miércoles, 6 de mayo de 2015

Miguel Hernández, el poeta pastor. Evocación de su dramática vida.

Era puntual, con puntualidad que pudiéramos llamar del corazón. 
Quien le necesita a la hora del sufrimiento o de la tristeza, allí le
encontraría, en el minuto justo. Silencioso, entonces daba bondad 
con compañía, y su palabra verdadera, a veces una sola, hacía el
clima fraterno., el aura entendedora donde la cabeza, sobre la que
la cabeza dolorosa podría reposar, respirar. Él, rudo de cuerpo, 
poseía la infita delicadeza de los que tienen el alma no sólo vidente,
sino benevolente. Su planta en la tierra no era la del árbol que da
sombra y refresca. Porque su calidad humana podía más que todo
su parentesco, tan hermoso con la naturaleza.
Era confiado y no aguardaba daño. Creía en los hombres y esperaba
en ellos. No se le apagó nunca, no, ni en el último momento, esa luz
que por encima de todo, trágicamente le hizo morir con los ojos
abiertos.   - Vicente Aleixandre -    
  
Vida y tragedia.
                                                                   

Ya el vídeo aporta su trayectoria in hac lacrimarum valle, según la definición que de la vida da san Pedro de Mezonzo, en Salve Regina

Obra. 

Dentro del análisis de su producción, he aquí el que hace Federico Carlos Sainz de Robles:
Miguel Hernández dejó esbozado un ismo, que sospecho hubiera madurado así: la humanización absoluta de la poesía. Es decir: que la poesía sirva para declarar valores humanosde la mayor trascendencia espiritual; valores íntimos, para exaltar los cuales sea precisa una casi feroz sinceridad; lo valores que se oponen, precisamente, a las negativas del medio humano : a la injusticia, a la venganza, a la religión bastardeada, a la conculación hipócrita -con ánimos de futuras contriciones o atriciones- de los diez sagrados mandamientos. Luchando titánicamente, como Jacob con su ángel, con las sombras, con los fantasmas, con los contrasentidos, con los dolores, con las injusticias y hasta con la sed de justicia propia. Miguel Hernández hubiera querido llegar hasta a la suprema paz y a la definitiva luz: solo el hombre esl la culminación de la eterna poesía.
No constituye mi propósito en este artículo  parar mientes en su poesía, de la que el mencionado autor escribe:
Alguien ha insinuado que la posía de Miguel Hernández enraizaba con la de Unamuno. Unamuno era másolímpicoen su sentido humano, y menos sincero. Hay más carne fébril en la poesía de Hernándes, y una expresión poética más intensa, con una palabra más bronca, pero más brillante. / Yo enraizaría mejor a Miguel Hernández con Antonio Machado. Y hasta diría que Miguel Hernández es un Antonio Machado despojado de la infinita gracia melancólica y de la suavísima comprensión.de las redenciones líricas sencillas.
Paso, pues, a asomarme a su un tanto desventurada existencia.
 
La mujer en su vida.

Para su aceptación por el bello sexo tenía a su favor su don de palabra, que da gran poder de seducción, y en contra tenía que no era, precisamente, lo que se llama un sex-symbol. No era alto (alta de mirar a las palmeras), y, aunque no feo, tenía en la cara cicatrices al haberle estallado jugando de niño un carburo. Fue rechazado por la primera mujer que pretendió, Carmen Samper Reig,, alias la Calabacica. Según expone Jesús Poveda, en su "Vida, pasión y muerte de un poeta: Miguel Hernández" (1975),  la mujer de sus sueños en aquellos días en Madrid [...] aquella mujercita no era entonces su Josefina, la sastra, sino una tal Carmencita, la Calabacica, de la calla de San Juan, donde él nació, a la cual pretendió Miguel algún tempo atrás.. José Luís Ferris, en su libro "Miguel Hernandez. Pasiones, cárcel y muerte de un poeta" (2002), añade: Reiteradamente le negó su condición de novia y le dejó muy claro una y otra vez su propósito de no ser más que una amiga del grupo. Las razones de la jovel las supimos muchos años después en una entrevista concedida  el 4 de octubre de 1995, en la que confesaba que lo que no le gustaba de Miguel eran sus ojos...   

Muchos, en suma, son los comentaristas de tan excelso poeta, incluida Dolores Ibárruri, Pasionaria, ahondando en tal o cual faceta de su vida. No creo que ella estuviera muy interesada en la poesía. En este bosquejo de Miguel Hernández, que no otra cosa permite un artículo, haré mención, en fin, de dos mujeres relevantes  en su devenir.            

Maruja Mallo, seudónimo de Ana Aría Gómez González. nace en Vivero (Lugo) y muere en la residencia de ancianos Menéndez Pidadl, de Madrid. Se formó como pintora en la Escuela de Bellas Artes, de Madrid. Fue protegida por Ortega y Gasset. Fue durante varios años años amante del poeta de Marinero en tierra. Con altibajos en su relación, Maruja Mallo y Rafael Alberti rompieron definitivamente en 1930, año en que el poeta gaditano conoce a la escritora María Teresa León, que sería su mujer hasta el fin de sus días. 

Ya había roto con Alberti cuando surgió a su vida Miguel Hernández 
Miguel Hernández, en su cuarto viaje a Madrid, fue amante de Maruja Mallo, y por la repesión sexual que llevaba encima por la época (no se había acostado con su novia del publo), es fácil imaginar la vehemencia desesperada sexual de cuando ella ya no quisiera seguir siendo amantes. 
En este blog - Palabras. Cuaderno de apuntes de de michelle renyé- se puntualiza:
Se ha disuelto una gran mentira que inició el propio Miguel Hernández en una carta a Josefina, su novia de Oribuela (para restablecer la relación), y que redondeó la crítica, que: El rayo que no cesa, poemas de amor y sexo, estuviera dedicado a la novia. El rayo era Maruja Mallo.   
Cuesta creer, no obstante, que a Maruja, mujer liberada, dedicara esta composición que en modo alguno le encaja, y sí plenamente a su novia Josefina.

Te me mueres de casta y de sencilla:
estoy convicto, amor, estoy confuso
de que, raptor intrépido de un beso,
                                                  yo te libé la flor de la mejilla. 
                                                 Yo te libé la flor de la mejilla,
 y desde aquella gloria, aquel suceso,
                                                  tu mejilla, de escrúpulo y de peso, 
                                                 se te cae desojada y amarilla.
                                                 El fantasma del beso delincuente
                                                 el pómulo te tiene perseguido, 
                                                 cada vez más patente, negro y grande.
                                                Y sin dormir estás, celosamente,
                                                vigilando mi boca ¡con qué cuido! 
                                                 para que no se vicie y se desmande.

                                                                          
1902-19-1995
María Cegarra Salcedo, natural de La Unión (Murcia), poetisa y primera licenciada en España en Ciencias Químicas, y Miguel se conocieron en el homenaje a Gabriel Miró tributado en Orihuela en octubre de 1932, organizado por Ramón Sijé. Volvieron a encontrarse al año siguiente cuando él presentó en la Universidad Popular de Cartagena su obra Perito en lunas. La relación entre ellos no pasó de amistosa por parte de María que nunca estuvo interesada por él -admiraba su inteligencia, no más-, en modo alguno constituía posible enamorado o partido.


Cuando Miguel tuvo su corta rotura sentimental con su novia escribe constantemente a María, la visita en Cartagena, se inició un flirteo epistolar que bruscamente, dejando de escribirle, cortó ella. Dificultó la propagación de esta amistad que, además, minimizó, pero, eso sí, guardó sus cartas, las cuales aparecieron tras su muerte. Le habla de un amor puro y le reprocha que no le contestara a sus cartas. 

Su vida se deslizó en Cartagena como profesora de química en la Escuela de Peritos Industriales, y en otros centros como Formación Profesional y Bachillerato. Era de ideal político contrario a Miguel, perteneció a la Sección Femenina, pero no fue una fanática fascista. 

Su precedente literario se halla en su hermano Andrés. Al morir éste publicó María su primer poema, Cristales míos, y al fallecer su hermana, Pepita, Poemas para el silencio. Colaboró en las revistas La Región, La Verdad, Tránsito, Levante Agrario, Titiro canta, Monteagudo, y otras.  En 1987 publicó su poesía completa. 
                                                                            
.   
Es hija predilecta de su localidad natal. Salvo homenajes locales, su producción literaria no es conocida; por ejemplo, la omite Federico Carlos Sainz de Robles en su ya citado Diccionario de la Literatura -tres tomos-.                

                                                                               
1903-1993
Murió en Cartagena un 326 de marzo, instalándose la capilla ardiente en el Instituto de Bachillerato que lleva su nombre.  
                                                                               
Josefina Manresa Marhuenda
                                                                              
1916-1987
Josefina Manresa fue su primera novia y su esposa, mas antes de matrimoniar tuvo algún tipo de contacto con las dos anteriores también bellas y de mayor relieve social. Josefina era hija de un guardia civil destinado en Orihuela y modista de profesión, no obstante no era de deficiente primera enseñanza, pues le ayudaba a mecanografiar su producción literaria.  Y publicó "Recuerdos de la viuda de Miguel Hernández" (Ediciones de la Torre 1980).  En la misma expone:  
                    
                                                                              


 Nuestra relación fue como la de los novios de entonces llena de recato y lejanía, algo que a Miguel le exasperaba, pero yo no quería estar en boca de nadie ni que me engañaran y aquello era algo muy importante para una chica de entonces, lo único que tenía. Por eso nos distanciamos cuando volvió de vacaciones de uno de sus viajes a Madrid. Pudo más el amor que sentía por mí que todas las luces y aventuras que le ofrecía la capital., duró poco la distancia. Desde aquel enfado ya no volvimos a separarnos y estuvimos unidos 
Poco importa todas la veces que se ausentaba, en sus viejes a Madrid, a Moscú, en las misiones pedagójicas, durante la guerra... siempre regresaba a su hogar, a lo que él había construido como su hogar. Le gustaba marchar al campo y escribir allí sus poesías, volvía como cambiado, con una expresión angelical.
La vida también nos golpeó. Comenzó la Guerra y recién iniciada mataron a mi padre en Cox. Regresé a Cox y me hice cargo de mis hermanas. Estaba ya embarazada de mi primer hijo,  Manuel, Ramón no llegó a cumplir el primer año de edad, se marcho antes. El dolor que nos atravesó el alma no puede describirse, nunca nos abandonaría ni a Miguel, ni a mí. Antes de finalizar la guerra llegó, para calmar ese gran dolor y llenar ese vacio tan grande Manuel Miguel, nuestro segundo hijo; sin embargo pudo disfrutar poco de su padre.
Seguidamente de la odisea que que se abre para ellos, refiere que al acabar la guerra Miguel regresa a Cox, visita a su familia en Orihuela y para para Sevilla con intención de pasar a Portugal, 'abandonar el país hasta que las cosas se calmaran un poco', pero fue detenido en Portugal. Sí le detuvo la policía del facista Salazar y le entregó a la Guardia Civil; fue ingresado en la cárcel de Sevilla desde la cual pasa al penal de la calle Torrijos, en Madrid, en el que coincidió con Miguel Gila, del cual Pablo Neruda, a través de un cardenal, le saca sin ser procesado. Josefina habla de que salió por ùn decreto del Gobierno en el que se ponía en libertad a todos los presos indocumentados. Quiso la mala suerte y la confianza ciega de Miguel en la buena fe de la gente que regresase a Orihuela. Fue delatado y detenido, pasando a la prisión de Conde de Toreno, en Madrid, donde fue juzgado y condenado a muerte. Aquí coincidió con Buero Vallejo que le hizo un dibujo, el cual conserva la familia Hernández. José María Cossio -Miguel era uno de los redactores de la enciclopedias "Los toros"- y otros intelectuales consiguieron que le fuera conmutada la pena de muerte por la de treinta años. Él le hizo entender a Josefina que doce.

En su peregrinaje de preso político pasó a Palencia, tres meses después al Penal de Ocaña (Toledo), de aquí fue trasladado al Reformatorio de Adultos de Alicante, compartiendo celda con Buero Vallejo. Aquí empeora de su bronquitis, enferma de tifus y se complica con tuberculosis, patología que lleva en los genes, su madre había muerto uberculosa Anota Josefina algo que repugna y es denigrante para el Cuerpo de Prisiones: 
Alicante su destino final. Allí me trasladé a casa de su hermana. Permanecí un tiempo. El día de su santo le preparé una comida especial, se la dejé en la cárcel para que se la entregasen, porque no pude verle. Cuando le visité y le pregunté si le había gustado, me dijo que ni siquiera la había recibido. .    
No es menos vil que en abril de 1939, mes de la terminación de la guerra, habiéndose concluido la tirada en Valencia de la obra El hombre acecha, faltaba la encuadernación, que Joaquín Entrambasaguas, presidente de la comisión depuradora, ordenara la destrucción completa de la edición. ¡Vaya con el estudioso de Lope de Vega! Gracias a salvarse dos ejemplares se pudo reeditar el libro en 1981. 

Su viuda se consagró a la defensa de su obra, ella no dice al respecto:
La vida que viví después de su muerte fue una lucha constante para mantener viva su memoria. [...] Procuré salvaguardar la obra del artista [...] Después de un tiempo volvían al arcón si había algún registro cerca de donde estuvieran guardados. Volvían a salir a otro lugar durante un tiempo para que no pudieran encontrarlos. Incluso legaron a estar enterrados dentro de un saco en el patio de mi casa. Así logré que la obra de Miguel Hernández no se perdiese en el fuego de la injusticia y la incomprensión.
Murió Miguel en la enfermería de la prisión de Alicante el Domingo de Resurrección de 1942, 28 de marzo, y fue inhumado en el nicho 1009 del cementerio de dicha ciudad. Consta que curiosa y paradójicamente fue introducido en él con los pies por delante a la manera de un cura. Al morir en 1984 Miguel,  el superviviente hijo de los dos que tuvo el matrimonio  fueron exhumados sus restos y expuesto el ataud en la Casa Museo de Miguel Hernández. Unos dos años después los restos de ambos fueron trasladados a una sepultura cuyo terreno cedió el Ayuntamiento de Alicante y en la cual fue con ellos inhumada Josefina a su muerte. Ésta tuvo lugar en Elche (Alicante), a consecuencia de cáncer de mama, el 18 de febrero de 1978 a la edad de 71 años, rodeada de su nuera, Lucía Izquierdo,y de sus tres hermanos, Manuel, Carmen y Gertrudis. 

He aquí el nicho del poeta.
                                                                         
Y su sepultura final.
    
 .                              
   
en lla cual leemos:                                        
     LlEGÓ CON TRES HERIDAS.    
       LA DEL AMOR, 
       LA DE LA MUERTE,                 
       LA DE LA VIDA.  

 Este texto corresponde a su poema así titulado y que sustituyó al de  'Alto soy de mirar las palmeras'.


                                                                              
                                                                              

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