En esta evocación del tercero de los hijos de Juan II de Aragón y de Blanca I de Navarra, he de consigna en primer lugar, y con relación al título, que no llegó a ser reina de Castilla y León, como algún texto que otro hace creer, induciendo a error a quien no es suficientemente impuesto en Historia de la Edad Media, ya que grosso modo anotan que la primera esposa de Enrique IV fue Blanca de Navarra. A tal efecto puntualizo que el obispo de Segovia, Luís de Acuña, realizó sentencia de nulidad matrimonial de los príncipes, la cual fue confirmada, en delegación del paa Nicolás V, por don Alfonso Carrillo, el violento arzobispo de Toledo, en noviembre de 1453, y e fallecimiento de Juan II de Castilla fue el 21 de julio de 1554. Por unos ocho meses no llegó Blanca de Navarraa ser reina consorte de Castila y León Sí puede decirse con toda propiedad histórica que se casó con Enrique IV la princesa Juana de Portugal, ello, además, le sedujo irresistiblemente. Refiere José Calvo Poyato, en su "Enrique IV el Impotentey el final de una época"que alguna fuente contemporánea señala [Crónica anónima de Enrique V de Castilla] que la novia portuguesa fue informada de la supuesta impotencia de Enrique IV de Castilla, que ella se daba como cosa probada, así como que había conseguido el divorcio con malas artes, por lo que su anterior matrimonio continuaba siendo siendo válido mientras que la esposa repudiada viviese. Apesar de todas estas advertencias, 'doña Juana ovo tangrandeseo de reynar en estos reynos que respondió a rey su hermano , que pues el rey don Enrique plazíz, ella era muy contenta de casar con él, no obstante la cosas ya dichas. Y, bueno, pues de la boda se encargó el monarca, enviando a Lisboa a su capellán Fernán López del Orden, tesorero de la iglesia de Segovia.
Primera boda con doña Blanca.
El 12 de septiembre de 1436 Juan II como rey de Navarra -realmente la reina propitaria es Blanca I de Navarra, pero él tiene el prurito de ostentar coronas, y así para seguir en la de dicho reino no vaciló en eliminar a sus hijos Carlos y a Blanca -como veremos más adelante- anuncia el acuerdo de paz con Castilla basado en el concierto matrimonial de su hija Blanca con nrique. Al ser familia, el papa, Eugenio IV, otorga la dispensa el 18 de de diciembre. Ambos príncipes tienen doce años de edad, por lo que se fija para que consumen el matrimonio la llegada de los quince. Así el quince de septiebre de 1440, en Valladolid, Monasterio de San Benito, se celebra la boda, siendo el cardenal don Pedro Cervantes, obispo de Ávila, quien ofició la misa, y los padnos e almirante Enriquez y doña Beatriz, nieta de Pedro I de Portugal y de la malograda doña Inés de Castro [la de "reinar despuésde morir"]. La noche de la boda fue de verdadero disgusto: Conforme la costumbre de la época en Castilla, hubo tres notarios tras la perta de la alcoba del nuevo matrimonio en espera de que al día siguiente les fueraentregada la sábana con manchas de sangre, testimonio dematrimonio consumado. La sábana no lo indicó, y los cronistas refirieron que la boda se hizo quedando la prncesa tal cual nació., de que todos tuvieon gran enojo. No obstante, duraron las fiestas muchos días, pese a que el fiasco las ensombreciera.
Segunda boda con Juana de Portugal.
Ante tan amarga experencia de la noche e boda y,, por si fuera poca, la de todas las noches de sus dce años de matrimonio, cuando contrae segundas nupcias evitará don Enrique que se pupularice su impotencia con la esposa, y para ello deroga la ley de los notarios, dejando la noche de boda para su intimidad. Sin embargo, en esta segunda boda los comentarios tampoco faltan, empezando por por su misma madrastra que se indignaba de cómo Enrique trataba a su mujer -ambas eran primas- al no poder copular con ella tampoco. La segunda esposa de Juan II de Castilla, Isabel de Portugal -se casaron en Madrigal de las Altas Torres el 17 de agosto de 1447- conoce el fracaso matrimonial, en la faceta cama, de su hijastro con Blanca. Éste no sentía, dicho sea de paso, la menor simpatía por la mujer de su padre, y cuando ocupó el trono la internó -con sus dos hermanastros, Isabel y Alfonso, que tanta guerra le darían, y se la harían en ocasiones- en el castillo de Arévalo, concediéndoles únicamente lo imprescindible para subsistir, echando, obviamente, la ex reina muy de menos el lujo a qu eestaba acostumbrada. Enrique y Juana conocían, a su vez, la progresiva demencia de de la reina, la cual tras el nacimiento de Isabel -22 de abrilde 1457- enfermó de epresión y sólo hablaba a su marido. Sobrevivirá a todos, murió en 1496. Su hija Isabel la Católica la sobrevivió únicaente ocho años., la cual cuando su madre entró en la agonía fue a despedirse de ella, no consiguiendo verla el rostro porque se le tapó con un trapo.
Correlación en el monarca castellano entre su desafotunada vida política y matrimonial.
En este monarca castellano, Enrique IV, tan controvertido, guardan correlación sus fracasos matrimoniales con su ineficacia como gobernante. Al socaire de su impotencia fue el hazmerreír de gran parte de la nobleza -aquella nobleza tan levantica que Isabel y Fernando meterían en vereda-; fue aquella época de incontrovertible tranpa, de hacer desaparecer documentos en que basar un juicio certero. 'Muy pronto -Calvo Poyato expone en en su citaa biografía- llama la atención del investigador y del estudioso la falta de documentación directa del reinado. La mayor parte de la mismaha desaparecido' Todo, evidentemente, se le puso muy bien a su hermanastra, incluido lo definitorio: la guerra de sucesión.
Cuando Enrique IV se casa con Juana de Portugal, hija del rey Duarte y de Leonor de Aragon, por consiguiente tía de su marido, se le concedió al matrimonio un permiso de tres años y medio de duración bajo la condición de que si no hubiese hijo o hija tornaría a tomar por mujer a a la Princesa Blanca. ¿Por qué no se llevó a efecto? Transcurrió casi el doble de este tiempo sin tener descendencia, pues doña Juana la Beltraneja nació el 28 de febrero de 1462. Ya fue el resto para hundir al rey, aparte su patología y vicios, que su esposa estando en rehén en el castillo de Alaejos (Valladolid) tuviera de amante a Pedro de Castilla el Mozo, bisnieto de Pedro el Cruel. Y con él dos hijos gemelos. Se escapará del castillo con su amante y vivirán en Buitrago, luego pasan a Trijueque ((Guadalajara) con los Mendoza, y finalmente a Madrid, retirándose ella al convento de San Francisco. Muere a los treinta y seis años de edad y deja como su universal heredero a su amante. Se dice que su hermano mandó envenenarla. La muerte del rey y la de ella están separadas cronológicamente por unos seis meses : élmuere, también en Madrid, el 11 de diciembre de 1474 ella el 13 de junio de 1475.
El ocaso de doña Blanca de Navarra.
Si Blanca de Navarra (hija) contrajo matrimonio con un hombre muy imperfecto, no le deparó tampoco el destino un buen padre, sino todo lo contrario. Fue pésimo como tal con el Príncipe de Viana dificultándole, incluso a nivel de guerra, reinar, y acaso envenenándole cuando vio que lo iba a lograr. Nombró éste heredera a su apenada hermana Blanca; tan loable rasgo de amor fraternal le fue contraproducente, porque su padre y su hermama Leonor estaban en su contra. Véamos cómo lo refiere el historiador almariense Juan de Dios de la Rada y Delgado, en 'Mujeres de España y Portugal'.
Post mortem, después de la muerte,
Dejó escrito que al morir fuese enterrada en la catedral de Lescar -ciudad francesa ubicada en el departamento de los Pirineos-, y menos mal que cumplieron su deseo, pero hasta hoy nadie ha encontrado sus restos. En esta catedral que contiene los restos de los últimos reyes de Navarra no aparece en la listaBlanca de Navarra. Casual similitud con el cadáver de su madre en la iglesia de Santa María la Real de Nieva (Segovia), salvo que el Proyecto Poblet, en curso, probara que a ella pertenecen un esqueto de mujer encontrado en 1994. En la catedral de Lescar está en memoria, y, como escribe Enrique Florez de Setien, en 'Memorias de la reinas católicas', desde donde puede predicar a todo el mundo perpetuos desengaños. Deja el P.Florez así sintetizado el fin del reino de Navarra:
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(Publicado en El Adelantado de Segovia el míercoles 26 de diciembre de 2007 con algún añadido final)
En este monarca castellano, Enrique IV, tan controvertido, guardan correlación sus fracasos matrimoniales con su ineficacia como gobernante. Al socaire de su impotencia fue el hazmerreír de gran parte de la nobleza -aquella nobleza tan levantica que Isabel y Fernando meterían en vereda-; fue aquella época de incontrovertible tranpa, de hacer desaparecer documentos en que basar un juicio certero. 'Muy pronto -Calvo Poyato expone en en su citaa biografía- llama la atención del investigador y del estudioso la falta de documentación directa del reinado. La mayor parte de la mismaha desaparecido' Todo, evidentemente, se le puso muy bien a su hermanastra, incluido lo definitorio: la guerra de sucesión.
Cuando Enrique IV se casa con Juana de Portugal, hija del rey Duarte y de Leonor de Aragon, por consiguiente tía de su marido, se le concedió al matrimonio un permiso de tres años y medio de duración bajo la condición de que si no hubiese hijo o hija tornaría a tomar por mujer a a la Princesa Blanca. ¿Por qué no se llevó a efecto? Transcurrió casi el doble de este tiempo sin tener descendencia, pues doña Juana la Beltraneja nació el 28 de febrero de 1462. Ya fue el resto para hundir al rey, aparte su patología y vicios, que su esposa estando en rehén en el castillo de Alaejos (Valladolid) tuviera de amante a Pedro de Castilla el Mozo, bisnieto de Pedro el Cruel. Y con él dos hijos gemelos. Se escapará del castillo con su amante y vivirán en Buitrago, luego pasan a Trijueque ((Guadalajara) con los Mendoza, y finalmente a Madrid, retirándose ella al convento de San Francisco. Muere a los treinta y seis años de edad y deja como su universal heredero a su amante. Se dice que su hermano mandó envenenarla. La muerte del rey y la de ella están separadas cronológicamente por unos seis meses : élmuere, también en Madrid, el 11 de diciembre de 1474 ella el 13 de junio de 1475.
El ocaso de doña Blanca de Navarra.
Si Blanca de Navarra (hija) contrajo matrimonio con un hombre muy imperfecto, no le deparó tampoco el destino un buen padre, sino todo lo contrario. Fue pésimo como tal con el Príncipe de Viana dificultándole, incluso a nivel de guerra, reinar, y acaso envenenándole cuando vio que lo iba a lograr. Nombró éste heredera a su apenada hermana Blanca; tan loable rasgo de amor fraternal le fue contraproducente, porque su padre y su hermama Leonor estaban en su contra. Véamos cómo lo refiere el historiador almariense Juan de Dios de la Rada y Delgado, en 'Mujeres de España y Portugal'.
El mismo rey D. Juan de Navarra, que ya había dado muestras de ser un padre indigno de tan auguto nombre , fue el que entregó a su inocente hija en manos de sus enemigos . Avisada por él en el castillo de Olite para que se preparase para ir a Francia, donde decía el monarca tener concertado el matrimonio de la princesa con el duque de Berry, hermano del rey francés. Doña Blanca, que sospechaba el verdadero objejo de aquel inesperado viaje, lo resistió cuando pudo; pero su padre la llevó a la fuerza , conduciéndola a los estados del conde de Foix. A pesar de la dulzura de su carácter, tan injusta violencia no pudo menos de arrancarle una protesta, dejando en San Juan de Pie de Puerto sus poderes al rey de Castilla, al conde de Armiñac, al condestable de Navarra y a otras personas, para que la ayudasen en tan triste situación y acudieran en su socorro devolviéndole la libertad. ¡Harto adivinaba que su suerte se había ya decidido ; y que no sólo iba a perder su reino sino también la vida!No halló ayuda alguna; el más obligado a prestársela era el rey de Castilla al cual,, además y a pesar de todo, acudió también dirigiéndole una sentida carta de la que se ha dicho que "no puede leerse aun después del transcurso de tanto tiempo sin que se enternezca el coraón más duro. Aunque de Enrique IV se ha dicho que era humanitario, como excepción al tiempo que le tocó vivir de barbarie y crueldad, se dio el caso de dureza e ingratitud -ingratitud renovada- de que no se compareció con aquella carta en la que finalmente le habla del triste fin que le esperaba, y concluye renunciando en él sus derechos al trono de Navarra. Es el 30 de abril de 1462, día en que fue llevada al castillo de Rotes, en Bearne, donde la tuvieron presa dos años en cuyo tiempo su antiguo marido ni siquiera intentó liberarla. En 1464 su ermana la envenen. Tenía cuarenta años de edad.
Post mortem, después de la muerte,
Dejó escrito que al morir fuese enterrada en la catedral de Lescar -ciudad francesa ubicada en el departamento de los Pirineos-, y menos mal que cumplieron su deseo, pero hasta hoy nadie ha encontrado sus restos. En esta catedral que contiene los restos de los últimos reyes de Navarra no aparece en la listaBlanca de Navarra. Casual similitud con el cadáver de su madre en la iglesia de Santa María la Real de Nieva (Segovia), salvo que el Proyecto Poblet, en curso, probara que a ella pertenecen un esqueto de mujer encontrado en 1994. En la catedral de Lescar está en memoria, y, como escribe Enrique Florez de Setien, en 'Memorias de la reinas católicas', desde donde puede predicar a todo el mundo perpetuos desengaños. Deja el P.Florez así sintetizado el fin del reino de Navarra:
No falta quien discurra que los últimos suspiros de esta infeliz princesa fueron ecos en el Cielo para los desgraciados fines de los condes de Fox y de sus descendientes, como también que acabase el reino de Navarra en aquella familia. Lo cierto es que luego pasó aquel trono al cetro de Castilla a quien la princesa doña Blanca había cedido su derecho.También se perdieron los restos de Juana de Portugal, enterrada en San Francisco el Grande no se conserva su tumba. En cuanto a Enrique IV de Trastámara sabemos que, como informa el citado Florez de Setien, depositáronle en San Jerónimo del Paso, de Madrid, obra suya, hasta que fue trasladado a Guadalupe, donde yace con su madre, la reina doña María. Su hija Juana Trastámara Avis, tras serle la corona usurpada pot su tía y madrina, residió en Portugal, muriendo en Lisboa en 1530 a los 68 años de edad, y enterrada en el monasterio de Santa Clara de Coimbra, desapareciendo su sepultura con el terremoto de 1775. De no ser así, se podría proceder con la momia de Enrique IV a la prueba de ADN para saber si eraefectivamente el padre biológico de su hija legal.
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(Publicado en El Adelantado de Segovia el míercoles 26 de diciembre de 2007 con algún añadido final)
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