jueves, 22 de septiembre de 2016

La religión en la Edad Media (y siempre)

Cuando Dios creó el Mundo vio que era bueno,
¿Qué dirá ahora?  - George Bernard Shaw -

Este 'ahora' alcanza toda la Cronología, pues, como dice Enrique Santos Discépalo, "Que el mundo fue y será / una porquería, ya lo sé".

La Religión fue el referente de la Edad Media, pero, en su cumplimiento, fue, como lo ha sido siempre, una filfa. No dejaba, por ejemplo, de haber esclavos, los cuales exclamaban a sus dueños: El Señor tendrá misedicordia de aquel que la tenga de los esclavos. Tristísima fue la situación de los saracenos de ambos sexos, más aún que la de los judios.

Los siglos XIII, XIV y XV se caracterizaron por el desbordamiento de los vicios, afectando éstos tanto a los seglares como a los clérigos. Se trató de corregir la vida golfa de los sacerdotes, a tal fin vino a España el cardenal Juan Alegrín, obispo de Sabina, legado apostólico de Gregorio IX, que convocó en Valladolid a los obispos de Castilla y de León, celebrando concilio nacional. en el que se dispuso que los clérigos se separasen de sus concubinas y, asimismo, se les mandó usar trajes sencillos y moderación en la bebida, mientras, por otra parte, a las monjas se procuró cesaran algunos desórdenes que ocurrían en sus comunidades. Fue en balde, continuaron los males hasta bien entrado el siglo XV. Como excepción estaban las órdenes mendicantes (franciscanos y dominicos), virtuosos en el siglo XIII.


Predicar con el ejemplo.

En Castilla los clérigos tenían su barragana, o amante oficial, y Pedro I expidió un ordenamiento que que publicó las cortes de Valladolid -1335- imponiendo a tales mujeres usar un vestido especial para denotara su bajeza. El preámbulo de este ordenamiento dice en castellano actual:

Otros, a lo que dicen que en muchas ciudades y villas y lugares de mi señorío, que hay muchas barraganas de clérigos, así públicas como clandestinas, que andan muy sueltamente y sin regla, ostentando perlas de gran valor con adornos de oro y plata, de tal manera que con la ufanía y la soberbía que se traen no reverencian ni honran a las mujeres honradas, ni a las casadas, de lo cual se origina a veces peleas y contiendas y dan lugar a las solteras de cometer maldades contra los establecimientos de la Iglesia, de lo cual se siguen grandes pecados y daños a las de mi señorío, y pidiéndome merced y ordenase y mandase a las barraganas de los clérigos que traígan paños rayadillos de ipre (Y pres, en Bélgica) sin adorno alguno, para que sean conocidas y apartadas de las mujeres honradas y casadas...

Maldito el caso que hicieron tales parejas de los curas, cual las cocottes de la Edad Contemporánea, compitieron en lujo con toda mujer pudiente, viéndose Juan I de Trastámara, sobrino natural del citado Pedro de Castilla, hijo de Enrique el Bastardo, el Fraticida, el de las Mercedes, a disponer que las barraganas exhibieran en su traje una señal de mancebas, 'porque sean conocidas entre las casadas, que esto era en gran servicio de Dios [más bien sería del cura], y con ello algunas mujeres se excusarían de pecar. Tal señal, que había de llevarse en sitio muy visible, consistía en 'un prendedero de paño bermejo, tan ancho como de tres dedos'.

Si se les permitía a los curas tener barragana, que no esposa, -para los seglares fue en algún tiempo 'esposa legítima, aunque de condición inferior a la del marido y a la que las leyes no reconocían los mismos derechos civiles que a la esposa principal'-, en la confesión, y no existiendo el confesionario, se colocaba un biombo de separación entre el sacerdote y la mujer. Ésta se confesaba sentada, no así el hombre, el había de arrodillarse a los pies del clérigo.Con el tiempo, éstos hicieron arrodillarse hasta a las reinas.

Grandes limosnas y donaciones se hacían a los hospitales y  monasterios, ya por espíritu cristiano, ya por desagravar a Dios, ya por darse tono. Estaba muy arraigado el sentido clasista, con base en la soberbia, antes que contraer matrimonio con persona de menos categoría, un noble tronado, una viuda, una soltera frustada en sus aspiraciones, se metían en un monasterio. O le fundaba, tal el caso de la viuda de Jaime II, doña Elisanda de Moncada, que despreciando enamorados, optó por fundar el monasteruio de Pedralbes, cerca de Barcelona, y ser su abadesa.


Religión a la carta. 

El Cristianismo podría ser bueno, si alguien
intentara practicarle. - George Bernard Shaw -

El relajo, la laxitud, era enorme, pese al rigor con que eran castigadas el incumplimiento de la práctica externa de la religión. El Ordenamiento de las Tafurerías, que Alfonso X mandó componer, condena al que blasfeme en la timba, a excepción del que sea fijodalgo, y el castigo es: 12 maravedis la primera y la segunda vez, y a dos dedos de lengua cortados de través, la tercera. Para los tahures eran 30 y 50 azotes, las dos primeras veces, y a la tercera la misma mutilación de la lengua que los hidalgos. En cuanto a las herejías Fernando III el Santo mandó marcar con un hierro candente a los maniqueos, luego serían condenados a la hoguera. Y se culminaría la Edad Media con las hogueras de la  """Santa"""  Inquisición. ¡Y en nuestros días se llegó a pensar en elevar a los altares a Isabel la Católica!

Pero para los reyes no era tan importante la contrición. Jaime I, en vísperas de ir a conquistar el reino de Murcia, que entregaría a su yerno Alfonso el Sabio, se confiesa, revelando al confesor que su único pecado es su amacebamiento con con doña Berenguela de Molina, entonces Fray Arnaldo de Segarra le niega su absolución, pues carece de propósito de la enmienda, y recibe esta contestación: 'que tan buena obra como es conquistar aquel territorio y devolverlo a los cristianos algo le ha de valer'. Se ha señalado el siglo XII como el de las virtudes de la fe y la lealtad; en el XIII se ha añadido la justicia y, como complemento de ésta, la insensibilidad. Y nada cambió en el siglo siguiente.

Perfectamente pinta Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, en 'El libro del buen amor', la inmoralidad reinante en Castilla durante el siglo XIV: 'la pelea que hubo el Arcipreste con don Amor; lo que le aconteció a D. Pitas Payas, pintor de Bretaña; el ejemplo de la propiedad que el dinero da; los consejos para no abusar del vino tinto y blanco; el castigo que leimpuso Doña Venus; sus amores con doña Endrina, las serranas, las moras y las monjas, la portentosa pelea gastronómica de don Carnal (Carnaval) y doña Cuaresma, constituyen otros tantos preciosos testimonios para penetrar en el fondo de aquella sociedad.

Edad Media con la Religión como referente, sí, pero con costumbres bárbaras y enorme inmoralidad Como refiere un viejo texto de historia, 'poco había de pesar la caridad ni la honestidad en un siglo "tan eminentemente político" como el XIII, y menos aún la vergüenza. La cultura in illo tempore la pinta así Raimundo Lull:

Toda la ciencia del caballero ha de consistir en aprender desde niño a saber montar a caballo; el rey Sabio se contenta con recomendar que los escuderos, aspirantes a caballeros,practiquen sobre todo la equitación reduciéndose la sabiduría a un poco de lectura y escritura, y a recitar los mandamientos de la ley de Dios, el Padrenuestro, los artículos de la fe y alguna otra oración o plegaria.

Estos nobles tan épicos con hacer la guerra tenían bastante, y ello cuando no se la daban al propio rey. Ya los Reyes Católicos -entre lo bueno que hicieron, dejemos lo malo- fue obligarles a no ser tan incultos y estar plenamente sometidos a la corona real.



Lujo y falta de higiene a la vez que gula.

No se compagina lo uno con lo otro, pero esto es lo quese daba en aquel tiempo. Ni higiene en las calles, ni higiene en las personas. Tocante al lujo trascribiré

No parece que hiciera gran caso Fernando IV de los sabios preceptos de su ilustre abuelo, de igual manera que ocurría también entre todas las clases sociales, a las cuales no pudo convencer jamás el ilustre grafómeno, y, en efecto, entreábase a la gula de una manera voraz, y no menos a la bebida, de suerte que no hay queextrañar el 'emplazamiento'  de los Carvajales, ya que harto podían comprender que el rey iba a morirse de una apoplejía el día menos pensado. 

Mucho comer, mucho beber, mucho practicar el sexo y sin faltar el lujo

Aquel loco derroche a que se entregaban nobles y burgueses, hubo de empobrecer Castilla  y de ahí que al advenimiento de Alfonso XI no pudiese ser más crítica, aunque, con todo, asombrara la magnificiencia con que fuera recibido a su primera entrada en Sevilla.. "Todas las paredes y hasta el piso de las calles de la carrera, dice un autor, estaan tapizadas de tels de sedas y oro. Un olor suave, despedido por los perfumes y agas derramadas por las calles, hacía la vuelta sumamente deliciosa, a lo que contribuyeron también mucho las músicas, danzas y varias fiestas, conforme al gusto de aquel siglo.

Lujo había a tutiplén y se trató de reprimir mediante leyes esta suntuosidad que tanto dañaba. El rey Jaime de Mallorca dictó para sus estados la prohibición a toda mujer, casada o soltera, llevar en su manto borlas o y otros adornos de oro o de plata, ni cadenas de los mismos metales. Cualquier mujer podía llevar 'savana' (especie de pañoleta) de tisú de oro, seda o plata; pero debía ser sin pedrerías y sin ninguna y sin ningunos otros adornos de valor. Se les prohibía usar perlas y colares. Las capas y mantones sólo podían llevar adornos, por alor de de treinta sueldos los mantones y de cincuenta las capas. Tampoco podían lucir vestidos de tela de oro, de plata, de seda y de terciopelo. Las mujeres de mal vivivir fueron exceptuadas de esta ley. (¡!) Estababan de moda, eran de uso generalizado y vulgar, que se prohibió a los caballeros hospitalarios, los rosarios de oro y marfil labrado. De profuso uso eran también los abanicos (afliboy), utilizados por hombres y mujeres y especialmente por los clérigos.

A todo esto se auna -a la basura moral, la física-  la carencia de higiene en las calles y en las personas, que era prácicamente inexistente y había de serlo algunos siglos más, es decir, con los Austrias y con los Borbones. La expresión ¡agua va! data de cuando no había sistema de desague y se arrojaba a la calle orines y excrementos; era un aviso a los transeuntes para que se pusieran a salvo de que les cayera encima. Se defecaba en los patios e incluso en las calles. A las pestilentes ciudades, también el mal olor de las personas. Numerosos vídeos de internet nos informan al respecto, tal cual el titulado 'Extrema falta de higiene en la Edad Media'. Empieza por manifestar que los galenos consideraban el agua perjudicial para la salud, en tanto la Iglesia consideraba el baño lujo innecesario y pecaminoso. Hasta el monarca sólo lo hacía por prescripción médica y con precauciones. En el mismo agua se bañaba toda la familia por orden de edad. ¡Pobrecitos niños! Los matrimonios se celebraban generalmente en junio, porque el primer baño del año se tomaba en mayo, así los novios no eran tan malolientes.



El lujo, pues, es de siempre, pero no el alcantarillado ni el cuarto de baño; en el palacio real de Madrid, valga como referencia, no le hubo hasta la boda de Alfonso XIII con Victoria Eugenia de Battemberg.


Retomando la beatería y continuando centrándome en Castilla. 

Muy devota era la Celestina, trotaconventos, en lenguaje coloquial alcahueta, tercera, celestina. A ella acudió Calisto para conseguir gozar sexualmente de Melibea, lo que llega a conseguir, siendo la vieja ayudada por Parmenio, criado de Calisto; bueno, he aquí el argumento:





Y fue publicada en 1499, reinando los Reyes Católicos, y no lejos de acabar este reinado que es considerado como de transición entre la Edad Media y la Edad Moderna en la que acaban los reinos peninsulares, siendo la primera reina de España doña Juana la Loca. Con este drama se inicia la Historia de España.


En cierto modo pervive la Edad Media.

La civilización no suprime la barbarie, la pefecciona.
- Votaire -

Hoy día no hay cuadrillas de malhechores que asaltan los pueblos, los ladrones son de guante blanco, están en la ciudad, ni se roban mujeres a lo bruto, sino a lo "civilizado"; ya no son necesario los caballeros andantes, pero sí los jueces. Y a éstos se les dificulta su actuación. Ayer era de asco, y hoy de repugnancia. No faltaba el adulterio -pero ¿ha dejado de existir?- Ya no digamos los buscadotes, los que perseguían beneficiarse económica y/o socialmente -que no siempre clase económica y clase social van aunadas-  con el matrimonio, seduciendo mujeres más o menos pánfilas. Mientras exista el cándido, sin malicia, sin doblez, la malicia hará su agosto.

La religión, en su práctica, siempre tuvo y no deja de tener una gran hipocresía y, ello, aun guardando los cinco mandamientos que dictó y que aduce es en respaldo de los diez que Jehová entrego a Moisés en el monte Sinaí. Pero ¿quién los cumple? Éstos son:
- Primero: Ir a misa todos los domingos y fiestas de guardar.
- Segundo: Confesarse al menos una vez al año, o en peligro de muerte.
- Tercero: Comulgarse en tiempo de pascua.
- Cuarto: Ayunar y abstenerse de comer carne cuando lo manda la Santa Madre Iglesia.
- Quinto: Ayudar a la Iglesia en sus necesidades.

Es notorio que ya apenas acude gente a los templos, en tal caso lo de no comer carne y ayunar tampoco es obedecido. Si no se cumplen, por seglares ni por clérigos, más de un mandamiento de la Ley de Dios, ya la Iglesia por parte de los particulares no tiene la facilidad de enriquececerse que tuvo, o  sea, no puede vender ciertas mercancias que vendió otrora, y que están en la mente de todos, al avanzar la cultura, el engaño ha dejado de ser tan fácil. ¿Quién cree hoy día en la pobreza de la Iglesia? En España el Estado mira en primer lugar por sus grandes intereses materiales,



Pese a las desamortización de Mendizabal, continúa entre las grandes fortunas del mundo.  E insisto, el Estado la ayuda:


Para la vigente Constitición Española, 'los españoles son iguales ante la ley'. Se exceptuó al monarca, ¿por qué no también a los clérigos?



Se les facilita vivienda gratis, mientras a todo ciudadano se le explota en esta faceta. Las altas jerarquías han cambiado los inhóspitos palación por suntuosos y confortables pisos. Por no citar españoles, lo haré de un extranjero.



En suma -en suma y sigue- que la Iglesia es pobre, que como subraya hace el sacerdote voto de castidad, pobreza y obediencia. Y yo me lo creo, también cualquier otro iletrado.

Los siete vicios capitales del hombre -y los clérigos no son ángeles- en pugna con la moral cristiana son: lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia y soberbia. Ya hemos visto cómo afectan a todo quisque a lo largo de la Historia. Y engendran el devorar, que no el amor, la fraternidad, que Dios manda, la crueldad. Ésta es a decir de Nietzche, uno de los placeres más antiguos de la humanidad. La fraternidad, cristiana o no cristiana, es algo inexistente, Gustavo Flaubert considera que la fraternidad es una de las más bellas invenciones de la hipocresía social.

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