martes, 19 de noviembre de 2013

Miedo a la República por la mala imagen que se le adjudica gratuitamente o por intención inconfesable

La República presidencialista no surgirá de la casta parasitaria, pues es la 
gravosa corte del presente, la legión plebeya que nos asfixia, sino de una
sociedad civil rearmada intelectualmente y regenerada moralmente, que 
salga airosa y decidida de la trampa monárquica. Ser hoy y aquí republicano 
es, más allá de la convicción nacional, puro instinto de supervivencia. La
República es un ideal, también una necesidad. O España será republicana
o no será.
- Enrique de Diego -      


De la Guerra Civil española se dice que supuso un millón de muertos, cifra que apuntó en su obra narrativa José María Gironella, estadística que es por demás dolorosa, transformadora de destinos pues cambió la vida de muchas familias. Huelga decir que para mal en la inmensa mayoría de los casos. Que muchos hallaran su bien, es también notorio. por aquello de totum revolutum, todo revuelto, que nos lleva al refrán que dice "a río revuelto, ganancia de pescadores", no falta quien astutamente busca beneficio de la situación. También hay favorecidos sin buscarlo, no por astucia sino por su propia buena estrella, que, como reza la frase, hay quien nace con estrella, y otros estrellados.

Quien culpa hoy a la República de la Guerra Civil, actúa con mucha ligereza, ésta no fue engendrada -mirémoslo bien, documentémonos- por los republicanos, quienes no pudieron evitar ser arrollados por por los bolcheviques, aquel comunismo y socialismo de otrora en que, precisamente, el PSOE no era defensor de la institución monárquica, no lo fue, obviamente, su fundado Pablo Iglesias. Comunistas, socialistas y demás hierbas constituyeron un lastre para la Segunda República que dio con ella en tierra; ya a su advenimiento exclamó Ortega y Gasset: No es esto, no es esto. El general Franco meditó mucho el hecho de adherirse a los militares golpistas contra el Gobierno legalmente constituido. Los desmanes del marxismo, que la República no pudo contener, principalmente en el primer momento del Movimiento, dio sentido a la triste realidad: el levantamiento de las fuerzas de África el 17 de julio de 1936.

El Gobierno se fue quedando solo internacionalmente. El ejército en principio no luchó contra la República, se levanto incluso enarbolando su bandera, luchó contra el comunismo. El comunismo internacional ayudó al español, que no a la República. Ésta llegó a ser absorbida, dominada, por el bolchevismo. Como ha recogido  Claudio Sánchez Albornoz, Manuel Azaña, amargado de la clase de República que había, llegó a pronunciar esta amarga frase: No quiero ser Presidente de una República de asesinos. Pensemos,  consideremos, reflexionemos, que en la zona republicana se fusiló a republicanos, valga como paradigma Melquiades Álvarez que, recluido en la Cárcel Modelo, de Madrid, fue fusilado por unos anarquistas que le sacaron de la celda, le llevaron al patio, o al sótano -hay las dos versiones-, el 22 de agosto de 1936 y le fusilaron. Al morir les dijo: "Barbaros, ¿qué hacéis?". Cuando Azaña se enteró quedó impresionado, le brotaron las lágrimas. Pasan las generaciones y el recuerdo vivo desaparece y viene la Historia a mistificar los hechos. Pasarán, quiero decir, aquellas generaciones, porque aún quedan supervivientes de aquella guerra que Unamuno denominó "guerra incivil".


El equitativo discurso contra la barbarie y el crimen en los dos bandos españoles.

Este ilustre intelectual español que tras estallar la contienda se rebeló contra los fusilamientos de la zona republicana, tuvo la nobleza de hacerlo igualmente de los asesinatos de la zona nacional. Surgió aquel 12 de octubre -1937- de triste recuerdo en Salamanca en que hubo de oír de labios del general Millán Astray aquello de "mueran los intelectuales, viva la muerte". Se celebraba en el paraninfo de la Universidad el Día de la Raza; fue la espoleta que abrió el fuego entre el militar y el insigne filósofo y escritor el discurso del profesor Francisco Maldonado atacando violentamente a Cataluña y al País Vasco, regiones a las que califica de "cánceres en el cuerpo de España", y añade: "El fascismo, que es el sanador de España, sabrá cómo exterminarlas cortando en la carne viva como un decidido cirujano libre de falsos sentimentalismos".

Unamuno que, como rector de la Universidad, preside el acto, tomó la palabra:
Estáis esperando mis palabras. Me conocéis bien, y sabéis que soy incapaz de permanecer en silencio. A veces, quedarse callado equivale a mentir, porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia. Quiero hacer algunos comentarios al discurso -por llamarlo de algún modo- del profesor Maldonado, que se encuentra entre nosotros. Se ha hablado aquí de guerra internacional en defensa de la civilización cristiana; yo mismo lo hice otras veces. Pero no, la nuestra es sólo una guerra incivil. Vencer no es convencer, y hay que convencer sobre todo, y no puede convencer el odio que no deja lugar para la compasión. Dejaré de lado la ofensa personal que supone su repentina explosión contra vascos y catalanes llamándolos anti-España; pues bien, con la misma razón pueden ellos decir lo mismo. El señor obispo lo quiera o no lo quiera es catalán, nacido en Barcelona, y aquí está para enseñar la doctrina cristiana que no queréis conocer. Yo mismo, como sabéis, nací en Bilbao y llevo toda mi vida enseñando la lengua española que no sabéis...
Su enemigo de siempre, José Millán Astray, empezó a gritar: ¿Puedo hablar? ¿Puedo hablar? Dijo. ¡Cataluña y el País Vasco, el País Vasco y Cataluña, son dos cánceres en el cuerpo de la nación! El fascismo, remedio de España, viene a exterminarlos, cortando en la carne viva y sana como un frío bisturí. No supo continuar hablando. Se oyeron voces militares de Viva la muerte. Y Unamuno continuó:
Acabo de oír el necrófilo e insensato grito de ¡Viva la muerte! Esto me suena lo mismo que ¡Muera la vida! Y yo, que he pasado la vida componiendo paradojas que excitaba la ira de algunos que no las comprendían he de deciros, como experto en la materia, que esta ridícula paradoja me parece repelente. Como ha sido proclamada en homenaje al último orador, entiendo que va dirigida a él, si bien de una forma excesiva y tortuosa, como testimonio de que el mismo es un símbolo de la muerte. El general Millán Astray es un inválido. No es preciso que digamos esto con un tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero los extremos no sirven como norma. Desgraciadamente en España hay actualmente demasiados mutilados. Y, si Dios no ayuda, pronto habrá muchísimos más. Me atormenta pensar que el general Millán Astray pudiera dictar las normas de la psicología de las masas. Un mutilado que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, que era un hombre, no un superhombre, viril y completo a pasar de sus mutilaciones, un inválido, como he dicho, que no tenga esta superioridad de espíritu es de esperar que encuentre un terrible alivio viendo como se multiplican los mutilados  su alrededor. El general Millán Astray desea crear una España nueva, creación negativa sin duda, según su propia imagen. Y por eso quisiera una España mutilada (...)
Interrumpe el general para decir, por todo decir, ¡Muera la intelectualidad traidora! ¿Viva la muerte! Por el alboroto del público se entendió que dijo: ¡Muera la inteligencia! ¿Viva la muerte! José María Peman por calmar los ánimos intervino exponiendo: ¡No! ¡Viva la inteligencia! ¡Mueran los malos intelectuales! Unamuno no se acobarda y continúa:
Este es el templo de la inteligencia y yo soy su sumo sacerdote. Vosotros estáis profanado su sagrado recinto. Yo siempre he sido, diga lo que diga el proverbio, un profeta en mi propio país. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis, porque para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho.
El insigne profesor de la universidad salmantina acabo su accidentado discurso, verdadera lección de lo que era e iba a ser la guerra. ¿Qué hubiera pensado al ver el comportamiento de injusticias y crímenes cruentos -porque la injusticia es en sí un crimen- que cometieron cuando vencieron? Como si no hubieran sido suficientes los perpetrados durante la guerra. ¡Como para convencer! No pudo verlo, le adelantaron la hora de la muerte, y menos mal que no fue con balas. Diez días después Franco firma el decreto de su destitución como rector, ya desde el día negro, infeliz, infausto, quedó en arresto domiciliario. De asco y pena muere el 31 de diciembre de 1936. 


No hubo perdón ni clemencia en los que se arrogaron salvar la religión cristiana.  

Se asesinó a mansalva en ambos bandos pero Franco tanto en fusilar como en encarcelar aventajó con creces a sus contendientes, porque ganó la guerra y prosiguió encarcelando y firmando penas de muerte, sólo se suprimió el dar el paseo los falangistas, pero éstos acabada la guerra continuaron con su persecución por varios años. En la dictadura Franco firmó fusilamiento hasta pocos días antes de morir o de ingresar en el hospital para ello. Y fueron treinta y seis años de la misma. Se ensañó con los vencidos muy cruelmente; justificó bien el aserto del galo Breno tras vencer plenamente a los romanos tomando el Capitolio: Vae victis!, ¡Ay de los vencidos! Sin ir tan lejos, y como también la Historia apunta, en la segunda guerra mundial los vencidos pagaron los crímenes de Coventry y, en general, cuantos desmanes cometieron, mientras los vencedores impunes por Dresde, Katyn, Hiroshima y Nagasaki.

No hubo perdón con quien, lejos de tener las manos manchadas en sangre y no resultar, por tanto, imperdonable, se dedicó a salvar cuantas vidas pudo. Y salvó las de grandes figuras del franquismo: Agustín Muñoz Grandes, Martín Artajo, Serrano Suñer, Luca de Tena, los falangistas Rafael Sánchez Mazas y Raimundo Fernández Cuesta. Salvó también al Dr. Gómez Ullua y al que se destacaría como locutor Bobby Deglané. Ostentando el cargo de Delegado General de Prisiones, evitó la muerte de dieciséis mil presos. Me estoy refiriendo al anarquista Melchor Rodríguez, que ha sido llamado el Ángel Rojo, el cual pronunció una frase muy cristiana, tanto que se basa en el quinto mandamiento de la Ley de Dios.

Llegó a alcalde Madrid, a él le tocó entregar la ciudad a los nacionales. Fue juzgado por dos veces en consejo de guerra; se logró que fuera absuelto en el primero. El segundo fue un juicio amañado, y con testigos falsos, siendo condenado a veinte años y un día. En este segundo y peligroso consejo de guerra el ya general Agustín Muñoz Grandes salió gallardamente a su favor. Gracias a sus contactos, obviamente, cumplió solo cinco años de prisión. Luego medio se adaptó a la España franquista, trabajó como empleado del sindicato vertical franquista y en carteras de seguros. Y aquí hay que reparar que pese a su relieve político continuó siendo pobre -tomen nota bene, obsérvese bien, nuestros políticos-. Rechazó trabajos cómodos ofrecidos por personas a las que salvó.

Se interesó por actividad intelectual, escribiendo letras de pasodobles y cuplés para el maestro Padilla y otros músicos; publicó también artículos y poemas en el diario Ya de su amigo Martín Artajo. No dejó su actividad política, por lo que hubo de cumplir año y medio de condena en la cárcel de Carabanchel. Murió en 1972, a la edad de 79 años, y a su entierro acudió gente del régimen y anarquistas; en su honor se cantó el himno anarquista "A las barricadas". Tal fue la singular existencia de este hombre bueno de origen humilde que desempeñó varios oficios, incluido el de torero. En "El Cossio" se habla de él como único diestro que, a su vez, fue político. Por supuesto que en estas notas biográficas que aporto quedan lagunas del que detuvo las matanzas de Paracuellos de Jarama.


Política errónea y política por realizar.

La política, todos los regímenes, es obra del hombre, y, a decir de Miguel de Cervantes, cada uno es como Dios le hizo y aún peor muchas veces. O Anatole France señalándole como ese animal, llamado hombre. Hombres malos, en pavorosa abundancia, y hombres buenos, en algún número, hay en todos los partidos políticos -lo dudo empero en el comunismo, cuya base política es la de solventar los problemas sociales con el exterminio en masa, crimen al canto-. La estulticia humana -y según el Eclesiastés stultorum infinitus est numerus, el número de los tontos es infinito- crea prejuicios y fanatismo. Se ha hablado y se habla mucho a tontas y a locas, cuando no por boca de ganso. Y a veces no precisamente el necio vulgo, tal los errores de palabras y de hechos que a José María Aznar le son reprochados.

En 1987 escribe en su texto "Historia total de España", Ricardo de la Cierva:
Hay cosas que me preocupan y me indignan en la trayectoria política de José María Aznar, además de su impotencia en solucionar el problema autonómico. Primero  su obsesión azañista, que demuestra un desconocimiento profundo sobre la personalidad y la realidad histórica de Manuel Azaña. Segundo su obsesión en repetir que nada tiene que ver con la derecha histórica, cuando tiene que ver todo. Tercero la repugnante aberración de haber ordenado a su partido el voto favorable en 1995 para la concesión de la ciudadanía española a los energúmenos comunistas de la Brigadas Internacionales, los esbirros del demócrata Stalin en España. Pero no apuraré las críticas hasta que llegue, para José María Aznar, la hora de la Historia. 
No sé qué pensará hoy día ante las acusaciones que se hacen al PP, en general, y al propio Aznar en sus dos legislaturas de presidente. De todos los fallos que tuvo, y que están siendo analizados -no se le excluye de los famosos sobres que en su mandato se iniciaron. En todo caso no cortó la corrupción de Felipe González que siguió incrementándose hasta la actualidad y sin visos de mejoría y menos a corto plazo. Pero sigamos leyendo el mencionado texto: 
El periodo de la historia de España que conocemos como transición no ha terminado. Y no terminará hasta que se resuelvan de forma conveniente para España estos problemas: la exacerbación sin freno  de las autonomías, el terrorismo, el desacierto y desprestigio de la Justicia y el afianzamiento de la libertad de expresión contra las poderosas fuerzas que pretenden controlarla. Si don José María Aznar consigue solucionar o al menos encauzar positivamente estos problemas hacia una solución satisfactoria pasará a la Historia como un gran gobernante. aunque siga diciendo bobadas sobre don Manuel Azaña. 
Pues ha sido que nanay. Las autonomías continúan y tan prepotentes; el terrorismo sigue bajo otra capa; el desprestigio de la Justicia estabilizado, si no en aumento; la libertad de expresión, lejos de consolidarse, fue amenazada por el ministro de Justicia con la consiguiente protesta, en unión, de la Prensa. Nada de ello dejó preparado para su inmediata solución. De lo más lamentable es que el poder ejecutivo continúe sin independizar al poder judicial. (Lo ofreció Rajoy en su campaña electoral, fue una de la totalidad de su promesas incumplidas) Refiere De la Cierva cómo el filipismo, con su gran corrupción, hizo exclamar al presidente del Tribunal Supremo y del Poder Judicial "El poder judicial ha muerto". No está ningún presidente del bipartito por su resurrección, saben que un poder judicial independiente limitaría la "libertad de acción" -entrecomillado porque ha de entenderse en sentido peyorativo- de los políticos, cuya conducta debe ser controlada por la Prensa y por la Justicia. Sueño vano mientras la democracia brille por su ausencia, que es decir mientras haya monarquía. 

 Véase lo que ha traído el pasado silencio de los medios de información respecto a la institución monárquica. Proclaman los políticos a la rosa de los vientos que dejan libremente actuar a la justicia, lo malo que esta afirmación se la lleva el viento. Llegan a exteriorizar más aún: que ellos dan facilidades a la justicia. Sí, tenemos entre innumerables ejemplos en la historia de la corrupción en el reinado de Juan Carlos I, lo que está sucediendo al juez Castro con la infanta Cristina, o lo ocurrido al juez Rus con los ordenadores de Bárcenas. Ante la inmovilidad en cuantos problemas pendientes señala De la Cierva se han de aunar otros de la actualidad como el paro motivado por la crisis que, a su vez, fue originado por el despilfarro y la corrupción del dinero público. Engañifas aparte, no puede apreciarse mejoría alguna en el paro y es, evidentemente, de acuciante solución. Rajoy prometió reducirle, mas pronto llegó a decir que al término de su legislatura podría haber aumentado (sic).


En la República no pesó sobre sus presidentes el ser señalados de corruptos.

Está mediando el tiempo de la legislatura de este Gobierno y no se ha visto más que daño y, por otra parte, aparecer corruptos, cacos que si son políticos no dimiten con lo que evidencian su carencia de honradez. Los políticos honrados -Antonio Gala dice- se quitan de en medio cuando cae sobre ellos la sospecha. Rajoy a pesar de lo caído que está en sospecha respecto al "caso Bárcenas" -"caso Rajoy" también- y de habérsele probado una mentira en este... tema, ni se ha retirado, ni dada la protección que le supone la mayoría absoluta en su elección como presidente,  será encartado judicialmente. ¡Quién le pone el cascabel al gato! ¡Pero qué miedo de situación política tan turbia, tan imprevista la que tenemos! Este hombre continúa en sus trece, y además expone que está muy orgulloso de todo su gobierno. Que empiece por la señora Mato, tan en sospecha ella; por cierto es adecuado su apellido a la cartera ministerial que ocupa: Sanidad. Desde el extranjero se desconfía de Rajoy.


(En ayuda de quienes no puedan leer con facilidad la letra pequeña, paso a su transcripción). "La revista aconseja al presidente abandonar el modo que tenía Franco de dividir los problemas: "los que resolvía el tiempo y los que ni siquiera el tiempo puede resolver. / El semanario económico The Economist no se fía de que Rajoy tenga realmente un plan para salir de la crisis. / En su último número señala que España podría estar entrando en una "espiral de la muerte al estilo griego".

El descrédito de Rajoy, que no puede engañar dentro de España -ya ha engañado al colmo a los ciudadanos que le votaron- ni en el extranjero, es enorme. El presidente de Venezuela dijo.


Y el ministro español, José Manuel García-Carvallo, hubo de pedir disculpas muy humildemente, a pesar de lo duras que fueron las palabras de Nicolás Maduro, exponiendo, respecto a la supuesta ofensa a Evo Morales, presidente de Bolivia, que: "Si hay algún mal entendido, yo no tengo ningún inconveniente en pedir disculpas al presidente. Si cree -insistió- que se ha producido un malentendido, no hay problema. Rajoy,  su gobierno, no se defiende, pero a los españoles les hace pasar por las horcas caudinas, valiéndose, repito, de lo que es consabido, su éxito en las elecciones ganadas a base, insisto, de mentir al cien por cien para en tantos aspectos continuar la política de Zapatero.  


Miedo, no a la República, sino a lo que tenemos a la vista y sufrimos: Zapatero y Rajoy, PSOE y PP.

El miedo no ha de ser a la República, que ya supondría gran ventaja de economía suprimir las Autonomías, así como la desaparición de la otra gran carga económica, la monarquía. A un jefe de Estado no rey no había que pagarle, de momento, secretario a los hijos, secretario a la esposa, ni jefe de Casa, ni demás gastos de lujo. Tampoco los hijos percibirían una paga por ponerse en fila en los actos oficiales, y demás cosas raras. Un plantel militar del Palacio Real, por ejemplo. La monarquía es gasto por doquier. Sobre ello se pretende engañar a los ciudadanos, así como presentando a la República como algo demoniaco, las virtudes están en la monarquía (¿No será en la que tenemos, contra la que tanto y tanto se reprocha verbal y por escrito en artículos y libros?) Virtudes de la familia real con el matrimonio Urdangarín-Borbón perseguidos por el juez Castro. Y una infanta de la que aba de exponer el decano de los jueces de Zaragoza -nobleza baturra- que cualquier española en la situación de Cristina de Borbón hubiera sido imputada desde el primer día. Fomentando el miedo a la República se quiere proteger a la monarquía tan desdeñada por abusiva, pues se le recrimina haberse beneficiado de derechos del pingüe oficio y no cumplir con sus deberes, con los cánones de la monarquía. Ya he manifestado, a través de las palabras de Enrique de Diego, en "La monarquía inútil", la falaz propaganda que de ella se ha hecho, y, bueno, pues a la vista están las pruebas, el resultado de la amalgama política de la transición pro monarquía.

Ningún presidente de la República, ni sus ministros -tanto de la primera como de la segunda- hicieron tanto... negocio, dinero, como tantos del PSOE y del PP que están en conocimiento de todos. Y aún políticos de menos relieve, pues ha habido cacos hasta en la administración local, pueden servir de ejemplos los alcaldes de Marbella, uno tras otro. La corrupción en que estamos inmersos nadie podrá decir que se dio en la República;  Azaña no se beneficio de la política para enriquecerse -no hubo un "Caso Gürtel"-, no tuvo amigos tan generosos como Francisco Correa con  Aznar. 


Insistencia en el lastre socialista, comunista, bolchevique, que hundió la República.

La República surgió como podemos ver en el siguiente vídeo, pero, lamentablemente, trajo mucho lastre comunista que fue lo que al fin hundió la nave sin que los republicanos pudieran arrojarlo por la borda. Ya he expuesto la muy conocida frase de Ortega y Gasset. Sabido es que al aproximarse la guerra civil muchos de los que la trajeron se fueron de España, empezando por el doctor Marañón.

                                              La proclamación y vida de la Segunda República                                 

Hizo la República la serie de Reformas que vemos en el vídeo, las cuales tendían a sacar al país del atraso en que se encontraba, principalmente en el ámbito rural. Trató Azaña de mejorar el ejército en cuanto a armamento, modernizarle, que fuera más eficaz, pero de las cinco academias existentes dejó dos, porque había exceso de oficialidad: para un ejército de cien mil soldados había más de veinte mil jefes y oficiales y ochocientos generales. Hizo una reforma en profundidad, añadiré el dato de que convirtió la aviación en Cuerpo General Independiente. Lógicamente se suprimieron los capellanes castrenses.  El Estado en materia de religión se hizo aconfesional, como lo es en nuestra vigente Constitución, algo que no encaja con la institución monárquica, estando la Corona rematada con la Cruz



Y, por otra parte, esa adscripción, sacada de la manga, entre Dios y la monarquía, evidente cuento, embuste, engaño, que  ya no se puede meter en la cabeza de un ser humano. También el escudo (actual) de España es rematado por la cruz, pues que el encabeza la corona


Un arma de que se ha servido la propaganda contra la República fue el de desposeer de la propiedad agraria al terrateniente. No es cierto. Esto lo querían, y en pos de ello dieron problemas, los comunistas y socialistas. Azaña hizo la Reforma Agraria, que fue muy lenta y desesperaba al campesinado, porque había que pagar las tierras -no robarlas, como ellos querían, repito- y no sobraba dinero, que digamos. Además esta adquisición se hacía del agro que el propietario no quería labrar, tener arrendatarios, que estaba baldío. 

Azaña era consciente de su peor enemigo, de cómo éste se impuso, y así llegó a decir: La guerra está perdida, pero si por milagro la ganáramos, en el primer barco que saliera de España tendríamos que salir los republicanos, si nos dejaban. Y como él, detestaron de la inautenticidad de la República todos los republicanos, empezando por los llamados "padres espirituales de la República", desde que firmaron el manifiesto "Al servicio de la República", o sea, José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón y Ramón Pérez de Ayala. Huyeron de Madrid al iniciarse la guerra, Ortega se fue a París, y Pérez de Ayala se exiló también en Francia. En cuanto a Pío Baroja estaba veraneando en su casa de Vera del Bidasoa y tras estar un día detenido por los carlistas fue puesto en libertad gracias al general Carlos Martínez Campos y se trasladó rápido a Francia, instalándose en París.


Terrible la monarquía, tanto más nuestra monarquía socialista. 

En el régimen político híbrido en que vivimos en el que se pide democracia, y en especial por las nuevas generaciones que no firmaron la Constitución, se le ocurre decir a Rajoy -¡nada menos que a Rajoy!- que estamos en una democracia seria. Sí, como en tiempo de su elector. Léase "Ordeno y mando. La derecha contra el Estado de Derecho", de Manuel Cotarelo, publicado en 1998, ya en la cubierta se expone: 
Apenas han pasado dos años para que muchos españoles vean confirmados sus temores en 1996: la derecha es incapaz de desprenderse de sus hábitos autoritarios y de gobernar respetando las más elementales reglas del juego democrático.
A la extemporánea salida de quien por su mayoría electoral está actuando nada democráticamente, no han dejado de darle mentís numerosas firmas. Por lo mucho que ha impactado -no a Rajoy, obviamente- el miniartículo -mini por la extensión- de Antonio Gala, le transcribo:  
Que en estos momentos tal como se encuentra la Madre Patria (bueno, España para entendernos), el primer ministro, o lo que sea Rajoy, diga que España "es una democracia seria" es para pegarle un tiro, o para mandarle a un circo a hacer de payaso en un trapecio. /  La seriedad  de la democracia a que acostumbramos es relativa. O sencillamente no es seriedad, sino pasar por hambre, por desequilibrios, por falta de respeto, por fumarolas en los gobernantes y porque, en general, estamos de unos y de otros hasta los mismos huevos. Por pocos barcenazos que aceptase usted, señor Rajoy.
Por lo que de socialista y comunista que, como ya he apuntado, tuvo la segunda República, fracasó. Los republicanos antes de ser perseguidos y, algunos, fusilados por la España franquista, lo fueron por los proletarios envenenados de marxismo. Es palmario que la España de los patibularios que tras la guerra pintó José María Carretero Novillo, seudónimo de El Caballero Audaz, o "Madrid, de corte a checa", de Agustín de Foxá, nada tiene que ver con la Segunda República.

De la Primera República acaso hable otro día. Hay entre ambas una distancia cronológica de sesenta años, distancia que aún es mayor en otros órdenes, por lo que muy diferentes que son los esquemas. En aquella República, tan lejana ya, tampoco los políticos fueron tachados de cacos -hicieron política, no negocio-. Sensatamente, ante la corrupción de nuestros días y desaciertos políticos no se puede permitir el lujo el Partido Popular de menospreciar la República. ¿Qué autoridad moral tiene para ello? Sobre ningún presidente republicano, de los cuatro que tuvo la primera República,  pesó la sospecha de percibir dinero negro. Esto no existía, y tampoco los recortes; en cuanto a éstos había de venir Rajoy con sus tijeras, que como mal sastre arreglista corta por donde no debe y deja de cortar por donde sobra, y mientras tanto hay que infundir miedo a la ciudadanía respecto a la República para la continuación de esta anómala, irregular, extraña, política que tenemos en beneficio del triunvirato que la forma. La vera efigies de la situación a que ha llegado España sí que es de miedo. De miedo y de muerte. Se repite por doquiera, y nunca se repetirá lo bastante. Sí, Como en "La verbena de la Paloma", no me lo repita usted más, señora Rita. Aquel Felipe, honrado cajista, sabía de sobra lo que oía; en cambio, a su homónimo el príncipe no le interesa dar crédito a lo que día a día oye -silbidos incluidos-, ve, y puede leer. Es achaque extensivo a la familia real. Vemos cómo se hacen el sueco, o sea, se desentienden o fingen que no entienden la repulsa que encuentran en la sociedad, excepción de la casta política del bipartito.

Y ya que he consignado como epígrafe una líneas de "La monarquía inútil", voy a terminar mi artículo con las finales de tal libro como carta de presentación de la auténtica República:
La República presidencialista no surgirá de la casta parasitaria, pues es la gravosa corte del presente, la legión plebeya que nos asfixia, sino de una sociedad civil rearmada intelectualmente y regenerada moralmente, que salga airosa y decidida de la trampa monárquica. Ser hoy y aquí republicano es, más allá de la convicción nacional, puro instinto de supervivencia. La República es un ideal, también una necesidad. O España será republicana o no será.
La República auténtica, por supuesto, no bananera, tercermundista, así no hay palía floreciente, y la injusticia está a la orden del día.

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