lunes, 2 de octubre de 2017

Continuando a vueltas con los Trastámara (Segunda parte)

Como cualquier persona medianamente culta en Historia sabe, los Trastamara reinantes en  reino de Castilla son; Enrique II, Juan I, Enrique III, Juan II, Enrique IV, Isabel la Católica y Juana I. Aquí Isabel Trastamara Avis cambió una Juana por otra.

Enrique II

Fue su reinado de gran inseguridad, los legítimos herederos de la corona eran defendidos por Juan de Gante, duque de Lancaster,  que casó con Constanza, hija de Pedro I, y son padres de Catalina de Lancaster. Por otra pate, el rey de Portugal, se creía con derecho a la corona de Castilla. Además, Navarra y Aragón levantaban guerras debido a límites territoriales, únicamente contaba con la amistad del rey francés. Hubo de conceder mercedes sin cuento a la nobleza para atraérsela, incluso tuvo que halagar al pueblo. Reunió Cortes en Toro y se hizo un Ordenamiento sobre la administración de Justicia, creándose un tribunal de apelación en los litigios. Tenía que contrarrestar el crimen y la usurpación del trono haciendo mercedes, y don Enrique el de las Mercedes fue llamado, a la vez que el Fraticida. Algo era de rigor: la guerra de reconquista, y cuando a ella se iba a lanzar, murió. Hay sospechas de que fue envenenado, ya por el rey de Granada, ya por Carlos II el Malo, rey de Navarra. Su fallecimiento fue en Santo Domingo de la Calzada el 29 de mayo de 1379.  En el último momento de su vida dio estos consejos a su hijo heredero: 
Haz atención en que tienes en tu reino tres géneros de gente; unos que constantemente siguen mi partido, otros que con la misma constancia se declaran por el de D. Pedro, y otros que hicieron profesión de indiferentes por aprovecharse con igualdad de las dos parcialidades. Matén a los primeron en los empleos y honores que yo les concedí, pero sin contar demasiado con su fidelidad. Adelanta cuanto pudieres a los segundos, confiándoles ciegamente los empleos de mayor importancia, porque la lealtad que conservaron a D. Pedro en su fortuna próspera y adversa, es la prenda más segura de la que te profesarán a ti en todas fortunas. De los terceros, o sean los indiferentes, no hagas caso ni para el castigo ni para el premio, teniéndolos solo en la memoria para el desprecio. Sería grande imprudencia fiar los cargos que se dirigen al bien público, a unos hombres que nunca adoraron otro ídolo sino a su interés personal. 
(De esto de <Sería grande imprudencia fiar los cargos que se dirigen al bien público, a unos hombres que nunca adoraron otro ídolo sino a su interés personal> tomen 'nota bene', observa bien, la política de nuestros días, repleta de corruptos). 

Casado con Juana Manuel de Villena, tuvieron dos hijos: Juan y Leonor, ésta contrajo matrimonio con Carlos III el Noble, rey de Navarra, al que sucedió su hija Blanca I, lo que aquí consigno para indicar que es nieta por vía materna del Fraticida.   

Juan I. Reinado de 29 de mayo de 1379 a 9 de ocrubre de 1390.

Se encontró con las mismas externas amenazas que su padre: el rey portugués y el duque de Lancaster, que inician la guerra contra él, siéndole favorable al principio. Al quedarse viudo de Leonor de Aragón (   ) matrimonio del que nacieron Enrique III y Fernando I de Aragón, ajustó la paz casándose con la hija de Fernando I de Portugal, Beatriz. Se concertó este matrimonio bajo la condición de que si el rey moría sin hijos varones pasaría la corona portuguesa a su hija. Al morir sin hijos en 1383 se proclama reina de Portugal Beatriz, pero, no queriendo los portugueses unirse a Castilla, nombraron rey al Maestre de Avis con el nombre de Juan I. Un Juan I contra otro Juan I. Por entonces el rey de Castilla había levantado el sitio de Lisboa por la epidemia declarada en el ejército castellano. Mal se puso la invasión desde un principio. Se penetro en Portugal con numerosa fuerza, saliendo al encuentro el Maestre de Avis se produjo la batalla próximo a la villa de Aljubarrota, sufriendo los castellanos una tremenda derrota que cubrió de gloria a Portugal y al jefe de estas fuerzas, hoy en los altares con el nombre de San Nuno de Santa María. Este general general  -Nuno Álvarez de Pereira, el Santo Condestable- volvería a vencer en la batalla de Valverde (15 de octubre de 1385 en Valverde de Mérida, que nos llevó al Tratado de Ayllón (Segovia, 1411).  En Aljubarrota los derrotados castellanos se dieron a la huida, y el rey pudo hacerlo por cederle su caballo, ya que el suyo había muerto, el señor de Hita y de Buitrago, don Pedro González de Mendoza, por cuyo hecho es conocido como el mártir de Aljubarrota.

Luís Planes, 1793, óleo sobre lienzo, 123 x 168 cm
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid.

Cabalgó, junto con un grupo, durante la noche hasta llegar a Santarem, ciudad lusitana por la que los castellanos salieron de Portugal, así como también lo hicieron por Badajoz o por Beira a Salamanca, que es por donde habían entrado. 

¡Y para esto tanto luchó contra la reina regentede Portugal! Si en Beatriz tuvo don Juan un modelo de esposa y de viuda, en su suegra le tuvo de tal parentes, según la leyenda negra de éstas, Intrigante, conspiró contra su yerno. Su hija llegó a decirle: 'Oh madre, Señora, En un año me quisieses viuda y huerfana y y desheredada'. Como intrigante, y siguiendo el yerno los consejos de quienes Por su deslealtad, y siguiendo el yerno lo consejos de quienes que recibía, fue presa y encerrada en el Monasterio de Santa Clara, de Tordesilas, No volvió a Portugal en vida de su yerno, sí tras su muerte, pero en 1391 se encontraba en Valladolid. Si el P. Enrique Florez de Setien, en su 'Memorias de las reinas católicas de España', no da noticia de la  fecha de la muerte de Beatriz de Portugal, ni del lugar de su enterramiento, sí detalla en cuanto a su madre: 
De su madre refiere el ya citado Barbosa que murió en 27 de abril de 1396, en Tordesilla, y que yace en el convento de de Valladolid (como si en aquella ciudad no hubiera más que un convento). Su muerte no fue en Tordesillas, sino en en Valladolid,  donde pasó cuando murió el rey don Juan  { Claro, Barbosa se fiaría en su prisión en dicha localidad vallisoletana }, y compró unas casas donde es hoy el convento de Nuestra Señora de la Merced, y allí está enterrada, según escribe Juan Antolínez de Burgos en el capítulo XXVI del libro II de su Historia de Valladolid, que anda manuscrita.            
Secuelas del desastre de Aljubarota. Creación del título de 'Príncipe de Asturias'.   
 
De esta derrota sobrevino un nuevo ataque del duque de Lancaster que ayudado por el monarca portugués entró por Galicia y conquistó gran parte de territorio. El Trastamara para evitar una nueva guerra -muy débilitada había quedada Castilla- concertó la paz mediante un tratado por el cual se concertaba la unión de los derechos de la casa de la casa Lancaster con los de los bastardos, cuyo carácter de legitimidad se basaba en el matrimonio de Catalina, hija del duque y nieta del rey don Pedro, como quedó dicho, con el infante don Enrique, hijo de Juan I, como también dije. Se fundó con los prometidos esposos el título de 'Principes de Asturias', el cual desde entonces llevan los herederos de la corona de Castilla, luego de España. 

En este reinado se creó un Consejo de cuatro letrados para asesorar al rey. Este Consejo había de componerse de doce personas : los cuatro perlados, cutro caballeros y cuatro ciudadanos: Entre las demás leyes se encuentra 'El Ordenamiento de las Lanzas', que fijaba las fuerzas del ejército del rey en cuatro mil lanzas, mil quinientos caballeros ligeros, y mil ballesteros. Alguna otra ley, tal como el 'Ordenamiento de los Perlados', que prohibía dar prebendas a extranjeros; la prohibición de extraer oro y plata del reino. En este reinado tuvo lugar el Concilio de Salamanca, donde la Iglesia española fijó su actitud ante el Gran Cisma de Oriente , decidiendo dar obediencia al Papa de Avignon, Clemente VII, a quien disputaba la legitimidad de su elección Urbano VI , con residencia en Roma. 

Murió inopinadamente el 9 de octubre de 1390, en Alcalá de Henares. Refiere el P. Florez que
la reina tuvo la funesta noticia hallándose en Madrid, y al punto fue a Alcalá, dejando en Madrid al príncipe don Enrique y al infante don Fernando. Asistió al lado del cuerpo del rey su marido en la capilla arzobispal de Alcalá, hasta que le pasaron a la de los reyes nuevos de Toledo, donde yace. 
Un rasgo de su segunda esposa.

Murió Juan I de una caída de caballo en Alcalá de Henares (Madrid) 
Quedó la reina doña Beatriz sin sucesión, según los obispos de Palencia y Cartagena. Los genealogistas refieren un hijo llamado don Miguel, que murió niño, en 1385, y acaso por esto no lo mencionaron los historiadores.
Hace una llamada para aclarar que que Barbosa, en el 'Catálogo de las Reinas de Portugal', le atribuye dos infantes que murieron niños. veamos qué dice de ella como viuda:
Perseveró en una ejemplar viudez, pues siendo moza y pretendida por diversos príncipes, no quiso admitir segundo tálamo, dejando a la posteridad la memorable sentencia de que las mujeres como ella, bien nacidas y de buenas costumbres , no deben conocer dos maridos.
Admirable en su época y en todas las épocas. 

Beatriz de Portugal quedó bien protegida económicamente en su viudez, y el comportamiento de su hijastro, el rey, fue ejemplar. Su marido en testamento otorgado en 1389 la dejó una renta de trescientos mil maravedís anuales, además de las que obtenía de sus villas y lugares, es decir, de de Medina del Campo, Olmedo, Cuéllar, Arévalo y Villa Real. Recomienda a su hijo que la hiciera honra y no diera las villas y lugares de su pertenencia, ni la reclamase guirnaldas, aljófar y piedras que le había dado. No solo lo cumplió de manera estricta, precisa, rigurosa durante su vida, sino que lo dejó asegurado tras su muerte en testamento que hizo en Toledo el 24 de diciembre de 1406, o sea, la víspera de su muerte. Es visible que Juan I estaba muy satisfecho de su joven esposa, había entre ellos una diferencia de edad de quince años.

(1373-1420) Monasterio Sancti Spiritus - Toro (Zamora)

Enrique III el Doliente. 


Las enfermedades y la muerte tienen una gran importancia para
 la invención de las imágenes y estereotipos. .El rey de Castilla
 Enrique III el doliente (1390-1406) fija todo un paradima.  Su
delicada salud  -objeto de distintas especulaciones -, su temprana 
y ejemplar muerte y la buena memoria  transmitida a la posteridad 
(gobernante justo, fervoroso cristiano, austero administrador) han
creado  en torno al monarca todo un mito histórico y literario.
                                       - Emilio Mitre Fernández -  

Pese a su estado valetudinario, y no por edad pues murió a los 27 años, fue un momarca activo y enérgico, puso orden al desbarajuste de la aristocracia con que se encontró al ocupar el trono adolescente. Su política fue eficaz y  brillante. Quitó abusos a la nobleza, restableció el poder real, que se hallaba muy m enoscabado por ésta, derogó privilegios, saneó la economía del reino. La flota castellana consiguió varias victorias contra los ingleses. En 1400 una flota de guerra destruyó la base pirata de Tetuan. En 1402 empezó la colonización de las islas Canarias. Detuvo una invasión portuguesa en 1396 con ataque a Badajoz, estableciendo una tregua con el acuerdo firmado con Juan I de Portugal en 1402.  Apoyó las pretensiones pontificias de de Benedicto XIII. Reanudó la campaña contra el reino nazarí de Granada alcanzando la importante victoria en batalla de ls Callejares (1406), aunque no pudo completarla porque le llegó la muerte. En su haber también está el envío de dos embajadas a Tamerlán. Muy afectada su salud, delegó parte de poder en su hermano Fernando el de Antequera, quien sería regente durante la minoría de edad del hijo de Enrique y sucesor.

Falleció en Toledo en tan marcado día de 25 de diciembre. Triste Navidad para su esposa Catalina de Lancaster, para toda la familia, para Castilla. Recibió sepultua en la Capilla de los Reyes Nuevos, de la catedral. Su epitafio dice: 
Aquí yace el muy temido y justiciero rey don Enrique de dulce memoria que Dios dé santo paraíso, hijo del católico rey don Juan, nieto del noble caballero don Enrique. En 16 años que reinó fue Castilla temida y honrada. Nació en Burgos, día de San Fernando, y murió día de Navidad, en Toledo, yendo a la guerra de los moros con los nobles del reino fina año del Señor de 1407.
No he mantenido la ortografía de la época. Es motivo de asombro lo de 'nieto del noble caballero don Enrique'. 

Más de su etopeya y algo de su prosopografía. 

Don Enrique III en medio de  su juventud,  tenía el natural aspecto 
enfermizo que  a su rostro  presentaban  sus habituales dolencias.
Semblante pálido y prolongado por la enfermedad, noble con todo,
grave y lleno de majestad. Sus ojos eran hermosos,  mezclándose
en ellos cierta languidez y tristeza con la penetración y la severidad;
su andar era lento y su voz flaca.
- De la novela 'El doncel de don Enrique el Doliente', de Larra, que tiene drama
del mismo asunto, titulado 'Macias', estrenado en el teatro Príncipe, Madrid, por
el actor Carlos Latorre, 24, IX, 1834. - 

Véase a este respecto el estudio de Emilio Mitre Fernández titulado 'Lo real, lo místico y lo edificante en la precaria salud de un monarca medieval: Enrique III de Castilla como paradigma'. 
.... su muerte en plena juventud, a los 27 años, el comienzo de su enfermedades a los diecisiete años : su delgadez y debilidad, su mal color y su carácter melancólico e irritable nos autoriza a pensar que Enrique III fue tuberculoso y murió a causa de dicha enfermedad. [...] Caso de haberle conducido a la tumba, Enrque III contaría al menos con un precedente familiar :el de Sancho IV, muerto también a temprana edad si hemos de dar crédito al testimonio de una crónica que nos dice que fue atacado por infinitas tisis, un mal contra el que lucharía durante mucho tiempo. Y andando los siglos, otro regio descendiende de Enrique III -Alfonso XII- moriría afectado por esa enfermedad, casi a la misma edad que el rey Doliente y legando asimismo al reino un más que problemático panorama político. 
Se hace mención de su esposa, que tampoco gozó de buena salud., Catalina de Lancaster fue, según las crónicas, de temperamento arrebatado, nerviosa, quizás epilética. Con ella tuvo tres hijos y en este orden: María, Catalina y Juan.

La regencia compartida entre Catalina y su cuñado Trastamara fue buena, él siempre se comportó honestamente. Se compartiron coortdinación, ella administraba Galicia Asturias, Cantabria, País Vasco, Castilla y Leóny parte de la Mancha; Fernando de Antequera administraba Extremadura y los reinos cristianos de Andalucía, Jaén, Córdoba y Sevilla. Aún constituia el reino nazarí Almería, Granada y Málaga. Pero n o hubo de seguir la tutoria compartida, aunque él siempre protegió a su sobrino, porque en 1412 s convirtió en rey de Aragón, de cuya corona solo disfrutó cuantro año, pues murió en Igualada (Barcelona) el 2 de abril de 1416 a los 36 años de edad. Como la de su hermano, su salud era deficiente. Casado con Leonor de Sánchez de Alburquerque, tuvieron seis hijos: Alfonso V de Aragón, Juan II de Aragón, Enrique de Trastamara, Pedro de Aragón, Leonor de Aragón y María de Aragón.

Endogamia no deseada por Catalina de Lancaster.

Hubo matrimonios entre los primos hermanos: Juan II de Castilla se casó con María, y el infante de Aragón, Enrique, con la infanta Catalina, hermana del rey castellano. Muerta de  sin hijos (
Catalina llevó una existencia un tanto azarosa, teniendo que sufrir una gran inestabilidad debido a los continuos enfrentamiento de su marido con su hermano, el rey de Castilla, y con el valido de éste, don Álvaro de Luna. En este ir y venir de la corte castellana y mientras su marido permanece en prisión, Catalina pasará bastante tiempo refugiada con su hermana doña María en el reino de Aragón. / Catalina, que no tuvo hijos vivos, murió de un mal parto en 1439. Tenía treinta y seis años-
En la semblanza que en tal biografía se hace del infante don Enrique, puede leerse:
Al quedarse viudo se casa con Beatriz Pimentel, hija del conde de enavente, con la única finalidad de afianzar sus alianzas con la aristocracia castellana en contra del Condestable Álvaro de Luna. / Muere en 1445 como consecuencia de una herida recibida en la batalla de Olmedo a manos de Álvaro de Luna. 
Ya puntualicé en otra ocasión que a los pocos días en Calatayud, contrastese la fecha de la primera batalla en dicha localidad vallisoletana  -19 de mayo de 1445- y la de su óbito.

Y de la otra hija, doña María, se expone en la citada biografía:
Se casó con su primo Alfonso de trastamara, que a la muerte de su padre, Fernando  de Antequera, se convirtió en rey de Aragón./ A pesar de que su delicada salud la obligó a ausentarse en determinados momentos de acros importantes, María fue una excelente reina, el apoyo seguro y firme que su esposo, el rey Alfonso V, conocido como el Magnánimo necesitaba para poder dedicarse a sus posesiones en Italia.
Tampoco tuvo hijos ni un matrimonio feliz. Así habla al respecto la citada biógrafa de su madre:
María no consiguió tener descendencia. En un principio, probablemente por un retraso, derivado de su propia constitución -no se desarrolló como mujer  hasta los diecisiete años- cuando ya llevaba más de dos de matrimonio. Pero su falta de descendencia estuvo motivada, sobre todo, por la ausencia de su marido que un día de 1432 se embarcó para Nápoles y nunca más se volvieron a ver. Vivieron separados más de veinticinco años.
Cuán triste, aunque no intervinieran hombres jueces y/o no jueces. Ella le guardó la ausencia, no así él, que tuvo amantes e hijos, dejando a uno de ellos el reino de Nápoles, y a su cuñado el infante don Juan el de Aragón. Sobrevivió pocos meses a su marido que murió en 1458, pero, siendo la más delicada salud de los tres hemanos, alcanzó más larga vida que toda la familia, como no deja de consignar María Teresa Álvarez. 

Catalina de Lancaster sobrevivió a su marido hasta el 2 de junio de 1418, y fue enterrado al lado de él.


Enrique III y Catalina de Lancaster están en el lado del evangelio.
El epitafio de ella reza:  Aquí yace la muy católica y esclarecida señora reina doña Catalina de Castilla y León [...] . Nieta de los justicieros reyes, el rey Aduarte de Inglaterra y del rey don Pedro de Castilla; por lo cual es paz y concordia puesta para siempre.  

No llegó la reina, como vemos y comprobamos cotejando fechas, a disfrutar de la coronación oficial de su hijo como rey de Castilla. Juan nació en Toro, donde a la sazón se hallaba el matrimonio. Tenía doña Catalina devoción a la escultura de la imagen de la Virgen embarazada que se encuentra en la Colegiata de Santa María la Mayor, de dicha localidad. Por haber nacido allí el Príncipe de Asturias le concedieron sus padres el rango de ciudad. 

Dejo procrastinado a un tercer artículo futuros reyes de esta dinastía que, dicho sea de pasada, no gozó de buena salud en casi todas sus personas, por no decir en todas. Me placerá volver a hablar, tratar, de reyes tan controvertidos como esos medio hermanos que son Enrique IV el Impotente e Isabel la Católica. Quizá Enrique de Trastamara y Trastamara no fuera tan impotente como lo deseó Isabel de Trastamara Avis, ni ella dio muestras de ser tan católica como, de la manera más sorprendente, en sentido peyorativo, se empeñan  más de cuatro, y bastantes de ellos nada menos que en llevarla a los altares.

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