lunes, 17 de julio de 2017

La mujer vista por cuatro poetas que la divinizan. (Primera parte)

Estos son Gustavo Adolfo Bécquer, Federico Balart, Amado Nervo y Antonio Machado. El primero vivió en el siglo XIX, (1836-1870), al morir muy joven no alcanzó el siglo XX, y los tres siguientes están a caballo entre el XIX y el XX. Balart nació en 1831 y murió en 1905; Nervo vive de 1870 a 1919, y A. Machado de 1875 a 1939. Por supuesto que no son los únicos que ensalzan a la mujer desmedidamente.      

Bécquer tiene un alto concepto de la mujer, la identifica nada menos que con la poesía. ¿Quién no ha leído a este poeta estrella del Romanticismo? En su Rima XXI dice: 

¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul...
¿Qué es poesía?, Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.

Y ya en 'Cartas literarias a una  mujer' echa el resto; empieza la primera recordando
Quiero hablarte un poco de literatura, siquiera no sea más que por satisfacer un capricho tuyo, quiero decirte lo que sé de una manera intuitiva, comunicarte mi opinión y tener al menos el gusto de saber que, si nos equivocamos, nos equivocamos los dos, ; lo cual, dicho sea de paso, para nosotros equivale a acertar./ La poesía eres tú, te he dicho, porque la poesía es el sentimiento, y el sentimiento es la mujer.
Continúa argumentando en esta carta y en la segunda su definición de poesía basada en la mujer 
Sin embargo, a la mujer se le acusa vulgarmente de prosaísmo. No es extraño; en la mujer es poesía casi todo lo que piena, pero muy poco de lo que habla. La razón, yo la adivino, y tú la sabes. Quizá cuanto te he dicho lo habrás encontrado confuso y vago.Tampoco debe maravillarte. La poesía es al saber de la Humanidad lo que el amor a la otras pasiones.
Y pasa , seguidamente a definir el amor  
El amor es un misterio. Todo en él son fenómenos a cual más inexplicable; todo en él es ilógico, todo en él es vaguedad y absurdo. 
Por lo que tiene de misterio el amor, y basándonos en este poeta, puede decirse que es poesía. Él lo aseguera en su Rima IV

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
Y en el  mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista;
mientras la humanidad siempre avanzando,
no sepa a dó camina;
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía! 

El amor -disquisiciones de Gustavo Adolfo Bécquer aparte- es excepcionalmente poesía, tantas otras veces pésima poesía, y por regla general drama, cuando no tragedía. Así lo entiende Unamuno: Es el amor -escribe en 'Del sentimiento trágico de la vida'' y así inicia su capítulo VII, titulado 'Amor, dolor, compasión y personalidad'- lo más trágico que en el mundo y en la vida hay : es el amor hijo del engaño y padre del desengaño; es el amor el consuelo en el desconsuelo, es la única medicina contra la muerte, siendo como es de ella hermana. Y he aquí algo muy importante que consigna a continuación: El amor busca con furia a través del amado algo que está allende éste, y como no lo halla, se desespera. 

Sabido es que Bécquer no fue afortunado con la mujer y lo dramático de su matrimonio -lo dejé expuesto en mi artículo sobre los Hrnos Bécquer, dos partes, insertado el 23 de abril y el 3 de mayo, 2014, respectivamente.  Los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, en la Semblanza que hacen del poeta en sus Obras completas editadas por Aguilar, escriben: 
Y como todo en su vida fue dolor escondió su vida a las miradas de los demás. De su propia mujer nunca hablaba. / No es posible tratar de las mujeres cantadas por Bécquer y no mencionar a la que fue su esposa: Casta Esteban. 
Tú creces de mi vida en el desierto/ como crece en el páramo la flor 
Ella se le figuró a él que sería en su vida el hogar tranquilo, el esposo que ya anhelaba; los hijos, que anhelaba aún más... Él le hablaría a ella en un lenguaje que por fuerza había de seducirla... Ella creyó entenderlo... y no se entendieron ninguno de los dos.
Ni entendió nadie aquel matrimonio. Pero en cosa donde tantos hombres de juicio yerran y se equivocan, ¿había de aceptar un visionario como nuestro querido poeta?
Aunque Bécquer identifica a la  mujer con la poesía, él sabía que exagraba, y lo conocía por experiencia, su esposa fue, con él, una casada infiel y en ese convivir ambos y no convivir que fue se matrimonio. Al fin, urió acompañado de ella. Tenía miedo a morir en soledad; así lo refleja en su Rima LVIII: 
Al ver  mis horas de fiebre / e insomnio lentas pasar, / a la orilla de mi lecho, / ¿quién se sentará ? /  - Cuando la trémula mano / tienda próximo a expirar / buscando una mano amiga, /  ¿quien la estrechará?  -  Cuando la muerte vidríe / de mis ojos el cristal, / mis párpados aún abiertos, / ¿quién los cerrará?  -  Cuando la campana suene / (si suena en mi funeral),  /  Una oración al oírla, /  ¿quién murmurará? /  Cuando mis pálidos restos   /  oprima la tierra ya,  / sobre la olvidada fosa. /  ¿quién vendrá a llorar?  - ¿Quién, en fin, al otro día,  /  cuando el sol vuelva a brillar, / de que pasé por el mundo, /  ¿quién se acordará?
Él no podía creer en el amor -en su caso-, puesto que solo experimentó la perfidia de Casta Esteban. Hablando de ese teorizador del amor, que fue Stendhal, escribe Ortega y Gasset:' ... en lo que conceptualmente opinamos sobre el amor se dibuja y revela el papel de nuestros amores  En el caso de Stendhal no hay duda alguna. de que se trata de un hombre que ni verdaderamente amó ni, sobre todo, fue amado. Es una vida llena de falsos amores. Ahora bien, de los falos amores solo puede quedar en el alma la melancólica adertencia de su falsedad, el fruto de su evaporización. En la Rima XXVI dejará caer en cuanto a la mujer, que es material y prosaíca, mas enseguida lo rechaza; releamos la composición:  
Voy contra mi interés a confesarlo; / no obstante, amada mía, / pienso cual tú que una oda solo es buena / de un billete de banco al dorso escrita. / No faltará algún necio que al oirlo /  se haga cruces y diga: / Mujer al fin del siglo diez y nueve  / material y prosaica... /  ¡Boberías! /  ¡Voces que hacen correr cuatro poetas /  que en invierno se embozan con la lira!  / ¡Ladridos de los perros a la luna! /  Tú sabes y yo sé que en esta vida, / con genio es muy contado el que la escribe, /  y con oro cualquiera hace poesía.
Bécquer es de los contados poetas que escribió poesía con genio, en su vida llena de penuria. Él y su hermano, el pintor Valeriano Bécquer fueron enterrados en la Sacramental de San Lorenzo y San José hasta que sus restos mortales pasaron a su natal Sevilla.


Fragmentos de dolor ante la muerte de ella.

Federico Balart.

Quizá sea, de los cuatro, el poeta menos popular o conocido por el público en general. Quizá y sin quizá tampoco sea muy conocido, que digamos, un librito -el diminutivo solo atañe a la extensión- exquisito de Augusto Martínez Olmedilla tutulado 'Anecdotario femenino'. 

Federico Balart no había pensado hacer versos en su vida. Era un gracioso,, vibrante, agresivo, de pluma mordaz, con la que frageló duramente a los Ministerios reaccionarios de las postrimerías del reinado de Isabel II . Luís Rivera, director del satírico <Gil Blas>, le buscó para su semanariodespués de haber batido el cobre en <La Democracia>, de Castelar. Su primer artículo en el periódico de Rivera le costó un duelo a pistola con Goicrrotea, intendente de la Real Casa. De resultas del lance quedó cojo, después de dos meses de muco sufrir. Cuidóle con abnegación sin igual Dolores, su mujer. una morenaza sevillana y sabrosa, a la que él no parecía conceder demasida importancia, precisamente por verla tan suya. Pero Dolores murió y fue su muerte como un mazazo para Federico. 
Durante cuatro meses creyó enloquecer, quiso morir. Por fin hubo en su alma una extraña reación sedante. Finaba octubre, llovía tenazmente y al atardecer otoñal estaba impregnado de añoranzas. Las lágrimas acudieron, piadosas a los ojos de aquel hombre atenazado por el dolor. Y tras las lágrimas brotó, espontánea, su primera poesía:
No puedo más. Perdona, Dios clemente
perdona si te agravio,
rompiendo al fin los diques del torrente
que rebosa mi labio:
Desde que ella partió, sordo mi oído,
ciegos están mis ojos,
y mi lecho, que ayer de amor fue nido, 
ya es tálamo de abrojos
¡No puedo más, Señor! Niebla sombría
me impide verla y verte.
Manda un rayo de luz a mi agonía
y venga en él la muerte. 

Sin Dolores, Federico Balart no hubiera sido poeta ¿Cómo, pues, no lo fue en tantos años de tenerla junto a él? ¡Ah! Porque entonces no estaba ungida con el óleo mágico de lo Imposible. 

Cree en la existencia de Dios, pero
Existe Dios; existe y en Él creo. / No es mentira ilusión de mi deseo: /¿cuanto más iracundo / cierro los ojosa la luz del mundo, / mejor su faz en mi conciencia veo! / Los que juzgan inútil su existencia, / por más que en la impiedad ciegos se gocen, / para fundar su ciencia, / sujeto a la ley el mundo reconocen.- / ¿ ley sin legislador? - ¡Sueño! ¡Demencia!
Acto seguido escribe:
Pero ese Dios potente y soberano / ¿Es de venturas perennal venero? / ¿Es de miserias manantial insano? / Vengativi, climente o justiciero, / ¿qué es para el hombre, en fin, ¿Padre o tirano? /  Cuando a veces sus obras considero, / (Mal que a mi fe y a mi esperanza cuadre), / aunque a sus pies postrado le venero, / por tirano le tengo, y no por padre. / Si todo es obra de su fuerte diestra, / si en todo brilla su saber profundo, / ¿quién lanzó a las tinieblas de este mundo / tanta cosa siniestra? / ¿Quién puso al tiburón la triple fila  / de sus dientes voraces? / ¿Quién en secreto afila / las garras de las fieras montaraces? / ¿Quién erizó la zarza punzadora / que el pie desnudo del mendigo araña?  [...] ¿Quién la virtud, cual fragil vidrio quiebra? / ¿Qué juez firmó, sellándolas con plomo, / las sentencias que el báratro celebra ? / [...]   / Si es dios, creador, y bueno, y soberano, / ¿de dónde nace el mal? - ¡Horrible arcano! 
Le   molestó al clero, entonces de  gran prepotencia   en España, que no tuviera la fe del carbonero y que, por tanto, filosofara.  Pero es que bajo el punto de vista de la razón, y en  todo aquel que quiera pensar, que se halle medianamente dotado de intelecto, Dios, el mundo y el ser, los tres pilares de de la Filosofía, la vida y la muerte dan que pensar. Resulta evidente que, como  Hanlet manifiesta a Horacio, en el cielo y en la tierra hay más de lo que puede alcanzar nuestra pbre filosofía. También es cierto, claro, patente y sin la menor duda, que la Iglesia lleva sus múltiples dogmas a un terreno pueril, y además contradiciéndose constantemente. Ya versé algo sobre ello en un artículo, ahora no viene al caso. 

Dolores Anzua, que era viuda cuando se casó con Federico Balart, murió 1879 y la publicación 'Dolores' tuvo lugar en 1894, siendo obra de inusitado éxito. Y como el éxito no se perdona, fue, junto con su criterio sobre la existencia, la fe y la inmortalidad del alma, no solo, como dije, repudiada por el clero, también por algún escritor, así, por ejemplo, Azorín, que, injustamente, acusó al autor de ser un poeta 'sin inspiración, prosaico, horriblemente difícil e incincero'. Nanay, y que Dios se lo perdone a José Martínez Ruiz; por muy Azorín que fuera se pasó de listo.         

Amado Nervo. 

Solo hay tres voces dignas de romper el silencio:
la de la poesía, la de la música y la del amor. 
   - Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo y Ordaz -
Páginas escritar en los últimos días de enero y primeros de febrero de 1912.
Va a hacer un mes, un mes solamente, y, sin embargo, en esos treinta días, en esos treinta relámpagos, he llorado más lágrimas que estrellas visibles tiene el cielo.
Va a hacer un  mes, y en esos treinta relámpagos he acumulado tal cantidad de dolor, que me parece que todos mis males pasados y que todos mis males posibles se dieron cita para invadir y llenar mi espíritu a fin de que no quedase en élun solo hueco que no fuese angustia. 
Va a hacer un m es que, a las doce y cuarto del día, se extinguió blandamente  Ana Cecilia Lusa Dailliez, mujer excepcional por su gracia, su bondad y la persistencia extraordinaria de su ternura, a quien conocí en París en una noche en que mi alma estaba muy sola y  muy triste, la noche del 31 de agosto de 1901, y con quien viví desde entonces en la más cordial y noble de las compañías hasta el 7 de enero de 1912, en que murió en mis brazos.
Habla seguidamente de que su muerte implicó para él 'la amputación más dolorosa de sí mismo'. Y pasa a describir los 'veintiún días que duró la enfermedad de Ana'. Pinta luego el proceso cronológico de su enfermedad, 'herida por el bacilo de la fiebre tifoidea'.     

Era una convivencia secreta, a lo que obligaba tanto la época como el cargo del poeta, mas ante la enfermedad....
Yo dejé caer en manos de mi <superior inmediato> (los diplomáticos, ¡ay!, no somos más que unos animales jerarquizados) mi ingenuo secreto de tantos años, para tener el derecho de escapar de la Cancillería en cuanto lo esencial había terminado, y de estar una hora antes a la cabecera del  alma de mi alma, que se me moría. 
De esta muerte nace su obra 'La amada inmóvil - Versos a una muerta', consignando en las primeras páginas: 'encontrada en el camino  de la vida el 31 de agosto de 1901. Perdida - ¿Para siempre? - el 7 de enero de 1912'. Ya no pasearía más con Ana por donde podía hacerlo con plena libertad, que no en Madrid
Pocas veces, muy pocas, salíamos juntos, evitando las arterias febriles de las metrópolis, donde mi relativa popularidad podía preparme sorpresas. En cambio, en ciertos viajes nos desquitábamos ampliamente, y, brazo con brazo, enredadas las diestras con una ternura que tenía m ucho de fraternal nos dedicábamos a ese flamenco 16 deleitable de París, de Londrés, de Bruselas, buscando el bibelot 17 gracioso, deteniéndonos ante el deslumbramiento de los escaparates, refugiándonos  en los íntimos y perfumados rincones de los restaurantes, donde los gourmets de buena cepa, como nosotros, compensaban  tantas acritudes de la vida.
Ana Luisa Cecilia Dailliez

Ana Luisa Cecilia Dailliez




 














De los versos a la amada inmóvil es archiconocido el titulado Gratia Plena:  
Todo en ella encantaba, todo en ella atraía/ sumirada, su gesto, susonrisa, su andar... / El ingenio de Francia de su boca fluía.   / Era llena de gracia,   como el Ave María   / ¡Quien la vio, no la pudo jamás olvidar! /  / Ingenua como el agua, diáfana como el día, /     Rubia y  nevada  como margarita sin par, / el flujo de su alma celeste amanecía.../ Era llena de gracia, como el Ave María, / ¡Quie la vio, no la pudo ya jamás olvidad! / Yo gocé del privilegio de encontrarla en mi via  dolorosa; por ella tuvo fin mi anhelar / y cadencias harcanas halló mi poesía. / Era llena de gracia como el Ave María. / Quien la vio no la pudo ya jamás olvidad!  / ¡Cuánto, cuánto la quise, por diez años fue mía; / pero flores tan bellas, nunca pueden durar! / ¡Era llena de gracia, como el Ave María, / y a la Fuente de gracia, de donde procedía, / se volvió...como gota que se vuelve a la mar!       
Amado Nervo la amará durante los siete años y y algo más de cuatro meses  que la sobrevivió.


Él también, cual  toda la humanidad será  indefectible presa  de la muerte, a la que no dejaba  de temer  superlativamente: 'Me agobian dos penas sin medida  -dice- : un disgusto infinito de la vida, y un temor infinito de la muerte.


En Madrid  residió  con su amada en la calle Bailén, número 15, en cuyo edificio percivese esta placa:



Desde esta casa pasó  su amada, ya inmóvi, a la Sacramental de San Lorenzo y San José, y fue depositada, encerrada, en el nicho 213 en el primer patio. Muy lejos de ella se encuentra él. En 1914 a causa de la Revolución cesó como diplomático, regresando a Méjoco en 1918 en que vuelve a reconocérsele como tal, y es enviado a Argentina y Uruguay. Falleció en Montevideo y su cadáver fue llevado a México e inhumado en la Rotonda de Hombres Ilustres. Ahora en abandono.

Tumba Amado Nervo
 

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