lunes, 3 de septiembre de 2018

Obsesión de realeza que suelen tener los procedentes de ella

Y en lo que particularmente se refiere 
a la rebelión contra la monarquía, una
de sus causas más frecuentes es   la
lectura de libros de política e historia
antigua de griegos y romanos. 
               - Thomas HoHobbes - 
 
Suponer que Luís Alfonso de Borbón y Martínez Bordiu es pretendiente legitimista al trono de Francia es una aberración de la Historia del tamaño de una catedral. Ignorancia supina de la misma es que se le considere como el rey Luís XX de Francia y Navarra. Que se conforme con ser el rey de los Franco, y esta no es una dinastía real –‘serie de príncipes soberanos pertenecientes a una familia’, según la RAE-, sino una saga. También su padre, Alfonso de Borbón y Dampierre, duque de Cádiz vivió y murió con esta ilusión. No debe vivir con ella el único de los dos hijos tras haber muerto el primogénito, francisco de Asís, en aquel accidente automovilístico  que tuvo el duque, yendo con ellos, en Corella (Navarra)  el 5 de febrero de 1984, volviendo de esquiar en la estación de Astúm. Ya su esposa le había abandonado. Gran afición sentía quien vivió sediento de realeza, por el deporte del esquí en el que, por ende, era muy experto, mas pese a ello, halló la muerte el 30 de enero de 1989 esquiando en la estación de Beaver Creek Resort EE. UU. Padre e hijo están enterrados en el monasterio de las Descalzas Reales, ubicado en el centro de Madrid.

Mentís a una falsa afirmación.

De este error que se viene propalando en torno al bisnieto de Alfonso XIII, por vía paterna, y de Francisco Franco, por vía materna, trata el especialista en casas reales europeas Juan Balansó en ‘La Familia Real y la familia irreal’ –Editorial Planeta 1995-

Quedó convertida en ley fundamental de la monarquía española, nos dice, el acta de renuncia de Felipe V, incorporada al Tratado de Utrecht, ley de rango internacional, que no ha sido derogada (como los gibraltareños saben  muy bien…) y en ella se expone:

<De mí proprio motu, libre, espontánea, y grata voluntad. Yo, don Felipe, por el presente instrumento, por mí mismo y por mis herederos y sucesores, renuncio, abandono y me desisto para siempre jamás de cuantas pretensiones, derechos y títulos que yo o cualquier descendiente mío haya desde ahora o pueda haber en cualquier tiempo que suceda en lo futuro a la sucesión de la Corona de Francia. Y me declaro y he por excluido y apartado Yo y mis hijos herederos y descendientes perpetuamente e inhabilitados absolutamente todos como si no hubiéramos nacido ni fuéramos en el mundo.

Y continúa el documente reforzando con gran pesadez de reiteración la renuncia. Seguidamente Balansó escribe.

Que, después de leída esta renuncia, miembros de la familia del rey de España se empecinen en argumentar mil argucias y tretas para pretender la sucesión dinástica en Francia, haciéndose eco de las aspiraciones de grupos franceses de ideologías ultraconservadoras y obsoletas, raya en el terreno del puro vértigo.

Queda de una claridad diáfana que desde hace siglos esa rama de la familia ha roto sus lazos con Francia. Además expone Balansó esta otra consideración. ‘La verdad es que don Alfonso, nacido de un matrimonio morganático, hijo de un padre que había renunciado a todos sus derechos, trata por todos los medios de hacerse reconocer una posición a la cual no tiene derecho’. De este capítulo sobre LA SUCESIÓN DE FRANCIA Y EL DUCADO DE ANJOU, es clave este punto y aparte.

Pocas semanas antes de su muerte, Alfonso de Borbón Dampierre había dado gran importancia al hecho de que un juez galo le permitiera llevar las tres flores de lis su escudo, en contra de lo solicitado en demanda por un príncipe de Orleans. Pero lo que Alfonso se cuidó bien de puntualizar era que el Tribunal se había limitado a estimar que las lises dejaron de ser el símbolo de Francia en 1830. En cuanto al ducado de Anjou, que también saltó a la palestra, los jueces recordaron que tal título francés fue abolido por la Asamblea Nacional  constituyente de 1790. Una vez restablecidos los títulos de nobleza en el siglo XIX, la dignidad nobiliaria no fue ostentada oficialmente nunca más.

Se dan otras circunstancias que no deja de anotar, tal como la existencia de otra persona que se atribuye el título de duque de Anjou, cuya familia tiene igualmente sus <legitimistas> convencidos. No deja de Balansó de señalar el hecho de que ‘según la anulidad declarada por la Iglesia católica, Alfonso de Borbón y Carmen Martínez Bordiú no estuvieron casados jamás, (lo que para un intransigente de ésos –no para mí- podría resultar especioso argumento de exclusión contra Luís Alfonso) termina este capítulo manifestando: ‘Díganme, con la mano en el corazón, si algunas veces esa familia borbónica no resulta completamente irreal… 

                    La dramática historia de Luís Alfonso 
                    de Borbón, aspirante a rey de Francia.  

Ansiedad, anhelo al oficio de rey.

El arte de reinar es organizar la idolización.
             - Bernard Shaw -  

Se quiere dar calidad de realeza a lo irreal –no real, falto de realidad’, (RAE), pero disculpemos al hijo del matrimonio roto de don Alfonso de Borbón con la nieta mayor del dictador Franco, no solo quiere ser rey quien ‘lleva sangre de reyes en la palma de la mano’, valga la frase de la canción, sino todo quisque, ya dice el Thomas Carlyle, historiador y ensayista escocés, que ‘el hombre que puede, es rey’  Es, y no deja de decirlo, Balansó, el oficio mejor pagado, y expone –también- no saber cómo se cursa para no dejarlo de hacer, porque es el mejor pagado. A este respecto se pregunta el científico y escritor alemán Georg Christoph Lichtenberg, ‘¿No es extraño que se puede acceder a los más altos cargos honoríficos del mundo (rey) sin hacer exámenes, y que a cualquier médico de provincias se le exija examinarse? Sí ya que no se exige ‘hombre almacén’, se exigiera ‘hombre fábrica’, según la división que Jaime Balmes hace del hombre lleno de conocimientos y el hombre inteligente, que para mejor resultado han de ir en uno. Pero ni lo uno ni lo otro.

Repásese la Historia llena de reyes incultos, no instruidos y/o de ínfimo intelecto. En bastante parte cabe decir lo mismo de los políticos, aunque alguno ha habido brillante –de tiempos modernos citemos, p. ej. a Castelar, Canovas, Vázquez de Mella… Pero todo tiene su fallo, y en estos dos últimos no me explico su ideal monárquico. ¡Y con esas perlas reales que tenían a la vista! En lo moral, tenía Canovas que hacer de padre de Alfonso XII en cuanto a conducirle moral y políticamente. Su abuelo, Fernando VII, que era de una incultura enciclopédica, fluctuó entre Constitución sí, Constitución  no. Fue un traidor por antonomasia, tal su único mérito y de aquí que haya pasado a la Historia como Fernando VII <el Rey Felón>. En tal se convirtió <el Deseado>. Fernando, su cuarta esposa María Cristina de Borbón y su segundo marido el joven taranconero  “””Fernando VIII””” fueron un importante trío de  grandes… “negociantes”. No se perdería esta cualidad, la heredó el bisnieto Alfonso XIII quien además de muy dado a los negocios seguía también el otro “talento” de los Borbones, su erotomanía.

El pasar de rey absoluto a rey constitucional, ‘el rey reina, pero no gobierna’, les supo mal a todos en todas partes, de aquí la que armó el zafio y tosco rey, padre de la futura Isabel II y de la infanta Luisa Fernanda, que casó con el duque de Montpensier.

Ha de seducir ser rey, porque es colocarse inmejorablemente –reitero- uno y sus inmediatos familiares, y además con herencia del “oficio”; de momento, todos a presidir actos y a cobrar por salir en la foto. ‘Reinar es organizar la idolización’, según aserto del dramaturgo irlandés, cuya aserción hemos colocado de epígrafe. Esto de <idolización> no figura en el DAE pero sí ‘ídolo’, definido como ‘persona o cosa amada o admirada con exaltación’. Evidentemente son personas corrientes, no destacadas en nada positivo, no hay porqué idealizarlas, es decir, ‘elevar las cosas  sobre la realidad sensible por medio de la inteligencia o de la fantasía’. En ello el idealismo es sumamente impertinente, clara necedad, ya que no hay porqué divinizar a un rey o a un político, recordemos este aserto de Albert Einstein: ‘Mi ideal político es el democrático. Cada uno debe ser respetado como persona y nadie debe ser divinizado’.

Pone Shakespeare en boca de uno de sus personajes en su tragedia 'Julio Cesar', ¿Hay entre vosotros alguien tan vil que quisiera ser esclavo? Y de ello parece que gusta todavía multitud de gente: ser súbdito, y a pesar de encontrarnos ya, en la  monarquía constitucional, elevados a ciudadanos. Nada de SUB, término latino que significa ‘bajo’ o ‘de bajo de’. Jerarquías sociales, sí, pero en lo personal no hay diferencias, de aquí que la ley ha de ser igual para todos, como lo es la ley de Dios, que, dicho sea de paso, a todos –sin excepción de rey o de Roque- nos ha condenado a morir, ‘Memento, homo, quia pulvis es et in pulverem reverteris’

Dos últimas palabras sobre el soñador Luís Alfonso de Borbón. 

Es de estimar que, inteligentemente, no debe significarse lo más mínimo en defensa del franquismo, aunque Franco sea su abuelo materno. Él sueña llegar a rey como soñaba su padre, pero el dictador al cansarse con su nieta le hizo duque, pero no le sustituyó por el ya era príncipe de España, aunque fuera voluntad del marqués de Villaverde y de la Señora, cuya abuela de Mari Carmen ya jugaba a rendirle pleitesía de reina. Franco ante su yerno, esposa e hija no dio su brazo, no dejando de pasar el correspondiente miedo doña Sofía  y el primo hermano de su marido. Luego vino la misteriosa muerte de Alfonso practicando esquí, y ya antes el abandonarlo su mujer para ir a manos del anticuario francés Juan María Rossi, veintidós años mayor que ella

Nada dice a favor de quien, en un tiempo no pudo vivir con Rosi  en Francia, no se soportaban, y decidió volver a España, que se elija en líder de las protestas de la familia contra la exhumación del dictador del Valle de los Caídos -caídos por Dios, o no por Dios, pero todos por la patria-. Que deje para tal menester a su tío Francisco Franco Martinez Bordiu, y, desde luego, que no le copie como marido, que él se haya casado con responsabilidad cristiana: 'hasta que la muerte separe'.  Y tampoco en sentarse en el banquillo por dos o tres veces,  por segundo marqués de Villaverde que sea. Heredó el título mobiliario de su padre al ser primogénito y varón, aunque su madre quería que éste fuera para Carmen y que Francis fuera, muerta ella, fuera duque de Franco. 'El deseo de la matriarca no se ha cumplido, Francisco se ha quedado con el marquesado, y su hermana con el ducado que al debutar como rey Juan Carlos I otorgó a la marquesa de Villaverde.  

Aparte de su preparación  en lo empresarial, que mire un poco la Historia y la interpreta con 


sentido realista, que se ajuste a la realidad, no la distorsión, o intencionada deformación de los hechos.por simpatía o cualquier otro tipo de interés. 
                                   

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