miércoles, 28 de mayo de 2014

El Príncipe de Asturias, ¿eligió acertadamente esposa? Es su problema, pero no enteramente el de elegir la futura reina de España

La corona no se sustenta con criterio racional  alguno. Ningún motivo existe para 
conceder la condición de hereditario y vitalicio al puesto de primer funcionario de
la nación en monopolio a una familia. Todo se reduce a una supuesta ecuación de
coste-beneficio entre el mantenimiento de tal privilegio y el de su derrocamiento.
                                - La monarquía inútil, de Enrique de Diego -  

 La elección en definitiva de que sean reyes depende de la voluntad de los españoles.

Pudo imponer ante su padre a Leticia, en la disyuntiva de "o ella o renuncio a todo". El autor de sus días pasó por las horcas caudinas, esta vez le valió. Quiso también renunciar a la corona por Eva Sannum. Consiguió casarse con Leticia Ortiz Rocasolano, señora divorciada, lo que se ocultó mientras fue posible, siendo lo importante que no apareciera obstáculo que la imposibilitara. Acerca del noviazgo del príncipe Felipe con ella, como de la vida de su elegida, se sabe ya todo, publicándose principalmente en "negro sobre blanco", es decir gráficamente, pero también oralmente. Se sabe todo de toda la familia real, habéndose abierto el paso a la investigación e información tras los acontecimientos del rey con su amiga Corina, con safari incluido, y las consecuencias de éste, así como también los del matrimonio Urdangarin-Borbon. No todo, por supuesto, es investigación, descubrimiento, novedad, tambén está lo que es meramente informativo y que se repite de un libro en otro. Sí que en el libro de que hablo en mi artículo anterior: La intocable, hay revalaciones; también en su "primera parte": Urdangarin, un conseguidor en la corte del rey Juan Carlos.

¿Serán reyes? 

Sólo puede escribirse interrogativamente, no afirmarse. Ahora quieren los dos ser reyes de España. Me parece bien -es un decir-, ya tiene a Letizia, pues con ella, tan amada, que no falte la corona. Parece no recordar el ultimátum que ya he dicho dio a sus padres: no quería corona sin Letizia. Pero la ya princesa es, como se consigna por doquier,  de origen plebeyo, divorciada y, para colmo de inadecuada reina de España, atea. Según el escrito de Ana Isabel Aguayo, "Diez años agridulces", apuntando las pruebas más sobresalientes de la primera década de matrimonio de Felipe, dice en la número 8: 
La relación poco cordial entre el Rey Juan Carlos y su nuera va de mal en peor. En el más reciente caso de "agresión", el año pasado, Felipe hizo un brindis público por su padre y Letizia ni siquiera acercó la copa a los labios. El Rey, ofendido, amenazó a su hijo: "O controlas a tu esposa o nunca serás Rey". 
Se encuentra don Juan Carlos tan engreído como equivocado de su poder si piensa que de él solamente depende que le suceda. Contra toda presión que la Casa Real y el propio Rey hagan para camuflar conductas nefastas llevadas a cabo que destruyen la institución, ésta puede hundirse y de hecho se encuentra en la actualidad en inminente ruina. Se emiten mentiras y tonterías sin cuento, tal como que Letizia es la que salvará la monarquía. No será por el aborto que su primo hermano le atribuye y señalando como padre a su ex novio, tras estar divorciada, David Tejera.     
                                                                                   

Tampoco creo que ella pueda evitar la caída por su ateismo. Precisamente por lo uno y por lo otro tiene cerrado el camino al trono. En principio lo tiene por ser un matrimonio morganático o matrimonio de la mano izquierda, que, según el DAE, es el desigual socialmente entre los contrayentes, en el que cada cónyuge conserva su condición anterior. Existe la Pragmática Sanción, de Carlos III, de 1776, llamada "Pragmática Sanción  para evitar el abuso de contraer matrimonios desiguales", la cual, con referencia a los matrimonios morganáticos de la familia real, se ha discutido con motivo de la boda del Príncipe de Asturias con Letizia si continúa vigente o no. Cierto que la Constitución actual reconoce la igualdad ante la ley, pero cierto igualmente que mantiene el derecho histórico de la institución monárquica. Es una entelequia, en su sentido de cosa irreal, que la Sra. -antes Alonso, ahora Borbon- doña Letizia se convierta en reina de España. 

En La Familia Real y la familia irreal -una brillante aportación sobre las vicisitudes inéditas de la dinastía española desde Alfonso XIII hasta hoy -1992-, de Juan Balansó, hace este epígrafe: "¿Quién será la futura reina de España? La normativa de matrimonios de la Familia Real Española". Lo inicia presentado la amplia probabilidad de elección con que cuenta Felipe.
Cuando llegue el momento de echarse novia en serio, Felipe de Borbon podrá elegir entre una veintena de princesas. Si se tiene en cuenta que si bisabuelo, Alfonso XIII, sólo pudo encoger entre ocho, su abuelo, el onde Barcelona, entre seis, y su padre, el rey Juan Carlos, entre diez, no cabe duda de que el príncipe de Asturias es un joven afortunado.  
De nada le valió serlo; si le ha valido a doña Letizia aun cuando no llegara a compartir como reina consorte el trono con su marido, aunque no lleguen a ser reyes. 

En posteriores obras, este gran concedor de la historia de las dinastías reales europeas, ha comentado los inadecuados noviazgos del príncipe, todos con plebeyas más o menos vulgares o chicas modestas, con la sola excepción de Carolina de Waldburg. En "Los diamantes de la Corona" escribe al respecto.
Contrariamente a cuanto la prensa especializada ha venido especulando, el heredero de la Corona española no ha mantenido relación amorosa con diversas princesas europeas que se le han achacado: Tatiana de Liechtenstein, Catalina de Austria y un largo etcétera. Sólo una alteza supo conquistarlo, pasjeramente: Carolina de Waldburg, una condesa alemana con rango principesco a la que Felipe frecuentó desde abril de 1996 hasta octubre de 1997. [...]No era unpartido excesivamente brillante, pero era católica, pertenecía a la realeza europea y el elemento monárquico puso sus ojos en este matrimonio que respetaba la norma dinástica tradicional. [...] La revista francesa Point de Vue, pionera de las revistas especializadas en la realeza, publicó una portada muy pesimista: "¿Por qué todas le dejan?", se preguntaba a grandes titulares.     
 Asimismo los desiguales matrimonios de sus hermanas las infantas, a cuyos cónyuges denominaba "bisutería fina". No pudo ver quién sería la Princesa de Asturias. Pero sigamos recordando su opinión sobre la futura reina de España. Escribe en dicha ubicación ("La Familia Real y la fmilia irreal").
Se ha venido comentando últimamente, a raíz del romance de don Felipe e Isabel Sartorius, en la prensa española y extranjera, sobre la peculiaridad de los "matrimonios morganáticos", vedados para los miembros de la Casa real de España que desean conservar sus derechos a la sucesión dinástica. 
Ya, pero es que, como estamos viendo, en este reinado quiere la familia real poseer sus derechos y también los de no ser realeza, algo que, como luego veremos, no deja de combatir el autor. Sigo transcribiendo. 
Ninguna de nuestras constituciones -subrayo-, desde la primera, de 1812, se ha hecho eco para nada del contenido de la pragmática de matrimonios. Es más, dicha disposición se ha aplicado de una manera ininterrumpida y su vigencia ha sido reconocida expresamente por los predecesores de don Juan Carlos: su bisabuelo, Alfonso XII, su abuelo, Alfonso XIII, su padre, el conde de Barcelo, como jefe de la Casa real en el exilio. Si se derogase ahora, no ignora la Familia Real que, aun teniendo en cuenta los imperativos del presente, no faltará quien reproche que se haga en provecho de la Sartorios, por ejemplo, lo que no se hizo en beneficio de la Dampierre... 
Repito lo anterior, derechos de realeza, porque de la realeza soy, pero no deberes, y a la vez quiero ser como cualquier persona. Llegaron a decir: "Somos una familia como otra cualquiera"; causó, obviamente, efecto de ironía. Y como tal dijeron algo cierto si lo consderamos en la acepción de figura retórica que consiste en dar a entender lo contrario de lo que se dice. Aquí mismo Balansó consigna. Y subrayándolo con mayúsculas:
NO SON IGUALES AL RESTO DE LOS CIUDADANOS, PUESTO QUE TIENEN UNOS DERECHOS Y UNAS OBLIGACIONES QUE SUS COMPATRIOTAS NO TIENEN (Ni usted, amable lector, ni yo, ocupamos un lugar en el orden sucesorio, ni estamos destinados a ser reyes, ¿verdad?
En otra ocasión opinando sobre esa cuestión menciona el siguiente aserto de Antonio Gala -ego quoque, yo también, tratando tema semejante-, que bien vale la pena repetir: Si las familias reales, además de sus altos y estáticos privilegios, quieren tener los de los pequeños burgueses (amores, celos, cuernos, divorcios, suicios falsos y otros modestos aditamentos de la vida) por mal camino van. Porque, si todos fuésemos iguales, salta a la vista que todos seríamos iguales para todo. 

Confía Balansó en la inteligencia de
Felipe de Borbón para ignorar las obligaciones que coomo príncipe heredero debe a España. Y una de las principales obligaciones de su alteza es, sin duda alguna, proporcionar al país una buena reina. Como también es indudable que el príncipe sabrá conjugar sus obligaciones dinásticas con sus deseos personales.
No pudo ver que todo ello falló a blancas, porque falleció a últimos de junio de 2003. Y vuelvo a formularme la pregunta que ya deslicé en otro artículo. ¿Qué hubiera escrito sobre el noviazgo y matrimonio del príncipe Felipe y doña Letizia? Acaso entonces, con enorme dificultad para hablar de la familia real no siendo laudatoriamente, poco, pero desde que cayó la mordaza...  ¡Y era de los más arriesgados, pero siempre, claro está, escribía con más libertad de otras monarquías que de la española. No dejó de consignar que "la monarquía de Juan Carlos pasaría a la Historia como la monarquía de la corrupción". 

Si viviera vería en el matrimonio de don Felipe, cómo este Príncipe de Asturias se ha saltado a la torera en este aspecto los cánones de la monarquía. Por otra parte, y acumulando... "méritos", toda la familia, para el arraigo de la institución, el hecho de haber caído de bruces en la corrupción la infanta Cristina e Iñaki Urdangarín y la defensa a ultranza que le hace el rey frente al juez instructor del caso Nóos, el de ellos, en el que uno y otro tanto monta, monta tanto. En fin, mucho tendría de qué tratar.  


Varios motivos que hacen inviable la sucesión.

Ya queda referido el impropio matrimonio del príncipe en cuanto tal y con relación a la normativa española. Pero hay más; la monarquía ha caído en enorme descrédito, véanse la encuestas, también el mal recibimiento que viene sufriendo la familia real en donde van. En lo que atañe a la infanta Cristina y a Urdangarin han de se huidizos de España, tienen muy difícil su presencia en Barcelona y no digamos en la capital de España. ¿Qué se espera judicialmente para los dos? Una terminación del "negocio" de ambos pésima en cualquier caso; no mejor por haber intervenido, estar interviniendo, el Rey y el Gobierno para librarles de la acción de la Justicia, lo que per se, por sí mismo, ha promovido una repulsa general en los españoles y los consiguientes comentarios recriminatorios en el extranjero. Ya en enero del año en curso el abogado Javier Nart, que mucho interviene en TV, dijo: Desde que empecé a ejercer hace cuarenta y seis años jamás vi una actividad tan profunda del ministerio fiscal para evitar la declaración de una implicada.  Si estos señores,
                                                                                    

elevados a los altos cargos políticos que los tres últimos en esta legislatura ostentan, que según Eduardo Inda y Esteban Urreiztieta, celebraron una reunión secreta para estudiar una estratagema mediante la cual el matrimonio Urdangarín-Borbon se vaya de rositas, consiguen su propósito, el bipartito y la monarquía quedan por los suelos. ¡Y se le ocurrió emitir a Rajoy que España es una perfecta democracia! Bueno, ya le contestó Antonio Gala a tan extemporánea salida. No menos tiene de inoportuna e inconveniente que el rey, precisamente el jefe del Estado, haya elegido haya elegido abogado defensor para su hija y por remate haber fijado su elección en un separatista catalán. Esto le ha sido reprochado con indignación. Era para que volviera a pedir disculpa, porque es otra gran equivocación. De cualquier modo, alea jacta est, la suerte está echada. Está echada y muy negro, infausto, desventurado, se presenta el resultado a obtener ahora para el matrimonio Urdangarín-Borbon, y, a equis plazo, para una sucesión sin camino. 

De momento, la familia real está pasando la pena negra. La infanta, evidentemente, ha llevado la corona al abismo. Como dijo el primo de la princesa consorte, el señor Rocasolano, en una entrevista con motivo de su libro "Adiós princesa", no creo que el libro hará más daño a la Casa Real que otras cuestiones. En efecto, éstas rebasan el suficiente número para destrozar la monarquía, cuya única razón de existencia hoy día de esta obsoleta institución es la ejemplaridad, cuando la monarquía no es ejemplar - Einstein dixit- deja de ser necesaria. Se ha llegado a un extremo de rechazo general; en Palma de Mallorca cayó muy mal el desprecio que hizo de la bellísima isla y  su capital Palma la princesa de Asturias -de Asturias si es, y princesa por su matrimonio- cuando le dijo a la reportera Carmen Duerto en el Real Club Naútico de Palma al preguntarle si se quedaría más: "¿Tú crees que esto son vacaciones privadas? ¿Tienes tú la solución? Pues yo tampoco". Así no es de extrañar que podamos leer en la prensa mayorquina:
Tres décadas de regalos y pleitesía - BALEARES SE DIVORCIA DE LA FAMILIA REAL. La oposición en el Parlamento balear quiere que el Palacio de Marivent abra sus puertas al público. La noticia es una muestra más del desafecto de que es objeto la Corona y, particular y significativamente, del divorcio entre la Familia Real y Palma de Mallorca, una unión que durante décadas les ha repotado pingües beneficios mutuos. Entre la colecta para pagar el yate Fortuna y la simbólica retirada de las placas de la calle de los duques de Palma no sólo han mediado los últimos escándalos conocidos. Los reyes, las infantas y el príncipe están pagando el precio de haber hecho ostensible su falta de interés por la isla. 
¡Encima con moños, presunción, vanidad! Todo y algo más me lo merzco, es, al parecer, el pensar de los realeza.

Volviendo a los impedimentos de doña Letizia para ser reina de España.  

He dejado para el final el que se ha de considerar el más grave, dentro de que en absoluto reúne condiciones para ello. Aunque el artículo 16 de la Constitución declara la libertad ideológica y religiosa, o sea, España es aconfesional, no así la monarquía, ésta se considera, o es considerada por la Iglesia Católica, como perteneciente a su confesionalidad. La Casa Real, por ende, se esfuerza en evitar, como hemos visto, que trascienda la noticia del aborto que da el libro señalado. Pero, además,  Isidro Cunill, en su "Letizia, una republicana en la corte del rey Juan Carlos I", dice que a principios de 1996 abortó en Mexico en el hospital Medina Sur. De ser cierto, este sería el primer aborto; segundo el que refiere su primo.         
                                                                                 

Y, por supuesto, para la Iglesia sería una excomulgada. Fue acusado Cunill de imputarla sin fundamento, y él respondió que tenía pruebas de cuanto exponía; bueno, siempre doña Letizia pudo querellarse por calumnia, que se derimiera en los Tribunales de Justicia, pero no lo hizo. Más aún impactó el libro de su primo hermano, David Rocasolano, Ya veremos lo que ocurre con el segundo que anuncia publicar. El primero coincidió con una situación crucial para España, y ahora no digamos. No la acepta como princesa, y así la casi totalidad de la ciudadanía. Princesa consorte es y como tal velis nolis, quieras o no quieras, figura; otra cosa es que ascienda a reina. En ello, indubitadamente, cuenta ante todo la voz y el voto del pueblo, insisto e insistiré siempre.     

También puede leerse en "Quién" lo gravemente que comprometía, y compromete, la reputación de Letizia. Por ejemplo. 
En abril de 2004 la revista ("Quién") publicó una historia que hizo que los ojos de otros países voltearan a Mexico, bajo el título "El pasado oculto de Letizia de España", firmado por Erika Roa, donde revelaba que la mujer que estaba a días de convertirse en esposa del príncipe Felipe había tenido un amante en Jalisco de nombre Luís Miguel González, su entonces jefe en el periódico "Público de Guadalajara" [...] Al mismo tiempo que la revista estaba en circulación, en España eran momentos delicados, ya que la entonces prometida del príncipe Felipe era divorciada, con padres separados, y eso no era bien visto para la futura princesa. 
Se da el caso curioso de que Letizia había confiado a una compañera en Mexico respecto a los amores del rey de España: Hay un pacto entre la prensa y la familia real: ésta intocable. No podía pensar en tal ocasión que esta circunstancia la beneficiaría para su boda y durante muchos años a ella también.. 
 
No sólo es que se trate de un matrimonio morganático, hay otros obstáculos insalvables dentro y fuera del matrimonio del príncipe Felipe. Y aún de la familia real, ¿qué pasa con la reforma de la Constitución, entrando en ella el rellenar el titulo II, de la Corona, tan incompleto. No debiera seguir tabú el nuevo monarca. Además se imponen unas Elecciones Generales a votar entre monarquía o república, porque el pueblo - en él reside la soberanía nacional- puede darse un régimen u otro. Pero Letizia y Felipe ven principalmente en Urdangarin y Cristina el peligro de no llegar a reinar, siendo así que arranca de ellos mismos.
 
Este escrito es, en cierto modo, complementario a mi anterior. Queda, pues, completo el tema del generalizado desagrado a que han llegado los reyes, las infantas, los príncipes y Urdangarín. Y todo hace prever que la cosa se va enconar más. No se perdonará, desde luego, que no se hiciera justicia con este individuo y su esposa. Que el juez Castro, visto lo visto, no se atreva a efectuarla también con ella o que la condena del juez  -la opinión pública ya les condenó al aparecer los hechos- sea desvirtuada por el jefe del Estado o por el Gobierno. Lo incuestionable, lo incontrovertible, es que ha de dictarse la sentencia pertinente y que no se intercepte su  cumplimiento. 

También bajo la situación política mal se pone la sucesión, es augurable no habrá Felipe VI. 

El tema de la monarquía española -que tanto está dando que decir dentro y fuera de  España- y su bipartito gobernante, no menos repelido hoy día, no abre la más mínima esperanza a la continuación de la institución monárquica; no puede ser más imprevisible, cuanto improcedente, el reinado de Felipe y Leticia. Obviamente ser Príncipes de Asturias -institución de los Trastamaras para fundirse con los Castilla: Enrique III y Catalina de Lancaster- no garantiza ascender indefectiblemente a Rey. ¡Tantas veces dejó de ser posible para tantos Príncipes de Asturias! Por ejemplo, no existió Juan III, aunque se haya simbolizado. Lo impidió  -¿quién lo ignora?- el régimen de Franco. Durante un tiempo figuro en la inscripción de uno de sus monumentos en el Parque Juan Carlos I (Madrid) como Juan III. A su muerte se le riindieron honores de rey; no creo hubiese sido así de haber ocurrido ésta viviendo el dictador. 

Conde de Barcelona 

De la situación dramática a que hemos llegado por la mala política del bipartito y el  robar por aquí, por allá y por acullá se encuentran sendos partidos, que compartieron corrupción,  en estado agónico. Y se ha llegado a ello, pese a la Fiscalía Anticorrupción que ante la desbordante cosecha de corruptos no tiene suficiente mano de obra para recoger la cosecha, ni almacenes, o silos, (cárceles), para el almacenaje. Ante ello, y pues que se ha de admitir clases, debe establecerse un orden de pioridades con relación a la relevancia del caco o ladrón para ser juzgados.        

Pero ya se requiere gran miopia mental para pensar que esta labor la va a llevar a cabo el PSOE o el PP, no es, precisamente, muestra de ello lo que están dando. ¡Claro, tendrían que atacar tanto a sus correligionarios y colegas que consideran que lo mejor es adoptar la actitud defensiva de la infanta Cristina: no enterarnos de lo que hacemos! Pero, como demuestran hoy el resultado electoral, el bipartidismo va de cráneo, y en él está amparada la monarquía. Ha de percatarse el Príncipe de Asturias que no depende todo de ellos, que en el fondo no es decisión familiar el heredar la corona, sino de la nación; en suma, de la política. Mientras, por otra parte, no deja de contar la decepción de los ciudadanos -monárquicos y no monárquicos- al verle incumplir los cánones de la monarquía española. Es en cierto modo seguir la línea de descontrol de su augusto padre, el cual no ha aceptado acatar la Ley de Trasparencia. Otro paso en falso de la institución. 

          

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