miércoles, 4 de marzo de 2020

Tres reinas Blancas de la Edad Media. Y tres iguales advocaciones marianas.


Para el que no esté regularmente impuesto en Historia resultará confuso la existencia de tres reinas de Castilla con el patronímico de Blanca. La primera  Blanca Garcés de Pamplona  (1137 - 1156 ) es hija de García Ramírez -en el trono García V  de Pamplona- y de su esposa Margarita l´Agle. Contrajo matrimonio en Laguardia a la edad de 13 años con Sancho III de Castilla; murió de sobreparto a la edad de 18 años al nacer quien sería Alfonso VIII el de las Navas de Tolosa. No fue reina, pues murió antes de que de que ocupara el trono su esposo, pero tal es considerada. Fue enterada en el Monasterio de Santa María la Real de Nájera (La Rioja), donde tiene este suntuoso  sepulcro.


Sepulcro de Blanca Garcés en Nájera




Fue esta supuesta reina consorte, natural de Laguardia (Rioja) y perteneciente  a la dinastía Jimena
                                                       

A ella "sucede" -en el paso del tiempo- Blanca I de Navarra (1385 Pamplona - 1441 Santa María de Nieva (Segovia). Es hija de Carlos III el Noble y de su esposa Leonor de Trastámara, hija de Enrique II de Castilla el Fraticida. De Blanca I de Navarra que llegó a ser reina propietaria del reino heredando a su padre, omitiré una semblanza biográfica porque harto he hablado de tal reina con motivo del sepulcro existente en el citado pueblo segoviano. Cierto que falleció en él y provisionalmente fue enterrada en la iglesia -en ellas se enterraba, no existía el cementerio in illo tempore, ni en pueblos ni en ciudades- en espera de ser trasladada a  donde tenía dispuesto por testamento, pero todo indica el incumplimiento de tal cláusula testamentaria.  lo fue. Como muy analizado tengo, no existe prueba de su traslado, así como tampoco de haber dado con sus restos, por lo, consecuentemente, se ignora qué puede quedar de ellos.  

Fue a Castilla con motivo de la boda de su hija homónima con el príncipe de Asturias, que puso de momento alguna paz entre ambos reinos y familias Trastámara, y arribó a Santa María de Nieva tanto por rendir culto a la Virgen de la Soterraña como por asuntos políticos. Aquí con respecto la patrona del pueblo he de aclarar la existencia de una doble advocación mariana. En la basílica de San Vicente, de Ávila, se encuentra la patrona de esta ciudad Su nombre significa <subterránea>. 
                                               
Altar barroco existente en la cripta.
   La igual advocación e idéntico significado en la imagen hallada al final del siglo XIV enterrada en una cueva del pizarral del municipio de Nieva. Ello constituye el venero, origen, del pueblo de Santa María -la Virgen-, de Nieva, porque es de Nieva. De la intercesión para ello de los primeros Príncipes de Asturias, ya reyes, mucho he escrito en mí blog y en papel, no seré, por tanto, reiterativo. 
                                             
Preside el altar mayor de la iglesia
Esta imagen data de 1900 y es obra del escultor, natural de Segovia, Aniceto Marinas  y en su interior, se dice, hay restos de la primitiva imagen, desaparecida en un fuego. 
 
                                                
Lugar donde fue hallada la imagen en 1392, enclave en el interior del templo.
Advocación similar también entre las más importantes es la de Olmedo (Valladolid) que se encuentra en su iglesia de San Miguel -siglo XIII-, cuya capilla adosada dedican  a la Virgen de la Soterraña, patrona de la localidad.

                                               

Siempre belicosos lo infantes de Aragón y con bastantes intereses en Castilla, pretendían mangonear en ella y ni la  boda de la infanta María con el el hijo de Catalina de Lancaster y Enrique III -Juan II- ponía freno a ello, aparte de que la reina María, felona,  se inclinaba a sus hermanos. Para la primera batalla de Olmedo -19 de mayo de 1445- ya había muerto la reina de Castilla. El rey se enteró en El Espinar donde se encontraba en preparación de la lucha que culminaría en Olmedo. No voy a entrar en los preliminares de la batalla los pasos dados en la conducción de sus respectivas huestes en Castilla; descrita tengo la batalla, en su preparación y desarrollo, en otro artículo y, por otra parte, sería digresión. Basta decir que los infantes de Aragón quedaron eliminados del reino de Castilla, así como que el infante don Enrique, herido en una mano,  en la huida sufrió gangrena y murió en Calatayud (Zaragoza). 

Dejando la referencia a las tres más destacadas advocaciones de Nuestra Señora de la Soterraña, continuo con la segunda y tercera reina medievales que se llamaron Blanca, madre e hija. 

Tras otras tentativas fallidas, por uno u otro motivo, de matrimonio al quedarse viuda de Martín el Joven  a los siete años de estar casados, se concertó nueva coyunda matrimonial con Juan de Aragón, una vez concedida la licencia papal y en 1419 se firmaron los capítulos matrimoniales en Olite. En éstos se decidió que la corona navarra pasara a la muerte de doña Blanca al hijo que tuviera el matrimonio. En caso de fallecer antes ella sin sucesión, don Juan abandonaría Navarra, considerado extranjero. Se casaron en julio de 1420 en la catedral de Pamplona; había entre ellos una diferencia de edad de trece años.  El hermano de Alfonso V de Aragón no se sentía, ni mucho menos, muy atraído por su primera esposa, sí lo estuvo por su segunda, Juana Enriquez con quien casó en abril de 1444 a los tres años de morir Blanca. Tenía esta segunda esposa 19 años de edad, él 46, ¡Como no había de estarlo! Aun dada esta diferencia, la sobrevivió, dado que Juana muere a los 43 y él a la muy longeva edad -entonces- de 84 años. Edad aparte, no era Blanca I de Navarra una 'real mujer', solo una mujer de propia realeza. E inteligente, buena, incauta, sin malicia.Por ello pasó lo que pasó con el Príncipe de Viana y con su hija Blanca.                       
Primera esposa
                       

Segunda esposa

Fue Blanca de Trastámara  y de Évreux (1424-1464) infanta de Castilla durante los trece años -1440 a 1453- de su matrimonio con el hijo de Juan II. Ya he dicho que vino a Castilla la reina Blanca acompañando a su hija y ya no volvió a Navarra ni muerta. Sí su hija por anulación de su matrimonio y para pasar un calvario durante once años que sobrevivió de separada, encontrado solo en el seno familiar el afecto de su hermano de tan triste destino como ella. Largo y tendido he versado sobre esta época.                                               
El matrimonio más cuestionado, controvertido.
Hic et nunc, aquí y ahora, voy a insistir sobre los ignorados restos mortales, que no los enterramientos, de madre e hija. De Blanca I de Navarra ya dio el veredicto el ilustre antropólogo Juan Manuel Reverte Coma, y el 9 de septiembre de 2008 fue confirmado por el Equipo Poblet, expandiéndose la noticia urbi et orbi, a los cuatro vientos, a todas partes  Falleció dicho médico antropólogo en mayo de 2017 a la edad de 95 años, por lo que llegó a conocer el mencionado resultado del estudio genético del Príncipe de Viana. ¿Qué pensaría del estrambótico proceder de Santa María de Nieva, de Segovia y, en general, de la Comunidad Autónoma, al ver que se enfrenta, sin ton ni son, a la ciencia? Yo vengo insistiendo estérilmente en que se acepte la verdad, se cese en proseguir el engaño, y no solamente yo sino personas del relieve en Historia, como Balbina Caviró Martínez, fallecida en julio del pasado año. Ya expuse su rechazo del infundio del sepulcro. 

En resumen, ignorase el paradero de los restos de Blanca I de Navarra  Y también los de su hija homónima enterrada en la catedral de Lescar. En la página de Wikipedia dedicada a Lescar puede leerse: 
Las tumbas de reyes de Navarra se encontraron, en 1929, casi debajo del altar mayor. Figura en una placa los restos encontrados. En esta lista no aparece Blanca de Navarra. Esta desdichada reina, traicionada de todos, renunció a su  corona y acabó sus días encerrada en en el cercano castillo de Orthez. Dejó escrito que quería que la enterrasen en la catedral de Lescar pero, hasta hoy, nadie ha encontrado sus restos. 
Cual refiere Juan de Dios de la Rada y Delgado, en su obra 'Mujeres célebres de España y Portugal', capitulo 'Doña Blanca de Navarra', líneas Finales:
Enterrada en la catedral de Lescar, quedó en memoria, según la acertada frase de otro historiador, <para predicar a todo el mundo perpetuos desengaños>. / Víctima de la injusticia, de la perfidia y de la ambición, la desgracia ha hecho tristemente célebre a esta princesa, que, dotada de altas cualidades, unida a un hombre digno de ella, hubiera sido el ángel tutelar de sus pueblos.
Los restos de su hermano Carlos de Trastámara y Évreux no están localizados, y no siempre estuvieron en el Monasterio de Poblet; sí el cadáver de Blanca (hija) en Lescar, y muy probablemente  el de Blanca (madre) en Santa María de Nieva. Pero los tres no localizados.                                      

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