domingo, 14 de octubre de 2018

De mis contactos con la Administración para que se ponga fin a la mentira del sepulcro en la iglesia de Santa María la Real de Nieva (Segovia)

Cuando el señor que me contestó en nombre del delegado de la Junta de Castilla y León, en Segovia, me dijo que había hecho un gran trabajo de investigación, le respondí que no hay tal labor investigadora sino meramente de difusión. En efecto nada había que investigara través de los documento, puesto que ya había dejado evidente la Ciencia la falta de autenticidad del sepulcro del presbiterio de la iglesia de Santa María la Real de Nieva (Segovia). Le insistí, por tanto, que mis artículos sobre este particular son de información. Cuando en ADN habla, no cabe, cuerdamente, contradicción. Sin embargo, la ha habido, por lo que ésta se puede calificar de ridícula.

La investigación dentro de las Letras está en la líder del Proyecto Poblet, una profesora de la UAB en Historia Medieval, con el cometido de buscar el cadáver idóneo con el que practicar la prueba. La fotografía de los componentes del Equipo pude verse en Internet.

He explicado hasta la saciedad que el pronóstico dado por el Dr. José Manuel Reverte Coma, en el Informe que emitió de los restos encontrados, en la realización de una obra de albañilería, en una capilla adyacente al altar mayor, aquel junio de 1994, supeditó su identificación a la prueba de ADN. Carentes del menor fundamento histórico –éste y el científico hubieran tenido indefectiblemente que coincidir- se proclamó, obviando dicho dictamen, que los restos eran los de la reina que murió y fue enterrada en la localidad del óbito a primeros de abril –se discute la exactitud del día- de 1441. A tontas y a locas se erigió en el presbiterio un sepulcro para ella en la última decena del siglo XX.

Durante unos catorce años mantuvieron los santamarienses, en general los segovianos y los de la comunidad autónoma, la certeza de que los despojos mortales eran de la reina de referencia, lo que motivó un lite con Navarra que los reclamaba, retirándose del pleito  los navarros cuando la Ciencia dio rotundo mentís. Indubitable, como de ella. Concretamente fue el 8 de septiembre de 2008

Los del pueblo a que dieron origen los primeros Príncipes de Asturias, aunque se lleve la fama Catalina de Lancaster -¡pobre de su marido!-, la capital de provincia, la comunidad autónoma en total, no se ha dado por enterada, a lo largo de diez años que han transcurrido. de la presentación del resultado del estudio genético del Príncipe de Viana en el Monasterio de Santa María de Poblet ante el P. Abad. Quedó evidente que, como se publicó en todas las modalidades de los medios de información –internet incluido-, ni los restos de Poblet, atribuidos al Príncipe, ni los de Santa María la Real de Nieva, atribuidos a su madre, son de ellos. Como queda dicho, los navarros se enteraron y actuaron en consecuencia, mas en Castilla y León no se han dado por enterados. Quosque tandem, ¿hasta cuándo? Por férrea voluntad de algunos me parece que ad calendas graecas. Es triste, funesto, deplorable que se esté sometiendo ad libitum, a gusto, a voluntad, de equis señores.


Incumbencia incuestionable de la Junta.

Que es así, resulta más claro que la luz del día en el más luminoso del cálido verano. Es, repito, y nunca se repetirá lo bastante mientras no se lleve a efecto- plenamente de la incumbencia de la Junta poner fin a la  mentira del sepulcro, no obstante haber pretendido mi dialogante, en representación del Delegado de la Junta en Segovia, mostrarme lo contrario, y únicamente aceptó que de la Junta sí dependía Información y Turismo. Este señor no me negó que es competencia de la Junta modificar la falsa noticia de que le hablé, pero me presentó un inconveniente por demás abstruso. Me dice literalmente: Será competencia de la Junta cambiar esa información cuando haya consenso informativo indubitado sobre esa cuestión. De momento no le hay. Este señor se encuentra, a lo que cabe deducir, sumamente desorientado, desinformado, indocumentado. Si hubo una cuestión -y batallona fue-, ya no la hay cuestión, ya no hay que averiguar verdad alguna. En el tiempo actual no procede se esté de acuerdo o no, ya que se trata de una verdad irrefutable desde hace una década.

No cabe aprobar o desaprobar la certeza de lo que ha quedado evidente. De esta salida por peteneras, verdadera pueril   incongruencia, ya hablé en un artículo por aquella fecha de mediados de este año. Me hallo anhelante de sentido y lógica, y confío en llegar a encontrarla. Es descorazonador suplicar y suplicar que se respete la verdad, y no ser atendido, pero no me desanimo, como otrora tampoco se me acobardó con ataques a mi propiedad y persona a que ya he hecho referencia en artículos pasados.

Yo no soy servidos de la mentira por ningún motivo, por encima de todo soy amante de la justicia y de la verdad, estoy plenamente de acuerdo con este aserto del juez –valeroso y de gran ética profesional- José Castro Aragón: Cuando la lealtad a un hombre, sea a un rey, sea al ordenante de la India, pasa por encima de la lealtad a la justicia y a la verdad, esa lealtad se convierte en lealísmo servil.

ME QUEDÉ ESTUPEFACTO CUANDO EL EMPLEADO DE REFERENCIA ME EXPUSO QUE LO QUE EXPONÍA NO ES ASUNTO PROPIO DE LA ADMINISTRACIÓN.


Irrebatible, irrefutable, incuestionable, incontrovertible.

Se ha de tener por tal la prueba de ADN mitocondrial que dejó palmario que continúan perdidos los restos de Blanca I de Navarra. Como he dicho más de una vez está sirviendo de inestimable valor para los Tribunales de Justicia. Sirvió, repito, para los navarros,  en esta comunidad autónoma, como tantas veces he expuesto, y no obstante a esta altura cronológica hay quien me habló, como queda expuesto, de CONSENSO AFIRMATIVO INDUBITADO SOBRE LA CUESTIÓN. ¡Vamos que salida, escapatoria, pretexto!


Papel a jugar por la tesis de Diana Lucía Gómez-Chacón.

La disyuntiva es respetar el ADN mitocondrial que dio al traste con la patraña del sepulcro de la iglesia o invalidar esta prueba genética para seguir en el infundio. Y todavía no se ha impugnado. A ver si espera Diana a eso tan raro del CONSENSO INFORMATIVO INDUBITADO SOBRE LA CUESTIÓN. Caso de que tenga idea de ello. Yo no.

Desde aquí expongo al señor que me hizo tal manifestación que Diana Lucía tal vez le haya llevado la contraria, ya que, como he dado a ver, me prometió que no iría nunca contra el ADN. No la creo tan sin sentido: ir gratuitamente contra algo, sin conocimiento en ello, a lo alcalde de Monterilla.


Lo dejo en adverbio de duda, porque cabe pensar que haya obviado tratar de un punto que le atemorizaba. En un correo electrónico, cuando ya esquiva nuestro diálogo por recriminarle  la conducta que al respecto seguía, me dijo:
Tu último correo sí que me llegó pero no supe qué contestar, ya sabes que es una batalla en la que prefiero no meterme. De todas formas, te agradezco que me tengas informada de tus avances en el tema.
Con la palabra ‘avance’ quiere decir reiteración, pues yo nunca hablé de avances. No he avanzado; tampoco me hicieron retroceder lo más mínimo. Y es de esperar que al fin se imponga la verdad. Esto no es un tema político, pero sí administrativo, y bien sabía lo que se decía el director de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce cuando me recomendó que me dirigiera a la Junta. E igualmente el sacerdote del pueblo de la mentira del sepulcro, descargándose de mí, me hizo la misma indicación, asegurándome que él no movía un dedo para tapar la inscripción del sepulcro, que la Junta, que ella fue la que hizo todo. Tengo comentado que nada más lógico y natural que llevara la voz cantante La Administración. Tampoco se halla fuera de lo pertinente, perteneciente, correspondiente, que el cura y/o el alcalde hubieran solicitado salir de esta mentira que, como digo por enésima vez, es humillante.

Contribuya o no la referida –caso este último de que finalmente haya continuado sin atreverse a tomar parte por la verdad- en nada alteraría lo que ha quedado evidente desde hace una década. Mientras no impugnen el citado avance científico sobre los genes –ya la Autonomía de Castilla y León, ya cualquier otra de esta España tan dividida, o allende nuestras fronteras, continuará demostrada la falsa inscripción de ese sepulcro que se erigió para contener unos restos ignorados que, sin fundamento, razón, motivo, se sostuvo eran de quienes los del lugar querían que fueran. Éstos eran manifestándose públicamente el alcalde in illo tempore y un tal Felipe Molinero, que tras aparecer la prueba de ADN la combatieron desde El Norte de Castilla y desde El Adelantado de Segovia, o sea, la prensa local. No faltó un convecino irrelevante pero con sensatez que le objetara: ‘Cállate, Felipe, cuando la Ciencia habla, hay que dejarse de chovinismos’.


Y del papel depurador de la Real Academia de San Quirce, ¿qué?

Lo ignoraré en tanto no vea si en la tesis de la susodicha se combate el falso sepulcro o se inhibe de ello. En el caso de que se corroborara la mentira sí tendría vela para intervenir dicho centro cultural que, como Diana, renunció a meterse en la batalla. Apoyo fue de la creación de la otrora Universidad Popular, Antonio Machado, tan amigo de la verdad. Pongo fin a este artículo  con su composición a la misma: ‘¿Tu verdad? No, la Verdad, / y ven conmigo a buscarla, / la tuya, guárdatela’.

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