmos. Para nuestra religión católica, así como para algunos pueblos paganos, el alma es inmortal pero estamos demasiado unidos al cuerpo para que la mortalidad de éste deje de aterrarnos., de apenarnos tremendamentey, ¿por qué no decirlo?, de producirnos auténtico pavor si lo pensamos intensamente. Menos mal que existe como un velo que nos impide ver con claridad, y cierta apatía a pensar detenidamente en algo que nos importa tanto.  Pero la muerte danza a nuestro alrededor.




Se ha dicho que nadie es tan viejo que deje de creer que puede vivir un día más. Pero hay quien muere con plena conciencia de que muere. Líbranos, Señor, de una muerte de éstas, déjanos hasta el últmo suspiro la borrachera de la vida de crer en si inagotabilidad. ¡Oh! danos valor. 

Creamos en la en el Juicio Final y en la resurrección de la carne, como decimos en el Credo, aunque esta oración sea un conjunto de dogmas, ta esperanza de que un día volveremos a ser -¡y ya para siempre!- como somos hoy, más aún, perfectos. Ellos nos hace mucho bien. Pero para muchos, nuestra resurrección implica bastante incredulidad, teniendo en cuenta que, como dice Shakespeare, "las cenizas de Alejandro quizá sirvan para tapar el agujero de un tonel". El reciente descubrimiento por Thonson, Soddy , Aston, Joliot-Curia y otros, de lo isótopos, constituye un avance científico que arroja luz sobre la posibilidad de la de la resurrección de la carne, de que "no es tan absurdo, conforme escribe un ilustre médico de nuestra época, el aceptar que, a pesar del fluir de la materia y del transcurrir de los siglos, nuestras partículas, aquellas que específicamente nos pertenecen, diseminadas en el espacio y en el tiempo, continúen manteniendo incólume nuestra individualidad substancial, como si llevaran en sí un misterioso sello de identidad. que siempre las impulsará a su anterior agrupación por mucho que se desgregen y se difundan".

Ye en 'La incognita del hombre', de Alexis Carrel , podemos leer: 'Las células son específicas de los cuerpos a que pertenecen, siendo la diferenciación entre éstos tan profunda e intensa que es probable que, entre las gigantescas multitudes de seres  humanos que han habitado la tierra, ni siquiera dos de ellos hayan teniddo jamás idéntica constitución'. No hay, en fin, para Dios nada imposible, sus recursos son infinitos, Por eso creemos firmemente a San Pablo cuando nos dice que al son de la última trompeta, los muertos resucitarán en estado incoruptible. "Y todos seremos inmutados. Porque no es necesario que este cuerpo corruptible sea revestido de incorruptibilidad y que este cuerpo mortal sea revestido de inmortalidad. Y cuando este cuerpo mortal haya sido revestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra escrita: La muerte ha sido absorbida por la victoria".
 
En estas dos festividades de: Todos los Santos y el Día de Difuntos, nuestros muertos queridos "viven" en nosotros de una manera especial, y se acude masivamente a los cementerios para embellecer con flores y luces sus sepulturas y rezar ante sus restos físicos. Pero, como los de sus visitantes, desaparecerán. Día llegará en que el paso del tiempo nos borre, que, como dice Unamuno, 'semillas somos los hombres, del árbol de la humanidad'. Los cementerios también desaparecen (en las grandes ciudades duran poco, se llenan enseguida), algunos solares de ellos se transformaron en Madrid, pasando de necrópolis a ciudad -de ciudad de muertos a ciudad de vivientes-. Nuestras generaciones venideras nos olvidan por completo en todos los órdenes; solamente la Iglesia nos tiene presente en su recuerdo, a toda la humanidad que fue y que alejan los siglos, los milenios. Un día todos (bueno, esto de "todos" no lo deja la Iglesia claro) en la Gloria, y no solo con nuestra alma, sino tal como fuimos en nuestra vida terrena (?). Y, aún mejor, sin enfermedades, ni defectos..., ¡ah! y eternamente jóvenes. ¡Pero ay!, está por medio la enorme aritméca de Dios. 'Un día respecto de Dios es como mil años, y mil años como un día', (Segunda carta de San Pedro, 3:8).  

Nuestro fugaz paso por este mundo, sin saber de dónde venimos ni adónde vamos.

¡Cuántas personas con las que había entrado en este
 mundo han desaparecido!    -Marco Aurelio - 
Todo es flor de un día, tanto el que recuerda, como el
que se recuerda. -También de las 'Meditaciones' de M. Aurelio- 

Solo sabemos bajo el Génesis porqué somos mortales, ya lo hemos visto. La religión cristiana  y alguna más, es el gran antídoto contra la muerte, pero esta incógnita, este misterio, sigue sin despejarse. No deja de ser poesía, que, como dice Bécquer, 'mientras haya un misterio para el hombre, habrá poesía'  ¡Cuánta ha generado la muerte!   ¡Cuánta soledad y constantemente incrementada! 'Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida', exclama Pablo Neruda. Pero el amor ha sido, es y será un premio para pocos mortales. Y, por otra parte, '¡Es tan corto el amor y tan largo el olvido!, que se duele también este poeta chileno  Recuerdo ahora de un poeta que nació como tal a la muerte de su esposa, Federico  Balart, esta composición: 'Compañía', de su obra 'DOLORES', el nombre de ella. 

De ir solos por la vida nos quejamos
a la cotraria suerte:
y solos nunca vamos;
que, mientras por el mundo caminamos, 
siguiendo nuestros pasos va la muerte.
      
Es la gran devoradora que tantos estragos produce en la sociedad, por si fuero poco el separnos de nuestros seres queridos; bueno, de separar se encarga también la vida, y no es menos traumático. La muerte -André Maurois  dixit- no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo, La vida sí que nos los roba muchas veces y difinitivamente.  

No voy a hablar de la Danza de la Muerte, en general y en España, me limito a significar en nuestro país a Jorge Manrique, autor de ese poema que según Menéndez Pelayo debiera escribirse en letras de oro, 'Coplas por la muerte del Maestre de Santiago, don Rodrigo Manrique', su padre, cima de la poesía castellana del siglo XV. ¿Quién no se deleita con ellas? Pero,  en c ambio, produce frío, pánico, por muy jocosamente que se tomen las
 


Todos somos unos pobres danzantes, en su peyorativa acepción de `'persona ligera de juicio y petulante', para la muerte. 




Así en la Edad Media, cuyo referente era la Religión,. También la peste y la muerte. Así hoy día, con menos Religión y con más higiene, nivel de vida, mas no mejorada en cuanto a la ética, rectitud moral de la persona. La verdad es siempre hubo de todo en la humanidad, que, como dice Princesa Karadja, 'el mundo es un parque de animales en el que se olvidó de separar los lobos de los corderos'.    
         
                                                                                      

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